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Voto de antonalva:
7
Drama Thelma no es una chica normal. Desesperada, le pregunta insistentemente a Dios por qué la ha hecho así. Sus padres tampoco son de gran ayuda, sino dos personas misteriosas que se muestran tranquilas ante los poderes que muestra su hija, que, cada vez que siente algo, causa desastres. Cuando Thelma inicie una relación con una compañera, las emociones propias del amor harán estragos. (FILMAFFINITY)
24 de marzo de 2018
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ratos deambula entro lo gótico y lo terrorífico, por momentos asemeja un relato libidinoso sobre el despertar sexual y sensual de una adolescente retraída, en ocasiones aparenta ser un ambiguo y tortuoso drama familiar… aunque también invade la senda del cine místico más candoroso y fatiga las ciénagas de la ofuscación religiosa más rancia. Es decir, propone un sinnúmero de temas y acertijos que pueden desorientar al espectador más perspicaz y avezado, sin renunciar a nada ni resolver del todo el enigma propuesto. Si bien el desenlace yerra cuando trata de forzar algunas respuestas innecesarias que atenúan el misterio, como si temiera que un exceso de turbiedad e inquietud fuera un demérito o una carencia, como si el género fantástico estuviera necesitado de certezas y exigiera desvelar la incógnita para no ser tachado de insensato.

Pese a ese extravío o imperfección – quizás debido a un exceso de racionalismo trasnochado – el balance es muy positivo. Se agradece que nos propongan un recorrido desasosegante y cenagoso que sorprende e inquieta a cada paso, en el que nunca sabe uno con certeza si está presenciando una ensoñación delirante o transitando la realidad más ordinaria y feroz. Esa incertidumbre, esa duda lacerante, es su máximo logro: nada es lo que parece y se abre ante el espectador un itinerario, sin mapa ni brújula, que nos suspende sobre un abismo de sospecha y perplejidad que resulta sugerente y adictivo. Queremos saber más, queremos salir de dudas, queremos que se resuelva el malestar de su protagonista, ya que nos carcomen los mismos recelos y miedos que la sobrecogen a ella.

La palidez de los colores, la frialdad de las imágenes, la aparente nitidez de la narración contribuyen a crear un clima tóxico, a tejer una historia llena de sombras, opacidad y desgracia que nos inquieta y atrapa desde el equívoco arranque en mitad de la nieve o el parsimonioso caminar sobre un lago helado. Basta presenciar cómo un adulto apunta con su escopeta cargada a la nuca de una niña desvalida o presenciar la traslúcida cárcel de unos peces moviéndose bajo una espesa capa de hielo para comprender que alguien se ha dejado destapada la caja de Pandora y los torbellinos del averno se han escapado para sembrar cizaña, infortunio y dolor en un paisaje inmaculado, tan yermo como gélido.

Joachim Trier urde una trama densa y paciente como una espesa y pegajosa tela de araña que nos atrapa, al albur de un destino que nos sobrepasa, abruma e inquieta. Si perdonamos ciertos defectos de guion – su torpe obsesión por atar cabos – el resultado final resulta tan estimulante como siniestro.
antonalva
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