Los muertos no se tocan, nene

Lamentablemente, y por mucho Rafael Azcona que se precie metido en el asunto, josé Luis García Sanchez no es Berlanga, ni siquiera el propio Azcona llega de lejos, al menos aquí, a un pálido reflejo de los Jardiel Poncela o Fernández Flórez del costumbrismo cómico español al uso.

"Los muertos no se tocan..." es la repetición "ad nausea" de lo que en su tiempo, fué el aceptable y corrosivo humor negro español, pero esta vez, en su línea de reiteración descarada, con la que el autor del pergueño se plagia a sí mismo, demostrando con ello, al menos en la versión para la gran pantalla, que la fuente está agotada y seca y no da más de sí.

Impregnada de "tics" de pesado "topicazo", tanto Sánchez, por su realización, como Azcona por su visión literaria, ponen de manifiesto hasta que punto es verdad que "lo poco gusta y lo mucho cansa.." sobre todo cuando la singladura se lleva a cabo de forma torpe, aburrida y carente de inspiración, para poner "con martillo y escarpe" situaciones ya vistas un millón de veces en el pasado, pero esta vez, con dosis extra, absolutamente letales, de lo de siempre, peligrosamente cercanas, en la actualidad a las, para mí, infumables comicadas marujas de "Mediaset" y la marca "José Luis moreno". Ya esta bien...Hombre..!

Ni siquiera los dibujitos de "Mingote" me hicieron esbozar la más tímida de las sonrisas, no digamos el resto...

Irritable, saturada y prescindible..Una estupidez sólo apta para los espíritus afines a este tipo de humor, que en sus actuales planteamientos, ya no resiste frente a la nueva imaginería cómica, y menos en un tiempo en que los americanos (lamento decirlo) nos dan "sopa con ondas" en sus divertidísimos y agiles "sitcon".
Huir.

Esta película es en realidad una obra de teatro (malo) filmada al estilo de los antiguos Estudio 1 de Televisión Española, incluso utiliza alguno de aquellos actores, pero eso sí, carece de la calidad de aquellas producciones. El guión juega a crítica social, pero es burdo, manido y sin gracia, con unos diálogos que mas que reír dan pena. Y que decir del trabajo de los actores, todos ellos de renombre, es tan esperpéntico (verdad Sra. Marsó), que la palabra trabajo pierde aquí todo su contenido.

Querer comparar esta película con cualquiera de Berlanga suena como poco a surrealista y ofensivo. Creo que lo único interesante de la película es el cartel (ofrece más que todo el metraje de la misma).

Resulta que una comedia mal interpretada, mal rodada, realizada con cuatro euros, de aspecto más que televisivo y de guión poco menos que inexistente es considerada por parte de la crítica como "una vuelta a la genuina comedia española". Pues no, para un servidor, visionar 'Los muertos no se tocan, nene' fue casi una pesadilla de la que no sé si me recuperaré en los próximos meses. Y sí, Rafael Azcona forma parte de lo mejor de nuestra historia y tiene guiones excelentes para alguna que otra obra maestra, pero me irrita su obsesión por la muerte y la, sí, mierda. Para Azcona ver, oír y oler a la gente cagando debía ser muy gracioso y así lo plasmaba en sus escritos. Para mí no lo es. Ya tuve la desgracia de ver el zurullo saliendo del ano de 'La marrana' (José Luis Cuerda, 1992) y, vive Dios, que tenia bastante, hasta que vi lo del palo y los calzoncillos de esta comedieta. Asco.

This is the end, my only friend.
Se nota mucho que es un intento envasado al vacío desde las afueras de Azcona pese a que crean que están dentro, es una copia sin alma que a ratos es graciosa sobre todo con algunas expresiones más que con las forzadas situaciones y que en otras da casi vergüenza ajena por obvia o grosera, pero en general se aprecia como siempre, como si fuera algo nuevo, a la última moda, nos lo quitan de las manos, y mucho más ahora que vivimos insertados/incrustados en plena era de mojigatería integrista religiosa ramplona, ese soplo de aire fresco que supone miserabilizar a todos de tal forma que así se les humaniza más que nunca, se les quita las ínfulas, la pedantería, la impostura, la moralina, la pretensión, la falsedad, sí, la hipocresía, la/los desnuda y deja en el puro hueso, en el despojo del deseo y la necesidad, en el fracaso como una de las bellas artes.
No todos los actores están igual de bien tampoco ni mucho menos ni los personajes tienen el mismo peso o cachondeo, es en definitiva una obra irregular, fallida, que te reconcilia por un escaso momento con el género humano, ese trozo efímero de tiempo en el que la máscara de puro grotesca desaparece, cae al suelo, de bruces, ese espejismo que hace que se vea de la gente el espíritu, esencia o lo que sea tan igual a la tuya, sí, por increíble que parezca a todos o a ninguno, es para cualquiera y nadie esta obra, y mucho o nada les duela contemplar ese reflejo feo que tan claro les devuelve esta cosa, vade retro, me niego, yo soy diferente a eso, mejor, otro, algo mucho de lo tan humano que ahí veo me es completamente ajeno, no me identifico, del demonio huyo.

García Sánchez se enfrentaba a todo un papelón, y seguramente él mismo era consciente de ello. Ni siquiera comparamos esta película con alguna otra que se haya hecho, sino con las sensaciones que imaginamos que tendríamos ante una película con guión de Azcona, en el momento en que la novela fue concebida. Y no se puede combatir contra fantasmas. Con "Los muertos no se tocan, nene", sólo se podía perder. Lógicamente, Azcona, Ferreri y Berlanga son irrepetibles, pero también el contexto social y cinematográfico es otro. No tiene sentido rodar ahora "El nacimiento de una nación" intentando copiar el estilo de Griffith. Es más, quizá cinematográficamente la película pueda tener valor, pero la mordacidad y la crítica social queda desfasada, casi grotesca.

En mi opinión, eso es lo que le pasa a la película. Su gran problema es el respeto casi reverencial que sus autores demuestran por Azcona. Y claro, a día de hoy la crítica a la rancia sociedad de una ciudad de provincias en la España franquista suena desfasada y trasnochada. Máxime cuando no tienes que lidiar con la censura.

El material es bueno y el tratamiento coral de plano-secuencia y subramas entrelazadas recuerda a las viejas películas de Ferreri o Berlanga. García Sánchez es fiel al estilo del maestro, pero al conjunto le falta tensión. Algunas situaciones son divertidas, pero otras rozan la caricatura más sonrojante. La pobre puesta en escena ayuda poco, y algunos actores están "pa matal-los". Los niños están poco creíbles, la verdad.

En fin, "Los muestros no se tocan, nene" me ha parecido un sentido, emocionado y merecido homenaje al genial Rafael Azcona, pero como obra cinematográfica aporta poquito.