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Mujeres de la noche

Drama En Osaka, una secretaria, viuda de guerra, desaparece cuando su hermana se convierte en la amante de su patrón. Algún tiempo después, la encuentran en un hospital para prostitutas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
22 de mayo de 2013
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tremendo film del Maestro Mizoguchi, demasiado corto en mi opinión, que retrata una parte de la sociedad japonesa de posguerra, volviendo a su tema favorito, la prostitución como parte de la trama. Nos muestra la vida, el transcurrir de la honradez de una joven madre, que a través de las miserias que le trae la guerra, la vida más exactamente, llega a alcanzar el escalón más bajo de la sociedad, volviéndose irreconocible, carente de moral alguna, y por supuesto corrupta en cuerpo y alma.

Pero no sólo nos muestra a la protagonista principal, si no nos enseña dos personajes de menor importancia, pero igual de fuertes e importantes, como son la hermana y la amiga, donde la primera ha perdido toda su honradez y candidez en un desfile de hombres durante su travesía en busca del bienestar y la libertad, y la segunda, partiendo de la inocencia y el descubrimiento de los placeres de a vida, es engañada a tal punto, que pierde su castidad, honradez y candor en sólo un día.

A las tres protagonistas las rodea de la miseria, los bajos fondos, llenos de personajes sin escrúpulos y para nada morales, donde lo más importante es el “yo” y nadie más. Pero sin olvidar el machismo innato japonés, siempre patente en la mayoría de sus obras, y en esta no iba a ser mucho menos, ahí está, en cada personaje masculino excepto en el médico, pero para nada son los príncipes azules de Disney.

Recomendable, por varios motivos, por la crudeza, por historia, por arte, pero en especialmente porque un genio es capaz de criticar a una sociedad de post-guerra sin escrúpulos, Mizoguchi.
Ranxomare
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29 de abril de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película no muy conocida japonesa del director K. Mizoguchi, que cuenta sobre una mujer que decide empezar a ejercer la prostitución.
No me remito mucho al guión pues no es lo más importante, sino el trasfondo de éste. Indirectamente plantea los disparadores que lleva a las mujeres a entrar en el negocio, poniendo en juicio la responsabilidad de la sociedad en todo ello. Considero que el planteo está bien desarrollado en un film corto que debió ser fuerte en su época. Buenas actuaciones. En conjunto, muy recomendable
nicson
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6 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
EE.UU. ha vencido. Los centros de acogida, los hospitales y los locales abiertos para satisfacción de los invasores se alzan sobre los pedazos de una tierra reducida a cenizas.
¿Cómo sobrevivir en este caos? ¿Cómo sobrevive una mujer?

La presencia americana cambia la sociedad en todos sus ámbitos; en el cine se destruye todo film de propaganda y se prohiben las historias del Japón feudal. Esta ocupación parece aportar una reeducación positiva a la democracia, pero engendra conflictos y violencia; el orgullo por la patria es sustituido por la vergüenza de la derrota y las chicas de la calle suceden a las geishas. Kenji Mizoguchi, que no está satisfecho con su última obra, "El Amor de la Actriz Sumako", siente la necesidad de hacer una nueva incursión en el problema social para presentar la sórdida realidad de la prostitución.
Junto a Yoshikata Yoda indaga en los barrios rojos (tan bien conocidos por él al haberlos frecuentado asiduamente), comisarías y hospitales, expresando un sincero deseo de mostrar hasta qué punto los hombres son culpables de la decadencia de las mujeres; en este sentido, "Mujeres de la Noche", cuya narrativa se apoya en la novela del autor social Eijiro Hisaita, es una película expiatoria. Desde la enfermedad de su esposa Chieko, el director vive torturado por la culpa, mientras considera que las normativas gubernamentales para frenar la prostitución no acotan la realidad de la situación. Realidad que empieza a filmar desde el cielo con la panorámica de un escenario derruido y triste.

De las alturas bajamos hasta el suelo, donde la situación se aprecia mejor, para entrar en la casa de Fusako, cuyo bebé está enfermo y cuyo esposo sigue desaparecido en la confusión de la posguerra, y a quien ella sigue esperando; al quedar destruido su hogar vive con su familia política: su cuñado, la mujer de éste y su joven cuñada Kumiko. La insinuación de una anciana vendedora a la protagonista sobre qué puede hacer para ganar más dinero sirve de presagio de una tragedia próxima; el conflicto se inicia cuando ésta se reencuentra con su hermana Natsuko, que se ha abandonado a la peligrosa y denigrante vida del comercio de la carne.
Así, la idea de presentar a tres hermanas (dos de sangre y una política) como eje del relato, estigmatiza el fracaso de la célula familiar y la persistencia de lo sórdido de la sociedad, mientras el cineasta mantiene sus máximas obsesiones: la pérdida de toda ética por desesperación y la ignominia de los hombres, que contamina a las mujeres, tanto en el ambito físico (las enfermedades venéreas) como en el emocional, pues se recalca el salvajismo exacerbado de las prostitutas entre ellas, muñecas rotas, sucias, desaliñadas, brutales y chillonas, la imagen perfecta del Japón vencido. Mientras, los locales nocturnos adoptan nombres anglosajones (el Club Hollywood).

El punto de inflexión viene dado cuando la fatalidad se instala en la vida de las tres protagonistas: la muerte del marido de Fusako, la venenosa presencia de Natsuko, que seduce al jefe y posible pretendiente de la anterior, y la fuga de Kumiko para buscar su propio camino; para la primera y la tercera sólo habrá tristes resultados, mientras la segunda equilibra de algún modo la balanza de la suerte y el destino (una hermana se pondrá en el lugar de la otra y viceversa). Pero un significativo detalle hace por enfrentarse al duro discurso del director, quien ofrece una obra de una rara y desgarradora violencia.
Kumiko, muchacha que al principio trabaja en una factoría, demuestra que las mujeres pueden avanzar sin tener que lanzarse a la prostitución, a todas luces la vía más fácil para intentar salir de la miseria. Pero el director, hábil en este tema, se las apaña para que toda mujer honrada sea presa de las retorcidas y viles acciones de los hombres (y de las propias féminas callejeras), lo que en cierto modo proporcianará a éstas, ya convertidas en prostitutas, una razón para expresar su condición de víctimas ante los demás (en lugar de huir de ese mundo de vicio, corrupción y esclavitud por su propio pie).

¿Y los hombres? Como de costumbre para el cineasta: cínicos, cobardes, tramposos, infieles y brutos, aunque se esfuerza por resaltar la bondad del médico del centro de acogida y su ayudante (una excepción casi milagrosa en su cine). Entre tanto radiografía de cerca los comportamientos de la gente y las precariedades que a éstas rodean, y es que maravillado por la obra de Rossellini el japonés también se aferra a esa manera documental de situar las acciones y emociones en el contexto social, mostrando, como el neorrealismo italiano, lo esencial con un estilo directo y crudo y sin sacrificarse al lirismo poético.
Este estilo sin concesiones se eleva al paroxismo en un clímax realmente doloroso filmado sobre las ruinas de una iglesia abandonada, que invitará a Mizoguchi a abogar por un futuro más esperanzador mientras subraya el carácter de mártires de Fusako y la joven Kumiko, encarnadas por la siempre imponente y fuerte Kinuyo Tanaka (que disfruta en la piel de una mujer que ejerce la prostitución para contaminar a los hombres su enfermedad) y la no menos carismática Tomie Tsunoda, seguidos de un irritante Mitsuo Nagata (los hombre son siempre así en las películas del director) y la preciosa Sanae Takasugi.

Sinceridad, dureza y una visión corrupta y melancólica sobre el Japón del momento es todo lo que nos ofrece el maestro, pero su trabajo y las imágenes que filma vuelven a ponerse al servicio de un pesado y amargo didactismo (como en "La Bestia Blanca" de Naruse), y más aún cuando es la contestataria Tanaka la que le inspira en sus conclusiones.
Por tanto "Mujeres de la Noche" puede ser apreciada por su valor como documento histórico más que por su valor artístico o cinematográfico, sucinto y escaso. Habría que esperar a "La Calle de la Vergüenza", última obra del nipón, para que éste equilibrase el poder de su discurso con la perfección formal y estética.
Chris Jiménez
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31 de julio de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dura, durísimo e inmisericorde retrato de la prostitución en la postguerra nipona. Ya machista de casta. Una sociedad donde el individuo se aliena buscando ser productivo. No feliz.
No deja títere con cabeza. Poniendo en solfa, desde las prostitutas al propio sistema japonés.
Supongo que le dejaron filmarla por estar invadida por los norteamericanos. Qué viera el mundo que país era el del sol naciente y la muerte viviente. Aunque ninguna película de Mizoguchi, se estreno en España.
Dura escasos 74 minutos y a mí se me hace larga. Las innumerables penurias y miserias la hacen muy belicosa de ver.
Curioso documento de una época que nadie quiere recordar.
Zappianin
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20 de abril de 2020
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Oscuro retrato del estado de Japón posterior a la Segunda Guerra Mundial, enfocado en la ciudad de Osaka, que se muestra destruida y desesperanzadora luego de este terrible conflicto bélico. El desempleo, la pobreza y la falta de oportunidades asola a la población, las mujeres son un blanco mayor entendiendo el contexto, muchas de ellas han quedado viudas, con sus hijos y ni siquiera tienen una casa a donde ir.

De ahí que el camino de la prostitución sea el que muchas de ellas se ven obligadas a tomar, al no existir otro medio en el que puedan ganar algo de dinero para subsistir, el filme relata muy bien mediante un par de casos como se podía caer en ese oficio, además de forma acertada explora ese contexto: la relación entre ellas, las instituciones que intentan ayudarlas a que salgan de ese mundo, o el trabajo policial.

En ese último apartado, es curioso mencionar como en una de las primeras imágenes de la película, se lee un cartel que dice, palabras más, palabras menos: “La policía detendrá a las mujeres que estén por la noche en la calle.” Es curioso porque no se menciona nada de los hombres que se acercan a ellas, adquiriendo un servicio que claramente en ese momento se muestra como ilegal.

Fusako (Kinuyo Tanaka) es la protagonista del filme, una mujer que espera el regreso de su marido que estuvo en la guerra, mientras debe cuidar a su hijo enfermo de tuberculosis y afrontar dichas dificultades económicas, por otro lado, su hermana Kumiko (Tomie Tsunoda) regresa a la ciudad después de pasar un tiempo en Corea con sus padres, un encontronazo hace que Fusako desaparezca y se vea inmersa en la prostitución.

El filme parte de una novela escrita por Eijirô Hisaita, a partir de la cual Yoshikata Yoda escribe el guion, ambos son nombres que se relacionan con el cine clásico japonés por su constante trabajo con los maestros de dicha época, entre ellos por supuesto Kenji Mizoguchi, que a lo largo de su carrera siempre estuvo muy interesado en la condición de la mujer, como es el caso de esta obra.

Mizoguchi consigue crear una propuesta crítica al estado del país posterior a la II Guerra Mundial, al desamparo sufrido por las personas, y especialmente de las mujeres, debido a las pocas condiciones para salir adelante, un trabajo con fuerte impacto emocional que no da tregua a sus protagonistas, con una acertada evolución de personajes y muy buenas interpretaciones, entendiendo también la forma de actuar de la época.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
10P24H
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