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Hubo una luna de miel

Comedia. Romance Katie O'Hara, una ex bailarina de cabaret norteamericana, después de casarse con el barón Von Luber, va a pasar su luna de miel en Europa. Con ellos viaja Pat O'Toole, un locutor de radio que colabora con los servicios secretos americanos, y que intenta convencer a Katie de que su marido es un nazi muy importante: cada país que visitan los recién casados (Checoslovaquia, Polonia, Francia) es inmediatamente invadido por las tropas alemanas. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
18 de noviembre de 2008
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hecho que una mujer americana vaya a casarse con un mandatario nazi antes del estallido de la II GM es considerado como noticia para unos periodistas americanos y deciden hacer un reportaje del acontecimiento. Un notición.

El reportero O´Toole (Cary Grant), se presenta en el domicilio de la novia haciéndose pasar por el modisto y, al verse, quedan prendidos el uno del otro.

El novio nazi es un conde muy considerado por el alto mando alemán. Visita los países vecinos de Alemania para preparar el terreno antes de la invasión, que ya va tocando. Se le ve feliz ante su panorama sentimental y profesional. El jefe de O´Toole sospecha que el conde no es trigo limpio y ordena a su reportero estrella que lo desenmascare. Él encantado, así estará más tiempo al lado de la novia del conde. La vida no es tan complicada para algunos.

En la puesta en escena se advierten notables maneras pero a medida que transcurre la película aparecen ciertas fases de descenso en el interés. Lo bueno es que la categoría de Ginger Rogers y Cary Grant hace que, en general, la trama transcurra en un ambiente desenfadado y creíble.

El grave tema de la expansión nazi por Europa requiere momentos de violencia y dramatismo que surgen con imágenes bien resueltas, pero parecen no encajar con la ligereza con que se trata la historia de amor. Ella hace de mujer extrovertida, perspicaz y muy segura de sí misma, por lo que extraña como pudo enamorarse de un serio dirigente nazi. O siendo así, como de golpe su corazón se va inclinando por el reportero guasón.

La intervención del señor O´Toole será primordial en el desenlace, rebuscado con torpeza para no salirse del protagonismo periodístico. No llega a entusiasmar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
floïd blue
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27 de noviembre de 2005
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Segunda Guerra Mundial provocó que Hollywood pusieran todas sus armas al servicio de la causa, los esfuerzos fueron loables en resultados materiales, los actores y directores americanos levantaron animo, convencieron a su pueblo de la necesidad de luchar contra el enemigo exterior pero los resultados artísticos se resistieron, fueron pocos los directores que consiguieron sacar a relucir su clase dentro de las encorsetadas normas de la propaganda bélica, McCarey no fue uno de ello. "Hubo una luna de miel" es una descolorida comedia , donde a pesar de la labor del siempre estimulante Grant, se nota mucho la cartonería y donde el director quizás no hubiera rodado si hubiera sabido la realidad de la guerra (algo parecido le pasó a Ernst Lubitsch que reconoció que si hubiera sabido la tragedia de los judíos en Polonia no hubiera rodado Ser o no Ser , aunque en el caso del director de Ninotchka su película de propaganda sí fue una obra maestra).
Las hazañas y vicisitudes de una Ginger Rogers, que nunca pierde el peinado, en una Europa destruida por el terror nazi son escenas rutinarias, sin alma, donde el talento de McCarey para la comedia no puede sobreponerse a la poca entidad de producto. A pesar de ello en algunos aislados momentos, las escenas de transatlántico (con planificaciones parecidas a la que utilizaría en su mejor película Tu y yo) o el primer encuentro entre Walter Slezak y un amargado Grant, MacCarey logra imprimir algo de clase a esta comedia propagandista.
granon
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8 de julio de 2009
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leo McCarey es un director muy dotado para la comedia, incluso para el cine romántico, como muy bien han demostrado sus grandes películas. Pero dudo mucho que tenga talento, temple o simplemente artesanía para rodar un buen film dramático. Y este "Hubo una luna de miel" es una buena prueba.

Por una parte es una película que me ha sorprendido muy gratamente, pues esperaba una insulsa comedia, y me encuentro inesperadamente con un terrible drama político y humano ubicado en la Europa del principio de la II Guerra Mundial. Una crítica durísima al nazismo y como fueron invadiendo o anexionando a todos los países de Europa. Un tema muy interesante y que, al menos yo, he visto poquísimas veces en el cine.

Y ahí está el gran error de este film. Pues si Hubo una luna de miel hubiera sido solo una película seria, dramática, concienciada y de propaganda bélica podría perfectamente ser un excelente producto, muy hijo de su época (se rodó en el año 1942, en pleno apogeo de la guerra). Pero todas esas buenas intenciones se quedan en nada con los desafortunados toques de comedia que una y otra vez McCarey mete, incluso con calzador, en la amplia mayoría de las escenas.

Por supuesto que es muy loable intentar buscar un tono desenfadado y divertido a tan gravísimos acontecimientos, y combinarlos para aportar un tono agridulce a dicha historia, de hecho, ahí tenemos la soberbia Obra Maestra de Lubitsch Ser o no ser (1942) con la que este film tiene muchos puntos en común. Pero si la maravillosa película de Lubitsch sale airosa, no se puede decir lo mismo de la de McCarey, pues los inapropiados toques de comedia restan veracidad a la historia global. Y de hecho, reconozco que las escenas más tristes, violentas y dramáticas están muy bien dirigidas y resueltas, pero no encajan de ninguna manera con la ligereza, superficialidad, humor y banalidad de las escenas románticas entre Cary Grant y Ginger Rogers.

Y es que resulta evidente que el poder combinar sabiamente comedia con drama es un talento que no está al alcance de todos, es más, está al alcance de muy pocos.

El Despotricador Cinéfilo
El Despotricador Cinéfilo
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15 de agosto de 2009
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay veces en donde mezclar drama y comedia es algo casi imposible. La temática nazi es uno de esos difíciles casos que sólo el genial Lubitsch sogró salvar ( To bo or not to be ). Leo McCarey, extraordinario en muchos aspectos, deja la película indefinida entre una y otra cosa y sin llegar a redondear la mezcla.
ESTHER
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25 de agosto de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo hacía parecer que un bien pensante como Leo McCarey, con un alto sentido moral y con serias objeciones de conciencia frente a la guerra, estaría excluído de participar en el cine de propaganda que, por compromiso patriótico, debieron asumir los mejores directores hollywoodenses durante la 2ª Guerra Mundial… pero no se libró de esto y, en 1942, hizo esta película que, no obstante que venía pisando firme en su carrera con títulos como “Dejad paso al mañana”, “La pícara puritana” y “Tú y Yo”, da la impresión de que se le ha caído el sombrero, pues está hecha con un innegable desgano que comienza a notarse cuando el cuento de Hitler… y la guerra… y el Barón austríaco-nazi engañando a la buena chica americana, mientras trafica con armas y se codea con la plana mayor, entran en el juego.

La historia de Sheridan Givney está cargada con las debidas cuotas de compromiso, riesgo, tesón, espionaje (esta vez al estilo Mata-O’Hara), sacrificio por la patria a costa de la propia felicidad… y por supuesto, las comunes señales de la crueldad, ambición y falsedad nazi. Los toques de color y de atractiva comedia, los añadió McCarey tratando de mantener el tono habitual de su obra y se nota claramente que es ahí donde se conserva a gusto porque el resto suena frío, desmotivado, sin empeño alguno en meternos el cuento de los buenos y los malos, cuando bien sabemos todos que, en la guerra, hasta los buenos son bastante malos.

Guiado por esa grandiosa conciencia que le reclama respeto por todos los hombres y no sólo por los de su lado, McCarey se esfuerza por distanciar los hechos violentos y se ahorra cualquier plano que pueda sembrar odio por personaje alguno. En este sentido, nos da una lección de cine moral que muchos deberían tomar en cuenta. Y, lo que queda al final, es un drama con escasos toques de comedia, que sirve a la campaña pro-EEUU, pero que no aporta gran cosa al arte cinematográfico.

Cary Grant, Ginger Rogers y Walter Slezak hacen correctamente lo suyo, pero, sólo Slezak luce bastante a gusto con su personaje. Una lástima, porque, cuando arranca la película y se ve ese atinado reloj con la svástica ocupando el lugar de las agujas para indicar que estamos en el tiempo de auge y expansión del oscuro nazismo, y cuando se da ese primer avisado encuentro telefónico entre el periodista radial Patrick O´Toole y el barón von Luber, llegamos a sentir que estábamos ante una comedia dramática de primera línea… pero, cuando no hay pasión por lo que uno hace, no puede haber milagros, porque, en definitiva, los milagros son sólo consecuencia del calor y el empeño que pones en lo que deseas.
Luis Guillermo Cardona
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