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Suave es la noche

Drama Finales de los años 20. El doctor Richard, un prestigioso psiquiatra que trabaja en una famosa clínica mental suiza, comienza a tratar a la atractiva Nicole Warren, una joven americana de clase alta que padece graves trastornos emocionales... (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
30 de marzo de 2010
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Último film del veterano realizador Heny King (1888-1982). El guión, de Ivan Moffat, adapta con fidelidad la novela parcialmente autobiográfica “Tender is the Night”, de Francis Scott Fitzgerald (1896-1940), publicada mediante 4 entregas por la revista mensual neoyorquina “Scribner’s Magazine” (enero-abril 1934). Se rueda en escenarios naturales de Malibú (CA), Zurich (Suiza) y París y en los platós de Fox Studios (Century City, CA). Es nominado a un Oscar (canción original) y gana para Jason Robards un NBR Award. Producido por Henry T. Weinstein para la Fox, se estrena el 19-I-1962 (NYC).

La acción dramática tiene lugar en 1928/29, antes del crack de la Bolsa de Nueva York (29-X-1929) y del inicio de la Gran Depresión, en la Costa Azul (Francia), Zurich y Paris. Richard “Dick” Dive (Robards) es un médico psiquiatra norteamericano que trabaja en una afamada clínica mental suiza. Allí conoce a Nicole Warren (Jones), una joven americana de posición acomodada, con problemas psiquiátricos derivados de una experiencia infantil de abusos. Elizabeth “Baby” Warren (Fontaine) es su hermana mayor y su tutora. Dick es idealista y poco práctico. Nicole es hermosa, consciente de su situación y desea curarse. Baby es frívola y avariciosa.

El film suma drama, romance, época (años 20), enfermedad (esquizofrenia) y alcoholismo. En su última película, King demuestra una vez más ser un artesano correcto y experimentado. Construye una obra equilibrada, exenta de ampulosidad, realista y comedida, que respira autenticidad y verismo. Como es frecuente en su filmografía, la cinta refleja su preocupación por las enfermedades mentales, las adicciones, los personajes autodestructivos, las relaciones problemáticas de padres e hijos, las diferencias conyugales, los hijos de la llamada generación perdida (nacidos en la última década del XIX, destinados a soportar la mayor parte del peso y sacrificios de la IGM), etc. No le interesan los episodios, los hechos aislados y las causas transitorias. Su interés se centra en problemáticas duraderas, que reclaman análisis ajustados, consistentes y profundos. Es por ello por lo que se preocupa tanto del fondo como de la forma, tanto de la exploración de las causas como del estilo. La narración se desarrolla a un ritmo pausado y parsimonioso, puesto al servicio de la contemplación, la observación y el análisis.

Los personajes arrastran frustraciones, temores, miedos y angustias, que reflejan una exposición prolongada a los problemas que les afectan. Es la que comentamos una obra de personajes, que focalizan la atención del film y son el centro de la narración. Los personajes femeninos son tratados con especial cariño y respeto. El paisaje deviene el marco en el que se mueven los protagonistas y el mundo en el que hallan amparo y apoyo. Para King, la naturaleza es amable, acogedora y espléndida. Hace funciones de atenuante de la dureza del drama, de ayuda para afrontarlo y de proveedora de medios de superación y solución.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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21 de marzo de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Numerosos artistas y escritores, entre ellos los que se conoció como La Generación Perdida - ¿O encontrada? -, tuvieron, durante cierto tiempo, un punto de encuentro en la mansión de Gerard Murphy y Sara Wiborg (una pareja adinerada de muy buen gusto), en La Riviera Francesa. Transcurrían los años 1920, y en cada gran fiesta que organizaban los Murphy, era común que aparecieran, Ernest Hemingway, John Dos Passos, Cole Porter, Jean Cocteau, Pablo Picasso… y F. Scott Fitzgerald, quien solía asistir con su guapa esposa Zelda, con la que sostuvo una relación constantemente afectada por su afición a la bebida y a las infidelidades, lo cual inducía a fuertes y, a veces, escandalosas recriminaciones por parte de su vulnerable mujer. Diagnosticada como víctima de depresión maníaca (esquizofrenia), Zelda pasó mucho tiempo en clínicas para enfermos mentales… y durante esta etapa, a Fitzgerald se le ocurrió que, estos dos hechos, podrían transformarse y hacerlos confluir en una novela dramática que tituló, “Tender is the Night”, la cual publicó primero en la revista Scribner, entre junio y abril de 1934.

La adaptación -con guion de Ivan Moffat-, bajo la dirección de Henry King, toma como punto de partida la versión original de la novela, en la cual el escritor se sirve de algunas remembranzas para contar el inicio de la relación entre el prominente psiquiatra, Richard Diver, y su paciente Nicole Warren, pues, hubo luego una segunda versión, preparada por el crítico Malcolm Cowley, en la que se siguió un orden cronológico con el ánimo de aplacar las regulares críticas que tuvo la novela original.

El filme, mérito de la obra de Fitzgerald, cuenta con un drama de amplio significado donde lo que más atrae es esa singular manera como la paciente demuestra que conoce mucho más los deseos íntimos de su médico-esposo que, él, los de su paciente-esposa; y también llama la atención, la manera caballerosa como, el apuesto Tommy Barban, consigue dominar por mucho tiempo el profundo interés que siente por la ambivalente Nicole, a diferencia de como, el psicoanalista, resuelve sus inclinaciones.

Pero, en detrimento de, <<SUAVE ES LA NOCHE>>, los puntos altos escasean bastante no obstante su larga duración de más de dos horas; las actuaciones de Jennifer Jones, Jason Robards Jr., Jill St. John y Joan Fontaine, apenas rozan el aceptable; y el diseño de producción, no añade ni un solo punto más allá de lo convencional sin dejar en la memoria el más mínimo recuerdo.

Como nuestro estimado, Gabriel García Márquez, F. Scott Fitzgerald, pareciera ser otro ejemplo de escritor americano cuyas obras, al ser adaptadas al cine, no han conseguido alcanzar un sobresaliente... así que nos queda seguir a la espera de que alguien, algún día, les haga justicia.

El título original de la novela (y de la película), “Tender is the Night”, lo tomó Fitzgerald del bonito poema de John Keats: “Oda a un ruiseñor” que, en su párrafo cuarto, dice lo siguiente:

¡Contigo ya! Tierna es la noche
y tal vez en su trono esté la Luna Reina
y, en torno, aquel enjambre de estrellas de sus Hadas.

Título para Latinoamérica: TIERNA ES LA NOCHE
Luis Guillermo Cardona
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7 de mayo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me gustó la novela. Bueno, no la terminé, la dejé a medias. No me gustaba el ritmo en el que se manejaba. Tengo que volver a intentarlo con Fitzgerald, es el único 'americano' célebre de los primeros treinta años del SXX al que no le he dedicado tiempo. Ahora, por ejemplo, estoy con la trilogía USA de John Dos Pasos. Pero Suave es la noche es una novela que no ha conseguido subyugarme lo más mínimo, tengo que volver a intentarlo con alguna traducción diferente. A lo mejor ese era el problema.
El propósito de la película es realizar una descripción de la novela. No creo que haya muchos cambios en relación con la novela. Imagino que es un retrato fiel, con los mínimos cambios necesarios para que la cinta funcione.
A King le debería gustar mucho Fitzgerald, ya hizo una película que era una especie de biopic del novelista: Días sin vida (1959), con una Bárbara Kerr absolutamente irresistible.
No sé si los años veinte eran desenfrenados o sencillamente irresponsables. Aquí parece deslizarse la idea de la falta general de preocupación por las cosas, por los problemas de la vida, por lo que ocurre alrededor de las personas con tanto dinero como para que todo, absolutamente todo, les sea indiferente. Nada toman en serio estas personas de la 'gente guapa', nada les preocupa, nada les retiene a la vida, nada les hace tener apego a otras personas. La vida es un juego para ellos.
Y, sin embargo, tras esa fachada perfecta se esconden necesidades afectivas, problemas con el alcohol, asuntos sucios de familia, negocios turbios, inseguridades personales, manías y relatos feos sobre ellos mismos. Entre ellos los celos.
Jennifer Jones está perfectamente caracterizada, su papel es difícil y cada vez que la veo en alguna cinta me convenzo de lo buena actriz que es. Pero el que me ha sorprendido absolutamente es Jason Robards. No es que no le considerase una gran actor, que lo considero, es que en esta cinta está salvaje, desatado, intuitivo y sagaz, da con el tono, las expresiones, el discurso, la alegría y la melancolía imprescindible para un personaje como el que desarrolla.
La introspección psicológica es quizá la parte peor desarrollada, la que tiene menos interés real, la que tiene la grieta más grande.
Parece que todo se conecta con su devenir, y, sin embargo, la vida se abre camino por otro lado, caminando hacia otros derroteros.
Lo verdaderamente interesante de la cinta es la pulsión entre lo que siempre quisiste ser y lo que al final has conseguido. Porque si lo que eres no tiene nada que ver con aquello que planeaste es difícil vivir con uno mismo. La honestidad con uno mismo es la clave de la vida, y si sigues esa directriz nunca fracasas, todo lo contrario.
El color de la cinta es el de la época, la música acompaña, aunque falta algo de Jazz, me la imaginaba más loca en ese sentido, y los personajes secundarios están divinos. Pero dura dos horas y veinte minutos. Y aunque están llenos de cine se me han hecho un poco largos.
ÁAD
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30 de marzo de 2020
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Muy larga, excesivamente larga me ha parecido. Suave es la noche nos introduce en el mundo de las psquiatría y del análisis de las personalidades y de las personas.

Eso en una familia adinerada, donde el marido es el psiquiatra, de reconocido prestigio y la esposa la paciente, la que tiene la pasta a raudales aunque la depositaria es una hermana bastante dominante.

Alrededor de todo ello un sinfín de situaciones, de amoríos no correspondidos, de negocios poco fructíferos, de relaciones familiares muy cercanas para las continuas celebraciones de fiestas pero muy alejadas en los aspectos personales.

Las actuaciones de los protagonistas son aceptables, la trama bastante entretenida pero se recrea demasiado en situaciones poco relevantes. Mi calificación es de película interesante, por lo tanto un 6 es más que aceptable.
Mag61
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