El león

Entretenida producción de (cuando se rodó) Gran Bretaña, ahora Reino Unido (U.K.), realizada de forma convencional por Jack Cardiff, sin duda un esforzado director, pero que como director de fotografía fue uno de los mejores, sin duda.
En esta ocasión no firma la fotografía, lo hace Edward Scaife, pero se nota la mano de Cardiff, pues es lo mejor de la cinta.
El resto no está mal, ya que parte de una muy curiosa historia, pero con pocas situaciones dramáticas, y sencillo en su desarrollo.
El guión está escrito a seis manos, dos de ellas las que escribieron la novela: Joseph Kessel.
No te aburres nada aunque tiende al olvido al de no mucho tiempo de verla, pero mientras lo haces te lo pasas de forma distraída, entre otros motivos por la presencia de cuatros buenos intérpretes, los masculinos y una jovencita niña prodigio que luego siguió en el mundo del cine de forma satisfactoria: Pamela Franklyn, y sobre todo Capucine, aquí bellísima y con uno de los pares de ojos más bonitos que se puedan ver dentro y fuera de la gran pantalla.
No es una gran película, ni creo que lo pretenda, pero es elegante, agradable, y convence en su (presunta al menos) modestia.

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Una película más de aventuras ambientada en África. No tiene más atractivo que los bonitos paisajes que nos ofrecen y el dúo protagonista.

A pesar de todo es una película que se puede ver perfectamente, con la familia.

Como nota curiosa decir que William Holden se pasó gran parte de su vida en la reserva de animales que tenía en África.

Jack Cardiff fue uno de los más grandes directores de fotografía de la Historia del Cine. En su extensa filmografía destacan títulos como Las zapatillas rojas, La condesa descalza, Guerra y paz y Los vikingos. Un día, pensó que ya le había llegado el momento de dirigir, pero dios no le había llamado por ese camino, y salvo la seminal Último tren a Katanga (The Mercenaries), extraordinaria cinta adelantada a su tiempo, se dedicó a repartir bazofia a diestro y siniestro. No películas malvadamente malas, valga la redundancia, sólo flojitas, decepcionantes, poquita cosa. El león es una de ellas. Yo me quedo con la pantera, o sea, Capucine. Qué ojos tenía esa mujer. Dan ganas de zambullirse en ellos, de dejarse descuartizar, devorar, lo que sea, por ese felino hembra que llena la pantalla, zampándose a dos monstruos como Holden y Howard, bastante penosos ambos. Y la niña... Pobrecita Pamela Franklin, era el papel. Sale África, muy bonita, animales, muy majos, el león de marras, y el espectador bosteza y se aburre hasta que llega The End y te vas a dormir, si no lo has hecho antes. O sea, un pestiño.

Película de aventuras en África. Con un guión un tanto enrevesado, aunque con paisajes y estructura muy clara y bien trazada. El padre de una niña es llamado por su ex mujer para que regrese a Africa a recoger a la hija en común y poder cuidarla fuera de allí, en Europa o EE.UU. La niña en una especie de salvaje que ha adoptado un león, ya adulto, que va a visitar varias veces para jugar con él. Un argumento un poco enrevesado, para que funciona más o menos bien.
El director, Jack Cardiff fue, al parecer, un gran cameraman, que trabajó para los mejores directores de la época y consiguió por Narciso Negro un Oscar por la fotografía. Alternó siempre trabajados de director y de director de fotografía, tuvo una vida muy larga y fue bastante considerado y premiado.
Sólo había visto dos películas suyas: Los invasores (1963), y Último tren a Katanga (1968). La primera mejor que la segunda.
La película funciona por William Holden, y Trevor Howard, con una protagonista femenina Capucine, y la niña es interpretada por Pamela Franklin. Trevor Howard es el segundo marido de la madre, quien a adoptado a la niña y el propietario de un rancho en medio de la selva africana, en donde la niña crece y se desarrolla en plena naturaleza. La madre juega un papel extraño, no se sabe por qué ha mandado llamar al padre de la niña, si por ella o porque su ruptura todavía no le ha olvidado. Parece querer más a su primer marido que al segundo.
Los paisajes son espléndidos, sin duda alguna rodados en África, en Kenia, en Tanganica según se precisa al comienzo de la cinta. Un color brillante, en el formato cinemascope que queda muy bien en el cine, pero quizá algo peor en casa, en una televisión que tiene que funcionar con el zoom.
Holden y Capucine se hicieron amantes, al parecer, en esta película.
Se deja ver, no se hace pesada, pero el drama que gira alrededor del león y la niña no se sostiene mucho. Quizá un metraje algo más contenido hubiera sido más apropiado. Además, tal y como se representa el león es inverosímil la situación. Es un león enorme, adulto absolutamente, con una niña muy pequeña, de unos 8 ó 9 años.