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Los muertos no se tocan, nene

Comedia Logroño, 1959. Fabianito, un chico de catorce años, presencia sorprendido los preparativos del velatorio de su bisabuelo, un ilustre ciudadano local. Mientras la familia espera impaciente la llegada del alcalde, Fabián descubre el amor. Los acontecimientos y las visitas se suceden de forma tan incontrolable que llegan a provocar las situaciones más cómicas e imprevisibles. (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
5 de noviembre de 2011
23 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
(www.svya.es)

Los muertos no se tocan, nene es la última parada de la trilogía dirigida por Marco Ferrreri en 1959 con El pisito y continuada al año siguiente por El cochecito. La obra supone un homenaje al guionista y escritor Rafael Azcona, creador de la novela “Pobre, paralítico y muerto”, en la que se basan las tres historias. Dirigida por el cineasta español José Luis García Sánchez, la película acoge un amplio rango de actores veteranos y jóvenes, como Tina Saiz, Fernando Chinarro, Blanca Romero y Airas Bispo. En esta ocasión, Los muertos no se tocan, nene ha protagonizado doble estreno: el propio y el del Festival de Cine Europeo en Sevilla.

La acción tiene lugar en Logroño a finales de los años 50 durante el velatorio del bisabuelo de Fabianito, un adolescente en plena revolución hormonal. Grabada en blanco y negro, la película transmite con un humor grotesco los tabúes de una familia muy católica y franquista, alineada por militares y señoritas de antaño. En este contexto, Fabianito solo ve saciada su curiosidad sexual a través de la rama más rebelde de su familia: su tía Clara y su primo Marianín. Alrededor de la acción principal, se suceden largos planos-secuencia en los que se entremezclan multitud de historias paralelas, a cual más disparatada.

Através de un guión clásico y humorístico, sin salirse del patrón de las películas anteriores, se ofrece un fresco nostálgico de la sociedad española de finales de los 50, poco antes de las transformaciones que iba a experimentar en los 60 y siguientes como consecuencia del desarrollo económico. Se trata, pues, de una España ignorante, supersticiosa, socialmente muy jerarquizada y que endiosa todo lo que llega del extranjero.

Este último concepto se ve claramente plasmado con la llegada a la casa de uno de los primeros televisores alemanes. A pesar de que la señal y el sonido son nefastos o nulos, tanto los señores de la casa como el servicio doméstico pretenden engatusar a vecinos y allegados con el aparato, que es una basura pero, eso sí, alemana. Por supuesto, también se describen otros aspectos muy reconocibles de la época, como la desigualdad de género, las relaciones extramatrimoniales, la pasión por los toros y la religión.

Por su parte, la música es un elemento de ambiente clave dentro de la película. Nada más empezar, los tonos ya nos van acomodando a la imagen en blanco y negro, al sonido doblado a posteriori, en definitiva, al cine de los 50. También “se cuelan” maullidos de gato y otros sonidos que dotan al film de realismo y humor.

En definitiva, estamos ante una gran comedia del cine español que, al renunciar a muchas comodidades del actual, ha salido reforzada. Una propuesta atrevida y descarada en estos tiempos de grandes producciones y ciencia ficción pero que seguro la historia del cine apreciará.
albasarria
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22 de noviembre de 2011
20 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rafael Azcona era tan bueno que se han necesitado tres guionistas para destrozar su material, y es que "Los muertos no se tocan, nene" es uno de esos ejemplos claros de que cuando las cosas se pueden hacer bien, salen bien. Y cuando salen mal, son desastrosas. Lo que aquí se plantea es recuperar un trabajo del fallecido guionista y que completa una trilogía iniciada por "El pisito" y "El cochecito", para lo que se nos lleva a los años 50, a Logroño, donde la muerte de un hombre de 99 años reúne a una familia, creándose una serie de enredos muy en la línea de los de "Esperando la carroza" de Alejandro Doria. El planteamiento es divertido y hay un cierto intento por respetar la memoria de Azcona, utilizándose recursos del cine de aquellos años sobre todo a nivel visual, recurriendo a la fotografía en blanco y negro.

Todo lo demás (vamos, intenciones al margen) son problemas. Enormes. Hay una escena concreta que define la película: tras varios intentos de chistes de pedos en situaciones poco apropiadas, el personaje de Álex Angulo está -literalmente- cagándose. El baño está ocupado y le dan una palangana para que se libere de su carga. El personaje de Carlos Iglesias coge una escoba y usa el palo para recoger los pantalones y los calzoncillos de Angulo, manchados por los excrementos, y cada personaje que aparece en escena se lleva las manos a la nariz. Así es la película: apestosa. Ni siendo en 3D se habría conseguido plasmar esa sensación con más tridimensionalidad, porque la mierda, en blanco y negro, o en color, es mierda. El reparto está de pena (la única excepción es la siempre cumplidora Mariola Fuentes), los niños dan vergüenza ajena y los demás, que no son malos actores, aquí están terribles, intentando imitar el estilo cómico de las películas de Berlanga y haciendo el más absoluto de los ridículos.

Si la película fuese simpática aún se podría perdonar su irregularidad, o incluso el hecho de que sea fallida. Pero cada (intento) de situación divertida, la forma en que usa el slapstick y va enlazando enredos, es de una pobreza alarmante, tanto a nivel de guión como de imaginación visual. Queda así una propuesta que provoca el mayor de los tedios y que da una pena inmensa, porque Azcona no merecía algo así. Si se encontrase un guión perdido de Stanley Kubrick y se le diese a Michael Bay para que lo rodara, probablemente saldría una película mucho más fiel al espíritu original del autor que lo que consigue José Luis García Sánchez con su propuesta. Su único ¿mérito? es demostrar una vez más que Azcona era único y que no puede replicarse. Porque esto es lo que intenta "Los muertos no se tocan, nene", un muñeco de cera, una pobre imitación del original que no sabe (ni puede) replicar, ni capturar, el alma del guionista de algunas de las mejores películas españolas de la historia. Un bodrio absoluto y rotundo, indefendible incluso desde la nostalgia, sin la capacidad para provocar ni una miserable sonrisa.
Caith_Sith
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16 de abril de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
234/09(19/11/12) Me temía lo peor con esta cinta, arrastraba críticas que la destrozaban, sin ser notable no es ni mucho menos mala. Es la tercera parte de la trilogía azconiana iniciada por el italiano Marco Ferreri en 1959 con ‘El Pisito’ y en 1960 por el mismo director en ‘El Cochecito’, las tres historias están en el libro de Rafael Azcona ‘Pobre, paralítico y muerto’, una dura crítica a la sociedad de la época. José Luis García Sánchez se pone al frente del proyecto en lo que es un homenaje al más grande guionista español, para ello guarda el respeto al blanco y negro en que se rodaron las dos anteriores. Estamos en Logroño a finales de los 50, en un piso de una familia católica y franquista, con los dogmas que esto conlleva, muere el abuelo de 99 años, toda la acción se desarrolla durante el duelo en la vivienda, y varias historias se entremezclan en lo que ansia ser un fresco histórico del momento, en el centro estará Fabianito (Airas Bispo) un adolescente de 14 años con la lívido efervescente que ve en un moderna tía Clara (Blanca Romero) una válvula de escape para su calenturienta mente. El relato es una nostálgica propuesta sobre los cambios generacionales que se producían en España, de cómo los jóvenes pretendían desafiar el status quo, de cómo el futuro llegaba a los hogares, ejemplo la televisión que aparece en medio de un funeral, entonces un televisor era marcar el poder adquisitivo de una familia, daba igual que la señal impidiera ver la imagen. Se arremete con irregular humor contra el catolicismo, la marginación social o el machismo, se alternan buenos momentos con otros que rozan la astracanada, ello con melancólicos tributos al estilo Berlanguiano con largos planos-secuencias. Se atisba la mala leche de Azcona, aunque José Luis Sánchez no es ni Ferreri ni Berlanga, está a años luz de su ingenio, aún así deja notables destellos. Tampoco los actores son los que fueron, aunque es reseñable una de las últimas apariciones en pantalla grande del gran Carlos Larrañaga, pecan en muchos casos de sobreactuados, repelente me queda el mozo Airas Bispo, veneno para la historia, igual es por el recurso de haber grabado sin sonido y tener que metérselo doblado, le ha quedado regular esta medida. Al relato se le ven grandes posibilidades pero es un quiero y a veces puedo, ha quedado demasiado artificioso, rozando lo teatral, me da la impresión que al querer ser tan homenaje se han olvidado de tener libertad creativa con lo que se han acartonado, no se mantendrá en el recuerdo pero tampoco te aburrirá. Su puesta en escena no pasa de austera con una claustrofobia ambiental que rezuma teatro. Es de agradecer su corto metraje que impide lleguemos en momento alguno al tedio, quedándonos una interesante y agradable divertida agri-dulce comedia negra, una radiografía costumbrista con algún momento hilarante, entre los que no está Fabianito. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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6 de septiembre de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los muertos no se tocan, nene 2011

Peli hecha a la antigua, rodada en Blanco y negro, con humor sano y muy español.
Perede, viendo esta peli que estemos en las decada de los 60's o 70's porel tipo de peli que es.
Me gustó mucho volver a ver a Carlos Iglesias hacía tiempo que no lo veía.
Resumiendo una comedía como las de antes, donde el humor gira entorno a la muerte, sencilla pero no por eso mala.
Interpretaciones teateras y exageradas.
Mi nota: 6.
princesa88
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15 de agosto de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una auténtica pena que esta película no se hubiese rodado en su momento, a finales de los cincuenta o como mucho primeros de lo sesenta. Y que no hubiese un Berlanga o un Ferreri detrás, porque los resultados no serían el 7 que le doy al film, sino posiblemente un 9 como mínimo. Pero eso son conjeturas. Nunca lo sabremos.
En su lugar debemos contentarnos con ver al fin adaptada a la pantalla esta historia con un cierto aura de respeto gracias a que el proyecto lo ha asumido García Sánchez, director por otra parte irregular donde los haya. Afortunadamente no estamos ante el García Sánchez responsable de bodrios como "Don Mendo Rock", aunque tampoco ante el autor de "Las truchas". Estamos ante un García Sánchez en la estela de su buen hacer de "La corte de Faraón" o "El love feroz", incluso ante el García Sánchez confabulado con Azcona de "Pasodoble", con la que cierto aspecto de vodevil mantiene relación.
García Sánchez se rodea de buenos actores -la mayoría de caracter- de nuestro país, para entroncar con la tradición de aquel cine perdido. Y consigue una obra estimable, divertida, con la suficiente mala baba y el suficiente humor negro como para que acabemos el visionado satisfechos por lo visto y tranquilos por no haber visto mancillado el legado de Azcona.

P.D.: Azcona fue uno -si no el más- de los grandes guionistas españoles, pero seamos serios, que no nos ciegue la admiración. También firmó espantosos guiones en muchos casos para este mismo realizador.
Fendetestas
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