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Un retazo de azul

Drama Una joven ciega dominada por su madre conoce un día en el parque a un hombre con el que intima; lo que ignora es que se trata de un hombre de raza negra. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
29 de septiembre de 2008
38 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Filme que marcó la filmografía del actor Sidney Poitier y también de la actriz Shelley Winters (aquella que había hecho de madre de "Lolita" en el filme de Stanley Kubrick, tres años antes), en el caso del primero porque lo predispuso para repetir posteriores obras sobre similar tema "negro ennoviado con blanca" y en el caso de Shelley Winters porque recibió un oscar por interpretar de forma muy vitalista y convincente a una madre vulgar, bruta, violenta, maleducada, de vida ligera e irresponsable.

En blanco y negro, esta película narra la vida de una joven ciega cuya madre lleva una vida poco ordenada o ejemplar, una madre que va a lo suyo (andar callejeando-fulaneando) en lugar de prestar los debidos cuidados de crianza a su hija, lo cual le provocó a la joven siendo niña un accidente del que quedó ciega para toda su vida.

De pronto esta muchacha un día a solas en el parque entabla conversación con un hombre, quien la ayuda repetidamente, con el que se encuentra en días sucesivos y le genera enamoramiento. No hay problemas ¿o sí lo hay?, porque ella es una mujer blanca y ciega, mientras que él es afroamericano y vidente. La historia pues es socialmente aguda en unos años en EE.UU. en que aún chocaba y era mal visto la mezcla amorosa entre blancas y negros, al menos mucho más que entre blancos y negras.

De hecho esta película es en cierta manera la antesala de otra que Stanley Kramer dirigió dos años más tarde, en 1967: "ADIVINA QUIEN VIENE ESTA NOCHE", y en la que se recurrió al mismo actor Sidney Poitier para que repitiese más o menos el papel que de forma tan elegante había hecho en "Un retazo azul". Y así fue, en la película de S. Kramer también se aborda el mismo tema de relaciones interraciales entre una joven blanca y un joven negro culto y bien situado socialmente, aunque en este filme posterior el análisis es de mayor calado, talento, profundidad, discernimiento de pros, contras e hipocresías al respecto, para dejar bien asentado que la dinámica natural no puede ser otra que los contrarios se atraigan y mezclen a pesar de los innumerables obstáculos a vencer.

"Un retazo de azul" describe espléndidamente la pasión que emerge en el ser de una muchacha invidente y marginada, presa siempre en su mundo interior, cuando percibe las atenciones de un joven que le dedica atenciones, con una voz varonil y unas manos fuertes o salvadoras que le extremecen los humores de su sexualidad; el proceso del amor en ella, naciendo de la interrelación, expandiendose desde su profunda feminidad ad extra y alcanzando al hombre amado, está filmado de manera muy real y verídica e interpretado casi a la perfección por la actriz que hace de ciega, Elizabeth Hartman.

Quien quiera saber como continua y acaba esta interesante historia, deberá buscar y ver este filme (bastante desaparecido y difícil de hallar). Sin duda, una obra notable que marcó el sendero a otras posteriores y más exitosas.


Fej Delvahe
Fej Delvahe
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18 de julio de 2011
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de los sesenta que narra la amistad sorprendente de una chica ciega con un hombre algo mayor que ella. Al recordar esta peli me viene a la cabeza el lema de la "Bella y la Bestia", "la belleza en el interior". Esta cinta tan hermosa es otra manera más de mostrar un amor silencioso y ciego. Sidney Poitier hace un papel determinante ya que entre el y la chica ciega recae todo el peso de la historia. El amor que aquí se narra sí que es auténtico, grandes diálogos y muy buena recogida de ideas. Sólo la he visto una vez, pero jamás la olvidaré.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
barbara12
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3 de junio de 2019
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy estimable film, dotado de un prodigioso guión a cargo del propio realizador, Guy Green, y que extrae petróleo de una historia en principio parca en situaciones, pero que nos muestra diversos sentimientos que albergan el corazón de un ser humano, tanto buenos como egoístas.
Grandísimas interpretaciones, sobre todo de las dos femeninas principales, con Shelley Winters ganadora del Óscar a la mejor actriz de reparto y de la debutante y malograda Elizabeth Hartman, nominada.
Preciosa banda sonora de Jerry Goldsmith y un film para el recuerdo por su gran sensibilidad y buen gusto.

https://filmsencajatonta.blogspot.com
Constancio
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26 de marzo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trata con gran sensibilidad, temas como el racismo, la irresponsabilidad paterna con los hijos, el amor entre un hombre negro y una mujer blanca, ser mujer invidente.
Injusticias sociales que por fortuna han mejorado, aunque aún nos queda camino.
La fotografía, es una gran baza, lo bien conseguida que está, tanto en interiores, como esa bella luminosidad en exteriores, magnífica resolución de ambientes.
Robert Burks, se encarga aquí de la fotografía, uno de los grandes, trabajó en una docena de filmes de Hitchcock. Murió en 1968', en un incendio en su casa, junto a su esposa. Contaba tan sólo 58 años.

Guy Green, fue director de fotografía, antes de dirigir sus propias películas.
Entre otras iluminó, "Oliver Twist" , "Great expectation", ambas de David Lean.
El reparto es sensacional, parece ser que esta película condiciono bastante el devenir artístico de Sidney Poitier.
Una obra poco conocida, con carga social y una sensibilidad poco comunes.
Zappianin
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6 de marzo de 2022
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65/27(28/02/22) Cautivador drama que en gran parte del desarrollo es conmovedor, pero en su gramo final se queda a medio gas en su buenismo simplón. Dirigido y guionizado por Guy Green (anteriormente fue reputado director de fotografía, entre otros de David Lean en por ejemplo “Oliver Twist”) adaptada del libro de 1961 “Be Ready with Bells and Drums” de la autora australiana Elizabeth Kata, la trama difiere ligeramente de la película en que tiene un final menos optimista, relato sobre la disfuncional amistad entre una joven blanca ciega, Selina (Elizabeth Hartman), vive en un hogar problemático (su madre es prostituta y su abuelo un borracho) y un joven negro noble y atento (Sidney Poitier), teniendo en cuenta el contexto de un USA de la década de los 60, con el pujante movimiento por los derechos civiles, aunque esta problemática racial, extrañamente se toca de soslayo, sin hacer leña, se sugiere, pero no se entra con dramatismo en esto, en este sentido es poco valiente Guy Gree, esperaba un final catárquico que por el modo de transcurrir la acción fuese punzante, y sin embargo, con una evolución estupenda, se llega al rush final y se queda sin garra alguna. La idea de cómo la estupidez del racismo queda emparejada a la ceguera, y como ante esta todos somos iguales, solo nos medimos por nuestro interior, siguiendo aquello de que el amor es ciego (¿?).

Selina D'Arcey es una niña blanca ciega que vive en un departamento de la ciudad con su madre Rose-Ann, que trabaja como prostituta, y su abuelo Ole Pa. Ella ensarta cuentas para complementar los pequeños ingresos de su familia y gasta la mayor parte de su tiempo haciendo tareas. Su madre es abusiva y Ole Pa es alcohólico. Selina no tiene amigos, rara vez sale del apartamento y nunca ha recibido educación. Selina convence a su abuelo para que la lleve al parque, donde conoce a Gordon Ralfe, un hombre negro educado y de voz suave que trabaja en el turno de noche en una oficina. Los dos rápidamente se hacen amigos y se encuentran en el parque casi todos los días. Gordon se entera de que quedó ciega a la edad de cinco años cuando Rose-Ann le arrojó productos químicos mientras intentaba golpear a su esposo y que fue violada por uno de los "novios" de Rose-Ann. La amiga de Rose-Ann, Sadie, también es prostituta y, mientras lamenta la pérdida de su juventud, se da cuenta de que Selina puede ser útil en su negocio. Posteriormente, Rose-Ann y Sadie deciden dejar a Ole Pa, mudarse con Selina a un apartamento mejor y obligarla a ejercer la prostitución.

Tiene la película en las dos actuaciones femeninas dos portentos contrapuestos, por un la do Shelly Winters encarnando a esa madre vulgar, egoísta, violenta, una mujer arrolladora en su energía (de mala malísima), despreciable en cómo trata cual bruja a su pobre hija ciega, y lo hace sin caer en la caricatura, la humaniza, excelente actuación; Elizabeth Hartman llena la pantalla con su bondad, con su ternura, es una cenicienta en busca de su príncipe Azul, vive con una bruja y anhela la rescaten, la delicadeza que transmite es trémula, nos hace sufrir con ella en esas escenas en que vaga sola entre la multitud por la calle, nos angustia, y nos hace desear le vaya bien en la vida, verla sonreír es alumbrar los fotogramas, empatizamos con ella de modo maravilloso. Aunque es complicado entender que un ser tan dulce pueda germinar en un hogar de crápulas; También Wallace Ford como el ebrio Ole Pa está muy bien, con un rol que se mueve entre el patetismo, el amor a su nieta, y su adicción alcohólica; El que juega con la más fea con su papel más blandito es Sidney Poitier, tiene un rol de una nota en su bondad intrínseca, aunque lo hace suyo, con confianza y seguridad en sí mismo.

Como bien he leído, se puede ver como la precuela de la cintra de Stanley Kramer que se estrenó en 1967, “Adivina quién viene esta noche”, donde una joven blanca lleva a cenar a su novio que no conocen sus padres, la sorpresa para estos es que es negro, y precisamente el actor de color es interpretado también por Poitier.

La cinta se convierte en un retrato de personalidad de una chica que vive cual Mito de la Caverna en la penumbra de un deprimente apartamento, donde la madre lleva a sus clientes a fornicar, donde la maltrata, con un abuelo borracho constantemente, la madre la maltrata y veja. Pero encuentra en el parque y sentarse junto a un árbol a poner cuentas sobre un hilo una forma de escapar de la oscuridad del hogar, el aire fresco y el sonido de la gente la hacen libre, y esto se atomiza cuando traba amistad con Gordon, un tipo afable y cariñoso que se preocupa por ella, Selina se enamora de este hombre, el primero que la ayuda y la hace ver un mundo fuera de la inmundicia de su ‘hogar’, siente los picores sexuales de alguien que quiere dar lo más de sí misma. Todo esto se expone con notable sentido estético, comenzando por la fenomenal cinematografía en glorioso b/n de Robert Burks (habitual de Hitchcock con films como “Extraños en un tren”, “La ventana indiscreta” o “Vértigo”), sabiendo contrastar la opresión del apartamentucho deprimente en que vive Selina (visto con poca iluminación) con el exterior, o con el piso de Gordon, todo luminoso, teniendo momentos tan dramáticos con la aterradora escena en que la niña Selina queda ciega por una pelea de la madre, o la de la brutal violación vista en subjetivo desde ella. Esto contrastado con otras secuencias que transmiten la alegría de vivir, como cuando Gordon lleva a Selina de compras, o extasiantes, como cuando Selina agoniza de angustia bajo el árbol durante la lluvia y aparece de la nada Gordon para rescatarla cual Príncipe Azul. Y ello sin caer en manierismo sensibleros, dejando fluir las situaciones hasta calarnos las sensaciones de Selina, como sufre por no poder ir al parque, como intenta ir ella sola. También es a destacar la epidérmica música del maestro Jerry Goldsmith, que consigue elevar las sensaciones para acentuar las emociones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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