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Atenea

Drama. Thriller. Acción Horas después de la trágica muerte de un menor a manos de la policía, estalla una revuelta violenta en un barrio francés. Los disturbios se intensifican mientras la vida de tres hermanos se ve sumida en el caos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
25 de septiembre de 2022
30 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un menor de edad fallece como producto de un supuesto abuso policial. En respuesta al atentado, varios miembros del barrio Atenea se atrincheran dentro de su localidad para exigir justicia. Literalmente arman un gran motín dentro del barrio mismo. Parecen estan dispuestos a todo.

La peli comienza con el conflicto ya plasmado. Rápidamente, mediante planos secuencia, la cámara elige a determinados personajes y los sigue en sus acciones dentro del barrio. De esta manera, Gavras puede contextualizar el interior de Atenea: un barrio/refugio de familias inmigrantes, lleno de menores de edad, mujeres embarazadas, entre otras personas vulnerables. El intento por buscar la complicidad del espectador hacia la situación de los residentes comienza fuerte, pero poco a poco el foco de la peli se redirecciona.

Mediante una elección específica de diversos personajes activistas, la trama se concentra en sus intentos, cada vez más precarios, por mantener el control del motín. Atenea se transforma en una trinchera y las alarmas de guerra civil sacuden Francia. Hay un especial énfasis en mostrar el desequilibrio emocional de los que luchan por la causa. Aqui el guión entra en bucle: nadie parece tener el control de nada. Todo se ha salido de olla, el contexto social y específico del incidente termina importando menos que la impotencia que muestran los personajes.

Atenea se plasma entonces como un fuerte dispositivo audiovisual, con imágenes propias de una guerra que antecede nuestra actualidad y se remonta a toda la historia de la civilización, en desmedro de una puesta en contexto difusa que parece no importar demasiado. La búsqueda de esa emoción que desestabiliza el temple opaca demasiado los motores que llevaron a semejante situación.
Juan Rúas
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22 de octubre de 2022
39 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Permítanme que empiece esta crítica divagando un poco (ustedes me disculparán). Estaba pensando en el director español Jaime Rosales que acaba de estrenar "Girasoles silvestres". Me fascina la sencillez de sus imágenes, la verdad desnuda que transmite su cine. Se hace complicado encontrar en sus películas algo que resulte inverosímil. Todo parece real.

Estaba yo sumido en estos pensamientos mientras veía "Atenea" cuando me ha asaltado una revelación: Romain Gavras es todo lo contrario a Jaime Rosales. Veo "Atenea" y no me creo nada. Todo es tremendamente exagerado. Dramatizado. Coreografiado. Me agota la pirotécnica de ese festival pandillero. Me agota esa juventud urbana afectadamente violenta, en estado de cabreo perpetuo. Fuego, humo y bengalas en manos de macarras chandaleros. "Atenea" es un "Apocalypse Now" sin sustancia. Un "Warriors" del siglo XXI al que no podemos perdonar tanta ingenuidad.

Romain Gavras empezó como virtuoso director de video-clips. Su cine es una extensión de aquella vocación formal. Pero alargar un video-clip durante dos horas es agotador. Una estética de épica sobredimensionada que se reitera cansinamente en el plano secuencia y la imagen cenital

Romain Gavras está convencido de estar contando algo realmente importante. Activismo comprometido con una revolución global. Pero yo sólo veo amaneramiento de discoteca. Adolescencia descerebrada más próxima al hedonismo de David Guetta que al espíritu del Che Guevara.
Robert Denigro
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2 de octubre de 2022
32 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al menos para mí, Costa- Gavras, es uno de los pocos y grandes directores que nos queda. El próximo febrero cumplirá 90 años, ojalá que pueda ser así, y sus tres hijos se dedican a la industria audiovisual: su hija Julie es directora, aunque no muy prolífica, Alexander, que hasta ahora parece estar únicamente volcado en la producción, y Romain, que tras rodar algún largometraje y documentales, estaba más relacionado con videoclips y haciendo trabajos promocionales para Dior, Yves Saint Laurent o Adidas. Ahora, de la mano de Netflix, nos llega “Atenea”, en la que Ladj Ly, con el que colaboró en su exitosa “Los miserables”, ahora se une a Romain en el guion y la producción.

Sin duda hay mucho de “Los miserables” de Ly en esta “Atenea”, pero siendo “Atenea” mucho más barroca desde el punto de vista visual, llegando a ser casi un redoble de tambores en un intento válido de superar el “plano secuencia” ya célebre de la oscarizada “1017” de Mendes.

Hay quien hace referencia, y no muy descabellada, a posibles influencias de “Asalto a la comisaría del distrito 13” y “1997: Rescate en Nueva York”, de Carpenter. Exceptuando un momento del metraje en que parece que se va a convertir en la reseñable “71” de Yann Demange, cosa que no ocurre, a mí me parece más inspirado en la línea marcada por el muy interesante Cédric Jimenez en su “BAC Nord: Brigada de investigación criminal” (también distribuida por Netflix) o “Conexión Marsella”, dos buenos recientes thrillers franceses que merecerían ser más conocidos por el público nacional.

Puede que la simiente, en este caso, provenga de “The Warriors (Los amos de la noche)”, de Hill, polémico film en su día, con problemas de censura en varios países y acusado de exceso de violencia gratuita. No es el caso de “Atenea”, cuya violencia es parte fundamental de la historia y totalmente creíble.

Desde el arranque, que deja en estado de estupefacción, a su final, el dinamismo (gracias también a un notable montaje) es incontestable y por supuesto, la mejor baza del film es el trabajo de fotografía, una coreografía absolutamente apabullante que pocos directores hubieran sido capaces de plantear y, mucho nos tememos, en un futuro no muy lejano tendrá sus imitadores, aunque no con la misma justificación dramática.

Para contrarrestar la balanza, la banda sonora corre a cargo de Surkin, un joven compositor francés de música electrónica, DJ y productor musical, que ya había trabajado con Romain Gavras y cuya influencia de la música planeadora es notoria.

A pesar de que en el reparto no haya nombres conocidos su nivel es muy bueno, lo cual demuestra una vez más que para un buen resultado nada más que hace falta buscar a los actores que puedan dar el personaje, no “famositos” que en este caso, hubieran dado al traste con la verosimilitud que se buscaba.

Hay quien le achaca a “Atenea” es que no cuenta con detalles los antecedentes que suceden y que es un “no parar”. Falso, En base a la propuesta no hay lugar para entretenerse en vaguedades, el tiempo va comprimido y todo está perfectamente explicado. Que es un “no parar” es cierto. No hacía falta más, al menos en esta ocasión, donde Gavras hace un buen trabajo en todas sus facetas, especialmente en la de director.

No es un videoclip, aunque haya quien que lo quiera ver así. Es un buen ejercicio de intentar dar una óptica diferente el cine de acción en el que Francia parece tomar la delantera, aunque no se le quiera reconocer los méritos que tiene, tanto por parte de la crítica como de ciertos espectadores, que luego alucinan con cualquier basura que les planten.

No tengo duda de que si no fuera distribuida por Netflix y fuera, por ejemplo, española, aquí nos hubiéramos locos ensanzándola y sería la más firme candidata a arrasar en la próxima edición de los Goya. Así que quien carezca de prejuicios y quiera pasar un rato "ojiplático" no tiene nada más que verla y dejarse llevar.
Maggie Smee
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29 de septiembre de 2022
32 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hijo del laureado director griego Costa-Gavras, de nombre Romain Gavras, hace esta película mediocre con el gran mérito de no presentar ninguna trama bien hilvanada que se precie. Es sólo un insulso video clip sin música y mucho ruido.

La "tesis" es la guerra civil en Francia dónde los habitantes de los suburbios pobres, árabes y negros, descendientes de las ex colonias francesas, se rebelan contra la violencia legal oponiendo una violencia ilegal.

"Atenea" es una película descerebrada. Llena de clichés y estrambótica. El resentimiento social es su protagonista pero no hay los grandes detalles del siempre inspirado Gillo Pontecorvo y sus "Batallas de Argel".

La pobreza genera exclusión. Y la exclusión genera resentimientos sociales. El Estado en vez de resolver de raíz el problema prefiere reprimirlo y mantener el problema a través de las cargas de una policía embrutecida y fanatizada.

El problema de Francia no son los extremistas islámicos ni los extremistas blancos de la extrema derecha. El problema de Francia, como el de todas las sociedades, es la desigualdad social. Y que conste que esas brechas son ahí cortas respecto a la mayoría de los países. Si nos damos un paseo por África, Asia o América Latina la desigualdad social es el horror.

La histeria invade a todos los protagonistas de "Atenea". Y los héroes y anti-héroes se intercambian con tal brusquedad que la impostura descalifica cualquier buena intención que pudiera existir.
bucefalo
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4 de marzo de 2023
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
54/26(26/02/23) Irregular thriller francés, aunque muy atractivo visualmente, deja huella desde su impresionante inicio con un plano-secuencia que recordarás por siempre por su vigor, su modo prodigioso de cambiar de punto de vista, una coreografía Homérica, consigue hacernos partícipes de estar allí con este comienzo de una Revolución, en vez de la toma de la Bastilla es la toma de una comisaría, espectaculares 12 minutos, ya de por sí hacen recomendable el resto de la película. Dirige Roamin Gavras (conocido por videos musicales para artistas como Justice, M.I.A. o Kanye West; y spots publicitarios, hijo de Costa Gavras), a partir de un guion propio junto a Ladj Ly y Elias Belkeddar, dando la sensación de ser la continuación del film de Ly de 2019 “Les Miserables”, acabando esta en un impasse pre-apocalipsis, esta lo desarrolla, en lo que es una reflexión sin respuestas a la complicada situación de muchos barrios franceses que funcionan como guetos, a partir de bocetos estéticos que recuerda a obras de Hieronymus Bosch. Argumento con efluvios a las carpentianas “Asalto a la comisaría del distrito 13” y “1997: Rescate en Nueva York”, e incluso al más reciente film “‘71” (2014).

Expone a estos barrios como polvorines a punto de estallar, donde el racismo, la falta de oportunidades, la desigualdad, es caldo de cultivo para que en cuanto se les da una razón explotan, ejemplificando la grieta que hay en la sociedad francesa. Ello con una evolución con trepidante brío, con furia, con electricidad constante, ayudado por la sensación e contrrareloj que se emite, aconteciendo todo en un corto espacio de tiempo de un día y una noche. Un fresco enardecedor del caos palpitante en la sociedad de extrarradio. Se expande sobre un elato de hermanos enfrentados, cada uno de los tres que vemos representa un modo diferente de afrontar la vida: Abdel (Dali Benssalah) el hijo bueno, el que ha tomado el camino recto, el noble, el que intenta mediar y poner cordura, ello desde las raíces francesas, su abuelo luchó con Francia en las batallas coloniales. El actor me resulta vibrante, pero algo sobreactuado; Karim (Sami Slimane), el joven noble, chico orgulloso, con carácter de líder mesiánico, atrapado por el sentido de la venganza, se siente oprimido y quiere responder con el ojo por ojo. Ello en una actuación sensacional desplegando un aura de Mesías arrollador; Y Moktar (Ouassini Embarek), el que eligió dar la razón a los que ven en los ven como portadores del Mal. Es el actor que menos presencia tiene de los tres, me falta algo más para saber sus motivaciones, pues estas son muy pobres, deja buena impronta en su nervio y fulgor.

Sumergiéndonos en un clima de violencia atávica fruto de la testosterona (en la historia las mujeres son marginales o inexistentes, solo aparece la madre de los hermanos y la hermana en un funeral, sin carácter), una experiencia inmersiva con claras resonancias a tragedia griega (no es casual el ficticio nombre del barrio titular Atenas), donde el banlieue (término francés con el cual se denomina la periferia de las grandes ciudades) se erige en especie de Troya al que los griegos/policías deben tomar. Una batalla furibunda entre los organizados policías anti disturbios (incluso con formaciones en escudo de tortuga que provienen de las legiones antiguas romanas) y las hordas de rebeldes con sus artesanales tubos para disparar, o los incendiarios cocteles molotov. Todo ello el director tiene la valentía de mostrarlo sin juzgar, sin posicionarse, haciéndonos ver las debilidades de unos y otros, el salvajismo de unos y otros, del callejón sin salida que es la situación. Da alma al otro lado, a los antidisturbios, vistos en muchas ocasiones como hordas de entes sin rostros, aquí se le da alma a través de Jérôme (Anthony Bajon), un joven antidisturbios al que se ve principiante, temeroso, retraído, hasta quedar atrapado aislado en Atenas, en un tramo aterrador internta huir, camuflarse, pero al final es descubierto.

En su epílogo el director quiere ser ingenioso y me resulta facilón (*spoiler), no hacía falta (más bien lo contrario), el dar esa coda facilona. Quiere poner faz al mal, dar una respuesta sencilla a un problema complejo y la caga.

El gran protagonista del film no son unas muy buenas actuaciones de los actores protagonizada por Dali Benssalah, Sami Slimane, Anthony Bajon, Ouassini Embarek y Alexis Manenti, todas radiantes de rabia y visceralidad, emitiendo dolor e ira. Pero el gran Tótem de la película es la cámara del DP Matias Boucard (“Jacques”), sublime en sus movimientos que desafían la gravedad, fluyendo entre los personajes, entre las multitudes, entre el belicismo, de forma apoteósica, con una galería de planos secuencia arrolladores, apabullando desde el arranque desgarrador, combinado primeros planos, subjetivos, tomas panorámicas, soberbios travellings, en lo que es una labor sibarita. Serpenteando tras la nuca de los protas, cámara en mano tras ellos, en picados, contra picados, por los angostos pasillos, por las escaleras, entre el fuego, el humo, los gases lacrimógenos, los disparos, la barbarie, todo ello para dejar exhausto al espectador que entra de lleno (como yo). Ello ayudado por la impresión de fortaleza inexpugnable que es Athens, con torres que son los edificios de apartamentos, las murallas, la plaza, creando un halo de fortín.

Marcando a fuego el metraje con el ya mencionado inicio que te deja impactado. Seguimos primero a un soldado francés recién regresado de servir en Mali, Abdel (Dali Benssalah), en un primer plano y de nuca en que lo vemos tenso dirigirse a ofrecer unas palabras a los periodistas allí congregados, estamos en una conferencia de prensa del departamento de policía después de la muerte de un adolescente bajo custodia (Idir, hermano pequeño de 13 años de Abdel, fallecido en el hospital, luego de que tres uniformados policías lo golpearon y lo dieron por muerto.), pide justicia, sin reclamar venganza;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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