30 noches con mi ex

Se trata del debut como director de Adrián Suar, que también tiene el papel protagónico. Es un film egocéntrico, que muestra cierta culpa por el destrato hacia las mujeres, pero que finalmente resulta autocomplaciente.

Por Nicolás Bianchi

El problema para Suar son, siempre, las mujeres. Él se presenta como un tipo común, piola y canchero que intenta vivir su vida de la mejor manera posible. Se levanta temprano, trabaja, le va bien, quiere a su mujer y a sus hijos, es respetuoso y buen vecino. Pero siempre aparece una mujer desbalanceada que complica todo. Desde el icónico personaje de la Tana Ferro (Valeria Bertuccelli) en Un novio para mi mujer (2008), hasta la Loba (Pilar Gamboa) en 30 noches con mi ex, los personajes femeninos ocupan siempre el mismo lugar, más allá de algunos matices.

En este caso, la mujer protagonista no solo presenta algún tipo de conducta disonante con lo que es deseable (por Suar) sino que directamente padece una afección psicológica que nunca queda del todo clara. Más fácil: está loca (como todas, parece susurrar la película durante la larga hora y media de duración). Y Suar, que en este caso interpreta un personaje que se llama Turbo pero que es él mismo, es el hombre que intenta apoyarla y rescatarla, y que también sufre una infinidad de problemas por las inconductas de ella.

La película comienza mostrando dólares corriendo por una máquina contadora, en imágenes que están presentadas prácticamente como una fantasía sexual. Esto sucede porque Turbo trabaja en una financiera, comúnmente llamadas cuevas. Gracias a este trabajo maneja un BMW, vive en un barrio súper exclusivo y en un departamento espacioso que está decorado de manera costosa, más allá del pésimo gusto. O sea, Suar es una suerte de empresario que trabaja en un negocio oscuro, y con matices ilegales, que seguramente no pagó un impuesto en su vida. En su lenguaje, esto probablemente signifique ser piola.

Su mujer vive en una clínica psiquiátrica, que luce como un spa de lujo, desde hace 6 años y ahora, la terapeuta que dirige su tratamiento (Elvira Onetto), sugiere un mes de convivencia en el departamento familiar. El objetivo es que la Loba se pueda reinsertar en la sociedad. Sin embargo, su presencia en la vivienda de Turbo ocasiona problemas de todo tipo. Los primeros damnificados, además del personaje interpretado por Suar que ve alterada su vida aparentemente apacible, son los vecinos interpretados por Elisa Carricajo y Jorge Suárez.

La película es tan mala que dos excelentes actrices como Gamboa y Carricajo terminan deslucidas. El planteo, que de por sí es misógino, busca que Suar quede como una víctima, como un ángel guardián y como un hombre piadoso y noble que se sacrifica por su amada. Además, el film recae en las peores marcas del cine argentino comercial. Todo está explicado en diálogos al detalle, como si fuera un manual de instrucciones de una herramienta. La fotografía es la misma que se emplea para las publicidades de pañales o dentífricos, o sea que hay luz blanca por doquier y todo está en foco todo el tiempo. De esta manera, el poder de sugestión de las imágenes se aproxima a cero.

Pero más allá de la misoginia, de un guión que hace agua por todos lados, de una puesta en escena espantosa y del inexpresivo rostro de Suar, invadido completamente por ácido hialurónico o botox y en primer plano demasiado tiempo, el principal problema de 30 noches con mi ex es que se trata de una comedia que no tiene ni un solo chiste, gag o escena que pueda provocar siquiera un atisbo de sonrisa.

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Adrían Suar se lanza en la dirección de su nueva película, significando su ópera prima. En su debut, no reduce esquemas, ni elude repeticiones taquilleras en función de que la historia se traduzca en un éxito. Se amolda a lo ya muchas veces antes visto: comedia romántica con grandes toques dramáticos (en este caso, hay una enfermedad mental) donde los protagonistas absolutos son su personaje y una mujer que lo acompaña. Esta vez le tocó a Pilar Gamboa. Discusiones, situaciones incómodas, chistes vulgares, obscenos algunos, departamento de clase alta, y la aparición asidua de secundarios que poco aportan: vecinos, un socio del trabajo, y un amigo particular de la mujer.

Esa receta se elabora y resulta en “30 Noches con mi Ex”. Y sí, eso, resulta, funciona. La fórmula no es para nada innovadora. El argumento reúne a dos personajes en la convivencia, mientras que uno de ellos no quiere soportar la presencia del otro, y la cual poco a poco irá aprendiendo a querer y aceptar. Interviene una hija adolescente que se ubica como punto de unión de los adultos, que son sus padres, y quien les da estabilidad u opera llevando cierto control y armonía al hogar. Los tres salen a cenar, comparten momentos con la madre, los adultos se redescubren y abren los ojos, quizás otra vez, como en años atrás, para enfrentarse con la verdad y enredarse en discusiones típicas de comedia romántica. Aparecen determinados personajes que influyen en algunas decisiones y afectan la vida de los protagonistas, como la médica del centro de salud mental interpretada por Elvira Onetto, o uno de los pacientes, interpretado por Pichu Straneo. Algunos, en particular el personaje de Campi, son superfluos, innecesarios, inconducentes. Entiendo que el mencionado sirva para mostrar el ambiente laboral del principal, y sus relaciones económicas, pero justo ese tema no nos importa, y el personaje vuela sin sentido. No obstante, Campi está genial, como siempre, repitiendo rol.

En lo referente a actuaciones, subrayo con firmeza y contundencia el trabajo de Pilar Gamboa. Me parece brillante, estupendo. Logra ser querible, enternecedora, inolvidable. Lo opuesto al papel de Suar, quien, de todos modos, está muy bien en ese rol y aprovecha al máximo su personaje. Aplaudo la participación de Rocío Hernández, excelente.

La cinta cuenta con momentos sumamente hilarantes. Algunas secuencias son impecables, muy buenas, y en otras noté un abuso con los chistes sexuales y el vocabulario grosero que se emplea.

En la dirección de actores se ve un adecuado trabajo y sobre lo técnico se puede comentar que no es nada rimbombante ni grandilocuente. La estética está muy cuidada y se ve muy agradable. Como cierre, solo es una película más con Adrián Suar, repitiendo fórmulas, excepto que en esta oportunidad está dirigida por él mismo, cuando si fuese otro director, nunca nos daríamos cuenta de la diferencia, si es que la hay. Entretenida para pasar un rato.

Calificación: 6.5

No es fácil la mezcla de géneros tan opuestos como la comedia y el drama en un solo film, aquí hay buenas intenciones pero solo logra su cometido por momentos y como pasa casi siempre no se termina definiendo por ninguno acabando como un híbrido entre los dos. La trama cuenta como una mujer al salir de un psiquiátrico debe convivir con su esposo, del que esta separado desde hace 3 años y su hija por un termino de 30 días hasta poder irse a vivir sola para intentar volver a reinsertarse en la sociedad. Por supuesto pasarán muchas cosas en el medio, algunas graciosas y otras irán por el camino del drama. Es para destacar la actuación de Pilar Gamboa que logra pasar de un estado a otro con fluidez y Adrian Suar, mas cómodo en la comedia que en lo opuesto. En resumen podemos decir que si bien no es mala, ni mucho menos, no es un film que uno al verlo lo recuerde demasiado.

El personaje de Pilar Gamboa es muy dinámico la mayoría de las veces y hasta se salva por momentos de no ser exagerados los rasgos de su personalidad. El guión no me pareció rico sino con la idea forzada por momentos de tocar tópicos alrededor del tema central que padece el personaje de Gamboa.
Los mensajes subliminales como las puestas en escena (paredes, pared y masa martillo, plaza y simbolos) más la actitud pasiva del hombre y la actitud totalmente contraria de la mujer; me parecen que ya cansan como todas las películas en estos tiempos tienen que meter forzadamente esos mensajes, ya que no hace falta hacerlo, los paradigmas se respetan pero cuando notas que en films, guiones, spots, imposición de personajes de determinadas condiciones que deben estar si o si, entre otras cosas. Ya no hace falta forzar o no es revolucionario imponer estas cosas porque ya están aceptadas. Hasta me sorprendió que la historia se enmarque dentro de lo que es una familia tradicional y no se forzará un personaje que va con el paradigma aceptado y que es moda y a veces imposición. Supongo que es para que no quede que los problemas de las figuras paternales sean motivo de un personaje con características que la moda impone en estos tiempos, entonces creo que eso lo cuidaron sutilmente como otras sutilezas subliminales que pasan de largo y es para reír pero cumplen con el paradigma que ya no es revolución mostrarlo porque está aceptado y respetado y ya a veces cansa verlo en un film, como spot publicitario de cualquier producto, construcciones de personajes, etcétera.
Con respecto a Suar, me gustan sus películas pero en escenas que navegaban en el mundo de los familiares que padecen problemas de sus vínculos, no le queda o encaja o estamos acostumbrados a verlo a Suar en otros subgéneros como los films que actuó antes pero en la mayoría del film el espectador veía al Suar actor al que lo relaciona en el imaginario siempre.

Al ver el trailer de "30 Noches Con Mi Ex" me imaginaba la peor película de Adrián Suar por lo cual si bien la quería ver aún así no la ví por si era mala pero la ví y no es tan mala como yo pensaba.
Hay momentos que son graciosos y otros no tanto. Aunque reconozco que me sacó algunas risas y lo mejor fue cuando fueron por el drama. Ahí la película fue mejorando.
No es una joya ni una obra maestra pero por lo menos es entretenida.
Adrián Suar y Pilar Gamboa hacen un excelente trabajo.
No soy fan de Adrián Suar pero hay películas que mucho no me gustan y otras que me gustan y "30 Noches Con Mi Ex" es de las que me gustan.
Es su primera película como director y cuestión de gustos pero para mí es excelente.