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El zorro gris

Western. Drama Bill Miner es un vaquero que ha estado en prisión 33 años. A su salida de la cárcel de San Quintín en 1901 Bill marcha a vivir y a trabajar a Washington con la familia de su hermana. Pero el mundo ha cambiado mucho en todo ese tiempo que ha estado encerrado. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
31 de mayo de 2019
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una grata sorpresa, y además hace pocos días de ello, que un usuario escribiera un comentario positivo sobre “El zorro gris”. De verdad, me alegro mucho.


La primera vez que leí sobre ella fue en los maravillosos “Cine para leer” de Editorial Mensajero, (me refiero a los pertenecientes al siglo pasado), concretamente en el número del año 1985, cuando en una breve reseña, Ángel Antonio Pérez Gómez, llamaba la atención sobre ella, afirmando, entre otras cosas, que era un excelente western o que a pesar de ser “Una obra redonda hubiera merecido mejor suerte en su estreno comercial”.


“El zorro gris” fue estrenada a finales de 1982 en Canadá, pero empezó a distribuirse en 1983 al resto del mundo, como en Estados Unidos, llegando a España en 1985, durando poco en cartel y posteriormente desaparecida durante mucho tiempo, cayendo, al parecer, en el olvido. En cambio, en Canadá, su país de origen, al menos fue un éxito. Estuvo nominada a trece premios “Genie” (los galardones de la Academia audiovisual canadiense), llevándose siete: película, director, mejor actor extranjero (Richard Farnsworth), mejor actriz de reparto (Jackie Burroughs), guión original, dirección artística y banda sonora. En los Globos de oro de 1983 fue nominada como mejor film extranjero y al mejor actor principal. Es de vergüenza que en los “Oscars” de ese año no le hicieran un hueco, ni siquiera para el alma de la película, la gran actuación del inolvidable Richard Farnsworth, actor que era un gran jinete y que apareció (aunque sin constar en créditos) en films tan célebres como “Un día en las carreras”, “Gunga Din”, “Lo que el viento se llevó” o “Río rojo”, entre otros muchos. Hizo mucha televisión y ya en los setenta encontró su recompensa al colaborar en muchos films, ya acreditado, como el “western” de culto “Monty Walsh”, “El juez de la horca”, “Otro hombre, otra mujer” y “Llega un jinete libre y salvaje”, precioso “western” de culto por el que recibió su primera nominación y que le ayudó a mantener su meritoria carrera, poniéndole broche con “The Straight Story: Una historia verdadera” de Lynch, antes de fallecer al año siguiente y por la que de nuevo fue nominado.


Ni tan fructífera ni espectacular fue la carrera de su director, Phillip Borsos, apadrinado por Coppola en este su primer largometraje tras rodar tres cortos. Su breve carrera tuvo varios trabajos más, quizás la que más pudo sonar fue “Llamada a un reportero”, realizada tres años después de “El zorro gris”, con Kurt Russell y Mariel Hemingway, aunque no obtuviera el fervor de los críticos. Él siguió como pudo en la brecha, luchando con la industria pero desgraciadamente falleció el dos de febrero de 1995 a los cuarenta y un años de edad, víctima de leucemia. Aquí da un ejemplo de lo que es dirigir no ya a actores, si no de cargar sobre su espalda toda responsabilidad llegando a ser capaz de crear un film con personalidad propia.


Volviendo a “El zorro gris”, hay que dejar claro que no se trata de ninguna superproducción, su presupuesto era bastante limitado, pero salió muy bien. Es todo un ejemplo de “western” nostálgico, crepuscular, gracias a unas circunstancias y, sobre todo, a unos personajes muy bien definidos, encarnados por notables actores. En ella se nos hablan de tantas cosas... pero a base de sutiles pinceladas. Basada en hechos reales, se nos narra la vida Bill Miner, un vaquero que se ha dedicado a delinquir. Al salir de la cárcel, justo al inicio del siglo XX vemos, como su protagonista, que el mundo ha cambiado y que no encuentra su lugar. Bill nunca ha tenido tiempo para el amor ni para establecerse en ningún sitio. Está desorientado, pero aún tiene olfato para detectar quien se quiere aprovechar de él o, todo un guiño cinematográfico, el seguir asombrándose y descubrir en un cinematógrafo a lo que está abocado.


La banda sonora de Michael Conway Baker, ayudado por la participación de The Chieftains, logran un trabajo que ayuda en todo momento al clima requerido, así como la estupenda fotografía de Frank Tidy, que juega constantemente con las variaciones del tiempo y de las horas del día.


Entre tanto “western” impostado, donde los argumentos se repiten y están carentes de personajes con “carne”, en localizaciones que apestan a decorados, ha sido un placer, después de tanto tiempo, el poder visionar “El zorro gris”. Y afortunadamente coincidir con la primera opinión que leí sobre ella. Ojalá el tiempo le dé su justo sitio a un film que no contará con muchos adeptos, pero los que sean, seguro que le serán fieles.


Para concluir ya que “Los hermanos Sisters” se ha convertido en un éxito y tira por directrices parecidas, se nos ocurre recomendarle este notable film a Enrique López Lavigne, uno de los productores de la misma, en el caso de que no la haya visto, cosa que es poco probable, ya que es un gran “fan” del género.
Maggie Smee
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27 de mayo de 2019
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable descubrimiento de una joyita, desconocida a partes iguales que excelente.
Mención especial para su protagonista:
Richard Farnsworth. Cada plano suyo, llena la pantalla, esa mirada de profunda nobleza e insondable valentía y honor.
Lo recordarán por otro papel de gran calado humano: " Una historia verdadera " de David Lynch.
Está inspirada en hechos reales y su esmerada ambientación de época, como su sobria fotografía ayudan a dotarla de verosimilitud.
Hay un par de secuencias de lluvia, sobrecogedoras, se te calan hasta los huesos, viéndolas.
La escena de los caballos trotando alrededor del ferrocarril, de una poética y belleza sobrecogedoras.
Quizá una metáfora de la película, los salvajes y libres viejos tiempos que nunca regresaran, no se podrán enlatar ni mejorar por una máquina echa humo y ruidosa, la Frescura de la naturaleza contra el artificio de la máquina.
El ritmo es preciso y va al grano, nada de circunloquios, rodada con gran austeridad, sin artificios.
Curiosa la escena, con un toque de humor, cuando la fotógrafa juega al golf mientras escucha ópera.
Los personajes son de carne, hueso, sangre, tripas, nada de superhombres matones e invencibles.
Zappianin
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11 de mayo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Solamente tres palabras pronunciadas con convicción sobran para indicar el objetivo: "¡Alto, manos arriba!". Breve, escueto, directo, al grano. Exactamente como era el personaje que popularizó la expresión, Bill Miner (Farnsworth), un hombre que se dedicó en su juventud al asalto de diligencias con relativo éxito pues se parará 33 años en la cárcel de San Quintín.
Desorientado por lo cambiada que encuentra la sociedad, mientras viaja en tren a casa de su hermana poco a poco se va poniendo al día de las novedades, "Parece que me he perdido todas las buenas oportunidades". Como regalo le lleva una inútil peladora de fruta que le ha colocado un avispado viajante de comercio.
Intenta sinceramente adaptarse a los nuevos tiempos, se sorprende al ver en las pantallas del cine mudo las andanzas de otros forajidos como él.
Y vuelve a las andadas. "Yo solo atraco diligencias" porque "Un profesional siempre se especializa". Pero ya no hay diligencias y el dinero marcha en el furgón del correo de los trenes.
Total un western ferroviario en las frías tierras canadienses, con locomotoras que lanzan parsimoniosamente al aire sus penachos de humo blanco o gris ocupando buena parte de la pantalla.
Magnífico guion maravillosamente llevado a la pantalla por el director. Con sosiego, dando tiempo a mostrar al personaje, Bill, dando tiempo a que muestre con un leve parpadeo, un mohín de la cara o del bigote, un gesto, una mirada su estado de ánimo, lo que en cada momento pasa por su cabeza. Sin palabras.
Cinta de silencios, pocas conversaciones pero con frases oportunas, y una excelente banda sonora que casa perfectamente con la belleza de los paisajes que se recorren. Cinta de exteriores, con el fondo de las altas montañas de la Columbia británica, con sus ríos y sus lagos, con sus nieves, hielos, lluvias y barros.
Cuidada ambientación, vestuario, interiores.
Enorme Bill como personaje, discreto, culto, recto, honesto a su manera, pero sobre todo bueno, "El bandido caballero" lo llamarán. Y enorme, pero enorme, la interpretación de Farnsworth.
Tampoco desmerece el resto del reparto, donde destaca la reivindicativa fotógrafa Kate (Burroughs), "En este país no te toman en serio si no eres blanco, protestante y sobre todo hombre". O los pobres diablos que lleva Bill como compinches, "Veo que sigues trabajando con idiotas" le dirá alguno.
La película se inicia y se cierra con imágenes de los primeros tiempos del cine mudo, con forajidos asaltando diligencias. Un bello homenaje al western eterno del que mana directamente este "Zorro gris" de bien poco afortunada denominación, pues si Bill fuera astuto no habría pasado tanto tiempo en la cárcel.
Y no olviden, "¡Alto, manos arriba!", un verdadero atraco que esta gran cinta haya pasado tan desapercibida.
Muy, pero que muy recomendable.
Lafuente Estefanía
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10 de septiembre de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy interesante película canadiense dirigida con pulso firme y maestría por Phillip Borsos con magnífico libreto de John Hunter. Esta cinta fue nominada a mejor película extranjera y nominada al mejor actor en el Festival de Berlín. Y en los Premio Genie fue elegida mejor cinta canadiense.

En la historia, Bill Miner (Famsworth) sale de prisión después de 33 años en prisión. Después de salir de San Quintín en 1901 se va con su hermana a vivir, a trabajar a Washington con el marido de la hermana como cogedor de ostras. Pero el protagonista tiene un espíritu libre y decide marchar a buscarse la vida, a pesar de su edad avanzada, constatando que en su tiempo en prisión el mundo ha cambiado mucho

A más de la gran dirección y guion destaca la enorme interpretación de Richard Famsworth en el rol de Miner, con un gran repertorio actoral y un rostro que llena pantalla: un actor de presencia. Junto a él un estupendo reparto con Jackie Burroughs o Ken Pogue.

Gran banda sonora de Michael Conway Baker, con la participación de The Chieftains, que consigue ayudar al clima del filme. Junto a la música una estupenda fotografía de Frank Tidy, que juega con los tiempos y las horas del día.

Ritmo preciso y sin circunloquios, austera, sin artificialidad. Personajes no idealizados, de carne y hueso, acción en la medida precisa y diálogos intereantes.

En fin: “Obra redonda que hubiera merecido mejor suerte en su estreno comercial” (Pérez Gómez) que, con un presupuesto limitado, salió más que mejor.
Kikivall
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30 de mayo de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le pongo un 5,9 de interesante, se ve bien sobre todo por lo que evoca más que por lo que muestra, en mi humilde opinión. En cualquier caso la podemos definir como una biografía simpática, que tiene cierto aire de telefilme, pero que no deja de tener su interés por las implicaciones intrínsecas.

¿Marcamos las palabras clave?

ZORRO GRIS: Así define el título del filme al protagonista. Zorro por ser muy avispado y gris porque ya está viejuno. A mi parecer el título desmerece a la figura histórica que se retrata (recordemos que es una biografía). Y es que Bill Miner, a tenor de lo visto, encarna unos valores mucho más potentes que los que el zorro representa. Bill era un tipo con agallas, que miraba hacia delante, con unos valores humanos ya en desuso entonces. Y también avispado.

TRENES: Los trenes que Bill atracaba no eran los de pasajeros, eran los de mercancías y correo, trenes con bienes del gobierno o Estado. Bill iba a por quien sabía que era un enemigo natural, y no por ello un enemigo menor, todo lo contrario. Por eso las poblaciones simpatizaban con él, sabían que el Estado no era su amigo. Hoy día esa percepción apenas existe, hoy día se piensa que "el Estado actúa por nuestro bien".

POLICIA: Es difícil encontrar en el cine una figura de agente de la autoridad como el que aparece en esta cinta. El Sargento de la Comisaría es un hombre con sensibilidad, no sometido completamente a la obediencia que le comporta su cargo. Este Sargento es capaz de anteponer su empatía con el ciudadano antes que aplicar las normas autoritarias de su puesto. Una rara avis, la estructura estatal es muy eficaz sobre las mentes.

INTEGRIDAD: Bill Miner muestra mayor integridad que cualquiera de los personajes que se suceden. Así, ni el Inspector Jefe, ni el propietario de las minas, ni el marido de la hermana, demuestran la entereza interior de Bill. Es un hombre respetuoso, solidario, amoroso, honesto. Cuando miente es por necesidad, ninguna maldad. Y a la vez un hombre combativo, luchador, inconformista. Por eso a las autoridades no les gustaba.

PROGRESO: El progreso le sorprendió a Bill Miner con cierta edad. Al salir de la cárcel pudo ver lo que habían cambiado las cosas en pocos años. El progreso no le aportó nada pues él tiró de sus valores humanos, de su inteligencia, no se dejó arrastrar por las "bondades" del desarrollismo, se mantuvo fiel a su manera de entender el mundo. Y eso fue lo que lo hizo grande.

La película no se detiene en exceso en nada, avanza por el terreno de lo ameno. Richard Farnsworth es un actor con presencia, y se nota, es clave para mantener el nivel cinematográfico. Bien para una tarde dominical.
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