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El ojo del diablo

Comedia. Drama. Fantástico La castidad de Britt-Marie, hija de un pastor protestante, le provoca a Satán una verruga en un párpado. Para deshacerse de ella, manda a la Tierra a don Juan para que seduzca a Britt-Marie. (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
31 de marzo de 2008
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Según un proverbio nórdico, una muchacha casta es un orzuelo en el ojo del Diablo.
Con función distanciadora, un profesor nos presenta y comenta una comedia en tres actos y una escena final:
En su despacho del inframundo, un Satán con aire de subsecretario, furioso por el estado de su ojo, encarga a Don Juan una misión, a cambio de una reducción de condena: ir a la tierra, en la época actual, y seducir a la hija de un piadoso reverendo, antes de que llegue virgen a la noche de bodas.
El seductor acepta y los consejeros satánicos le inidican que a la mujer escandinava conviene acometerla adoptando un carácter mediterráneo. En compañía de su ayudante Pablo y de un diablo experto, Don Juan aparece junto a la casa del clérigo, dispuesto a usar todos sus trucos de conquistador.
Mientras el conflicto entre virtud, amor y deseo da lugar a enredos y peripecias, Bergman aprovecha para hurgar burlonamente en el lado puritano de la mentalidad sueca y tirar algún que otro dardo a la institución matrimonial, dando rienda suelta a una incisiva vena satírica.
En el reparto brilla la fresca belleza de Bibi Andersson, que ofrece intensos primeros planos.
Para reforzar en varios pasajes la agilidad de la narración, se usan fragmentos de caprichos para clave de Domenico Scarlatti.
Así como Shakespeare descansaba de las tragedias con alguna comedia, Bergman también se lo permite en medio de sus densos dramas, y crea entretenidas obras como ésta.
Archilupo
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25 de junio de 2011
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bergman abandona por una vez el tono hondamente dramático y trágico, y toma un rumbo diferente, un pequeño paréntesis en lo que venía siendo últimamente una filmografía inquietante, dura, de dificultosa digestión, y que lo seguiría siendo en las décadas venideras.
Pero he dicho pequeño paréntesis, sí. Porque una comedia a lo Bergman no es una bufonada al uso. No habrá risas. Ironía a espuertas y mucha sátira, pero no risa distendida. El humor en el sueco es de doble filo. Es el que precede al nudo en la garganta, la sonrisa del que compone ese gesto fingido para no llorar, para disimular que por dentro está roto. Es una mueca algo retorcida de sarcasmo.
Pero no deja de ser una categoría de sentido del humor. El Satán burlón con su orzuelo en el ojo y ese infierno paródico y bastante civilizado donde cumplen sus castigos los grandes pecadores muestran rasgos de picardía que Bergman también poseía.
El diablo tiene un orzuelo que es como un aviso de que hay decencia en la Tierra. Como un alergeno que le provocara una reacción. Satán no tolera que una chica joven, guapa e inteligente siga siendo virgen y de espíritu limpio. Todo un atentado contra los principios corruptos que, lógicamente, rigen en el infierno.
Y como el casanova Don Juan se encuentra ahí cumpliendo condena desde hace centurias por haber rendido tantas honras femeninas a sus pies, el demonio le propone una misión para reducir la pena (sin que en el cielo se enteren, claro): subir a la Tierra y seducir a la veinteañera Marie, la única hija de un pastor luterano que se va a casar pronto con su prometido. Don Juan es enviado junto con su sirviente, Pablo.
El director sueco propone una visión de cielo e infierno como las dos caras de la misma moneda, como el mismo perro con distintos collares. Antagonistas de fachada pero en realidad separados por un corto paso.
En medio de ambos, la Humanidad. Bergman apunta el descubrimiento más bello y optimista que puede ofrecer, aunque pueda parecer que la oscuridad vence a la luz. No es una concesión corriente en una película bergmaniana, porque su pesimismo suele ganar la partida.
Ese descubrimiento es el libre albedrío.
Un corazón humano libre no se puede comprar, no se puede dominar, no se puede controlar.
Ni Dios, ni el Diablo, tienen poder sobre el corazón de Marie. Ni sobre el de Don Juan. Ni sobre el de Pablo. Ni el del pastor, ni el de su esposa Renata.
Tanto uno como otro creen que somos fichas en su gran tablero de ajedrez. Se equivocan…
De rara belleza, la tengo ya como una de las películas más hermosas de la Svensk Filmindustri.
Vivoleyendo
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19 de abril de 2023
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sarcasmo pasional. Experiencia por condena. Documento del desgarro y la pasividad. Juegos caprichosos entre el cielo y el infierno. Derrotas con regusto permanente. Amor, deseo y armarios despiadados.

Disparatada obra teatral con infinitos recursos fílmicos. Ejercicio sobresaliente del esquema irracional. Condensación de conceptos. Paradojas de lo absurdo para entretener. Sermón con desenfado. Bergman se siente como nadie ente ambigüedades. Sus limbos lo arropan.

Una pequeña victoria en el infierno puede ser mayor que un gran éxito en el cielo.
La puerta de Tannhäuser
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16 de diciembre de 2009
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corrosiva e infravaloradísima película del hombre verga.

Recientemente, el fan de My Morning Jacket la despachó con la más absoluta de las tibiezas, Dry Martini la ensalzó, y yo desde luego que me alineó con el paisano de Juradito.

Aquí, y a diferencia de otras propuestas más solemnes y descarnadas, el hombre verga reviste de cinismo y humor, de aparente ligereza, su nuevo ejercicio de espeleología emocional, su enésima zambullida a los entresijos de las relaciones humanas.

A diferencia de en El Rostro, fallido experimento humorístico, aquí el hombre verga sale airoso, desde luego no apabulla como en sus grandes hazañas, pero provoca sonrisas oblicuas, humor doliente, y yo particularmente recibí de buen grado sus bocanadas crueles, su perversa mirada a las alcobas, a las faldas y a las pantuflas.

Y no se le olvida martillear conciencias, faltaría más, con una lindeza para el recuerdo, en boca de uno de sus personajes: "Qué sería del infierno sin el matrimonio".

Eres glande, hombre verga.
Barfly
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26 de agosto de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No entiendo esta película como una obra menor, como se apunta por ahí; sí me parece sin embargo distinta y poco habitual para Bergman, aunque no deja de tener su evidente marchamo. Se trata de una comedia, sí, pero no precisamente de una comedia ligera; la carga expositiva es incluso superior a la de algunas otras obras, aunque en esta ocasión no luzca de la misma manera. Tal vez trata el tema con excesiva frivolidad, pero el enfoque así lo requiere, aunque esto reste empaque al mensaje. El bien y el mal se disputan una "presa", y para ello se entregan a un duelo que no es tal: el bien parte ganador, y sólo debe mantener posiciones. Es el mal el que envite buscando resultados, que resultan ciertamente inesperados.
ruanorosa
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