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Fyre

Fyre
2019 Estados Unidos
Documental, Intervenciones de: Billy McFarland, Ja Rule
6,5
3.584
Documental Fyre fue promocionado como un lujoso festival de música en una isla privada de las Bahamas con actuaciones musicales de primer nivel, supermodelos en bikini y servicios pijos. Los organizadores ofrecían un evento exclusivo y en poco tiempo vendieron todas las carísimas entradas. Pero los invitados llegaron a la isla para descubrir que la realidad estaba muy lejos de esas promesas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
26 de enero de 2019
43 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un niño de papá se cree omnipotente desde la atalaya que ha construido al hacerse millonario vendiendo humo. Un humo que gustosamente le compran otros niños de papá, influencers y demás pijos aburguesados que son básicamente carteles de publicidad andantes. Personalmente siento una profunda satisfacción al ver caer al primero y al ver llevarse una hostia de realidad a los segundos. Claro que luego pienso que seguramente nadie ha aprendido nada sobre todo esto y se me pasa.

Este documental puede tomarse como una anécdota aislada absolutamente delirante y poco más, pero no quiero pasar tan por encima de al menos dos de sus temas. Por un lado: lo que conlleva que la economía se pueda dejar en manos de millonarios que sólo están ahí por el hecho de serlo, sin cuestionar jamás la procedencia de la fortuna que les otorga esa posición, y a los que lo único que les motiva es hacer caja a cualquier precio. Por otro lado: la normalización del marketing (esa infame herramienta empresarial para estimular deseos por encima de las necesidades), que manipula al consumidor cada día y a cada momento, instrumentalizando a los llamados influencers a golpe de transferencia mientras nos pretenden hacer creer lo contrario.

Lo que quiero decir es que, si piensas que lo que rodea al Fyre Festival es una cosa de las élites que no te toca de cerca, pregúntate por qué este verano tenemos que pagar 200 euros para ver a Muse compartir escenario con C Tangana y otros veinte grupos random que tocan de tres en tres. Y por qué tenemos que pagar otros 50 euros por una zona de acampada con parcelas que recuerdan a un campo de concentración. Y por qué en esa zona de acampada nos venden agua a 4 pavos y el bocata de chorizo cuesta tres veces más que el del bar que está a cincuenta metros saliendo a la derecha. Y por qué, a pesar de saber que todo esto va a peor, nos seguimos dejando la pulserita en la muñeca las semanas siguientes.
Nelder Nei
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8 de febrero de 2019
41 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este documental nos muestra como Billy McFarland, joven rico de Nueva York, intenta llevar a cabo la descabellada idea de montar un festival de música para gente rica en una isla en mitad del caribe y el inevitable desastre en que termina la idea. McFarland promociona su festival a base de mentiras y miente a los inversores, como un malvado embaucador particularmente inútil, que trata de retrasar, que no evitar, la catástrofe que se avecina. Como espectador, uno siente un cierto placer culpable al ver a todos esos niños pijos siendo engañados y encontrándose en un descampado con tiendas de campaña y colchones mojados, de tal manera que en un primer momento uno no se da cuenta de que hay algo que no cuadra en este relato.
¿Es posible que todos los organizadores fuesen engañados por McFarland? ¿Cómo puede entenderse? Todos los entrevistados hacen vagas referencias a que creían que McFarland era un genio, un visionario, que creían en él, aunque era evidente que todo era mentira. Este relato no es verosímil, y parece un intento de los participantes de desviar toda la responsabilidad hacia un conveniente chivo expiatorio.
Todo esto cobra mayor sentido al ver que Jerry Media, la empresa encargada de promocionar el festival, es la productora del documental. Al enmarcar el desastre como fruto de una sola persona y diluir la responsabilidad del resto de los participantes pretenden que el público no les reclame su parte de responsabilidad por promocionar el festival. Incluso se permiten dar un paso más y aprovechan la oportunidad para hacerse autobombo en cierta parte, al decir que McFarland contrató a “los mejores” para promocionar el festival. Simplemente patético.
Este documental es un caso muy claro de hipocresía y conflicto de intereses, y no debe tomarse en serio.
Albert_Feynman
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20 de enero de 2019
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Chris Smith nos demuestra una vez mas que la realidad supera a la ficción.
El director se posiciona como un ojo que todo lo ve, sin omitir opinión, mostrando el desarrollo de unos hechos que invitan a plantearse muchas cosas: Desde como funciona la industria de la publicidad hasta cuan superficial puede llegar a ser el ser humano.
Como espectador uno se puede quedar a observar (como si se tratase del "Titanic") el estrepitoso fracaso hacia el que se dirigen los responsables del Festival (y sus consecuencias) y en el camino sacar algunas conclusiones acerca de los tiempos que corren, rodeados de influencers, likes y direccionamiento mediático. Todo se compra, todo se paga, todo se vende, sea real o no, desde un "like" hasta un "ticket" de 4.000 dolares, simplemente por estar, por ser y por pertenecer.
Passereau
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26 de enero de 2019
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras Jordan Belfort y Tommy Wiseau llega, Billy McFarland. En lo que es una nueva entrega de: ´El hijoputismo no solo reside en la política´.
En "Fyre", primer documental de producción propia que lanza Netflix en 2019, presenciamos el antes, el durante y el después de toda la estafa entorno al Fyre Festival, celebrado (o no, según se mire) a finales de abril de 2017. Convirtiéndose por todo ello el producto en una experiencia verdaderamente inmersiva. Y todo con una clara figura central, la de Billy McFarland, su perpetrador.
El fraude entorno al Fyre Festival le sirve a Chris Smith como estupendo prisma para analizar e incluso alertar sobre ese peligroso doble fondo de las redes sociales. Aunque el documental también sirve para abordar esa siempre candente batalla entre el yo real y el yo digital, algo que Netflix ya abordó en la reciente "Cam" (Daniel Goldhaber, 2018). Esa contienda la vemos representada en la figura de Billy McFarland, una suerte (o desgracia) de inepto caradura con serio complejo de flautista de Hamelín para millennials, amplificado por las redes sociales. Evidentemente todo lo concerniente al festival de marras es el señuelo usado por Smith. Un buen anzuelo, por cierto. Ahí "Fyre" se aprovecha muy bien de las redes sociales (porque si, también tienen lado positivo) para recuperar todo el material audiovisual de los engañados festivaleros y, de esa forma, darle mucho realismo al producto. Llegas a sentir lo que sintieron los pobres timados, desde la vergüenza inicial cuando se destapa el pastel hasta la ira final. Es por eso que, al final, "Fyre" resulta muy efectivo e inmersivo.
Durante este principio de año el servicio de streaming HULU sacó otro documental sobre esta historia, "Fyre fraud" (Jenner Furst & Julia W. Nason, 2019). No lo he visto, pero me gustaría pensar que se complementan.
No siendo yo muy dado al documental he de admitir que "Fyre" me ha gustado bastante. Ha juntado interés, curiosidad y reflexión, tres virtudes, para mi necesarias. Y me ha dejado una pregunta. Siendo yo bastante activo en redes sociales, medio por el que se propago este virus del Fyre Festival, ¿cómo es posible que hasta el día de hoy no me haya enterado de todo esto?...
Isaac Paskual
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6 de mayo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
120/05(05/05/20) Muy entretenido documental dirigido por Chris Smith versando sobre el fallido Fyre Festival de 2017 (el llamado mejor Festival que nunca sucedió), gira alrededor de la figura del vende-humos Billy McFarland, alma mater del proyecto, charlatán vende crece-pelos que llega a decir: "Estamos vendiendo un sueño imposible al perdedor de clase media”. No cuenta nada original, ni novedoso, ni tiene una puesta en escena singular, pero el ritmo y testimonios en su frescura te hacen un metraje satisfactorio. Historia de una gran estafa, de cómo se organizó un gran macrofestival en una isla de las Bahamas (se suponía sería en la de Pablo Escobar), se vendió que habría tops-models, grandes actuaciones, lujosos alojamientos, deliciosos manjares a degustar, y por supuesto playa y mucho alcohol, esto con paquetes de entradas que costaban hasta 250,000 $. Y cuando llegó el día del estreno la situación no era la vendida, distaba mucho (siendo muy benévolo). Pero este engaño no hubiera sido posible por sí solo con el ínclito McFarland, hay muchos cómplices o también embaucados por el ‘visionario’ Billy, y estos son en su mayoría los que dan su versión de la historia, también tuvo vital importancia la era de las redes sociales y sus (tóxicos) influencers en difundir la promoción, reclamo y anzuelo para el timo. Gracias a la megalomanía de McFarland existen cientos de horas de grabación de cómo se gestó Fyre Festival, este gustaba de tener un equipo de grabación tras él, bizarros montajes de estos rodajes se mezclan con las típicas cabezas parlantes, con imágenes de archivo, y con ágiles ediciones cual si estuviéramos navegando por la Red (Publicidad falsa), para conformar un relato atractivo y fluido. Donde hay cabida para los críticos que alertaron sobre la Fiesta-Fake, pero la masa de gente hipnotizada por el hedonismo publicitado no podía ver la realidad.

En su contra queda que una vez acabado no sabes bien quien es Billy McFarland, quedando en un cliché promotor del esquema Ponzi, o no. Pues nunca queda claro si el Festival Fyre fue siempre una estafa o fue algo que a los organizadores se les fue yendo de las manos y terminaron por no poder cumplir las expectativas que ellos mismos se pudieron crear, esto me queda en una nebulosa. Se deja entrever que la estafa Fyre pudo estar originado en la necesidad de pagar un negocio anterior de Billy, como fue la tarjeta de crédito Magnisses, sugiriendo que pudo ser una timo piramidal donde el dinero de los inversores para el Festival fuera a parar a Magnisses, pero esto solo es sugerido sin entrar de verdad en ello. Tampoco sabremos nada del pasado de Billy, de sus orígenes, de si tiene estudios, parece arrancar de la nada en su grandilocuente sentido del Sueño Americano retorcido, donde ve oportunidades de enriquecerse en la decadencia de gentes que pagan aberraciones por estar junto a gente VIP, aunque en su ‘proyecto’ arrastre a inocentes, como lo fueron todos los de la logística del festival (los que lo construyeron y los del catering). El documental parece quedarse en la superficie, casi como un piloto de lo que será la serie del documental, por ello no llego a emocionarme o encolerizarme como si debiera, a lo que ayuda que todos los testimonios arecen pretender quitarse las culpas de encima, cuando no creo que su codicia no estuviera en cierto modo emparejada a la de Billy, no creo estuvieran totalmente a ciegas de sus chanchullos. Queda para la posterioridad el brindis leit-motive de Billy: "Aquí hay que vivir como estrellas de cine, festejar como estrellas de rock y follar como estrellas porno", le faltó decir ‘... y que lo pagan miles de pardillos”.

Llama la atención que el documental este coproducido por Jerry Media, agencia de medios sociales responsable de promover el Fyre Festival y encubrir el fraude, y MATTE Projects, la productora que dirigió la filmación promocional del Fyre Festival. Jerry Media se acercó a VICE con la idea de un documental tres meses después de los eventos. Según Netflix, el documental fue idea de Smith. Con esta información que he descubierto a posteriori me siento un tanto manipulado ante una potencial filtración y alteración de los hechos en pos de quitarse culpa del fraude.

El canal streaming Hulu lanzó cuasi-al tiempo otro documental sobre los hechos, Fyre Fraud, que no he visto, pero que he leído tiene el aliciente extra de tener al propio Billy McFarland dando su versión de los hechos. El director Chris Smith también lo quiso en su film, pero este le pidió cobrar y el realizador se negó, sin embargo se dice que para el coetáeno no pidió plata (¿?). Me crea contradicciones el mostrar a este estafador dando su versión, pues puede ser morboso escucharlo, pero a la vez retroalimentas su ego y le puedes hacer el caldo.

Asistimos a la génesis del proyecto de fiesta Fyre, donde tiene gran importancia el rapero Ja Rule (tipo arrogante, que parece ese fue de ‘rositas’, libre de culpa, cuando fue uno de los impulsores de Fyre Festival) entre ambos planearon como llamar a la atención el mundo con diferentes medios mancomunados en favor de crear una falsa ilusión de Edén moderno, ello con videos bucólicos, de una isla paradisiaca, poblada de modelos populares (Emily Ratajkowski, Hailey Baldwin, Bella Hadid...), yates, motos de agua, alcohol, y con ello pretendían promocionar una especie de (llamado por ellos mismo) el Uber de las fiestas, cual presentación sería la primera fiesta. ‘Quieres que Taylor Swift participe en el bat mitzvah de tu hija? Simplemente haga clic en su avatar y envíele unos pocos millones de dólares a través de Paypal y ella estará en su casa en 10 minutos o menos.’ Pero según vemos en el documental estaba más fabricada en mentes calenturientas juveniles que en la logística real, que fue un tren a descarrilando a cámara lenta, donde gran parte del combustible eran las mentiras de Billy.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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