Haz click aquí para copiar la URL

Rachel y el forastero

Western. Drama David Harvey (William Holden) es un granjero viudo que vive con su hijo Davey en una aislada granja de Ohio. Quiere proporcionarle a su hijo la educación que su madre hubiera deseado para él, es decir, una educación que lo convierta en un caballero. Además David decide casarse con Rachel (Loretta Young), una sirvienta, para que se ocupe de las tareas domésticas y cuide de la educación del chico. Sin embargo, Davey no siente un verdadero ... [+]
1 2 >>
Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
19 de enero de 2013
32 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
No lo puedo negar. Cada vez que veo una película americana desconocida (para mí) de los años 40 disfruto como un enano. Pero si encima es tan buena como esta "Vuelve a amanecer" mi felicidad es todavía mayor.
"Rachel and the stranger", título original, narra la historia de David Harvey, un rudo campesino al que se le acaba de morir su esposa. David tiene un hijo pequeño al que quiere educar de manera culta y elegante. Para ello irá al fuerte más cercano y comprará una sirvienta para que haga de madre y esposa a la vez.
Con una historia así de sorprendente y un buen guión sin apenas fisuras Norman Foster nos sumerge poco a poco en los entresijos del amor, pero lo interesante y novedoso es que se aleja de lo dramático del mismo e impregna las complejas situaciones amorosas de un sentido del humor magnífico y, a la vez, muy recomendable para este tipo de circunstancias. De este modo, tanto espectador como personajes no sólo no sufren sino que se divierten de lo lindo. La dinámica de 'juego de niños' en la que entran Holden y Mitchum en la parte final de la película es sencillamente desternillante. Claro, son Holden y Mitchum, dos monstruos de la pantalla a los que se les une "Ojazos" Loretta Young que es quien se termina llevando el gato al agua por su exquisita interpretación llena de encanto y dulzura.
el chulucu
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
21 de febrero de 2019
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algo tan fuera de lugar como comprar un ser humano puede dejar de importar si hacemos el esfuerzo de colocarnos en la época y entender que aquello debía ser normal, con un cura como intermediario que incluso casa a la pareja y bendice el matrimonio, porque eso de convivir bajo el mismo techo sin estar casados es pecado. En otoño, que quede claro, se pacta pagar cuatro dólares más, es lo acordado. Poco sabemos de Loretta Young, salvo que vale mucho más desde luego, aunque no sabe disparar se esfuerza por encajar en su nueva familia, aunque Holden sea un viudo poco expresivo y su hijo un maleducado.

"Vuelve a amanecer" (título que viene a ser un paso más allá de lo inexplicable en cuanto a traducción del original) es un western que va de unos colonos que encuentran de lo más normal comprar sirvientas, así que no nos extrañará si aparecen los indios con arco y flecha dispuestos a atacar a los blancos. Cuando aparece de entre la maleza Mitchum con su cara angulosa, cantando con la guitarra a cuestas, he pensado que podría ser él quien tratara con mejores formas a la mujer recién comprada. Y no, qué decepción, lo que hace es pujar más. Por eso lo de encontrar el amor en esta película se me hace difícil, a no ser que en una prolongación imaginaria las cosas se encauzaran por un lado más humano. Amor, desde luego que no.

El caso es que si no nos indignan ciertas cosas "Vuelve a amanecer", por ser tan breve, por el carácter de la protagonista femenina, por la presencia de la parte masculina, es una película muy entretenida que merece la pena. Y tan poco conocida que sólo por eso mola más.
Luisito
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7 de octubre de 2020
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ese es el objetivo que se marca el joven viudo David Harvey (Holden) cuando, harto de contemplar el desastre en que se ha convertido su pequeño rancho y la educación de su hijo Davey (Gray), decide marchar al vecino fuerte para conseguir una mujer para su casa. Y compra una sierva, Rachel (Young), por 18 dólares más otros 4 que queda a deber, eso sí, previo matrimonio pues van a convivir todos bajo el mismo techo.
Recordar en este sentido que la servidumbre era una forma de contrato social y jurídico que llega desde el feudalismo, en el cual una persona, el siervo o la sirvienta, queda al servicio y sujeta al señorío de otra, el señor, en unas condiciones a veces próximas a la esclavitud. Con la diferencia, eso sí, que no podía ser vendido o separado contra su voluntad de la tierra o casa que trabajaba, y que jurídicamente eran libres. El señor tenía potestad para decidir en numerosos asuntos de la vida de sus siervos y sus posesiones, tampoco estos podían traicionarlo, pues recibían de él vivienda y parte de sus cosechas y prendas.
Este es poco más o menos el panorama que se le presenta a Rachel. Además, los comienzos son difíciles pues el viudo y el niño no olvidan a la muerta, lo que hace que pensemos en una nueva versión de "Rebeca", con las comparaciones consiguientes entre una y otra. Pero ahí está la presencia de Jim (Mitchung), cazador, andariego y guitarrista, una auténtica cigarra que poco a poco hace ver a su amigo David, la hormiga en este caso, los valores de Rachel. Y lo hace a su estilo, compitiendo y pujando abiertamente por ella. El ataque de los indios a la cabaña desencadenará el esperado desenlace.
Preciosa película de valores humanos, con un profundo análisis de la personalidad de los protagonistas, incluso de la difunta Susan Harvey. Los nombres de los mismos nos ahorra cualquier comentario sobre las interpretaciones. Una palabra solo: soberbias. Lo mismo que la fotografía en blanco y negro que apreciamos plano a plano, secuencia a secuencia.
Es de esas joyas que atesora el viejo blanco y negro que recrean un cine añejo, sí, pero que conserva todavía el sabor de las grandes obras.
Lafuente Estefanía
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
25 de noviembre de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Delicioso western de trasfondo romántico que, con ese sabor de dulce clasicismo, bello y armonioso nos sumergen en una historia sencilla pero no menos interesante e insólita.
William Holden es un granjero recién enviudado con un hijo pequeño que vive en las montañas. Aislado del mundo, recibe la visita ocasional de un amigo, Robert Mitchum, un cazador solitario y de vida errante.
La vida asilvestrada y salvaje que está llevando y en la que su hijo se está criando, pronto le convencerá de que necesitan una mano femenina que establezca un hogar para su hijo y ponga un poco de orden.
Y tiene suerte. En el pueblo encontrará a una muchacha ( Loretta Young), cuya condición de sierva le va que ni pintado ya que con poco gasto, exactamente 18 dólares al contado y 4 más en diferido, podrá contar con una casi esclava que le solucione la papeleta. Claro que, en esas tierras se vive en el temor de Dios y comprar a una persona no está mal visto siempre y cuando se pase por la vicaría.
Este insólito argumento, no debía ser tan extraño en aquella época. La figura de los siervos todavía debía ser legal entonces. Al parecer, en este concepto heredado de la época feudal, las personas podían caer bajo ese régimen de semiesclavitud por las deudas contraídas y sus acreedores adquirían derechos sobre ellas aunque no perdieran su condición de ciudadanos libres. Lo que no me queda claro es, cuándo se suponía que una persona había saldado su deuda con su señor, si bajo esta condición, en ningún momento percibían ningún salario remunerado. Trabajaban sólo con derecho a comida y techo.
Pero al lío. Un reticente o tímido, no se sabe bien, Holden, desposa a una agradecida Young que se cree por un momento, salvada de su condición. Craso error. A su llegada a la granja comprobará cómo es su condición de sierva lo que ha comprado este hombre y que la boda es una mera formalidad. El niño tampoco ayudará ya que cree que esa mujer ha venido a suplantar a su madre.
La visita de Mitchum a la granja empezará a abrir los ojos del granjero cuando compruebe que su amigo sabe apreciar cualidades en su sierva que él ignoraba que poseía. Claro que, Young no sé si se siente muy halagada al comprobar que el aprecio por su persona sólo sirve para encarecer el precio en la subasta.
Con una ágil dirección, fluida y llena de momentos de humor, sabiamente se huye del dramatismo, salpicando la historia de momentos muy divertidos ( la pelea entre Mitchum y Holden, esa súplica varonil que parece que concede más que ruega),y donde a Young se le reserva el contrapunto de mujer inteligente, dulce y paciente, que deberá lidiar con estos tres niños, el de verdad más estos dos hombres-niño, a los que deberá domar con sabia mano izquierda.
Las escenas finales del ataque de los indios, es la única concesión al dramatismo que ejerce de contrapunto en este hermoso y cálido film. Que la disfruten.
Izeta
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
16 de febrero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se nota la mano de Fast original y de Salt como zapatero remendón o cocinero que aliña la salsa, se agradece de hecho, todo, que la primera hora a su modo sea casi perfecta, llena de esencial humanidad con las dosis justas de humor, drama, verdad, ecuanimidad y gracia sin par callada humildad, de buena observancia y trágica felicidad, del dolor convertido en pequeño placer.
Después o al final se avillana hasta desembocar en un final un tanto barullero y bastante previsible, lo que no empaña el disfrute previo sabio sereno de esta obra minúscula, historia mínima, tan bonita y preciosa y sencilla.
Por el amor de una mujer. Dos hombres y un destino. Ménage à trois. El niño de Raíces profundas. El piano. De Ulloa los pazos. Sin perdón. Siete novias para siete hermanos.
La pasión debe esperar entre un gañán y una mujer que es un primor, qué guapos (él bastante más) o atractivos lo dos. Para ello necesitan la aparición/colaboración estelar de un truhan, del diablo cojuelo (Mitchum jocundo/cachazudo/cachondo como siempre, haga el papel que haga, exacto; hay dos tipos de actores, los que hacen de sí mismo caiga quien caiga, da igual si este es Julio César o Scarface, y los camaleónicos que cambian o mutan de acento, aspecto, ropaje o peso según las circunstancias por puro juego, y luego el resto que son la gran inmensa mayoría que no se aclara, ni Pinto ni Valdemoro, y hacen las dos cosas a la vez o a medias o a ratos y así les va dando a la desgracia risa o vergüenza, no se enteran de la misa la media, no saben si tendero o poeta), del cazador la noche, para que avive la llama del amor o, mejor, del orgullo y el pundonor del otro tan muermo o pasmado o hechizado por su propia falta de miras o luces, muy embotado de alma y de pensamiento el pobre.
¿Con quién se quedará? ¿Se irá o permanecerá? ¿Las mujeres los prefieren garrulos y patanes o más zascandiles y caraduras? ¿Los hombres son -sin como- niños?
Vamos a ver que nos perdemos, sierva (que no esclava ni negra ni nada) blanca que paga las deudas paternas con/en sus carnes morenas, ¡esto cómo se come? América, América, alegría y cosa buena, tenía una precio la vida.
La primera media hora es prodigiosa en el manejo o utilización del espacio, los diálogos, los actores, la información, la soledad sobriedad, la dependencia, el espanto, la crudeza, la necesidad miseria, la elegancia, la gloria (bendita).
A continuación se calma y expande y gana e insiste repite, en el último cacho ya dijimos que no tanto ni mucho, acelerado, forzado, atropellado, apresurado, pesaroso tramo, a esta obra de teatro más o menos clara a ese formal respecto le conviene o convenía gusta más la calma chicha que el apretón correcaminos y tentetieso, que el cogollo y la bala en la cabeza, que la flecha rota y el madroño y el oso y el indiano o, precisamos, indio o nativo oriundo.
Película atemporal a pesar de estar tan atada a una época concreta (a un tipo de cine) y a una anécdota porque habla de ideas arquetípicas (adaptación/negociación/acuerdo/pelea/gloria) y lo bueno es que lo hace sin ínfulas, a ras de suelo, pisando la dudosa luz del día, y con mirada irónico/cariñosa comprensiva/piadosa sobre unas criaturas que bien podrían ser tratadas/observadas de cualquier otro modo, desde la sátira (de costumbres y personajes) o la elegía, desde la oda o la farsa y no, apuesta por una cercanía como de John Ford, pero sin su aparato o protuberancia, como de Nicholas Ray sin tanto lirismo enfático solemne, como de Anthony Mann con menos aventura y no tan a la carrera, como de Hawks menos acerada acendrada, más liviana ligera, como..., se disfruta la ternura, la simpleza (nada boba), la cuchufleta, la educada cortesía civilizada y civilizatoria del que respeta todo lo que toca, del que quiere cuanto mira, Loretta.
Esta película, esa mujer, la cogen hoy los que más saben de esto los expertos y leguleyos, la claque, y hacen maravillas con perspectiva, nominada a todas las Óscar y Academias y actos oficiales y críticos y críticas por doquiera donde fueras haz lo que vieras, de bien nacida es ser agradecida, ni Barbie ni leches, denuncia épica empoderada empática resiliente anticapitalista ecológica animalista animista nada cambia pero se transforma.
Ferdydurke
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow