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Fuego de juventud

Drama Mi Taylor (Mickey Rooney), aventurero y oportunista, llega por azar a la casa de una apacible familia inglesa y comienza a trabajar allí. Velvet (Liz Taylor), la hija menor de los Brown, que siente una pasión incontrolable por los caballos, gana un hermoso ejemplar jugando a la lotería. Entonces Taylor la convence para llevar el caballo al Grand National, la carrera más importante de Inglaterra. (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
16 de octubre de 2009
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Emotiva historia de una chica apasionada por un caballo, en un pequeño pueblo inglés. El caballo deberá prepararse para correr un gran premio en el hipódromo. La amazona será la misma dueña del caballo -Elizabeth Taylor, muy joven en aquélla época- Su joven amigo, quien promueve la carrera, deberá sortear algunos obstáculos en Londres, la capital inglesa -vivillos que pretenden quedarse con su dinero, por ejemplo-. Tampoco será nada fácil la carrera para la protagonista y su mascota. La película podrá quizá resultar algo ingenua para algunos, es ciertamente una expresión del cine un tanto edulcorado de aquellos tiempos, pero en conjunto resulta agradable, emotivo, y deja un recuerdo amable. 8 puntos.
elneon
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29 de abril de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine familiar para disfrute de los más pequeños que se presenta con apariencia dulce, con vocación didáctica y con talante emotivo.
Desde el punto de vista cinematográfico ofrece una notable solidez formal, un guión compacto, un impecable sentido del ritmo, una excelente ambientación, una estructura lógica y continuos detalles que denotan la gran labor de dirección de C. Brown.
La interpretación alcanza momentos extraordinarios y no sólo en lo que se refiere a M. Rooney o a la niña E. Taylor. Memorable resulta la participación de D. Crisp y de A. Revere.
Película lúcida, consecuente, muy bien construida.
Y sin complejos por dirigirse a un público infantil.
ABSENTA
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22 de agosto de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque hasta ahora, Velvet Brown, ha sido una chica del común que hace parte de una modesta familia de la Inglaterra del 20-20 (Siglo XX - 1920), entre sus genes posee el impulso del Reto en Grande, heredado de su madre quien, años atrás, cruzó a nado el canal de la mancha… un secreto que, con modestia, se guarda en familia. Pero, no es la natación sino la pasión por los caballos lo que bulle en la sangre de aquella muchacha, quien todavía asiste a la escuela mientras empieza a fantasear con su participación en el Grand National Steeplechase.

Y como es regla de la vida que, “lo que deseas fervientemente es muy probable que se realice”, el universo comienza a reencajarse para que las condiciones se vayan dando… hasta que, llega el día en que, Velvet, estará montada sobre un imponente animal con grandes aptitudes para la competencia ecuestre.

De esta manera, se va abriendo un precioso sendero que da cuenta precisa de la manera como funcionan las leyes existenciales y del papel que, una familia comprometida y respetable, puede jugar en el progreso de los hijos. En este nivel, el filme es ejemplar y se convierte en una imperecedera historia que debería ser puesta al alcance de todos los chicos del mundo… ¡y, por supuesto, de los adultos!

Se parte de la novela “National Velvet” que, la inglesa Enid Bagnold (1889-1981), publicara en 1935 y con la cual se hizo mundialmente famosa. La adaptación, bastante cercana a la novela en sus líneas generales y en sus magníficos diálogos, fue puesta en manos de Theodore Reeves y Helen Deutsch, y el resultado es una historia tremendamente divertida, colmada de encanto y memorable plano por plano.

Clarence Brown, el director, demuestra de nuevo su capacidad para lograr películas muy bellas visualmente (“Anna Karenina”, “The Rains Came”, “The Yearling”…) y en todo lo formal, “FUEGO DE JUVENTUD” es cine hollywoodense por excelencia. Han pasado más de 70 años desde que el filme se realizara, y aún se preserva auténtico, fresco y trascendental.

Necesario reconocimiento al valiosísimo rol que, la autora de la novela (también recordada por “El Jardín de Tiza”), da aquí a las mujeres, mostrándolas no sólo en su capacidad de tener una autoridad legítima, validada por su sensatez y generosidad, sino que las muestra también en su comprobable capacidad para asumir grandes retos en actividades que, se presumía, eran “sólo aptas para hombres”. Y todo es expuesto con mesura y con el máximo respeto, porque no se trata de superar al hombre sino de lograr verlo de tú a tú.

La historia, en pleno, es una magnífica clase de sentido común, tolerancia y calor de hogar, y en cada diálogo el entendimiento humano luce con el más alto brillo. Es muy fácil amar a sus personajes: Desde ese alocado Donald (Jackie Jenkins), el pequeño hombrecito de la familia, pasando por ese buenazo del sr. Brown (Donald Crisp) que atina más con la carne que con sus decisiones. Ni qué decir de esa sra. Brown (Anne Revere, merecidamente galardonada con el premio Oscar), la suerte de mujer que se merecería todo buen hombre. ¿Y qué tal, Mi Taylor (Mickey Rooney), el joven jinete con un difícil pasado, que lucha por redimirse al lado de la incontenible Velvet Brown (Elizabeth Taylor), la aguerrida muchacha que, desde muy temprana edad, ha sabido distinguir lo que desea en la vida… ¡y ese es un enorme privilegio!

Sin reproche alguno, “FUEGO DE JUVENTUD”, es de esas películas que se quedan en nuestro recuerdo para siempre, y ya lo he comprobado, siempre se ve con enorme satisfacción.
Luis Guillermo Cardona
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17 de agosto de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producido por el gran Pandro S. Berman para la MGM, este es un gran clásico del cine familiar de toda la vida. El tono amable y los buenos sentimientos componen la salsa principal de esta historia en torno a una obsesiva pasión por el mundo de los caballos y por competir en la mayor y más complicada carrera de obstáculos del mundo: el gran National. Es también la historia de una redención, a través del personaje de Mi Taylor y el relato de una deliciosa peripecia familiar.

Todo fluye con soltura en esta producción. Clarence Brown sabe reflexionar y plasmar con creíble naturalidad el encanto de la vida familiar y de las pequeñas comunidades, consiguiendo vívidos retratos de sus personajes con unas pocas pinceladas. La película cuenta, además, con un magnifico uso de los exteriores, realzado por un apastelado Technicolor -especialmente en las escenas ecuestres- y con un excelente trabajo de la pareja protagonista –Mickey Rooney y, sobre todo, una jovencísima y transida Elisabeth Taylor-.

A estos les acompaña un plantel de soberbios secundarios, en el que destacan la pareja de actores que interpretan a sus padres -Donald Crisp y Anne Revere- junto a una crecidita adolescente -Angela Landsbury- como hermana mayor de la protagonista, lo que contribuye a la gran calidad del film. A destacar también toda la parte final de la película, en torno a la carrera, verdaderamente modélica y ejemplo de capacidad narrativa del Hollywood clásico en las manos de un gran director como Clarence Brown.

Emocionante clásico.
Gould
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1 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Preciosa y crujiente muestra del gran cine familiar que el Hollywood dorado prescribía para conseguir reunir a padres e hijos, niños y adultos al calor del hogar logrando que todos resultaran satisfechos. Los unos porque promovían exactamente los valores que pretendían transmitir a sus hijos para que se convirtieran en los grandes adultos del mañana: el valor de la lealtad, de la confianza, del esfuerzo, de la tenacidad en la persecución de los sueños... Y los otros, los niños, porque se veían capaces de lograr cualquier cosa ante el mundo, porque comprendían el valor de la amistad, por el amor y el respeto hacia los animales, por la pasión inquebrantable, por la valentía y la determinación capaz de sortear cualquier obstáculo...Y, naturalmente, por los caballos, un amor que cualquier niño, incluso uno que jamás haya interactuado con ninguno, puede llegar a comprender muy bien.

Claro que eran otros tiempos. Y, seguramente, tiempos que no existieron jamás.
Sólo en nuestra imaginación más nostálgica y adornada nos podemos encontrar con ese pueblecito de senderos de tierra, granjas de techos de paja, verjas descascarilladas y prados llenos de esplendor.
Un retrato pintoresco e idílico que Clarence Brown dibuja con detalle y mimo. Sabe instalar al espectador en el estado de ánimo adecuado, un vistazo al interior de una de esas granjas y ya no querremos salir nunca más de allí.
Pero es que la historia es magnífica. Adaptada de una novela de Enid Bagnold, es una historia de superación que contó con un casting realmente inmejorable.
Con una Elizabeth Taylor que entonces contaba con doce años que representa como nadie el apasionado y fogoso carácter de la protagonista. Un Mickey Rooney extraordinario, muchacho vagabundo que entabla una fuerte amistad con Lyz. Donald Crisp, Anne Revere, entrañables progenitores, personajes nítidamente perfilados, sólidos, reconocibles en su carácter y los que hacen de hermanos, con la presencia de una jovencísima Angela Lansbury haciendo de adolescente que también va a despertar nuestro interés.

Taylor es una enamorada de los caballos. Sueña con ellos, con montarlos, con poseer uno. Cuando su vecino, dueño de un alazán indomable al que no puede dominar, quiera deshacerse de él, lo subastará en un sorteo y Taylor resultará ser la agraciada quien, a partir de entonces y gracias a los consejos de su amigo Rooney, (un antiguo jinete fracasado debido a una mala experiencia), considerará que su caballo posee las cualidades necesarias para acceder al campeonato Gran National y no cejará en su empeño por entrenarlo e inscribirlo, luchando contra viento y marea a través de la oposición y escepticismo de su padre y amigos. Sólo contará con el apoyo de su serena y sabia madre, (antigua campeona de natación y única mujer que fue capaz de cruzar el canal de la Mancha a nado), que conoce bien la importancia de no cortar las alas a los hijos y dejarles perseguir sus sueños.

La película hace bastantes concesiones al sentimentalismo pero está sobradamente compensado por la exquisita sutileza con que está manejado. Ni la manipulación es burda ni artificiosa y los espectadores nos vamos a dejar arrastrar por ello con todo el gusto e intención de que somos capaces. La emoción se va a ir adueñándose de nosotros. El conflicto y el drama nos va a envolver. La tensión nos va a ir atrapando y en los momentos finales de la carrera, magníficamente rodada, nuestro corazón va a estar por entero en "Pie" y en su valiente jinete.

Y cuando después apaguemos el televisor, todos nos sentiremos un poquito mejor para variar. Que la disfruten.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Izeta
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