Tailor (El sastre)

*Tailor (El sastre) es una película con mucho oficio

Tailor (El sastre) es una película con mucho oficio, donde el presupuesto limitado no condiciona el resultado final. Desde el principio, Sonia Liza Kenteman demuestra con su dirección que la inexperiencia no está reñida con la calidad. Porque, desde la historia y los personajes hasta la dirección de arte, Tailor (El sastre) tiene elementos para considerarla como cine en estado puro. En este caso, que la directora sea novel es solo un dato, pues muchas decisiones que toma son acertadas. La película es una obra muy digna. Aunque haya elipsis de información que pudiese responder a algunos detalles de la acción, estos no son esenciales para que la trama tenga coherencia. También es verdad que algunos aspectos de las subtramas no son muy evidentes, quizá para dar cierta libertad al espectador.

Nikos es un sastre de segunda generación que trabaja con su padre en una tienda de Atenas. Metódico hasta desarrollar TOC, dedicado toda su vida a la costura de trajes de hombre, no sabe lo que pasa ahí fuera. Y ahora tiene que hacer frente a la amenaza de embargo del banco por impagos y a la enfermedad de su padre. Problemas del día a día. Pero para alguien sometido a la autoridad paternal y que cuyos clientes fieles van muriendo se convierte en un desafío. De modo que Nikos tiene que reinventarse como el sastre para todo. Y como en cualquier situación de crisis, las oportunidades llegan con creatividad. Así que se lanza al vacío montando una especie de sastrería ambulante, una carroza que pasea por el centro de la ciudad.

*Nadie tiene tiempo ni dinero

Tailor (El sastre) comienza con mucho ritmo, enlazando planos detalle de lo que es la vida diaria de Nikos en su tienda. Ahí Sonia Liza Kenteman ya ha captado nuestra atención al dedicarle a cada plano su importancia dentro del relato. Después, la construcción de los personajes, muy costumbristas, son llevados al extremo. Su cine tiene retales del neorrealismo italiano, pero también de la nouvelle vague francesa. Pero aportando un tono fresco, adaptado y actualizado. Grecia vive una situación económica difícil. Y nadie tiene tiempo ni dinero para gastárselo en un traje a medida para ocasiones especiales. Desde que pisa la calle, Nikos se da cuenta de que los sueños que había construido bajo el amparo de su padre no eran reales. De modo que se ve claramente una evolución personal en Nikos.

Su ingenuidad a la hora de relacionarse justifica muchas situaciones en Tailor (El sastre). No incomoda su amistad con la pequeña Victoria, iniciándose con barquitos cruzados a través de las cuerdas del tendedero. La película está supeditada a los gestos o situaciones que se generan en la historia más que al diálogo. Por lo que el cine mudo de Buster Keaton o Chaplin también está presente cuando vemos a Nikos. Después, la acción se va hilando más con personajes como Olga, la madre. Vecina y aprendiz de modista, acaba siendo el verdadero motivo por el que Nikos cambia su visión sobre la vida. Le ayuda en cuestiones de moda femenina, economía y superación personal. Porque Nikos, para poder sobrevivir al negocio de la costura, tiene que adaptarse a las necesidades de sus clientas. Futuras novias a las que tiene que rebajarles el precio y los plazos para entregar sus vestidos.

*Conclusión

Tailor (El sastre) no es tan elitista como El hilo invisible, de Paul Thomas Anderson. Ni tan intrigante como El sastre de Panamá, de John Boorman. Pero tiene la magia y el poso para considerarse una película entrañable. Porque ahí está la grandeza del cine, que no importa el presupuesto, sino lo que cuentas y cómo lo cuentas. Aquí hay un personaje tierno que parece haber llegado de otra galaxia para ser testigo de los problemas cotidianos. Con su debut, la carrera de la directora Sonia Liza Kenteman es prometedora. La película, en cuanto a referencias del cine, es un cajón de sastre. Pero, en cuanto a originalidad, se ha tejido con su propio hilo. Y eso, para un debut, es mucho decir.

Escrito por Carlos Vera Tordera

Una mirada muy agradable a este oficio de la sastrería a medida, que ha ido cayendo paulatinamente a favor del pret a porter. Los tiempos cambian y tiene que intervenir el ingenio para poder saber reciclarte antes de cerrar tu negocio familiar. Eso implica muchas veces realizar otro tipo de trabajo que jamás pensaste hacer, pero la oferta y la demanda ya sabemos que marca muchas veces la línea a seguir.

Poco hablador y rostro bastante inexpresivo conocemos a Niko, todo un profesional que continúa con la sastrería de su padre después de caer este enfermo. El negocio no va bien y Niko se encuentra entre la espada y la pared, ya que el banco va a embargarle los bienes por falta de pago. Es cuando decide salir a la calle y buscar clientes y no esperar a que vengan a la tienda. Sin embargo, vender trajes caros en los mercadillos no es la opción, por lo que comienza una nueva aventura como costurero de trajes de novia.

Impecablemente vestido y dominado por su padre que no ve con buenos ojos lo que está haciendo conseguimos cogerle cariño a este gran profesional. Un buen papel para Dimitris Imellos que con ayuda de su vecina de enfrente consigue darle el giro del tipo de cliente de alto perfil por el de la clase trabajadora.

Primera película de la directora griega Sonia Liza Kenterman, que le da un aire al cine mudo o comedia con pocos diálogos al estilo de Jacques Tati consiguiendo un film sencillo pero muy simpático y agradable de ver.
Destino Arrakis.com

Nikos es el personaje central de la película.

Me recuerda a Monsieur Hulot, un personaje cinematográfico creado e interpretado por el director, actor y guionista francés Jacques Tati.

Nikos y Hulot son personas con pocos gestos y de pocas palabras y tienen aspecto característico y maneras de ser peculiares.

Con su aire de cuento nostálgico, nos presenta a este sastre que aprende de la gente y de la vida, dejándose llevar.

Siempre son necesarios cineastas con una nueva mirada.

Damos la bienvenida a Sonia Liza Kenterman.


Mi puntuación: 7,22/10.

Chistes y críticas en holasoyramon.com

Tenía ganas de ver la ópera prima de la directora griega Sonia Liza Kenterman; por eso, cuando supe que se proyectaba en mi cine habitual, presuponiéndole una vida corta en cartelera, no dudé en escogerla… a pesar de las manchas en la pantalla que habían dejado los actos vandálicos de una muchachada que se había colado días antes en la sala.

Un meticuloso y detallista sastre, que ha heredado el negocio de su padre después de que este cayera enfermo, decide, acuciado por las deudas, reinventarse y salir a buscar clientes a la calle, creando una tienda itinerante.

Estamos ante una cinta en apariencia pequeña, pero que plantea grandes preocupaciones sobre nuestra sociedad, como el cambio que ha sufrido el mercado laboral, que hace que profesiones tradicionales se vayan a la deriva, o la necesidad de prestar más atención a los pequeños detalles que se presentan en la vida cotidiana, pues en ellos reside la felicidad. La reinvención, el apoyo comunitario son valores que pone encima de la mesa la directora.

El personaje principal, Niko, protagonizado maravillosamente por Dimitris Imellos, habla con sus gestos, miradas y acciones, recordando a los grandes actores de cine mudo. Contará con la ayuda femenina de su vecina, quien le da la confianza suficiente para seguir adelante y liberarse del yugo que ejercía su padre sobre él.

Una elegante y exquisita comedia que, entre patrones, hilos y retales, nos sienta tan bien como un traje hecho a medida, pese a las gamberradas de alguno.

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La ópera prima de Kenterman es una deliciosa comedia hecha con finura y elegancia que relata un modo de vida en extinción, resistiéndose a morir.

El patrón del film está diseñado con absoluto detalle. La cámara de esta joven directora logra que los objetos cobren vida, se percibe la textura de la tela, se escucha el roce del hilo en cada puntada, el chasquido de las tijeras al delimitar una manga, el cómico vuelo de una mosca que evidencia la falta de trabajo en la tienda.

Todo en esta película habla de buen hacer, de pasado y de futuro abordado desde un presente fílmico que brilla por su enfoque. Nico, el anticuado personaje que nos pasea por el oficio de sastre es un nuevo Buster Keaton, expresivo, melancólico y divertido en su anacronismo. Está perfectamente enfundado por Dimitris Imellos que construye una buena comedia sobre el drama de una vida por estrenar.

Esta pequeña historia que se hace grande al unir dos grandes artes: el cine y la moda.

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