52 vive o muere

Esta película ochentera del magnífico John Frankenheimer y que pasó desapercibida es un ejemplo digno de cómo hacer buen cine sin chirriantes fuegos artificiales, ni desmadradas escenas de acción, centrándose en la angustia del protagonista que tiene como principio purgar sus errores a través de un chantaje elaborado minuciosamente. Roy Scheider se muestra muy comedido en su interpretación, comienza como un hombre desbordado por una situación que le sobrepasa y está desorientado, y no es hasta que hacen partícipe a su mujer cuando da rienda suelta a sus instintos primarios para sobrevivir a la situación. La película dista mucho de ser perfecta, no es una gran película, digamos que cumple muy bien en todos los aspectos sin llegar a destacar en ninguno. La dirección es estimable, fruto de la veteranía del director, en la que no se le escapan los elementos ni interpretativos ni técnicos, en ambos casos muy contenidos y serios, lejos del desenfreno de producciones actuales, por eso quizás no haya tenido una mayor repercusión y se ha quedado un tanto en el olvido.

Roy Scheider es un buen actor de academia que Tiburón le dio la fama y no fue un premio que se encontró, porque su elección seguro que fue justa y merecida. No es que tenga muchas películas de protagonista pero las tiene y muy buenas. Esta que nos ocupa es, lamento decirlo, algo inconsistente aunque ahí puede radicar que mantenga un interés. Es una película de una violencia de la que se estilaba entonces, con personajes muy vistos pero que en realidad, son los que nos encontramos siempre, sádicos, desconfiados y uno mariquituso. El auténtico valor está en las interpretaciones de los protagonistas: Roy, que demuestra ser un actor dramático con muchas tablas y Ann-Margret que hace muy creíble el papel de esposa despechada. Pero también, como digo, los secundarios son un auténtico lujo.

La película crea dudas en el espectador por determinadas situaciones que parecen que se deberían resolver de otra forma pero mantiene un ritmo adecuado. Las localizaciones son interesantes y como simple y mero entretenimiento peliculero cumple su función con creces. No es un film a descubrir pero para seguidores de Roy o como ejemplo de cine de aquella época sirve muy bien. El argumento es también muy típico pero ofrece sus variantes como por ejemplo la ausencia presencial de policía, y un John Glover como vil extorsionador con un físico que le va a las mil maravillas para el papel. En la vida real es gay y seguro que no extorsiona a nadie. Yo la recomendaría pero con reservas.

Los personajes interpretados por Scheider y Margret forman un matrimonio en crisis, debido a que el primero piensa demasiado con su entrepierna y muy poco con su cabeza. Lo que no esperaba es que dicha situación se fuera de madre completamente y pusiera en riesgo no sólo su matrimonio, sino las vidas de ambos inclusive. Y todo llevado a cabo por un trío de rufianes en el que manda un John Glover clavado por aquel entonces al David Bowie más ochentero (incluyendo el diferente color de cada ojo).

Dirige John Frankenheimer de forma eficaz. Siempre se ha dicho que es un director que, pese a gustar, tiene un estilo televisivo demasiado marcado, aunque en este caso no se nota tanto, al menos bajo mi parecer. La banda sonora me parece horrible y de las actuaciones lo más destacable es el villano interpretado por Glover.

La historia al principio puede parecer no demasiado interesante, pero estando de por medio la Cannon Films es inevitable pensar que posteriormente llegaría la sangre y los desnudos correspondientes. Todo esto hace que a veces la historia parezca inverosímil, tanto por los diferentes momentos impactantes de la trama, como por la forma de afrontar el caso por parte del personaje de Roy Scheider.

Se deja ver, es entretenida y te mantiene cierto interés, aunque se echa en falta que, dado que la trama deriva hacia planteamientos un tanto exagerados, las acciones del protagonista sean algo más cafres, y más teniendo en cuenta quiénes producen la cinta.

Un tipo se le cuela en casa con intenciones nada halagüeñas y este tras reducirle le ofrece un trago y una tirita para sanar la herida y le deja marchar. Me ha gustado mucho esa escena.

Puede que a primera vista el argumento no diga mucho pero vale la pena. Tiene buen ritmo, el ambiente es sórdido y el buen hacer, propio de los ochenta, terminan de hacer de este thriller, si bien de moderado presupuesto, algo visualmente atractivo.

Las interpretaciones están muy por encima de la media de estos casos, el desequilibrado director de porno, el cabecilla de los malos, seduce en VO y sus inquietantes ademanes son de lo más. Más de tres cuartos de lo mismo que decir del negro, cuya voz de ultratumba hipnotiza y en lo que a expresión no verbal se refiere, también pasa la prueba con nota.

Roy es muy bueno, y en aquella etapa de su carrera, con toda la experiencia obtenida, no le hace falta mucho para seducir. Maneja un registro flemático, logrando perforar la unión de la banda que le extorsiona, soluciona sus problemas como hombre de este mundo y no superhéroe de acción. Si le das un par de vueltas igual no todo te parezca muy creíble, pero aún dejando la estupenda labor de dirección de un artesano del cine de acción como el que dirige al margen, y centrándonos exclusivamente en los detalles del argumento, a mi juicio tampoco hay lagunas que puedan ser consideradas imperdonables, incluso si nos ponemos a analizar la obra desde la perspectiva más crítica posible.

198/25(30/05/09) Decepcionante thriller, cabe esperar mucho más de un film del gran Frankenheimer, con guión de Elmore Leonard adaptando su propia novela y con Roy Sheider y Ann-Margret de protagonistas. La cinta carece de fuerza y parece realizada sin ganas, un rutinario ejercicio de entretenimiento que solo lo consigue a medias, con multitud de lagunas en el argumento, actuando los buenos y malos sin el menor sentido, el relato contiene más agujeros que una persiana bosnia, culminando en un final que se ve venir de lejos, llega a parecer que todo es una excusa para enseñar a tías en lencería en escenas tórridas enseñando algo más que sus bonitos ojos. Lo único destacable es el trabajo de John Glover dando vida al cínico chantajista, es el personaje más empatizable de la película. Recomendable a los incondicionales del género. Fuerza y honor!!!