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Muchas gracias, Mr. Scrooge

Musical Adaptación musical del popular "Cuento de Navidad", de Charles Dickens. Una Nochebuena, el viejo y avaro Scrooge descubre, gracias a tres fantasmas (los de las Navidades pasadas, presentes y futuras), que hay que compartirlo todo y ser bueno y generoso con los demás. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
7 de marzo de 2008
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
A finales de los años 70 y principios de los 80, no había una navidad en la que no repusiesen
este auténtico CLASICO con mayúsculas. La ponían tantas veces como "Que bello es vivir".

Pero por los pocos votos que he visto reflejados en esta web, sólo 270 y ninguna crítica, me parece que el público adulto se ha olvidado de ella, y los jóvenes, debido a que hace muchos años que no la programan en televisión, no la han visto.

Y es una pena enorme. Casi no me atrevo a hacer una crítica en sí misma de la película porque la vi con los ojos de un niño y si la volviera a ver (que lo haré pronto) no sé si habrá aguantado el paso del tiempo.

Sólo me gustaría reflejar que es una película estremecedoramente tierna donde las haya, y no me refiero a sensiblería. Es una cinta que cuando me he acordado de ella, casi me hace saltar las lágrimas de la nostalgia que sus recuerdos me ha provocado. Además es una película que nos puede hacer reflexionar hoy más que nunca sobre si el ansia de dinero nos hace realmente felices y nos convierte en un Mr Scrooge más de los que existen en el mundo.

Como veis, más que hacer una crítica diseccionadora de esta película, me gustaría recomendar, recomendar y recomendar el visionado de este clásico con el fin de que, si algún despistado amante del cine no la ha visto, disfrute en familia con ella y, como dice el título de la misma, se vea obligado a dar las gracias a Mr Scrooge y a todos aquellos que hicieron posible este film.
JULES
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13 de diciembre de 2008
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás sea esta hasta la fecha la mejor adaptación del famoso relato "Canción de Navidad" de Charles Dickens, un relato plagado de buenas intenciones en el que se simplifican un montón de cosas y aunque sea "irreal" se recibe con mucha alegría, sobretodo en fechas obviamente navideñas.
La película deja con un muy buen sabor de boca, se asiste con alborozo a lo que le ocurre al protagonista y la última parte es una explosión de la más absoluta alegría. Una película que sin ser una obra maestra, en mi opinión se deja ver con absoluto placer, es inofensiva y sienta la mar de bien.
Leporello
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2 de octubre de 2011
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación del mítico Cuento de Navidad de Charles Dickens en clave musical que constituye, haciendo un comentario fácil, un canto a la esperanza.

Ronald Neame dirige con criterio la película que vive tanto de su trabajo como del que hace un Leslie Bricusse que se encarga del perfectamente hilado guion y de las pegadizas canciones. Neame entiende perfectamente lo que Bricusse escribe y lo plasma en la pantalla de manera estupenda. El fluido desarrollo, que no da tregua al espectador, va preparando un final apoteósico que es de lo más divertido que se ha visto en una pantalla. Con cinco actos claramente diferenciados, la película se desarrolla en la dirección correcta en cada uno de ellos, haciendo precuela y secuela de la película dentro de la misma. Neame construye un personaje principal que divierte hasta en su versión más miserable y que acaba enamorando al final de cada acto, hasta que llega el final de la película en un momento en el que estás totalmente embelesado por su evolución.

Albert Finney está soberbio. El actor londinense, nominado hasta cinco veces a los Oscar sin conseguir el premio, entiende a la perfección lo que se pide de él y realiza un pausado cambio de registro con una facilidad asombrosa y con un lenguaje corporal en el que hasta el detalle más pequeño está cuidadísimo. Edith Evans está simpatiquísima como adorable anciana que encarna al personaje de las navidades pasadas, en un personaje muy cercano y facilmente reconocible. Kenneth More, más de lo mismo pero en las navidades presentes. More no tiene mucho tiempo en pantalla pero lo aprovecha para dejar su huella en la simpatía que marca la película. Alec Guiness, por su parte, da naturalidad a su fantasma, que es el primero en aparecer, por lo que imprimir en él la naturalidad que aporta se antoja fundamental para no descolocar al espectador.

Resumiendo, que es gerundio: Muchas gracias, Mr. Scrooge es una de las películas navideñas más recomendables. Es divertida, directa, sencilla y apta para todos los públicos, que es más de lo que pueden ofrecer la mayoría de películas de ese estilo, que se pierden muchas veces en sentimentlismo barato y olvidan su auténtico cometido.
Grijander
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20 de abril de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un libro sagrado sirve para reflexionar, para encontrar importantes ideas y relevantes historias, y también sirve para encontrar un camino que nos conduzca hacia Dios… pero paradójicamente, un libro sagrado o no, sirve también para romperle la crisma a alguien en un momento de ira irreprimible. Algo así pasa con la navidad: para la gran mayoría es época de excesos: en la comida, la bebida, en el volumen de su aparato de música… para otros tantos, será época de amarga soledad, de resentido aislamiento, de odio… pero para algunos, la navidad es época de recogimiento, de meditación, de cambio.

El célebre escritor inglés, Charles Dickens, sabía mucho de ésto, y tenía una gran certeza del mágico poder de la navidad, la cual genera unión, integración y solidaridad, en el espíritu de aquellas personas que, por aquella temporada, se encuentran en una consciente (o latente) actitud de cambio.

Quizás, el avaro, ambicioso y abusivo, Ebenezer Scrooge, esté sintiendo dentro de su alma que, aquella soledad y aislamiento que lo aleja de todos sus semejantes -aún de quienes más lo han querido-, es el resultado de la mezquina manera como ha venido sobrellevando su existencia… y entonces, debe ser que el cielo se conmueve de su amargura, porque el día antes de la navidad decide enviarle al espíritu de su socio Marley, para que le muestre los sufrimientos que ahora padece a consecuencia de sus atropellos; y como regalo, se le enviarán tres fantasmas (espíritus) que lo guiarán por el plano astral, en un paseo que le permitirá ver, con los ojos de hoy, cosas que ocurrieron en pasadas navidades (porque él lo permitió), que ocurren ahora (porque lo está permitiendo), y que podrían ocurrir (si vuelve a permitirlo). Pero ¿entenderá el mensaje el señor Scrooge?... Y sobre todo ¿lo entenderás tú y serás capaz de asumir el cambio que se te está pidiendo? Porque, tenlo por algo bien cierto: si lo recibiste es porque lo necesitas.

“Canción de navidad” (1843) -o “Cuento de navidad” como también se le ha llamado-, es uno de los más bellos, profundos e inspirados libros que nos haya podido dar la literatura universal. Con merecida razón, desde 1901, cada tanto se adapta de nuevo al cine, y creo (porque he visto cuatro o cinco versiones, incluida la más reciente de Robert Zemeckis) que, <<MUCHAS GRACIAS, MR. SCROOGE>>, es una de las más sensibles, bellas y efectivas realizaciones.

Con un guion muy bien adaptado por Leslie Bricusse, el filme de, Ronald Neame, ofrece calidez, ternura y alegría; está realizado en una magnífica ambientación, con gratas y bien medidas canciones (muy especial “Thank you, very much”); con una preciosa fotografía y encantadores efectos visuales y especiales; y en las actuaciones, Albert Finney, resulta magistral representando a, Scrooge, en las tres edades, desbordando apatía… arrepentimiento… y alegría… con una gracia irrepetible; y como Jacob Marley, Alec Guinness sigue corroborando que es uno de los actores más profesionales y polifacéticos que nos haya dado el arte cinematográfico.

Título para Latinoamérica: LA ALEGRE HISTORIA DE SCROOGE
Luis Guillermo Cardona
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23 de enero de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
02/02(03/01/17) Buen musical centrado en el clásico de de 1843 Charles Dickens, filmado en poderosa panavisión para captar la belleza de varias de sus escenas. Realizada por Ronald Neame y protagonizado por un formidable Albert Finney (ganó el Globo de Oro al Actor en un Musical), con guión de Leslie Bricusse (“Solo en casa” o “El Lobo de Wall Street”), que escribe las canciones con aportaciones con la música de Ian Fraser, once arreglos musicales intercaladas en (todos con un aire tradicional británica), dejando en su desarrollo buenas sensaciones, una agradable entretenimiento en el que se nota el presupuesto en su fenomenal puesta en escena (sus decorados realistas conjugados con los tenebrosos, con una fenomenal fotografía, unos para su tiempo valiosos efectos visuales, siendo bastante fiel al clásico dickensiano, aunque con alguna libertad que añade intensidad dramática (el inserto del romance con la hija de Fezziwig, o el viaje a los Infiernos). Ello en una obra que rezuma ternura y vitalidad, un estimulante producto para las Navidades. Probablemente el relato navideño más famoso jamás escrito, y tantas veces llevado a la pantalla, obra revestida de buenos sentimientos, con un mensaje buenista, y es aquí donde me patina, y es que yo soy anti-Navidad, eso de estar contento, feliz, sonriente, altruista, bondadoso, por que toca me chirría y me irrita, así que mi visión es de simpatía por el Scrooge de antes de la conversión, el resto es maniqueismo facilón y sensiblero. Recibió cuatro nominaciones a los Oscars: Mejor dirección artística, Diseño de vestuario (Margaret Furse) y Mejor canción original y Mejor Banda Sonora.

Víspera de Navidad, en el siglo 19 en Londres, Ebenezer Scrooge (Albert Finney), hosco prestamista, no comparte alegría de la Navidad. Declina la invitación de su sobrino de Harry para la cena de Navidad y de mala gana da a su fiel empleado, Bob Cratchit (David Collings), día de Navidad fiesta. De camino a su casa Scrooge visita a algunos de sus clientes, entre ellos Tom Jenkins (Anton Rodgers). En su casa, Scrooge se encuentra con el fantasma de su difunto socio Jacob Marley (Alec Guiness), que le advierte que se arrepienta de sus malos actos o será condenado en la otra vida llevando pesadas cadenas forjadas por sus propios caminos codiciosos, Marley le informa que tres espíritus le van a visitar. A la una, Scrooge recibe la visita del fantasma la Navidad Pasada (Edith Evans), que lo transporta en el tiempo a su infancia y la vida adulta temprana. El fantasma de la Navidad Presente (Kenneth More), lo pasea por la fiesta de su sobrino y por la casa de su humilde empleado. Y el Fantasma de las Navidades-por-venir (Paddy Stone), que lo lleva al futuro donde será testigo de su “legado” y la opinión general que se tiene de él. Tendrá importancia en el relato Mr. Fezziwig (Laurence Naismith), el antiguo jefe de Scrooge, Isabel (Susan Neve), la hija del jefe de la que se enamora Scrooge.

Es un film con un gran ritmo, con un aire familiar a comedia distendida y que desprende recomendables valores morales, ello en un bien manejado increscendo dramático, ayudado por un goteo de temas musicales bien dosificados, hasta desembocar en su esperado final, en que eso sí, se pasa de revoluciones, pervirtiendo un tanto el personaje de Scrooge, justo lo que nos e había hecho hasta entonces. Tocando temas (aunque de modo un tanto superficial) como la metamorfosis espiritual, el peso del pasado, las oportunidades perdidas, subrayando el relato que toda persona, por agria y asocial que sea puede sufrir un despertar, una travesía que los transforme en alguien mejor, la idea de que algunas almas pueden ser (alegóricamente) gusanos que se conviertan en bellas mariposas. Siendo la narración fidedigna al clásico, aporta algunas notas psicológicas frescas, como es colocarle al protagonista en su pasado un romance y en su futuro el Infierno, esto potencia los elementos dramáticos.

En lo negativo está el hecho que no arriesga más allá de ser un musical, tampoco los números musicales, a excepción del vibrante “Thank you very much”, son recordables, te deja buen sabor de boca cuando acaba la cinta, pero no apasiona. Tampoco suma su epílogo, tan pasteloso y edulcorado que roza el ridículo. Supongo que tampoco ayuda que me considere un “hater” de la Navidad, que me guste más el Scrooge que le gusta su trabajo, que tiene de malo que alguien que presta dinero reclame la deuda? Es de inconscientes pretender estar feliz por que toca, cuando debes bastante dinero y se ha cumplido la fecha de pago.

La puesta en escena es excelente, con un valioso diseño de producción de Terence Marsh (“Cadena perpetua” o “La milla verde”), rodándose en los Estudios Sheperton (Surrey-UK), y en exteriores del Black Park Lake (Buckinghamshire, England, UK), para la escena del número musical “Happiness”, recreando en muy victorianos decorados el Londres nevado de la época, con sus callejuelas mugrientas, sus escaparates, su jolgorio navideño, los interiores recargados y muy cuidados, con un brillante vestuario diseñado por Margaret Furse (“Becket” u “Oliver Twist”), excelente también el maquillaje de Finney, obra de George Frost (“El tercer hombre” o “Solo para tus ojos”), todo esto visto por la brillante fotografía en panavisión de Oswald Morris (“Lolita” o “El violinista en el tejado”), proyectando un colorido crudo, frío, prevaleciendo en casi todo el film el patinado grisáceo, solo roto por momentos cruciales, como la secuencia en el verde campo inglés, el singular atuendo del Fantasma de las Navidades Presentes, y por supuesto en su tramo final lleno de cromatismo acorde con el estado de ánimo, destacando el contraste con la pura e inocente blanca nieve, metáfora visual de la Navidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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