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España España · san sebastian
Voto de Izeta:
7
Ciencia ficción. Aventuras Inglaterra, 1899. Un científico construye un vehículo que le permite viajar a través del tiempo. Con él emprende un alucinante viaje a través de los siglos y es testigo, entre otros acontecimientos, de la Segunda Guerra Mundial y de un holocausto atómico en 1966, del que sale ileso. Su último destino es un paradisíaco lugar del futuro, cuyas gentes viven en el año 802.701, donde le tocará vivir una increíble aventura. (FILMAFFINITY)
26 de noviembre de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No soy la persona más adecuada para valorar esta película porque su género no es asunto de mi predilección.
Aunque la temática, viajes en el tiempo, me fascina, los futuros distópicos no suelen ser de mi agrado por lo pesimistas y desesperanzadores que resultan.
Que el ser humano progresa adecuadamente hacia su propia destrucción es una reflexión sobre la cual no me cabe ninguna duda y tan sólo corroborarlo por medio de historias de este tipo es un ejercicio que mi ánimo no suele querer enfrentar.
Esta cinta, basada en un relato de H.G.Wells, es, probablemente, la primera en inaugurar el subgénero viajes en el tiempo. Y, seguramente, los aficionados la tendrán en muy alta estima porque conserva un encanto muy especial y está realizada con mucho esmero.
El protagonista (Rod Taylor), por medio de una preciosa y surrealista máquina de su invención (aquí le gana al Delorean en mi gusto particular), conseguirá trasladarse desde su tiempo, 1900, a distintas épocas futuras, coincidentes con distintas guerras y hecatombes, 1917, primera guerra mundial, 1940, segunda guerra, 1966, que ahí predice una guerra nuclear y, finalmente, casi un millón de años hacia el futuro donde descubrirá, alarmado, lo que la evolución ha hecho del ser humano, escindiéndola en dos especies diferentes pero, para mí, igualmente terroríficas, aunque aquí se tome partido por una de ellas y no se la juzgue así.
Los Elois, que viven en la superficie de la Tierra. Una especie hedonista, mansa, sumisa, sin criterio, sin curiosidad, sin creatividad y sin solidaridad ni empatía. Viven una vida aparentemente regalada, fácil, pacífica, gregaria pero totalmente alienada.
Y los Morloks, habitantes de las profundidades. Son la especie involucionada pero, curiosamente, dominante. Altamente agresivos, poseedores de la tecnología, dueños de la otra especie a la que alimentan como a ganado y de la cual se alimentan.
Taylor se verá inmerso en una lucha por despertar a los Elois de su letargo para salvarlos de su destino.

La película es disfrutable en numerosos momentos, por ejemplo, el viaje que comienza Taylor impulsando el mando de su aparato suavemente y observando el mundo que gira hacia delante permitiéndole contemplar los cambios que se van produciendo en su entorno. Unas horas, unos días, unos años, el sol y la luna girando consecutivamente, los cambios se hacen notar a su alrededor, los edificios, las vestimentas, los paisajes...Eso resulta muy bonito, un viaje así, sería muy interesante de realizar, ¿no creen?.

Por otra parte, la historia está bien ensamblada y hay tiempo para recrearse tanto en la época victoriana en la que da comienzo, donde Taylor da a conocer su invento a sus escépticos amigos, como en la apocalíptica final que es donde tiene lugar la acción, la lucha y la historia de amor.

Pero ya les digo, yo no soy el más apropiado para valorarla. Jamás viajaría a ningún futuro si estuviera en mis manos hacerlo. No me despierta ninguna curiosidad y, visto lo visto hasta ahora en todo este tipo de relatos, creo que es muy comprensible.
El pasado es lo que yo escogería en mis viajes. Creo que ahí no me dejaría ni un sólo tiempo por conocer. Y Taylor me ha chafado al pasar del tema olímpicamente.
Izeta
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