Mr. Holmes

Todo el mundo conoce a Sherlock Holmes. En su versión literaria, macarra (el de Robert Downey Jr. y Guy Ritchie) e introspectiva (Benedict Cumberbatch). Pero muy pocos saben del retiro espiritual que paseó de la mano junto a sus últimos días. De ese éxodo urbano al que se sometió personalmente cuando los casos sin resolver, las manchas en los zapatos de los transeúntes que indicaban qué había cenado hace dos semanas y la vida estaban al otro lado del andén.

En su obra ‘La soledad de los moribundos’, el sociólogo Norbert Elias narra con dolorosa exactitud el tratamiento que se le dispensa a la tercera edad en nuestras sociedades actuales. Una de las conclusiones es que la vejez no combina cromáticamente con lo cosmopolita, por lo que la recluimos en centros deshumanizados y burocratizados. Así involucionamos como personas puesto que en la Antigüedad los más mayores ostentaban la cúspide jerárquica en la organización. El director Bill Condon sabía de nuestros reparos a visitar a un pariente anciano recluido, por lo que verlo durante 104 minutos podía ser su verdugo. Desde el propio cartel del largometraje se enseña la versión más joven y resuelta de Holmes del filme (siendo la que menos aparece), cómo si así nos invitase más a querer verle. Ahí aparece el joven intérprete Milo Parker. Su enérgica y curiosa actitud ante la vida coincide en pantalla con la decrepitud y el ocaso virtuoso de un genio. La hoguera casi extinguida de Holmes agradece ese bisoño madero de leña para arder esplendorosamente por una última vez. La química entre actores y entre protagonista y director (McKellen lideró la mejor película en la filmografía de Condon, ‘Dioses y monstruos’, también un biopic producido por la BBC) terminan estando muy presente en el filme.

Resuelta la incomodidad inicial, el resto del metraje es un elegante y tenue drama sobre la vejez, que es tan avariciosa que alcanza hasta a los personajes de ficción más idolatrados. El propio McKellen diserta en la película sobre la dicotomía a la le que sometió el doctor Watson entre realidad y ficción. Finalmente Holmes, el baluarte de la helada lógica, abraza el relato ficcional por una buena causa. Y por cerrar un caso, que es igual o más importante para el pertinaz detective incluso en sus últimas divagaciones.

El lánguido personaje de sir Arthur Conan Doyle merecía una despedida digna. Un ‘closure’ como dirían los ingleses. Y qué mejor actor para brindar sobre su lecho mortuorio que Ian McKellen, un mago interpretativo capaz de moverse con soltura entre lo lúcido y lo senil.

Soy cinéfilo, un apasionado del Fantástico y escritor de novelas, las cuales muestran una cierta influencia cinematográfica. Filmaffinitty es un punto de referencia para todo aficionado al cine, que desea saber si una película merece o no la pena, a pesar de que opiniones las hay como estrellas en el firmamento. De buena a mala, o simplemente pasable, la película que nos ocupa merece el calificativo de: INTERESANTE.
El título de la crítica guarda un doble sentido. Sirve tanto para la mera disección de la película, como la del agridulce mensaje que destila su historia. Brillante, formal, elegante... y un tanto fría.La exquisita interpretación de Ian McKerllen no basta para estimular esta bucólica y nonagenaria aventura del más famoso de los detectives. La puesta en escena y la fotografía rayan en lo espléndido; pero no pasa de ahí. Tampoco le sienta muy bien la constante analepsis,tan de moda hoy día. Una historia como esta, troceada a tres bandas, deviene pesadez e incomprensión. A la película le falta garra y ritmo; es como si la vejez y decrepitud del protagonista impregnara hasta el último metro de celuloide. Llegado a este punto, ¿por qué tan empeño en hacernos ver los estertores de los auténticos superhéroes o matarlos? Ya lo intentó Conan Doyle y fue un fracaso.

Por qué sí:
+La siempre interesante presencia de Ian McKellen.
+Intriga ligera, ideal para la tarde de un domingo (cabezada incluida).

Por qué no:
-Lenta y aburrida.
-Demasiados flash-backs.

Aburrida y anodina historia del final de la vida del gran detective británico. No me ha parecido ni siquiera interesante, a pesar de las buenas interpretaciones, la historia no engancha ni tiene el encanto de un caso que se resuelva con el ingenio propio del personaje, o un enemigo a su altura.

Ian Mckellen esta impecable y aporta credibilidad al personaje, aunque le han puesto la misma voz de doblaje que a Gandalf y entre eso y el niño, parece una versión libre del Señor de los anillos.

Milo ParKer hace un buen papel de niño con inquietudes y con la cara rara que tiene seguramente le veamos en muchos filmes en un futuro.

Laura Linney lo hace bien, pero tiene la misma cara de susto que tenia en El show de Truman.

Al final me he pasado toda la película esperando algún momento interesante en la historia, pero ese momento no ha llegado, la película ha acabado y lo único bueno es que ha sido corta. No se si en futuro rodaran alguna película sobre Holmes donde se aporte algo nuevo a un tema tan trillado.

Hay tantas películas y series de Televisión sobre la figura de Sherlock Holmes que es difícil ser original, a lo mejor no hay que serlo. Esta lo intenta centrándose en la vejez del personaje, pero es una de esas películas que el actor se come la historia, es tan bueno el protagonista que te pierdes en su persona. Y es que Ian McKellen es un actor con mayúsculas, que lo mismo te hace de mago Gandalf en el Señor de los Anillos, que de Ricardo III y en esta historia lo demuestra. Parece un auténtico lord con su traje impecable y su sombrero de copa apoyado en el bastón y un viejito necesitado de consuelo cuando aparece en pijama con su chaqueta de lana, pero en ambos casos con ese porte que solo tienen los caballeros ingleses que dan ganas de quitarse el sobrero cuando pasa, le viene al pelo el título de la película "Mr Holmes".

El trio que forma con su criada y el hijo de esta, completa un elenco apropiado para una historia que si bien resulta un poco confusa en el principio, va teniendo sentido a través del flas back, los recuerdos y sueños del viejo Sherlok. Y es que el director abusa un poco de este recurso y se pierde el hilo de la historia aunque lo arregla al final según va llegando el desenlace.

Mención merece el maravilloso vestuario y la puesta en escena con unas localizaciones muy reales que no parecen de cartón piedra.

Sin llegar a ser una historia redonda merece la pena.