Omnívoros

Película que trata una teórica trama de exclusivas cenas para gente adinerada donde todos son caníbales. El comienzo es prometedor aunque a los diez minutos la película pierde el ritmo y también el control de las situaciones (parecen escenas repetidas una tras otra en escenarios similares que no aportan nada). La parte de torture movie es efectista pero los actores no transmiten lo necesario para que al espectador le repugne la situación mas allá de las vísceras cuando el tema en su conjunto da para una reflexión más profunda que el ingenuo juego que plantea. Su factura es amateur igual que las interpretaciones o un guión errático. ¿Qué queda al final? Un simple juego de vísceras que no da para mucho (y aburre más que estimula). El director ha pretendido algo mas allá de una simple toture movie aunque al final la sensación que queda es que no hay mucho más que contar, no hay humor al que aferrarse, los personajes no tienen entidad y el conjunto es apático a más no poder. Recomendable para vegetarianos sin complejos o devoradores de serie Z con ganas de pasar hora y media de razonable entretenimiento.

Por desgracia esta película ha pasado desapercibida para nuestros cines y es que no encontré ningún cine de mi zona dónde la proyectaran, que triste. Debo confesaros que esta película me tenia un poco asustada, vi el tráiler en la cafetería de mi trabajo y me quede atemorizada, solo recuerdo ver mucha sangre.
El resultado fue asombroso ya que las escenas que en el tráiler parecían de un gore extremo después no es para tanto, las pude aguantar bien. La critica social que acompaña la película es la de una sociedad rica y ociosa en la que “todo vale por dinero”, dispuestos a pagar lo que sea por comer carne humana, llegando al extremo de matar a victimas inocentes.
Los actores correctos pero el protagonista le falta empatía, un Eduardo Noriega lo hubiera clavado. Los diálogos... algo sosos.
Se trata de un trabajo valiente y auténtico, meritorio, no té deja indiferente, os animo a verla, son 90 minutos que pasan volando y el producto es 100% español, ¡FELICIDADES!

Brutal Box (2011) es la ópera prima de Óscar Rojo, también es el nombre de la productora que le produjo tanto ese film como el segundo que ha escrito y realizado, Omnívoros (2013). Estrenada el pasado 20 de septiembre en España sin apenas promoción ni armar mucho jaleo, la existencia de esta película solo ha llegado a mis oídos debido a la sección 'Gran Vía' de la revista Imágenes de Actualidad hace unos meses, con un argumento que me llamó la atención lo suficiente para interesarme y echarle un vistazo. No auguraba nada bueno las críticas que hay por la red, pero complacido me hallo tras verla.

El reparto lo integran actores desconocidos para el gran público, siendo solo una cara conocida Fernando Albizu (El Laberinto del Fauno), el resto como mucho ha participado en algún capítulo puntual de alguna serie nacional: Mario de la Rosa (Águila Roja), Marta Flich, Sara Gómez (Tierra de Lobos) y Paco Manzanedo (Gran Reserva. El Origen).

Marcos Vela (De la Rosa) es un crítico culinario que acepta el encargo de una editora para probar lujosas gastronomías clandestinas y escribir sobre ellas. En una cena coincide con Carla (Gómez), una periodista que escribe un reportaje sobre un restaurante que practica el canibalismo. Marcos consigue invitación para el mismo gracias a una amiga que conoce en una de esas cenas (Flich), y hasta aquí, porque esta sinopsis abarca más de lo que se debe contar.

Omnívoros es una versión gastronómica y caníbal del Hostel de Eli Roth. Si en esta última gente de clase social alta se permitía el lujo de matar a personas, en Omnívoros lo que hacen es comérsela. Ambas son escabrosas, también bastante explícitas en cuanto a su violencia, y con escenas de sexo gratuito. Valorándola como película por sí misma Omnívoros parte de una idea interesante y tiene una correcta puesta en escena. La crítica especializada que la tacha de proyecto de final de carrera no anda desencaminada, la falta de medios y/o experiencia por parte de su responsable salta la vista, pero hay que admitirle que ha conseguido una película que da mal rollo, y con alguna escena que provoca la angustia deseada.

Le ha faltado -aparte de dinero- pulir un guión que avanzado medio metraje peca de previsible, un clímax algo forzado, y un mal reparto; algo soso el prota, muy mal unas actrices que parecen poco profesionales, y que por si algo destacan es por sus buenas curvas.

Otras películas a las que puede recordar: el papel de Paco Manzanedo como matarife con problemas mentales recuerda a Leatherface en La Matanza de Texas, la leyenda que cuenta el villano (Albizu) para justificar la inmoralidad de su comportamiento pertenece a la leyenda del Wendigo -comer carne humana para poseer el alma del prójimo y hacerse más fuerte-, algo visto en películas como Ravenous, o en series como Supernatural y Hannibal.

Otros aspectos a destacar: a los de maquillaje no debería faltarles trabajo los próximos años, tampoco a la dirección artística y su creación de lugares enfermizos.

En esto del cine, claramente hay tendencias. Parece que ahora llega la de "comer carne humana". Pero en fin.....Si bien el punto de partida parece interesante, poco a poco la historia acaba por llevarnos a ninguna parte. Se convierte en una especie de telefim que, se recrea más de lo que sería natural en semejante contexto en mostrarnos cómo se descuartiza y se prepara un cuerpo para cocinar en lugar de en desarrollar una trama que, tenía cierta "chicha" y, alguna posibilidad (de haberse llevado por otro camino). De entrada, es complicado jugar con la credibilidad partiendo de semejante premisa y, lo mejor (creo) es que se hubieran centrado en crear personajes algo menos planos y caricaturescos (lo del pinche asesino semejante a Quasimodo es patético...con todos los respetos hacia Quasimodo). Lo de los invitados... una ristra de frikies que da vergüenza ajena: el carnicero paleto, el inválido millonario, la ricachona con el jovencito, el tal Dimas que se supone es el malo de la película y, pasa desapercibido...madre mía... El recurso del pez globo, entiendo que, una vez que el guionista se mete en semejante callejón sin salida dado lo insulso y patético del argumento ofrecido; puede que sea lo único que puede hacer pero; eso significa que al final TODO suene a gilipollez soberana o, peor.... a excusa para poder ofrecernos múltiples planos de despiece carnicero. Hay ratos que, de verdad, parece que estás viendo una peli de coña en lugar de un thriller. La tensión es cero patatero. Ningún personaje destaca por su personalidad ni, por su empuje ni, por nada. Tanto es así que, aún tratando un tema tan teóricamente serio y que, debería incitar a la reflexión, a cuestionarnos moral y costumbres... etc, etc... no provoca NADA. La única pregunta que me hago, dada la "profundidad" del film es....¿será verdad que sabemos parecido al cerdo?

Crudísima película la que nos entrega Óscar Rojo en este 2013, con Omnívoros, un título no apto para estómagos sensibles (nunca mejor dicho) y que tiene alguna de las secuencias más despiadadas que se hayan visto en una película.

En realidad, la propuesta tiene algunos puntos en común con la obra de Pasolini, rodada en 1975, titulada Saló, o los 120 días de Sodoma. En la película del italiano (que adaptaba una novela del marqués de Sade) encontrábamos una tremenda crítica hacia las grandes élites de la sociedad, que mediante el mecanismo del poder, realizaban las más bajas actuaciones contra una serie de personas corrientes. Un exhaustivo relato de terror de una realidad que aterrorizaba a cualquiera. El uso de la violencia no ya sólo como defensa, sino como simple instrumento para conseguir placer, o incluso para no caer en el tedio. En Omnívoros sucede una cosa parecida, ¿Hasta dónde seríamos capaces si la ley no estuviera ahí? La moral está muerta en la película, o mejor dicho, sólo funciona para el pueblo llano, porque hay gente que está por encima de ella.

No mentiríamos por tanto, si aseguramos que Omnívoros tiene una denuncia social detrás de un argumento que combina el gore con el mal gusto llevado al extremo. Es cierto que quizá el objetivo principal del film no es ese (porque tiene esencia de Thriler), pero la crítica va de manera indisoluble al desarrollo de la trama. Todo nos indica a pensar en ello, fijémonos sino en el sistema de restricción que tienen las diferentes reuniones de comida clandestina, en la que sólo unos elegidos pueden optar a semejante invitación, como formando una élite de selectos. Pero sobre todo, en donde más hincapié hace esta postura es en la figura del personaje interpretado por Fernando Albizu. Sin duda, simbolizando el gran poder que es capaz de hacer lo que quiera (como cocinar a personas por simple deleite) sólo por el hecho de poder hacerlo. Es en él donde encontramos la auténtica frialdad del asesino, y no en el torturador físico, el personaje que interpreta Paco Manzanedo y que tan sólo es un títere (en realidad la película parece indicarnos que tiene un severo trastorno mental) en las manos del terror. En este sentido, es desvelador que a mitad de la película se nos revela la identidad del niño que aparece en la secuencia inicial (que necesita recurrir al canibalismo para sobrevivir) después de haber estado jugando a una ambigüedad que tenía al espectador en vilo, pues no sabía que personaje era ahora el niño, si el de Fernando Albizu o el de Paco Manzanedo.

No es una película que muestre unas secuencias de gore exageradas. Falso. De hecho muchas películas que incluso combinan el humor con el gore están por delante de Omnívoros en contenidos explícitos. Sólo hace falta pensar en Evil Dead 2 de Sam Raimi o incluso rebajando el listón en alguna que otra secuencia de Zombies Party. Sin embargo, el grado de ansiedad por el que pueda pasar el espectador después de ver algunas secuencias del film es indescriptible. Nunca uno se había sentido tan compenetrado con las víctimas (¿será porque podríamos ser nosotros perfectamente?). Nunca se habían mostrado unas torturas de una manera tan brutal. El nivel de sugerencia de la película es tan alto que uno tiene que apartar los ojos de la pantalla en más de una ocasión. Ahí reside en gran parte el mérito del director, Óscar Rojo, que mediante una planificación cuidada de secuencias ha conseguido lo que otros directores no consiguen utilizando litros de hemoglobina. Se dice que los torturadores antes de empezar la tortura mostraban a sus futuras víctimas los instrumentos que iban a utilizar para que no tener ni que empezar a torturar. La simple visión bastaba para que muchos cantaran antes de empezar, y esto es el mismo método que emplea Rojo en su película. Nunca vemos el momento gore o culminante de la vejación, más que en un par de ocasiones, pero primero el director empieza a acompañar las secuencias con una música y una parsimonia de movimientos tan calculada que el efecto es devastador. La violencia no aparece quizá siempre físicamente, pero está siempre en la puesta en escena. Una de las secuencias más terroríficas es precisamente el momento en que los personajes compran en subasta el kilogramo de carne.

Es cierto que el guión tiene algunos agujeros bastante grandes (de un momento a otro nuestro protagonista se encuentra con la invitación, o el final eficaz pero simplón de la película), algunas interpretaciones que no convencen e incluso algunos errores de director novel, aún a pesar de la madurez de Óscar Rojo, (el abuso de la música o el cierre final abusa de la reiteración y del subrayado, podría haber sido mucho más elegante y sugeridor) pero a Óscar Rojo se le ven grandes maneras. Un diamante al que hay que pulir con un mayor presupuesto en sus futuras obras.

http://neokunst.wordpress.com/2013/10/22/omnivoros/