¡Hombre acosado!

El tratamiento fotográfico imprime una atmósfera particular a las distintas escenas de este film policíaco que estando construido desde una base convencional eleva su interés precisamente gracias a la preocupación estética revelada por un realizador que pasó a la historia del cine español como uno de sus artesanos más dignos. La puesta en escena en esta película es más convencional de lo que luego fue habitual en Lazaga careciendo por ello los movimientos de cámara de esa precisión que definia tan bien el estilo de un cineasta que se aficionó a experimentar con la cámara a medida que ganaba veteranía. Dirige con acierto a Mario Berriatúa que fue uno de los actores más eficientes y distinguidos del cine español de los años 50 y que volvería con papeles más secundarios a intervenir en algún que otro film más de Lazaga. Por su parte María Asquerino revela esa fuerza y ese estilo tan peculiar que la convertirían en una actriz muy especial. A nivel narrativo el film resulta ágil y tal vez sea porque todo se cuenta sin alargar innecesariamente los diálogos y centrándose sobre todo en la fuerza que tienen las imágenes incrementándose el interés en las escenas nocturnas y sin prescindir de una cierta delicadeza dentro de ese realismo bien controlado que tiene la obra. Dentro del largo esplendor que conoció el género policíaco en España este film tiene reservado su hueco.

Las notas del cine negro dejan su siniestro mensaje sobre un argumento complejo que la pantalla recibe con cierta sencillez pero con un incontestable aire de intriga.
La historia presenta un trazo irregular y detalles que denotan poco cuidado en la filmación aunque el impacto del misterio siempre consigue salvar los momentos menos lucidos.
También hay que valorar escenas de enorme prestancia cinematográfica, sobre todo al comienzo de la proyección.
Para pasar un rato entretenido.

Da no sé qué ver a Alfredo Mayo, el galán de los años 40, en el papel de malo y sin escrúpulos. Pero, como siempre, lo hace bien. Más flojo Mario Berriartúa, a pesar de que había intervenido ya en una docena de películas. María Asquerino cumple, sin más, porque su papel no exige mucho.
Como cine policiaco es destacable, más por nada porque el guión avanza con precisión, en escenas que van al grano, sin mayores pretensiones pero sin nada que sobre.
Quizá se abusa de escenas nocturnas (por aquello del cine negro), algunas sin mucha visibilidad.
Pedro Lazaga en su mejor época, no en los muchos bodrios que realizaría después, sobre todo a partir de los años setenta.
Interesante, en las escenas por la Gran Vía de Madrid, ver el Edificio España aún en construcción. Y una vez más sale el Viaducto. ¿Qué haría el cine español sin él?

"- La historia de un hombre acusado de asesino y perseguido por criminales.
¡Una apasionante aventura policíaca en las calles de Madrid!.
Emoción, angustia e interés, servidas en una acción dinámica y vertiginosa, en:
HOMBRE ACOSADO
Un film de intriga y aventuras".

Pobre película de intriga, dirigida antes de meterse a realizar comedias chuscas, por Pedro Lazaga.
Aquí tampoco logra un buen producto, toda vez que el guión está firmado por él pero también por José Luis Dibildos, más tarde considerado productor, y por el ínclito Alfonso Paso, que lo mismo le daba a la intriga policíaca como a la comedia burda y el sainete.

En esta ocasión, lo único bueno que se puede decir de la cinta es que es muy corta, apenas 64 minutos. Pero es que se hace algo larga, dada la insustancialidad de la historia, bueno, la historia de por sí no es muy original pero se le podría haber sacado más jugo. Aquí el ritmo es inexistente y resulta anticlimático, quedando apenas una brizna de aire de thriller.

Se ve que trataron de copiar a las buenas pelis de Hollywood y les salió una nimiedad que no sabe a nada y se olvida antes de finalizar.

Muy mediocre, eso sí, pueden destacarse la belleza de una joven María Asquerino y la simpatía de Paquito Cano, años después entrañable e inolvidable "Locomotoro".

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Una actriz de teatro, Bibiana (Asquerino), se mueve entre dos hombres. El primero es un joven estudiante sin dinero del que está enamorada, Javier (Berriartúa), el segundo hombre es un acaudalado empresario Fussot (Mayo) que la utiliza sin escrúpulos como gancho en asuntos muy turbios. Como reconoce ella en algún momento, "No puedo soportar la pobreza".
El asesinato de Bibiana hace recaer sobre Javier todas las sospechas, por lo que se verá en la necesidad de buscar al verdadero asesino contando solo con la ayuda de sus dos amigos con los que comparte el piso.
Cinta policiaca con algo de intriga. Poca, porque desde el primer momento el espectador es conocedor de todo lo que sucede en la pantalla.
El guion es malo de solemnidad. No entendemos los minutos iniciales que se dedican a mostrarnos que Javier está en perfecta forma física y que domina numerosos deportes. La trama se presenta con demasiada claridad sin guardar alguna baza que pueda sorprender al final como sucede en el cine negro. El desenlace está cantado, apenas hay suspense.
Interpretaciones correctas.
Más interés ofrece la realización, no tanto por los personajes cuanto por la forma de presentar el desarrollo de la historia que en algunos momentos recuerda a "El tercer hombre" (Reed, 1949). Sobre todo en esas escenas finales de persecución nocturna donde las cloacas de Viena se convierten en las fábricas y andenes ferroviarios de un Madrid en expansión, con grandes sombras que se proyectan sobre las fachadas.
Los aspectos fotográficos y técnicos constituyen sin duda lo más valioso de la película. Un blanco y negro con fuertes contrastes en las escenas nocturnas ricas en sombras y claroscuros (a veces demasiado oscuros).
Cinta interesante sobre todo por sus aspectos formales que muestran la ciudad de Madrid en pleno crecimiento al inicio de los 50.
Recomendable sobre todo a los aficionados al cine negro hispano, con la advertencia que no deben crearse grandes expectativas.