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Mr. Holmes

Intriga. Drama En 1947, Holmes vive retirado en una remota granja de Sussex con un ama de llaves y el hijo de ésta. Cumplidos los 93 años, su memoria y su capacidad intelectual empiezan a deteriorarse. Su rutinaria vida se limita al cuidado de su colmena, a la escritura de su diario y a la lucha contra su pérdida de facultades. De repente, se le presenta un caso desconocido hasta el momento. (FILMAFFINITY)
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Críticas 123
Críticas ordenadas por utilidad
28 de agosto de 2015
51 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que “Mr. Holmes” es ante todo una excusa para volver al cine que a Bill Condon le atrae. Un cine no tan comercial ni vacío, contado con afecto, con más aciertos que fallos, y en el que puede reflexionar sobre la vida y la muerte, el final de un ciclo y el principio de otros inicios, cosa que ya hizo en su, para mí su película más lograda, “Dioses y monstruos” y contando con su mismo protagonista, Ian McKellen, al que admira profundamente. Y con razón. Su labor también en esta ocasión es impecable, y si los académicos tienen dignidad y buena memoria, que a saber, con justicia debería figurar en la terna de los próximos nominados a los premios de interpretación que se darán para el próximo año, incluyendo evidentemente los Oscar.
Pero “Mr. Holmes” puede confundir a un público acostumbrado a padecer aventuras sin descanso. Es que es todo lo contrario: vemos a un Holmes ya muy mayor, achacoso, con problemas de memoria y reflexivo, dedicándose casi por entero a la apicultura (adora a las abejas), en un precioso cottage, lo que viene a ser más o menos una granja característica de la campiña inglesa, que es un remanso de paz. Esa es su vértebra principal, aunque en ella se alternen historias paralelas, a modo de flash backs, y que en cierta manera ayudan, más que a su mayor comprensión, a darle mejor forma a su final, cosa que no está mal, pero que repercute, en cierta manera, en las diferencias de ritmo e interés que se pueden producir durante toda la película. Nada importante, el resultado es positivo, pero quizás si se hubiera centrado exclusivamente en el entorno británico puede que la narración hubiera salido ganando más aún.
Su presupuesto, aunque nada despampanante está muy bien aprovechado, logrando en todo momento el clima adecuado, gracias a una cuidada ambientación, desde su vestuario, a su fotografía o su refinada banda sonora, algo que es habitual en el cine británico. También hacer mención al resto del reparto, un notable elenco, desde el matrimonio interpretado por Patrick Kennedy y su misteriosa mujer, Hattie Morahan, el pequeño Milo Parker como Roger o sobre todo su madre, Mrs. Munro, que lo lleva a cabo una notable Laura Linney, una actriz que merecería tener mayor reconocimiento y que ya había trabajado también con Bill Condon en su infravalorada “Kinsey”, otro buen título de su director aunque no muy conocido.
Puede que “Mr. Holmes” no vaya a contar con multitud de fans, ni vaya ser elegida como una de las más destacadas del año por los críticos, incluso no supondrá ningún “boom” a nivel popular, pero al menos Bill Condon se puede sentir más que satisfecho por haber realizado un film más que digno, personal y maduro. Un cine que se agradece, aunque haya disparidad de criterios con la película en cuestión, porque es una “clase” de cine necesario ante tanta película superficial o necedades que se fabrican simplemente para hacer taquilla, y a la vez es un cine reconfortante, al menos para mí, porque plantea cuestiones siempre interesantes, desarrolladas al menos con inteligencia.
Maggie Smee
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26 de agosto de 2015
50 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con curiosidad me acerqué a descubrir qué versión le había dado Bill Condon a la figura de Sherlock Holmes envejecido, en las postrimerías de su vida donde sus facultades, como las de cualquier mortal, merman y aunque de vez en cuando hace sus exhibiciones “hiper-lógicas”, ya es incapaz de conseguir lo imposible como antaño.

Pues bien, el planteamiento es interesante y adelanto que no estamos ante un “Sherlock Holmes” propio de Guy Ritchie, lleno de acción, vértigo e imposibles sino ante una historia reflexiva, con pretensiones líricas y evocadoras que humaniza al personaje buscando nuestra ternura.

Los intérpretes son muy buenos y hacen creíbles a sus personajes, sobre todo el que encarna magistralmente Ian McKellen. Nos refleja un Holmes anciano, con achaques de la edad y lento pero con el sentido del humor y la sabiduría propios de una persona que ha vivido demasiado, que no se resigna a acabar postrado en un sofá y que tiene suficiente fuerza para buscar pócimas orientales que le mantengan en la mejor forma posible.

Sin embargo, el hecho de que Mr. Holmes sea anciano y lento no justifica que la película lo deba de ser igualmente, como pasa en este caso. Hay momentos que se me hacen eternos. Desconozco si es un rasgo que el autor quiere darle a la película para transmitir la impotencia de su protagonista o si es producto de su falta de acierto.
El caso es que combina desacertadamente las tres historias del guion en una película con vocación de ser poética pero que, por su lentitud, termina siendo algo pesada.
El uso de la elipsis, de la mera sugerencia sin necesidad de plasmar los achaques seniles habría bastado para aligerar su contenido, que no es malo, pero que se podría haber contado un poco mejor.

Me encanta la moraleja final que plantea la historia, una bella historia de reflexión sobre la verdad y la esperanza. Sobre si siempre debemos de ser transparentes o siempre debemos callar para no herir al otro. Decidir acertadamente el momento oportuno para hacer una cosa u otra es cuestión de sabiduría o tal vez de suerte. Sólo el tiempo lo dirá, elemental.

Muchas gracias por su tiempo para leerme. Hasta la próxima.
labutaquitayelmar
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21 de agosto de 2015
47 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película no está mal, Ian MacKellen realiza un soberano esfuerzo interpretativo de gran calado, donde apenas se nota el perfilado trabajo de composición, lo que aporta frescura y autenticidad.

Hay que ser un gran actor para no parecer que se se está actuando.

Por el contrario, la dirección de Bill Condon no parece que se encamine hacia un objetivo bien definido y esto conduce al espectador a un cierto desconcierto... Una lástima, Un proyecto que podría calificarse como grandioso, se queda en simplemente correcto.
ANHELL
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24 de agosto de 2015
32 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta no es una película de Sherlock Holmes, sino sobre Sherlock Holmes, y en particular sobre su lado humano, casi siempre eclipsado por su condición de detective.

El Sr. Holmes, con 93 años, vive apartado de todo en una pequeña mansión en medio del campo. Su única compañía es su ama de llaves y el hijo pequeño de ésta. Su objetivo, a esas alturas de su vida, es contar la verdad sobre unos hechos que sucedieron 25 años atrás; en aquel entonces el doctor Watson escribió su versión de los hechos y la entregó a la imprenta para que se convirtiera en libro. Sin embargo, Holmes quiere contar ahora la verdad de lo que sucedió, pero tiene un gran problema: su memoria no le permite recordar qué fue lo que sucedió realmente. No obstante, sabe que fue de gran trascendencia, ya que fue precisamente eso lo que provocó que se apartara del mundo y se refugiara en este rincón perdido.

Esta es la trama de la película, su columna vertebral, medio oculta entre flashbacks y tramas secundarias que espesan la principal: una de estas subtramas son los esfuerzos de Holmes por combatir los efectos de la senectud, que lo llevan hasta la Hiroshima recientemente devastada por la bomba atómica; la otra es su pasión por las abejas (de hecho, otra manera perfectamente posible de entender esta película es considerarla un cuso acelerado de apicultura). Serán precisamente las abejas las que propicien el desenlace de la historia, ya que provocarán que emerja el lado humano de Holmes por encima de su condición de detective, lo que obrará el milagro de que recupere su memoria y explique, por fin, qué fue lo que sucedió y que por descontado no vamos a explicar aquí.

Las interpretaciones son magníficas.
La fotografía es magnífica.
El ritmo de la historia es lento, pero es el adecuado para ir desgranando los efectos de la decadencia de un cuerpo y un espíritu que han vivido tiempos gloriosos y que se resisten a dejarse engullir por la destrucción que impone el paso del tiempo. Y una de las formas que toma esta rebelión contra la decadencia es el intento de reconstruir la verdad sobre una historia que una memoria compasiva se había esforzado en olvidar. Todo esto, narrado en unas imágenes memorables.
Unadeindios
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7 de septiembre de 2015
30 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay nada tan desolador como fracasar, sentirse herido en el amor propio y sucumbir al desánimo correoso y feroz de haber fallado a un semejante que necesita ayuda y no haber sabido dársela. Una cosa es la aparente lógica de los hechos y otra diferente el componente humano que conlleva toda interrelación con tus semejantes – y no todos estamos preparados o sabemos calibrar el impacto que nuestras palabras o nuestras acciones u omisiones pueden tener sobre ellos. A veces, la soberbia de creerse infalible o intelectualmente superior, nos hace ser crueles por insensibilidad o ceguera, al creernos en posesión de la verdad absoluta y, sin saberlo, estamos abocados al descalabro irreversible.

Esta irregular cinta británica ofrece tras su cuidada estética – que combina la nostalgia, la angustia de la memoria (y de su pérdida), el trapicheo entre realidad y ficción – un agudo retrato sobre el aprendizaje, que no es privativo de los niños o de los jóvenes, sino del que somos capaces a cualquier edad y en cualquier momento, aunque seas un nonagenario en el tramo final de tu existencia. Se entrecruzan varias narraciones, todas ellas entreveradas, que se desarrollan en diferentes momentos pero que contribuyen al discurso global de la cinta. Aprender de los errores para volvernos más humanos, más compasivos, más dichosos.

Para ello se sirve de un personaje tan trillado como fascinante – Sherlock Holmes – en el ocaso de su vida. Es una ficción construida sobre otra ficción, como un delicado juego de espejos, donde se reflexiona sobre cómo nos construimos nuestro propio personaje y cómo nos lo construyen los demás, hasta que al final no sabemos si somos quien creemos ser o simplemente estamos interpretando la fantasía que se espera de nosotros. Rectificar es de sabios y las segundas oportunidades, a veces, tienen la virtud de redimirnos, porque si bien no podemos reescribir nuestro pasado al menos podemos convertirnos en dueños de nuestro presente.

La cinta contiene algunos momentos excepcionales donde da de lleno en la ambiciosa diana que se traza, pero adolece de un ritmo desigual, de una trama quizás demasiado banal y tenue para servir a tan sesudas reflexiones, lo cual desluce el conjunto. Pero cuando acierta, nos subyaga y convence. Al éxito final contribuyen tanto la magnética presencia de Ian McKellen en una de sus más primorosas interpretaciones, como la evocadora y melancólica música de Carter Burwell, que sirve de frondoso tapiz sonoro sobre el que se despliegan las flaquezas, remordimientos y desventuras que se retratan. Imperfecta pero recomendable.
antonalva
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