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El amor es mi oficio

Drama. Romance André, un abogado casado, se encarga de defender a Yvette, una bella joven acusada de hurto. Durante la preparación de la defensa, se sentirá cada vez más atraído por ella hasta el punto que no verá que Yvette no está siendo sincera con él. (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
28 de agosto de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Encaré la velada con suficientes alicientes como para esperar una inesperada, siempre lo es, cariñosa bofetada del arsenal cinematográfico francés, aún tengo fresco en mi memoria el gozo que me deparó Almas Perversas de Dudivier y parecía que de nuevo pintaban bastos. Como decía, de buenas a primeras el asunto marcaba paquete: basada en una obra de Georges Simenon, clásico que sin volverme loco siempre he disfrutado, protagonizada por el gran Jean Gabin y dirigida por el director de la notable La Travesía De París, Claude Autant-Lara, película que me deparó un gran rato no hace mucho. Pues bien, finalmente mis mofletes salieron intactos pero con buen color, uno de esos casos en que los franceses te dejan pasar un buen rato sin abofetearte, ni para bien ni para mal. Es evidente que jamás tendré una historia de amor con Brigitte Bardot. Me fue completamente indiferente en la sobrevalorada El Desprecio y aquí, pese a componer un papel esforzado y meritorio, dicen algunos que uno de sus mejores, se me ha vuelto a atragantar. Epatada por su propia belleza, en un papel francamente odioso y empachada de esa típica frivolidad francesa que agudiza los tonos encabritando el final de cada frase hasta el sarpullido. Hay que reconocer que Bardot lo borda, pero yo la hubiera matado si hubiera sido mía, caramuro estaría conmigo en ésto. Por lo demás, Jean Gabin está espléndido, siempre lo está. Y la película, ya digo, se ve con agrado, pese a un metraje excesivo, veinte minutos menos le sentarían de fábula, (de hecho yo he visto la versión francesa, corre otra por ahí con 17 minutos recortados, entre ellos, supongo, el desnudo integral de espaldas que realiza Bardot y que conmocionó, ejem, a la Francia de la época) y ciertas carencias en el ritmo, por no mencionar a la Bardot. Y además, en última instancia, el entrañable y siempre efectivo fatalismo francés acude al rescate y maquilla los daños que cierto trotar somnoliento venía causando a la película. Cómo les gusta desde siempre a los franceses acabar con una buena puñalada. Y la verdad, siempre les funciona.
Peter Gabriel 77
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22 de marzo de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
44/01(01/03/15) Sugerente melodrama sórdido, film francés del realizador Claude Autent-Lara basado en una novela de George Simenon, un poco envejecido por el paso del tiempo, en lo que fue una bomba para su conservadora época al unir a dos estrellas con una fractura de edad tremenda, Jean Gabin y Brigitte Bardot, él de actuación comedida, contenida, y ella explosiva, temperamental, radiante, sumergiéndolos en una relación de amor que raya lo enfermizo, un estudio de caracteres de personajes al límite, una mirada transgresora a la sociedad burguesa y su doble moral imperante, también puede ser vista como una visión liberadora y políticamente incorrecta de la mujer, donde con su belleza puede manejar a los hombres, explícitamente mostrado en la frase de la protagonista <Yo soy una mujer. Debo hacer lo que me gusta>, y en realidad no saber lo que quiere.

El escenario es París en 1957, la joven y ingenua de 23 años Yvette Maudet (bella Brigitte Bardot) tras un intento de robo en una relojería hiere a una anciana en la cabeza, tras cogerla es defendida por el veterano abogado André Gobillot (Jean Gabin), ella le seduce para pagarle con su cuerpo, el letrado consigue absolverla, iniciándose entre los dos una relación romántica, el affaire no será sencillo, él está casado con Viviane (Edwige Feuillère), y ella tiene una violenta pareja, el joven Mazzetti (Franco Interlenghi), con él que mantiene un entente autodestructivo.

Adaptan el libro Jean Aurenche (“Los juegos prohibidos”, “El juez y el asesino” o “”1280 almas”), Pierre Bost (“Juegos prohibidos”, “Arde Paris!” o “Un domingo en el campo”), con la colaboración no acreditada del propio director, convierten el libreto en un fulgurante vehículo para la estrella en ciernes Brigitte Bardot, con un rol que puede exhibir en múltiples escenas sus encantos, sensualidad, hermoso cuerpo, lascivia, frivolidad, de modales cándidos, ello el relato lo opone al personaje del abogado, un aburguesado de clase alta, lacónico, y con ganas de salir de su rancia rutina, hallando en ella la fuerza vital para volver a sentirse joven. La historia saca el jugo al choque entre clases sociales radicalmente diferentes, extrayendo un mensaje moralmente ambiguo, sabe jugar con los matices, construye personajes tridimensionales, los sume en un mar de contradicciones, los hace complejos, los hace humanos, y consigue empaticemos con ellos y conectemos con sus dudas, convirtiendo la narración en un turbador romance fatalista con tintes polar. La crítica a la clase alta queda muy bien expuesta en el modo flemático con que se toma la esposa de André el adulterio, ella piensa la infidelidad es algo que hay que soportar estoicamente, algo inherente a su clase, será algo pasajero, quedando la impresión de matrimonios impostados y artificiosos como su pomposo comportamiento. Asimismo esto queda excelsamente retratado en el idealizado tramo donde el abogado se va a vivir con su amante a una casa con una sirvienta, todo muy bucólico, cuando en realidad es una parodia de la vacua vida de la alta sociedad, riéndose de sus modos y huecas costumbres.

El realizador sabe hacer fluir la historia con picos de intensidad, dosificando el argumento con divertidas y pícaras dosis de humor ladino, pero acentuando un relato sombrío de la Naturaleza humana, aquí nadie es bueno, todos los personajes son grises, unos peores que otros, esto es enmarcado en la notable fotografía de Jacques Natteau (“La bestia humana”, “Un domingo maravilloso” o “Nunca en domingo”), dotando en cada momento las escenas en oscuridad o luminosidad correspondiendo al tono del momento, sabiendo jugar con la semioscuridad, con la penumbra y con la luz, con calles en penumbra, cuasi-siniestras, la casa de los amantes con esplendente luminiscencia, maximizando los excelentes escenarios fruto del diseño de producción de Max Douy (“La regla del juego”, “La travesía de París” o “French Can-can”), sabiendo combinar los bajos fondos parisinos, con sus bares, sus cochambrosos apartamentos, con la gran casa del abogado, todo espacio, un gran despacho, lujoso mobiliario, haciendo un personaje más al contraste, todo muy en un patinado polar francés.

En su tiempo fue un film muy polémico, en USA la Legión Católica de la Decencia la atacó duramente, coartando su distribución, y es que en la película hay escenas de desnudo integral (de la preciosa espalda de Brigitte) e incluso una sugerida y cuasi-explícita escena de trío, entre Yvette, André y la sirvienta, en una hipersensual escena de un erotismo soterrado impresionante, asimismo destacable es el momento en Yvette le ofrece pagar a André en sexo y ella se levanta inocentemente la falda dejando entrever sus sexys piernas cubiertas por las medias con liguero (ay que pongo!), quedándose fijamente mirando un turbado abogado, esto además es el cartel del film.

Jean Gabin está brillante en el hombre de vuelta de todo que encuentra en la bella Yvette alguien con quien disfrutar de su ordinaria existencia de clase aburguesada, demuestra su clase, carisma, carácter, mesura, sabe exponer sin sobreactuación el gran cariño que siente por ella, con sutiles miradas, formidable (comentario en spoiler de un gran momento que tiene en el final). Brigitte Bardot hace de Brigitte Bardot, al menos de la imagen que todos tenemos de ella, , la que el cine nos ha transmitido, John Wayne siempre hizo de John Wayne y la Bardot siempre hizo de ella, objeto del deseo de hombres (y de mujeres), lo borda, derrocha sex-apple, erotismo, ingenuidad, es la manzana del pecado y todos querríamos catar de ella, auténtico volcán que con sus ademanes juguetones vuelve locos a los que se le acercan, una Bomba Atómica Sexual. Franco Interlenghi de modo plano al villano, un tanto caricaturizado, sin aristas.

Queda un atractivo drama romántico que destroza a la burguesía de su tiempo (o a la de siempre). Fuerza y honor!!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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5 de enero de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la revista, Cahiers du Cinéma (N°31, enero de 1954), el entonces crítico de cine, François Truffaut, publicó un artículo titulado, Una Cierta Tendencia del Cine Francés, con el que se propuso dejar mal parado al cine que se hacía entonces en su país, y su empeño se centró, especialmente, en la suerte de guiones que, con habitual éxito, escribía gente como el dúo, Jean Aurenche y Pierre Bost, Jacques Sigurt y otros, a los que procura estigmatizar señalándolos de anticlericales, antimilitaristas y antiburgueses, es decir, perfectos surrealistas en cuanto a sus tendencias ideológicas… y de hecho, Aurenche y Bost, tenían en gran estima a este movimiento del que hicieran parte, Luis Buñuel, Pablo Picasso, André Breton, y otros grandes personajes.

Me tocó masticar ese artículo varias veces, cuando preparaba ciertos cursos sobre, Escuelas Cinematográficas, en los que, necesariamente, había que hablar de La Nueva Ola francesa (La Nouvelle Vague)... pero, curiosamente, su efecto en mí -y en el de mis alumnos a los que, inevitablemente, influía-, fue el de despertarme una gran curiosidad por el ‘realismo psicológico’ -y sociológico- de directores como Claude Autant-Lara, René Clément, Yves Allégret… y a medida que veía sus filmes, llegué a tenerlos -y los sigo teniendo ahora que reviso sus obras varias décadas después- en mucho más alto aprecio del que llegó a inspirarme y aún me inspira, La Nueva Ola.

Acabo de ver, <<EN CASO DE DESGRACIA>>. Aurenche y Bost, adaptan esta vez la novela homónima que, Georges Simenon, publicara en 1956 (también conocida como, “Por si algo me ocurriera”)… y sí, en la adaptación hay una crítica -muy realista y bien matizada- a la clase dominante representada en el abogado, André Gobillot (Jean Gabin), un hombre de pasadita la mediana edad, quien, tras defender y conseguir la liberación -sin honorarios de por medio- de una pícara muchacha de 22 años -quien, con una amiga, “planeó y ejecutó” un asalto a una modesta joyería- no consigue olvidar el ofrecimiento que ella le hizo para que la defendiera… y ¡con la venia de su esposa, Viviane! -que todo lo intuye y nada objeta, ¿adivinarán por qué?-, el eminente hombre de ley decide saciar sus ansias… y terminará prendado de la vivaracha rubia (Brigitte Bardot).

La manera brillante como, Autant-Lara, va describiendo las tácticas de dominación del adinerado abogado y, al tiempo recrea los recursos de conservación de su libertad por parte de la desempleada muchacha, es lo mejor de este filme… y aunque BB, muy poco ha conseguido inspirarme, siento que aquí domina en todos sus planos, pues, el personaje que representa es puro flujo de sí misma. No por nada, la gran escritora, Simone de Beauvoir, refiriéndose a la actriz, dijo alguna vez: “Cuando un hombre la atrae, Brigitte va directo hacia él y nada la detiene. Enseguida, abandona con él el lugar donde estuviesen… sin siquiera despedirse del hombre que antes la acompañaba”.

Claude Autant-Lara, Jean Aurenche y Pierre Bost, son nombres que conservo con bastante aprecio.

Título para Latinoamérica: AMANTE PROHIBIDO
Luis Guillermo Cardona
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1 de noviembre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cierto es que esta película , no es ninguna obra maestra a descubrir, pero no es menos cierto que es una película bastante entretenida.

Dirección correcta de actores, muy buena fotografía en blanco y negro y una atmósfera parisina con niebla muy estimulante para todo aquel que sienta debilidad por París.

Brigitte Bardot está realmente preciosa, y el papel le viene como anillo al dedo: Joven prostituta en problemas que se encuentra en un lío muy grave y necesita un buen abogado...pero mira...como no tiene ni un franco le ofrece al abogado cobrarse en especie...y Jean Gabin (el abogado, que está espléndido en su papel), lógicamente, se encapricha con ella.

La escena en la que le ofrece este intercambio, con BB levántandose la falta y Jean Gabin mirándola fijamente es muy famosa en el cine francés y es el poster de la película.

Muy curiosa la relación entre el abogado y su esposa, que consiente esta relación, y una historia de celos entre el joven amante de la prostituta y el abogado ocupan el resto de la película.

Lo dicho, una buena película para entretenerse, con buenos actores y una BB muy bella que tampoco actúa mal, que es lo que yo me esperaba, pues tenía ciertos prejuicios hacia esta actriz.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jil Jalad
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29 de junio de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante peripecia de corte policial en la que se agradece la erudita sutileza de G. Simenon al describir la fisonomía de sus personajes así como la de su contexto social y cultural.
El guión -J. Aurenche y P. Bost- ha sabido captar esos elementos esenciales y de su buen trabajo se aprovecha el espectador.
Por su parte C. Autant-Lara trabaja con esmero la cadencia del ritmo y la prudencia de la cámara de manera que consigue aumentar la entidad del argumento propiamente dicho.
La película posee solidez y prestancia.
Excelente la interpretación de J. Gabin y de B. Bardot.
ABSENTA
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