Historias de fantasmas

*Relato clásico de fantasmas

El primer segmento de Historias de Fantasmas está protagonizado por una enfermera que debe ir a la casa de una anciana aquejada de demencia senil para cuidarla, pero pronto sentirá una presencia que indica que no están solas…

Es una historia de terror clásica, con sus pasillos oscuros, sombras, ruidos nocturnos y llamadas al timbre de la puerta sin que aparezca nadie al otro lado… Nada nuevo, vamos. Tiene algunos momentos destacables, una buena fotografía y la actriz Janhvi Kapoor está estupenda, pero la trama no termina por enganchar, especialmente porque las secuencias de suspense se intercalan con las de la relación sentimental que tiene la chica como amante de un hombre casado y que nos importa más bien poco.

Este cortometraje está realizado por Zoya Akhtar, una directora sin experiencia en el cine de género que fue ayudante de dirección de Mira Nair y que, además, con Gully Boy (2019) fue seleccionada en la Berlinale. Aquí logra una película sencilla y bien ejecutada, pero algo insípida. Hubiera necesitado una mayor dosis de suspense y evitar el melodrama. Tiene una sorpresa final a lo Shyamalan que no acaba de encajar con el resto del relato.

*La Mujer Pájaro y los polluelos

El segundo segmento de Historias de Fantasmas es el más interesante de los cuatro. Se centra en una mujer embarazada y algo paranoica que debe cuidar del hijo de su difunta hermana, un niño que empieza a sentir celos de la niña que está por nacer…

En esta ocasión estamos ante un relato de terror más atmosférico y subyugante, donde los sueños se mezclan con la realidad y que contiene toda una simbología interna que impregna de extrañeza y surrealismo su monocromática textura. Es cierto que adolece de un ritmo demasiado lento y que eso perjudica al suspense que sí se logra a través de unas imágenes perturbadoras, bien subrayadas por el trabajo del sonido y la banda sonora musical.

Este cortometraje está realizado por Anurag Kashyap, prolífico director entre cuyos trabajos destacan Satya (1998), Black Friday (2007), que compitió en Locarno, Ugly (2014), que estuvo en Cannes, las dos partes de Gangs of Wasseypur (2012), o la segunda temporada de la serie Sacred Games.

Su fragmento posee un tratamiento de cámara muy sugerente, los encuadres buscan desestabilizar al espectador y contiene una fotografía monocromática cercana al blanco y negro. Consigue retratar esa atmósfera enfermiza que remite al cine de Cronenberg o Lynch, un cine de sensaciones donde la trama queda en un segundo término. Su pasión por la zoología se deja notar también con todas las referencias incorporadas sobre los pájaros (con inquietante monstruo carroñero incluido) y esa analogía de los huevos con el embarazo de su protagonista, una entregada Sobhita Dhulipala.

*El Pueblo Caníbal

El tercer segmento de Historias de Fantasmas es el más comercial, con un trasfondo social interesante. Un hombre llega por un encargo educativo a un pequeño pueblo que parece vacío y devastado, solo encuentra a un niño y una niña que le dicen que a todos los demás se los han comido los del otro pueblo…

Es un relato de terror típico con mucha influencia por la moda zombie. Filmada con eficacia, esta historia con reminiscencias post-apocalípticas nos la sabemos de memoria y tampoco es nuevo lo de vincular a los zombies con una alegoría política, ya lo hacía George A. Romero en los años 60.

Este cortometraje está realizado por Dibakar Banerjee, director que ya tiene experiencia en el cine de género, siendo el primer cineasta hindú que grabó una película íntegramente con cámara digital, Love Sex Aur Dhokha (2010), un film que se apuntaba a la moda estadounidense del metraje encontrado. El corto no me funciona en su conjunto, pero sí que tiene un par de set pieces bastante chulas con la aparición de unos monstruitos un poco cabroncetes. Que los del pueblo de arriba se coman a los del pueblo de abajo, tiene connotaciones que van más allá del cine de género, nos habla de la sociedad de castas del hinduismo y del vaciado de la población rural en determinadas zonas del país.

*La Abuelita Fantasma

El cuarto y último segmento de Historias de Fantasmas es una curiosa e inofensiva mezcla de comedia romántica con terror sobrenatural. Una joven acepta tener un matrimonio concertado un hombre rico que vive en la heredada casa familiar, pero la noche de bodas descubrirá que su marido sigue hablando con su abuela muerta…

Es el relato más cómico de los cuatro y estilísticamente el que tiene mayor influencia del Bollywood clásico. Su puesta en escena es simple y la anécdota se alarga demasiado hasta su esperado desenlace.

Este cortometraje está realizado por Karan Johar, autor de la conocida Mi nombre es Khan (2010), es un habitual de la televisión en India como presentador o incluso juez de varios reality shows. No se le ve demasiado suelto como director de cine de terror y su fragmento carece de toda capacidad para la creación del suspense, convirtiéndose en una comedia bastante previsible y sin mucha enjundia, pero entretenida.

*Conclusión

Historias de Fantasmas (Ghost Stories) en una película de terror hindú formada por cuatro relatos independientes. Como suele suceder en este tipo de películas, la irregularidad marca los distintos episodios que contienen un tratamiento visual muy distinto e independencia en el prisma que utilizan para acercarse al género. Gustará a los amantes del terror exótico y que entiendan las peculiaridades de la cinematografía desde donde procede la película, pero puede ahuyentar al público más impaciente.

Escrito por Daniel Farriol

Película India de episodios producida por Netflix y dirigida por los realizadores que nos trajeron otras antologías como Bombay Talkies (2013) y Cuatro Historias de Deseo (2018). Protagonizada, entre otros, por Sobhita Dhulipala (The Body, 2019) y Mrunal Thakur (Super 30, 2019).

Historias de Fantasmas está formada por cuatro historias diferentes en la que distintos personajes tienen que enfrentarse a sus miedos.

Esta antología está compuesta por cuatro relatos completamente dispares, con historias con un componente bizarro que le aportan al film un toque de originalidad al que se le suma lo chocante de la cultura India a la cual no estamos acostumbrados. De las cuatro historias, todas con una duración muy alargada para una película antológica que conforman un metraje de 144 minutos, destaca el segundo segmento aunque su final deje que desear y el cuarto fragmento, con una combinación de tonos entre romance y terror muy interesante.

Historias de Fantasmas es un conjunto de historias con una duración que consigue aburrir al espectador, aunque algunas partes sí sean rescatables y quede un resultado curioso de ver aunque sea por ver el terror desde la visión de una cultura tan diferente.

Nota personal 4/10

Al más puro estilo de Creepshow nos llega esta película antológica de cuatro relatos de terror con distintas perspectivas que se cuecen a fuego lento.

La primera historia me gustó, la enfermera está muy bien desarrollada y me parece acertado que no siga el esquema tradicional y los personajes hagan su vida sin tener como eje central llegar a dar explicaciones a ciertas cosas sino que cada cual intenta afrontar las situaciones como puede. Los secundarios no tienen carisma pero aparecen, hacen lo suyo y no ensucian la obra.

La segunda historia es tremendamente lento y melodramática, pero juega bien sus cartas de desarrollo psicológico y su estética característica encaja con su tono por ratos realmente surrealista.

La tercera en mi opinión es poco ocurrente, pero la salvan la pasión y ganas que ponen los niños actores que son el corazón de esta historia. Tal vez la caracterización de las criaturas destaque por ser lo más mejorable, tanto en esta historia como en la segunda, y la trama es algo repentina y va a trompicones.

La cuarta es la de tono más relajado, pero sabe jugar sus cortas a pesar de ser visualmente más agradable que las demás. No se escapa de lograr ser perturbadora.

En definitiva, una creepshow que cumple pero sin destacar.

Película constituida por cuatro mediometrajes de temáticas sobrenatural con sus pros y sus contras. No es horrible pero tampoco pasa nada si te lo pierdes. Cada una de las historias presentada por un director.

La primera, es la más corta. Es una historia muy simple de fantasmas. No aporta gran cosa al género pero son 30 minutos entretenido.

La segunda historia está un poco más elaborada pero llega a aburrir un poco. Además usan un efecto que deja el color de la imagen casi en blanco y negro resaltando ligeramente los colores azules; no me gustó nada este efecto y me saco un poco de la historia. Mención especial se merece el niño y su sobreactuación, aunque hay que reconcer que es gracioso.

El tercero es el típico survival horror pero a lo indú. Bichos raros, pocas explicaciones y situación complicadas. Esta no me quedo muy claro si va totalmente en serio y en algunos momentos buscar el humor. Entretenida es pero el final me pareció un poco confuso.

El cuarto es el más bizarro de todos. Al igual que en el anterior, en este también dudo si es serio ose lo toman un poco de humor. Me ha parecido el más flojo con diferencia aunque también entretiene.

En general las actuaciones de los actores son mediocres tirando a malas y técnicamente ninguno es una obra maestra. Para a los que os guste ver el cine doblado al castellano, está película solo está doblada en español latinoamericano. A mí me da igual pero a muchos españoles no les gusta.

En resumen, vale para pasar el rato si no tienes nada que ver.

Como en un bazar asiático, a los que cuya presencia en nuestras ciudades ya se nos tiene acostumbrados, en el escaparate de Netflix tenemos «Ghost Stories», producida en 2020. Su carátula genera unas expectativas poco halagüeñas, pues lo primero que se piensa (almenos es lo que se me ocurrió a mí), es en uno de esos interminables productos «bollywoodienses» (más de dos horas y media dura la condenada cinta) con los que, en su momento ya hace años, y ahora gracias a la omnipresencia de las redes telemáticas de difusión (llamémoslo así), el mercado se vio invadido. No sólo de terror, sino de todos los géneros: los indios pensaron que si los ianquis podían hacerse ricos con la comercialización del celuloide, ellos no serían menos, que por eso se autodenominaban como país emergente, después de que entre la descolonización «british» y finales de los noventa, aquella remota península del Índico no pasase de Tercer Mundo (según estándares geopolíticos, se entiende).

Mientras que durante dos lustros el mundo de los fantasmas fue acaparado por Vikram Bhatt, quien, ya como guionista, director, o ambas cosas a la vez, estuvo llevando el ajo de la saga «1920» (2008), «1920: The Evil Returns» (2012), «1920: London» (2016) y «1921» (2018), todas ellas caracterizadas por mezclar en su salsa el terror, lo fantástico, el romance y, podríamos decir casi incluso que hasta el musical, en el más puro estilo característico y marca hindú ya referidos, en el caso de «Ghost Stories», cuatro directores (Zoya Akhtar, Anurag Kashyap, Dibakar Banerjee y Karan Johar), todos ellos neófitos en este campo (un par de años antes, en 2018, fueron llamados para dirigir “Lust Stories”), se enzarzan en confeccionar una antología de historias fantásticas o de horror (sería discutible si las cuatro de fantasmas, propiamente dicho), en las que tanto el susto como la elaboración, construcción y resolución de un aparato narrativo, no es que pase a un plano diferente, secundario, en pro de un planteamiento más conceptual, sino que, como es propio en las culturas orientales, se saca mucho más provecho del simbolismo y el código iconográfico y visual, en general.

Se trata de cuatro «sketches» de poco más de media hora cada uno, en los que, tal si fueran alumnos avanzados de una academia de artes plásticas, los cuatro realizadores despliegan por primera vez sus respectivas paletas de recursos para hacernos, más que temblar de miedo, o mordernos las uñas de desesperación, reflexionar sobre varios asuntos de lo más mundano que cabría imaginarnos; más cercanos a nuestra cotidianidad de lo que, en apariencia, pintan como escenarios lúgubres, personajes monstruosos e historias… digamos que increíbles, por darle cualquier epíteto que no desentone con lo que se antoja esta pequeña colección de historietas.

En la primera, Akhtar nos presenta a una cuidadora (la solvente Jahnvi Kapoor) de una anciana (Surekha Sikri, que borda el papel) casi totalmente dependiente, que en su deriva de senilidad causada por un derrame cerebral, vive obsesionada con la idea de que su hijo merodea escondido en su vetusto piso. Una historia en la que la idea del terror se nos irá diluyendo hasta lo más accesorio, hasta un giro final de un guion que cierra simplemente porque se le han acabado los minutos concedidos para su desarrollo. Un relato que, si no violase la lógica de la cronología temporal, recuerda mucho al que se nos plantea en «La Abuela» (2021), de Paco Plaza.

En el epicentro de valores sobre el que se fija el eje del argumento, hallamos el vínculo que se establece entre cuidadora y anciana; sus respectivos miedos y circunstancias personales, de las que poco se nos explica a modo de sustrato, pero de las que podemos intuir o adivinar muchos aspectos a partir de las actuaciones de ambas protagonistas, destacando el planteamiento de la moralidad y la ética, sobre todo profesional de la joven asistenta: algunas de sus conductas dejan mucho que desear. Es lo que despierta en nosotros el «miedo»: el que algún día estuviéramos en manos de una auxiliar corrupta como esta, que no ya los ruídos, visiones y otros extraños fenómenos que se van dando a lo largo de cuarenta minutos de metraje.

En el segundo fragmento, un atrevido Anurag Kashyap, usando una exhibición efectista de colores de imagen (baja saturación y predominancia de los tonos azulados al principio), nos adentra en una especie de pesadilla, de carácter completamente kafkiano, en el que muy gráficamente se nos describe un sistema de relaciones basadas en las celotipias y los respectivos miedos a la autoanulación (imposibilidad de perpetuarse a través de la concepción y la cría de nuevos seres que traer al mundo) y la pérdida del ser, o del objeto querido. Una sopa de malsanas afinidades y tóxicas emociones, empañadas de una delirante espiral de fantasías cuasi psicóticas, que beben del imaginario de ancestrales supersticiones.

Dibakar Banerjee es, en el caso de muchos comentarios, uno de los más aclamados y aceptados del compendio (entiendo porque la moda de los zombis y el canibalismo es algo que en lo que va de siglo ha tomado fuerza en el imaginario colectivo gracias a producciones como la serie «The Walking Dead»). Un maestro llega a una desolada aldea, en un ambiente postapocalíptico, y un niño y una niña supervivientes se las tienen que ingeniar para salir indemnes del dominio de unos seres que se han zampado a sus paisanos, y/o convertido en errantes muertos vivientes, a su vez también caníbales.

Termina la quadrilogía con un no menos pueril, pero igualmente entretenido y divertido relato en el que Karan Johar («Never Say Goodbye», 2006; «Mi nombre es Khan», 2010) nos cuenta precisamente haciendo un guiño machaconero al empalagoso manual «bollywoodiense», el triste destino de un matrimonio de conveniencia entre Ira, una joven (espléndida Mrunai Thakur) que aun así se desposa locamente enamorada, y el rico y hermoso Dhruv (Avinash Tiwary), por cuyo amor tiene que competir