El hombre que fabricaba milagros

Gran fábula moral escrita por H. G. Wells y llevada a la pantalla con guion del propio escritor. En ella se trata acerca de los milagros y/o del poder ilimitado en el ser humano y del tratamiento que el propio ser humano haría con ese poder. La avaricia, la ambición, la lujuria, todo se adueñaría del poseedor de semejante poderío.

Unas deidades deciden, como experimento, que a un ser humano se le sea entregado un poder ilimitado. Así se lo transfieren al señor Fotheringay, un hombre normal trabajador de unas oficinas. Pero lo que al principio resulta simpático se convierte en un caos, con un desenlace terrible.

Divertida película, con buenos efectos especiales (no olvidemos que se trata de 1936), con gran guion, alta carga filosófica y un buen final. Una pena que sea tan desconocida.

"Definamos, sin ambigüedades, qué es un milagro. Es algo que se opone al curso de la naturaleza, y es el resultado del poder de la voluntad; es algo que…"

Estupenda adaptación de la obra de H.G. Wells gracias a la magnífica intervención del inspirado director L. Mendes que proporciona a la trama un desarrollo sencillo pero eficaz y de gran talento.
Su atractivo porte cinematográfico y lo entrañable de las situaciones consiguen que las sesudas reflexiones del autor británico aparezcan en la pantalla de forma amena y nada libresca a pesar de tratar sobre la condición humana, sobre las ambiciones o sobre la organización social y sus diferentes perspectivas.
La película resulta amena, entretenida, de brillante ingenio, sutil, elegante y de excelente factura.

En su día un tanto revolucionario film, adaptación de un relato del inmortal H.G. Welles, que ponía en solfa los valores morales y éticos de los seres humanos, acerca de si tuvieran un inmenso poder cómo lo desarrollarían. Si serían merecedores del Dios que les ha otorgado tal maravilla.
Vista hoy en día en el año 2020, sus valores quedan un tanto mermados. No se puede decir que el paso del tiempo ha sido amable con ella, aunque sigue siendo en líneas generales simpática e indudablemente su "mensaje" sigue siendo actual. El ser humano no cambia y punto (no hay más que ver cómo actúa muchísima gente en el estado de alerta provocado por el Covid-19, una vez vamos pasando las diversas fases).
Roland Young compone un personaje que tiene toda la idiosincrasia de un ser humano bueno en el fondo pero a quien el poder que tiene le va cambiando en algunos importantes aspectos. Pero el mejor intérprete y personaje es el del gran Ralph Richardson, aquí caracterizado de hombre mayor, un Coronel que le ve las orejas al lobo y cómo cambiaría el protagonista su mundo.
Es un pena que no desarrolle algunos personajes y situaciones más como el del policía transportado en el tiempo y lugar. Sus escenas son las más divertidas y por ahí se podría haber seguido pero no sucede así.
Por lo demás, buena dirección artística y en conjunto una cinta nada desdeñable aunque lastrada por el tiempo transcurrido desde su rodaje.

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La recuerdo que la vi cuando era pequeño en la TV, y me cautivó. La ciencia ficción me encanta y el poder saber que pasará y todas esas cosas me fascinan. Supongo que ahí nació mi interés hacia la ciencia ficción.

Visto ahora, veo mucho más politiqueo e ideologías... que no está mal, pero tenía un recuerdo mucho más ciencia ficción.

El mismo H.G. Wells colaboró a la adaptación a la pantalla sobre su cuento. Y está bastante bien.

Hay la visión de varios personajes de qué pasaría si cada uno tuviera los mismos poderes que el protagonista, y es quizás lo curioso del tema.

Me ha encantado volverla a ver, cosas que te impactaron de niño, volverlas a ver gustan, y esta película que en el día que la vi ya era antigua, pues no ha perdido nada, porque sigue siendo antigua jajajajaja

Curiosa película de milagros en la que uno espera que el probecito protagonista que va saliendo día a día como puede de su penosa existencia, algo así como vive el españolito de a pie en estos tiempos, le caiga encima el poder de hacer embrujos y sacar a los desgraciados de su penuria y cosas así.
Que él mismo viva rodeado de tías desde ese momento, según su deseo que se hace realidad al instante, además quede podrido de millones y tocándose la barriga todo el día. Que la gente le admire y todo eso que uno no se lo plantea en la vida real porque es una persona normal y no se ha vuelto loco. De momento.

Pues bien, esa circunstancia le sucede al pobre señor de la película de difícil nombre. Los dioses del limbo que andan por el cielo aburridos sin saber qué hacer, deciden otorgarle el poder de los milagros para demostrar que a la gente de este planeta se le sube el ego en cuando tienen oportunidad. Uno que se hace llamar Dator, debe ser porque es el que da, tiene esperanza en el ser humano; sin lugar a dudas es el más ingenuo.

Interesante pero muy elemental en su lección virtuosa.