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Argentina Argentina · Chivilcoy
Críticas de Bautista B
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Críticas 102
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
7 de diciembre de 2023
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde su toma del poderío dominando al pueblo francés, y combatiendo a sus alrededores, hasta su derrumbe (literal) en lo lejano y solitario de Santa Elena, Napoleón es fuerza, ambición, supremacía, ganas de ir por todo y por todos. Idéntico al director: Ridley Scott vibra poderoso con 85 años de edad componiendo tamaña pieza audiovisual épica. Un desafió que puede ser aterrador para alguien de su edad, pero no así tan fascinante y admirable como su resultado final.

Para nada pesada en su extensa duración, la historia atrapa, sumerge, informa, desde un claro punto de vista autoral. El amor es fundamental. Josefina, personaje clave en el desarrollo de los sucesos. Más allá de las batallas, Napoleón tiene a su amada. Hay un foco especial puesto en ella, y en ellos, en el aporte que ella hace en su vida, en su presente. Hasta que pasan cosas.

El protagonista se presenta, incluso, como alguien querible, de armas tomar con el objetivo claro del bien común. Aún así, es egoísta, pretencioso, y perseguidor impulsivo del poder, en todo momento. Tanto lo es que falla en su búsqueda, muchas veces. Uno puede, a enormes rasgos, empatizar con Napoleón. Quiero decir, lo entendemos, como podemos, desde esta distancia, y nos resulta amigable, alguien con quien compartiríamos una charla. Quizás es exagerar un poco. Mi punto es que la visión no está en el asesino, el sanguinario, el manipulador, el cínico que fue. El luchador nato que mató a más de 3 millones de personas en pocos años, siempre para defender un territorio atacado, en crecimiento. Eso me parece genial. La mirada del guionista, David Scarpa, es interesantísima. Lo intelectual, lo romántico, por sobre todo lo ya conocido y popularizado. El comienzo de la película, con la caída a guillotina de María Antonieta, nos indica o adelanta lo apasionante del relato, o del futuro del argumento.

Es una maravilla visual. Los planos están compuestos de un modo tan perfecto y clásico que molesta. Los planos aéreos son sublimes, la diversidad de escenarios, de lugares donde la trama toma lugar es impactante, y lo bien que eso está llevado adelante, con organicidad y sin dinamismo. Lo vemos en nieve, desierto, en el centro de París, de aquí a allá, todo tan lúcido y tan espléndido. Al igual que las escenas de guerra, que son tremendas, positivamente claro. Asombran del impacto que producen, de la frialdad marcada de los hechos, de lo excelente que están.

Aplausos de pie para Joaquin Phoenix y también para su pareja coprotagónica Vanessa Kirby. Formidables ambos. Todo lo que sentimos acerca de Napoleón, es gracias a él, aparte de lo que propone el guión.
La banda sonora no destaca tanto, pero funciona muy bien.

Uno de los puntos más fuertes reside en la gran ambientación que logran los de arte. Y como la registra Scott. Espectacular, como toda la película. Bien de época, bien clásica, bien impresionante, histriónica, con un despliegue importante como nos tiene acostumbrados su excelso director.

Atención a que es una producción externa al país de origen de los sucesos históricos. Ningún francés detrás.

Calificación: 8.5
Bautista B
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8
5 de octubre de 2023
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producida por su mítico creador, James Wan, fabricante de la bestial primera película y responsable de toda la sucesión de la franquicia, nos devuelve lo que buscábamos, nos retrotrae a los comienzos más espectaculares.
En este caso, su director es quien ocupó ese rol en Saw VI y Saw VII, últimas de la popularmente conocida como la saga original, la saga verdadera, previo al desembarco de Jigsaw (ya sin llamarse Saw) y el último fracaso absoluto que fue Spiral: Kevin Greutert. Persona que siempre fue editor de las historias, y por lo tanto comprende a la perfección la esencia y el funcionamiento fundamental de lo que significa Saw, y todo lo que engloba. Deseo que nunca se aleje de las producciones relacionadas con todo lo que se haga sobre Saw. James Wan y Kevin Greutert son los únicos sobrevivientes al paso del tiempo, son los únicos que pueden llevar los productos al éxito porque estuvieron allí desde el inicio. Sin ellos, no sería lo mismo.

Sin ellos y sin el formidable protagonista. En esta película sí, le tocó por completo. Volvió John Kramer, volvió Tobin Bell. Actor que a sus más de 80 años despliega sus dotes actorales fantásticos y demuestra que es el mejor personaje de todos. La bipolaridad de sensaciones con respecto a su figura, a su ser, a su idiosincrasia, aparece todo el tiempo. En realidad, son más de dos las sensaciones que se experimentan cuando John Kramer entra en escena. Sus miradas, sus gestos, su seriedad, su oscuridad. Lo siniestro y perservo de ese hombre, demoníaco, es inexplicable, insondable. Una actuación impecable.

Y en relación a retornos de personajes clásicos, de la tradición de la franquicia, Amanda vuelve como si el tiempo le hubiera pasado. Porque sí, el tiempo le dio una buena sacudida. El tiempo, en su caso, no se puede fingir. Allí falla la premisa, falla en la credibilidad histórica de los hechos cuando, supuestamente, toman lugar luego de la primera película pero antes de la segunda. Es decir, se podría llamar Saw 1.5. Amanda no aparenta de la misma edad que se ve en las anteriores películas. Ella está muy bien en su interpretación, en su papel. Lo que hace, lo hace muy bien. Es tierno y agradable volverla a encontrar, y notar que le pasaron los años. No molesta, para nada. Pero es incongruente argumentalmente hablando. De todos modos, es perdonada. Ya nada importa, queremos algo bueno. Y al fin lo tenemos.

La historia, de la estafa, de la traición, de la mentira, y de la consecuente venganza, es tan simple pero está tan bien desarrollada, con tanta intriga, oscuridad, con ese toque típico de Saw, que fascina. El primer tramo de la película se centra en John Kramer. Hay tiempo, y quizás demasiado, para presentar al personaje, a quien bien ya conocemos, y para aprender más de su historia, de sus luchas contra su enfermedad terminal, de su búsqueda por la salvación, por la cura. Y como efecto directo, se profundiza en los motivos que lo llevan a actuar de una manera tan particular y sangrienta, y un poco del nacimiento de esa necesidad de hacer justicia, provocando dolor de un modo inmenso, supremo, mortal.

Más adelante, todo es Saw. Hay trampas, excelentes todas, una mejor que la otra. Hay sangre, hay gritos, cámara en mano y tambaleo como generadores de tensión. Hay suspenso, giros de guión abruptos y sorprendentes, realmente impactantes y geniales, como deben ser. El final es brillante. Quedan ganas por seguir viendo más.
Sin duda alguna, es una gran película. La fotografía, con unos encuadres preciosos, con colores y estética antigua medio dosmilera, me pareció muy lograda. Charlie Clouser, eterno compositor musical de toda la saga, no se queda atrás y crea más. La versión de Hello Zepp, casi después de 10 años, sigue teniendo novedades, más allá de la gran cantidad de veces que fue modificada. Fue una locura escuchar esa banda sonora tan escalofriante a todo volumen en un cine, una experiencia soñada siempre.

Es la vuelta de un clásico, a la altura. Conforma a los fieles seguidores, a los obsesivos, a los grandes fanáticos. No defrauda, todo lo que podía ser, lo es y mejor de lo que un espectador promedio, cansado y molesto con lo último que se había hecho, podía esperar. La vuelta de un clásico para consagrarse como tal, a casi una década del inicio de la historia. Sumando información, contenido, a fin de estirar algo que, aunque quizás muchos opinen lo contrario, yo bien sostengo que se puede. Que se prolongue por mucho tiempo más. Que haya Saw para rato, siempre y cuando Wan, Greutert y el brutal Bell no desaparezcan.
Me alivia que exista Saw X, fue un placer.

Calificación: 8
Bautista B
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8
8 de marzo de 2023
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película profunda, con tintes interesantes de drama y comedia intercalados durante todo el metraje. Siempre está sumida en un halo de calma siniestra, de crueldad, de una pacífica extrañeza y misterio. Es que en cierto punto es extraña, peculiar, enigmática. No es apta para todo público. Quizás resulte tediosa, inacabable, demasiado larga pese a su moderada duración, ya que las acciones nucleares no son tan adrenalínicas y espectaculares. Es una historia apoyada completamente en sus personajes, y en su desarrollo. Tiene algo que la hace cautivante.

En una isla cercana a Irlanda, dos amigos, de modo drástico, comienzan a dejar de serlo. Por decisión repentina de uno de ambos, la amistad se quiebra. El otro no comprende, e intenta acercarse en todo momento a la dureza y rigidez sorpresiva de quien decía ser su mejor amigo. Son los dos adultos, y se envuelven en un asunto aparentemente juvenil, adolescente. Pero va más allá de eso. Conforme los dos se encuentren después de la decisión, las situaciones se verán repletas de tensión, incomodidad y extrañeza. Otra vez esa palabra. Todo se oscurece, se torna siniestro, peligroso, incluso macabro. Hacia el final, las cosas cambian mucho, y ellos mismos seguro que también.

Impresionantes actuaciones de todo el elenco. Desde los menos relevantes, como los papeles de Gary Lydon y Pat Shortt, pasando por un genial Barry Keoghan, excelentemente compuesto, entrañable, carismático, conmovedor, y alcanzado la brillantez de un espléndido Brendan Gleeson, y un precioso Colin Farrell, en la que, para mí, es la mejor interpretación del film. Su personaje es exquisito: su manera de moverse, de hablar, de pensar. Hay un nivel de calidad muy alto allí.

La fotografía recorre lugares acogedores, y otros solitarios y vacíos, fríos. Gran uso de planos descriptivos que muestran el paraje donde se sitúa la trama. La banda sonora posee su marca única, que acompaña muy a la altura de los sucesos.

Es importante resaltar los ejes temáticos de esta película, que siempre se van nutriendo y agregando más a medida que avanza el relato: hay un marcado egoísmo, de parte de ambos protagonistas, un cuestionamiento a la superficialidad, al hecho de ser aburridos como personas. También, la soledad toma lugar, reflejada incluso en el personaje de Keoghan, Dominic. Los espíritus de la isla, al fin y al cabo, no son más que ellos, solos, pobres desamparados, separados pero irremediablemente unidos. Creo que se aborda, además, la cuestión del cambio, de darle lugar a cambiar, a ser diferentes, a poder encontrar lo que nos gusta y no aferrarnos siempre a lo mismo. De que se está a tiempo, aunque se haya vivido mucho, de empezar, de nuevo.

Hay una vuelta impactante cuando aparece la competencia. El egoísmo crece a pasos agigantados ahí. Uno es mejor que el otro, y están dispuestos a pelear por demostrárselos.

La escena sobre Mozart, la música y su perpetuidad es fascinante.

Calificación: 7.5
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bautista B
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9
8 de marzo de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película narradora de los comienzos del enamoramiento de un aclamado e inmensamente laureado director de cine y su desarrollo.

Spielberg en su estado más álgido, más rimbombante, más especialmente íntimo y propio. Es una historia única, que no rehúye al drama, a contar incomodidades, peleas, enfrentamientos, discusiones: hay honestidad, y resulta sumamente efectiva. Es decir, además de la calidez de mostrar los acercamientos de un joven inexperto con una cámara y el descubrimiento de la ficción filmada, no se achica cuando tiene que ingresar en senderos pantanosos, o más oscuros y hostiles.

No encuentro puntos negativos. La música es una belleza, mérito predecible del maestro John Williams, fiel colaborador. No podía faltar. El diseño de producción, las locaciones, la estética imparten una perfección y una exquisitez compositiva extraordinaria. Espléndido es el vestuario, de época, acertado, justo.

Destaco muchísimo las actuaciones: Michelle Williams está sensacional, impecable, demasiado bien. El joven protagonista, Gabriel LaBelle , brinda una excelente interpretación, súper versátil, muy matizado. Muy correcto Paul Dano, como el padre intelectual, superdotado mentalmente, pero atraído por la ciencia y desmerecedor del cine como verdadera realidad: aparece allí la terquedad, la obstinación, la frivolidad. El padre toma por pasatiempo lo que su hijo ama. No se entienden, pero no por eso desaparece el afecto, y conviven. Mención especial para Judd Hirsch. Este hombre se manda la mejor actuación, y escena, de toda la película. Desde que se presenta, trae una diferencia especial en su carácter y sus modos. Tiene líneas de diálogo fascinantes, brillantes. Es que también hay mucho de eso: frases, momentos que son memorables, estupendos, fuertes, duros, golpazos directos.

Aquí se cuenta sobre el amor por la cinematografía, sobre la perseverancia, sobre los sueños, sobre los proyectos y el camino sinuoso hasta poder cumplirlos, o acercarnos a ese logro anhelado. No deja de aparecer la amistad, la adolescencia y su amor hormonal, la juventud y con ella el hallazgo de las pasiones, los deseos, las ganas de vivir y las ganas de tirar todo por la borda por el fracaso.

Es un viaje por muchas emociones encontradas. La trama es muy abarcativa, aún así centrándose en el cine y la pasión por las películas. Siento que, por causa de la prolijidad del guión, se pueden tejer diversas lecturas más metafóricas y profundas al finalizar el film. Eso es genial. ¡Gracias Steven por hacernos partícipes de, al menos, una parte fundamental de tu vida y obra!

Calificación: 9
Bautista B
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8
13 de febrero de 2023
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vuelve la mente vivaz de James Cameron para reencontrarnos con Pandora y sus tantos personajes, en una historia de aventuras épica con un despliegue visual asombroso.

Indiscutiblemente, Avatar 2 refresca. Propone un espectáculo visual definitivo, una experiencia hermosa de momentos, de conexión con otro mundo, con otras especies, con otros seres. Es magnífico el trabajo visual, brillante. La película no se achica al mostrarnos lo nuevo, se agiganta con planos deslumbrantes, con secuencias apasionantes, con colores exquisitos. ¡Qué azules, por favor! Esta película tiene magia, y el mundo creado por el director no falla, consigue retrotraer la esencia y reutilizarla, replantearla, exponerla otra vez con majestuosidad, con maestría.

La banda sonora es una completa belleza auditiva: atmosférica, ambiental, nutritiva para la trama, siempre funciona muy bien. El diseño de los personajes es sensacional, y la escenografía es asombrosa de lo bien que está realizada. Sin dudas, uno ingresa a una aventura de impacto visual, estético. Entra por los ojos, y lo logra con creces.

En términos argumentales, no es la gran cosa. De hecho, es el peor punto a mencionar: en momentos, repetitivo en relación a la primera entrega. Un personaje se comporta con obsesión, rencor, ira, y lo hace de un modo tan frío y poco original que se convierte en el clásico antagonista conocido por todos, quien no se detiene hasta conseguir su objetivo final, que suele estar vinculado con la muerte de algún principal. Algo básico desde el guión y su trama central. De todos modos, posee secuencias geniales, y más aún si se sitúan debajo del océano, que son preciosas. Los nuevos personajes están a la altura, incluso los seres marinos predominantes en el argumento, que resultan tiernos, entrañables, y desarrollados de un modo espectacular, muy realista.

En fin, es una historia atrapante por el valor audiovisual que brinda, todo el tiempo. Sobre el guión, no hay mucho positivo que remarcar. Me enamoró la música, me eriza la piel. Las actuaciones son muy buenas, en especial la del protagonista Sam Worthington. Aplaudo de pie la labor de Cameron, que gestó este proyecto desde hace muchísimos años para obtener semejante hazaña cinematográfica. Y es que es eso, una hazaña, una producción ambiciosa que sugiere una nueva manera de filmar, de hacer cine, con énfasis en la Captura de Movimiento. De larga duración, que pasa volando. Mejor dicho, nadando.

Calificación: 7.5
Bautista B
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