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Thelma

Drama Thelma no es una chica normal. Desesperada, le pregunta insistentemente a Dios por qué la ha hecho así. Sus padres tampoco son de gran ayuda, sino dos personas misteriosas que se muestran tranquilas ante los poderes que muestra su hija, que, cada vez que siente algo, causa desastres. Cuando Thelma inicie una relación con una compañera, las emociones propias del amor harán estragos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 62
Críticas ordenadas por utilidad
12 de octubre de 2017
64 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
El festival de Sitges ha sido mi primer contacto con Joachim Trier, y tras ver "Thelma" y "Oslo, 31 de agosto", puedo afirmar que Joachim Trier es un director a tener muy en cuenta.

No es fácil hacer una película que gire en torno a los poderes de una joven adolescente. De hecho, estamos más que cansados de películas de superhéroes, de personajes con poderes y de todo lo que recuerde a dicha temática. Joachim Trier, sin embargo, logra un acercamiento realista y comedido al género, sin olvidar que los poderes de la protagonista son un elemento importante de su película, pero sabiendo dotar a su película de mucho más.

El éxito de Thelma radica en saber construir a fuego lento una trama donde la religión, los impulsos ligados a la adolescencia, el descubrimiento de la sexualidad y el misterio se entremezclan, dándonos una película que se disfruta en todo momento, pese a no requerir de artificios ni grandes giros de guión para mantener atrapado al espectador. Thelma es ante todo, una película elegante, con una atmósfera fría y unos personajes bien definidos, que recuerdan a películas como Déjame Entrar.

Para muchos, la gran sorpresa del festival de Sitges 2017, y para un servidor todo un ejemplo de como géneros tan denostados como la fantasía y el terror pueden brindarnos propuestas maduras y complejas cuando las cosas se hacen bien.
leoben
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14 de diciembre de 2017
45 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso que, con toda la mitología superheroica que nos invade, sigamos pensando que para ser un superhéroe sólo hacen falta poderes y ya está.
Como si el impulso de hacer el bien o sacrificarse por el prójimo fuera algo innato en cualquiera, cosa que no es así ni de lejos.
Se nos pasa por alto la figura del tío Ben, del mayordomo Alfred, de los Kent... como si fueran secundarios y no cimientos.

Digo esto porque 'Thelma' es, literalmente, una película de superhéroes.
Con cierta atmósfera terrorífica, desde luego. Narrada en los planos largos y miradas intensas de un drama independiente, sin duda. Pero, intencionadamente o no, esto podría ser el cómic de X-Men más "hartístico" que hayas visto jamás.
Aunque sucede una cosa: ningún profesor Xavier vino a buscar a Thelma al llegar a la mayoría de edad.
Y se marchó a una universidad donde lo último que te enseñan es alcanzar tu potencial.

Ya se deja clara su invisibilidad desde el primer plano aéreo, que tiene que ir desde la generalidad del campus a la particularidad de Thelma, como otra hormiguita que viene a integrarse a la colonia.
La angustia preuniversitaria no queda muy lejos: racionalizar, encajar, cuidar de no sobresalir para que no te señalen... cosas que no suponen un problema, si no te has cuidado en una aislada casa familiar bajo asfixiante tutela.
Aunque esa angustia tiene la ventaja de que todos la sienten, en mayor o menor medida, y por eso Thelma encuentra un hombro amigo en Anja: conocerla nada más salir de la piscina es sólo un bonito detalle simbolizando la uniformidad en la que estaba metida y de la que ella le despierta, en una película llena de melancólicos simbolismos.

Claro que, para Thelma, Anja se convierte en el flagelo de su conciencia: ¿cómo puedo permitirme sentirme así, si me han criado... así? ¿cómo puedo amar así... si me han dicho que el amor es otra cosa?
La historia juega al despiste de los cuentos de hadas, con unos padres a los que hay que llamar cada noche antes de la última campanada, y al martirio religioso, con un pecado original que se revuelve bajo la falda de Thelma, más dulce y liberador cuanto más prohibido se siente.
Parece que esa es la única manera de entender el mundo para ella, en cuentos mitológicos o estrictos dogmas, sin que en ningún momento pueda agarrarse a la fe sencilla que representa esa chica, simplemente, esperándola en la biblioteca o dejándole un hueco en la fila.

Esto podría ser un cómic de superhéroes, sí, pero no habla de salvar al mundo, sino de salvarse a uno mismo de todas las contradicciones e imposiciones que alguna vez nos han cargado.
Cosas contra las que ni el más absoluto de los poderes puede nada, como acaba aprendiendo Thelma, porque desde bien pequeñita le enseñaron que su vida era así y debía temer que le aplastara.

Al final, entiendo por qué Joachim Trier no quería ningún mentor en su historia.
Porque Thelma tenía poder de sobra para resistir el sufrimiento, aprender de ello y cambiar su propio mundo a uno en el que a nadie deba nada.

El último plano es uno particular, uno que pasa por encima de la generalidad.
Y sólo puedo admirar a una chica que, por fin, ha superado el miedo a si misma, todo por el camino que quiere tomar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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7 de diciembre de 2017
25 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que las mujeres tienen poderes es sabido por todo el mundo. No los voy a nombrar para no meterme en líos y no despertar a la bestia. Thelma (Eili Harboe) tiene uno bastante molón aunque puede llegar a ser peligroso, como nos cuenta esta historia explicada de manera triste, lenta y muy lejos de provocar en nosotros eso que denominamos vulgarmente terror. Pero no os preocupéis, la calidad de la cinta lo solventa todo, convirtiéndose en un gran ejercicio cinematográfico, que es en el fondo el motivo por el cual Joachim Trier se ha puesto manos a la obra.

Esa sucesión de imágenes que aparecen en pantalla de manera bucólica se tienen que apoyar en algo consistente. Una de las columnas de Hércules de esta película es una hermosa historia de amor entre dos mujeres. Habéis acertado, Thelma es una de ellas, concretamente la que representa la represión que arrastra de una familia muy religiosa y practicante. La otra es Anja (Kaya Wilkins), una chica mundana que inicia la relación en ese enamoramiento enternecedor.

A causa de esa represión, Thelma desarrolla un poder, heredado de sus ancestros, que la lleva, a través de un duro enfrentamientos con sus padres, a la redención.

Thelma es una estudiante que conoce a Anja, su compañera de carrera. Entre ambas se entabla algo más que una amistad o camaradería. Esa incursión en lo más profundo de sus sentimientos provoca que Thelma descubra que tiene poderes fantásticos.

Con cierto aire al filme Jack and Diane (Bradley Rust Gray, 2012), explica la historia sin ninguna prisa. El guion de Eskil Vogt y Joachim Trier es de altura con una mise en scene inteligente. La única pega de no desarrollar ese poder antes mencionado el cual, hasta casi la mitad de su duración, no sabemos exactamente en que consiste. El público en general, y el de terror en particular, tienen una ávida curiosidad, por lo que os tendréis que armar de paciencia, vale la pena esperar.

Encontramos también reminiscencias hanekianas en algunas escenas, sobre todo de la gran obra del director austriaco La Pianista (La Pianiste. Michael Haneke, 2001). La protagonista de ambos films tiene que luchar con la interiorización del dolor, la forma, como es lógico, es diferente.

Destacar, en el apartado más técnico, la fotografía de Jakob Ihre, tenue y suave como el terciopelo.

Uno de los puntos fuertes de Thelma son las interpretaciones. Para empezar una excelsa Eili Harboe, que llena completamente la pantalla. Le acompaña de manera magnifica Kaya Wilkins. En el resto del reparto Henrik Rafaelsen y Ellen Dorrit Petersen, como padres de Thelma.

Gran película para tomársela con toda la calma del mundo. No esperéis sobresaltos ni grandes escenas de acción o escabrosas. En cambio degustaréis un film hecho con mucho amor, parte imprescindible de toda la historia.

http://www.terrorweekend.com/2017/12/thelma-review.html
TerrorWeekend
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22 de diciembre de 2017
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
A falta de unos pocos días para que concluya el 2017, muchas distribuidoras españolas empiezan a organizar pases de prensa de sus estrenos de enero del 2018. Entre ellos se encuentra la película que Surtsey Films me invitó a ver en el Renoir Plaza de España. Una película que ansiaba ver como agua de mayo: la noruega Thelma, thriller psicológico de Joachim Trier que fue presentado en el Festival de Toronto y que fue premiada con el Gran Premio del Jurado y el Premio al Mejor Guión en el último Festival de Sitges. Sobrino de Lars, llevo años siendo aficionado al cine de este realizador, encontrando en Oslo, 31 de Agosto una extraordinaria película y en El amor es más fuerte que las bombas un ejercicio harto apreciable. Por lo que no podía estar más interesado en su acercamiento al fantástico. Entró en mi agenda en verano, y ya me había olvidado de ella hasta que apareció de la nada este pase, al que acudí raudo cual puma. Y si el resultado final, sobre el que he reflexionado los últimos días, es pretencioso y defectuoso, Thelma es igualmente una película apasionante. Ardua de visionar, recargada y de desarrollo abigarrado, pero sensual en atmósfera, estética y, en última instancia, de vasto impacto emocional en las temáticas afrontadas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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24 de marzo de 2018
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ratos deambula entro lo gótico y lo terrorífico, por momentos asemeja un relato libidinoso sobre el despertar sexual y sensual de una adolescente retraída, en ocasiones aparenta ser un ambiguo y tortuoso drama familiar… aunque también invade la senda del cine místico más candoroso y fatiga las ciénagas de la ofuscación religiosa más rancia. Es decir, propone un sinnúmero de temas y acertijos que pueden desorientar al espectador más perspicaz y avezado, sin renunciar a nada ni resolver del todo el enigma propuesto. Si bien el desenlace yerra cuando trata de forzar algunas respuestas innecesarias que atenúan el misterio, como si temiera que un exceso de turbiedad e inquietud fuera un demérito o una carencia, como si el género fantástico estuviera necesitado de certezas y exigiera desvelar la incógnita para no ser tachado de insensato.

Pese a ese extravío o imperfección – quizás debido a un exceso de racionalismo trasnochado – el balance es muy positivo. Se agradece que nos propongan un recorrido desasosegante y cenagoso que sorprende e inquieta a cada paso, en el que nunca sabe uno con certeza si está presenciando una ensoñación delirante o transitando la realidad más ordinaria y feroz. Esa incertidumbre, esa duda lacerante, es su máximo logro: nada es lo que parece y se abre ante el espectador un itinerario, sin mapa ni brújula, que nos suspende sobre un abismo de sospecha y perplejidad que resulta sugerente y adictivo. Queremos saber más, queremos salir de dudas, queremos que se resuelva el malestar de su protagonista, ya que nos carcomen los mismos recelos y miedos que la sobrecogen a ella.

La palidez de los colores, la frialdad de las imágenes, la aparente nitidez de la narración contribuyen a crear un clima tóxico, a tejer una historia llena de sombras, opacidad y desgracia que nos inquieta y atrapa desde el equívoco arranque en mitad de la nieve o el parsimonioso caminar sobre un lago helado. Basta presenciar cómo un adulto apunta con su escopeta cargada a la nuca de una niña desvalida o presenciar la traslúcida cárcel de unos peces moviéndose bajo una espesa capa de hielo para comprender que alguien se ha dejado destapada la caja de Pandora y los torbellinos del averno se han escapado para sembrar cizaña, infortunio y dolor en un paisaje inmaculado, tan yermo como gélido.

Joachim Trier urde una trama densa y paciente como una espesa y pegajosa tela de araña que nos atrapa, al albur de un destino que nos sobrepasa, abruma e inquieta. Si perdonamos ciertos defectos de guion – su torpe obsesión por atar cabos – el resultado final resulta tan estimulante como siniestro.
antonalva
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