El caso. Crónica de sucesos (Serie de TV)

No es "True Detective" ni pretende serlo . Entretiene. En el primer capítulo se desarrollan las premisas de lo será el desarrollo de la serie. Asistimos a al trabajo de investigación de dos periodistas de "el caso" en colaboración con la policía en la resolución de crímenes en la España de finales de los años 60. La elección de los personajes ha sido un acierto, en especial el papel de comisario que interpreta Antonio Garrido ( me encanta). Como telón de fondo, se presenta la España de los años de finales del régimen y de cómo un periódico intenta, a través de la crónica de sucesos, hacer un periodismo de investigación.

Después de visionar el esperado primer episodio de “El caso”, no puedo dejar de felicitar al guionista y al autor de esta formidable y novedosa idea, ya que esta apuesta de la televisión publica por el thriller español de los años sesenta, no tiene nada que envidiar a las mejores series europeas o americanas.
La puesta en escena es magnífica, los vestuarios muy bien logrados, la interpretación de Fernando Guillém es sencillamente portentosa, con este genial aire retro que sabe imprimirle a su personaje y con una intriga que mantiene al espectador pegado a la butaca durante todo el metraje.
Resumiendo, una serie de televisión que merece el calificativo de película y sobresale enormemente de la mediocridad del panorama televisivo actual. Amigos lectores de esta crítica, la recomiendo. Un 7 alto por esta maravilla.

Me ha sorprendido muchísimo esta serie, la vi prácticamente por casualidad y cada capítulo que va pasando me va enganchando más y más.
La recreación de la época es estupenda, y las interpretaciones de los actores principales también. Si le tuviera que poner un pero, es que los capítulos son desiguales, algunos son magníficos, sobretodo el 2º o el 6º, pero hay algunos que se hacen aburridos.

Una serie más que recomendada.

Mi nota: 7.55

Me ha sorprendido gratamente.Hace un buen retrato de la época, aunque imagino que los periodistas eran menos progresistas que los de la serie y el director debía de ser afín al régimen de Franco. Las mujeres son feministas, trabajan y se separan de los maridos, demasiado para ese periodo. Pero al margen de las licencias, me ha resultado divertida e interesante. Los actores están muy bien y destacaría a Fernando Guillén Cuervo.

Aunque muchos detalles parecen forzados a lo "peliculero", la serie cuenta con guiones más que aceptables y una irresistible mezcla de suspense, humor y crónica de la España de los 1960s. Lo más impagable es la buena recreación de cómo las élites políticas, económicas y religiosas manejaban el país entero a su antojo, y el sentir la humillación, para un informador público, de la censura, de ver cómo te permiten publicar sólo lo que a los poderes les interesa, el tener que aguantar día a día en tu trabajo a un fantoche que te controla, que te asfixia mientras contemplas cómo las investigaciones de la policía y las versiones oficiales de los hechos falsean la verdad para acomodarla a lo que interesa a los citados poderes, sacrificando, de paso, la justicia y a cualquiera que le haya tocado enmedio o se ponga delante.
También destaca la naturalidad de las interpretaciones y la habilidad de los guionistas para manejar en cada capítulo varias líneas paralelas, aparte de ahondar en los protagonistas y las complicadas relaciones entre ellos. Manejan dos tipos de tensiones: los casos específicos de cada capítulo, que se anudan y se enredan para ser hábilmente desenredados con rapidez al final, como hacen los buenos suspenses, y las distintas tensiones latentes entre personajes fijos, que perduran a lo largo de los capítulos. Luego está añadido ese gancho que planea siempre por los episodios, del "asesino del rosario", una especie de fantasma claramente entroncado en las altas esferas, que se cuela en cualquier casa, hace lo que quiere y nadie le ve nunca, que es de lo más "peliculero" a que me refería, pero de indudable valor para dar continuidad al suspense a través de los episodios y para realzar el hecho de que una dictadura implica la existencia de elementos intocables por definición, hagan lo que hagan, dentro o fuera de la ley. Esperamos la continuación.