Un revólver solitario

David Robles, un aventurero mexicano, mata a un pistolero en la ciudad corrupta de Mesa. Los habitantes del pueblo ofrecen a Robles el puesto de Sheriff para que termine con la corrupción que reina en la ciudad.
No empieza muy bien la película con un ritmo lento y con una historia que comienza a desarrollarse sin antecedente alguno. Pero a medida que vamos conociendo a los personajes y el rirmo narrativo se acelera nos damos cuenta de que la película es 'algo más' que una modesta muestra de cine B. David Robles (magistralmente interpretado por Anthony Quinn) es un personaje fascinante. Es un salvaje que de tonto no tiene un pelo y, además, con las ideas muy claras. Quiere a Stella y quiere respeto. Y, aunque nadie apuesta un centavo por él, va a resultar un caballo ganador. Y no lo ha tenido fácil: pistoleros, hipócritas, traidores y... una mujer herida de carácter casi indomable que le perjudica tanto como le ayuda. No es otra que Katy Jurado. Entre ella y Quinn forman una pareja de muchísimo cuidado.

Otro de esos westerns más que interesantes que la década de los 50 nos dejó.

El principio puede resultar algo lento como bien dice nuestro compañero, pero a medida que avanza temas como el orgullo y el amor de un rudo pistolero empiezan a interesarnos.

El personaje de Dave Robles es un hombre que vive de su revólver, se emborracha más que nadie pero dentro de él se puede ver a un hombre íntegro, capaz de enamorarse. Estella hace de contrapunto, una mujer madura y fría que conoce perfectamente a este tipo de hombre, pero que no puede huir de su atracción.

El reparto principal está genialmente escogido. Anthony Quinn fue un brillante actor que bordaba este tipo de papeles. Además, es el actor que cuando se emborracha lo hace más creíble que nadie. Katy Jurado era perfecta para este tipo de papeles.

Se trata de uno de esos westerns de bajo presupuesto que pasaron inadvertidos pero que siendo visionados ahora a mi me resultan interesantes.

Sí vale, es una producción muy modesta con muy poca acción y un mínimo escenario pero no me digan que la historia no está soberbiamente construida, aparte del placer de disfrutar de Anthony Quinn.
Un pistolero llega a una ciudad en busca de venganza. La sipnosis en esta ficha no lo explica bien. Le ha costado cinco largos años adquirir la destreza suficiente para enfrentarse a aquel que le enseñó que un hombre sin revólver es vulnerable. Y si es vulnerable, no puede hacerse respetar.
Pero Quinn aprenderá muchas más cosas en su estancia en la ciudad. Sobre todo de una morena airada que no se va a dejar impresionar lo más mínimo por las muescas que exhiba en su cartuchera y también de sus convecinos que, a la vista de su habilidad, le ofrecerán el puesto de sheriff.
Y una de las cosas que aprenderá es que no es lo mismo el respeto que el temor. Quinn anhela ser respetado y querido pero eso va a ser imposible.( spoiler)
Un pistolero nunca va a poder ser bien apreciado en una comunidad. Se le podrá ser considerado útil ,mientras sea necesario, pero una vez acabada su función, el temor hacia su persona hará imposible su integración.
Y Katy Jurado tampoco se lo va a poner fácil. ¿ Por qué habría de hacerlo?. Como la gran mayoría de los hombres, Quinn se siente orgulloso de poder defenderse y defender a los suyos. Se siente un hombre. Y como la gran mayoría de los hombres, luego terminan con una bala perdida en el cementerio dejando viuda e hijos para que se las apañen como puedan.
No, no. Un revólver, además de carta de soledad, es un pasaporte al más allá. Para defenderse y hacerse respetar de verdad hay otros medios. Por ejemplo la inteligencia.
Un final magnífico, realmente inquietante, donde se tornan las balas por faroles del juego de póker me ha resultado muy estimulante. Habrá poca acción pero la partida no está mal ¿no?.

Mesa es una ciudad muerta. El primero que lo sabe es Ed Banister (Whitney), un antiguo pistolero que ahora regenta la cantina a la que quiere atraer el lumpen del gremio para que se maten entre ellos y levanten el negocio, "El pistolero o muere joven o llega arruinado a viejo".
El primero que acude es David Robles (Quinn), un vagabundo que despacha sin contemplaciones al colega. Agasajado por Ed, "Los amigos de los pistoleros son otros pistoleros", bebe a conciencia con el borrachín del pueblo, Breeze Morgan (Bissell), y acude luego a la consulta del Dr. Adams (Fowley) a curar una herida.
Curioso doctor que según el cartel de la entrada atiende de 9 a 5 como médico, dentista, enterrador y veterinario. Con la ayuda de Estela (Jurado) venda al paciente al que recomienda jabón. Un dólar cuesta la cura y el consejo.
Historia muchas veces vista pero desarrollada a través de un gran guion que dosifica el ritmo que, poco a poco, va in crescendo. Notable asimismo la realización que se detiene a presentar las personalidades, complejas, de David y de Estela.
Y el pueblo al fondo. Personas de "bien" que rechazan la violencia, que quieren la paz, pero quieren que la impongan otros. En este caso David al que ofrecen el cargo de sheriff, "Para luchar con el fuego hay que poner más fuego". Bien pagado, 100 dólares al mes ... mientras dure la purga. Para limpiar de ratas una casa hay que meter una serpiente, que se mata sin contemplaciones cuando acaba con los roedores.
Magnífica escena la del baile ciudadano y el desprecio hacia el forastero.
Como lo es también la tensión que se palpa en el duelo final entre pistoleros. La cámara mira el reloj mientras el pueblo entero sale expectante y morboso a la calle. Ed, "Solo ante el peligro", acompañado como en la cinta de Zinnemann por Estela. El drama está servido.
Buenas interpretaciones, sobre todo de Jurado y de un magnífico Quinn al que no le importa entonar por lo bajo una canción que habla de la libertad de un pajarillo.
Notable película muy poco conocida que merece una oportunidad. ¿Se la vamos a negar?

Harry Horner fue, por si alguien no lo sabe, un excelente director de arte estadounidense nacido en la Bohemia alemana (comenzó con Max Reinhardt), un realizador con una excelente carrera en Hollywood y en TV que incluso ganó un Oscar al mejor diseño de producción.

En fin, el importante artesano Horner rodó este western califico de estupendo, con un exiguo presupuesto, pero con un resultado estupendo y atrayente para el espectador.

Fueron sus principales intérpretes un magnífico Anthony Quinn que llena pantalla, junto a una hermosa y eficiente Katy Jurado, ambos sintónicos, con química, y sus trabajos actorales de excelencia.

Cuenta la historia de un pistolero mexicano bebedor que quiere hacer borrón y cuenta nueva a su vida de violencia y muerte. Un mal día, en el pueblo de Mesa, mata a Ed Banister (muy bien Whitney), un hombre de colt rápido pero que pierde en el duelo, e incluso ayuda al Sheriff al que iban a colgar, tiroteando a otros dos malhechores beodos, lo cual que el pueblo, harto de tanta muerte y anhelando la paz, le nombra sheriff de una comunidad corrupta por sus habilidad con el revólver.

La cinta es breve y alterna pasajes de ritmo lento con otras partes de ritmo trepidante. Es, así, un western interesante de aquella década de los 50 que aborda temáticas como el orgullo, el sentido de la responsabilidad, las consecuencias impensables de la bebida y también el amor del rudo pistolero protagonista (Quinn) con la enfermera del lugar (Jurado).

Tiene una música palpitante de Fred Steiner junto a una buena fotografía de Stanley Cortez (B&N), junto a una magnífica puesta en escena, y la historia muy bien construida de un pistolero-sheriff que no consigue ser bien acogido ni respetado por la comunidad de parroquianos que lo han contratado, que lo han hecho sólo por su manejo de las armas.

Una película más interesante de lo que pueda parecer a primera vista, con unos recursos narrativos que saben alzar la cinta, a pesar de sus escasos medios de producción.