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Pyewacket

Terror. Thriller Una adolescente frustrada hace que algo se despierte en el bosque después de hacer un ritual para invocar a una bruja para que mate a su madre. (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
15 de octubre de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo que se nos antoja peligroso es la magia negra, todo y suponiendo que la persona que se atreva a hacer este tipo de ritual ha de estar avezada en este peligroso arte. Si a falta de esto le sumamos que a quien se le ocurre realizarlo es a una adolescente muy poco ducha en la materia, tenemos un explosivo coctel maravillosamente idóneo para realizar una película.

Leah es una adolescente que tras empaparse de todo tipo de libros de rituales satánicos, ingenuamente realiza un ritual para despertar a una bruja llamada Pyewacket con el fin de cargarse a su madre. La cosa no le sale como esperaba.

Con estas premisas estoy seguro que ya se os estará haciendo la boca agua. No nos engañemos, la historia es ingeniosa, su realización cinematográfica no tanto. Plasmar ese universo de forma perversa tendría que haber sido la base fundamental, pero se queda solo en el vestíbulo sin pasar la frontera de lo correcto. Ese freno viene dado por intentar explicarnos por activa y por pasiva la difícil relación entre una amargada madre y su hija en la efervescencia de la juventud, quizás con cuatro pinceladas habría sido suficiente tardando excesivamente en aparecer el auténtico terror. Esto último nos remueve la conciencia, puesto que el tramo final, excesivamente corto, es de armas tomar. Enseguida viene a nuestra mente el deseo de que todo hubiera empezado mucho antes.

A pesar de lo dicho tenemos que alabar el elaborado guion, obra de Adam MacDonald, que nos depara alguna que otra sorpresa al finalizar la cinta, reafirmando lo que hemos comentado con anterioridad. El ritmo es muy correcto aunque queda encorsetado en unos escasos noventa minutos, dando la impresión de que acaba apresuradamente.

Tenemos que destacar la música de Lee Malia que tiene un toque siniestro tipo al de la banda sonora original de Suspiria (Dario Argento, 1977). Sin abandonar la parte más técnica, nombrar la excelente fotografía a cargo de Christian Bielz.

En cuanto a las interpretaciones nos encontramos con que las tres protagonistas principales son mujeres. Empezamos con Nicole Muñoz en el papel de Leah, que a pesar de su juventud tiene ya un largo recorrido. Seguimos con la madre interpretada por Laurie Holden que cuenta con una larga carrera a sus espaldas. Finalizamos el periplo femenino con Chloe Rose. En referencia a las interpretaciones masculinas, tienen papeles muy secundarios sin poder destacar a nadie.

Vamos acabando ya. Tenéis delante de vuestro un producto muy bien acabado, de manera exquisita diría yo, pero falto de fuerza. De todas maneras lo podríamos recomendar a los amantes del terror soft, a los cuales no les interesa mucho la truculencia. Mucho me temo que son minoría, pero para eso estamos, para intentar que los tentáculos del terror lleguen a todo el mundo.

http://www.terrorweekend.com/2018/10/pyewacket-review.html
TerrorWeekend
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3 de abril de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de que esta ubicada en el genero de Terror, no es una película que asuste, mas bien es un Thriller psicológico, que me pareció bueno, ya que no hay escenas terroríficas y el tema de magia negra cumple con sus resultados ya que para la mayoría de la gente es escéptica o desconoce del tema.

Sin una gran producción este film cumple con un final que no se podía esperar, y el cuál te dejara pensando que fue lo que realmente pasó. El tema de la relación entre madre y adolescente esta muy marcado y a veces sobrepasa la realidad y es claro que se entiende desde un principio.

A los que están acostumbrados al terror de sobresaltos, maquillajes exagerados y escenas de mucha producción les parecerá que no cumple con los clásicos del terror. Catalogada más en un terror suave se podría decir que cumple con las expectativas y te dejará un buen sabor de boca. Le doy 3 Estrellas sobre 5.
Markus Open MInd
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14 de diciembre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuento de brujas y relaciones madre-hija tormentosas que logra un buen tono de suspense sin recurrir a excesos ni truculencias. Una adolescente aficionada a la literatura satánica está iracunda con su madre porque es lo que le toca por edad, así que decide ni más ni menos que invocar a la bruja del título para que la mate. Como cabría esperar, la cosa se le va de las manos.

La película está enmarcada en esa nueva ola de horror moderno en que la atmósfera predomina y las cosas se cuecen a fuego lento. Por suerte, la historia de las protagonistas está contada con suficiente pulso como para no aburrir, aunque algunos encontrarán demasiado protagonismo en el componente dramático. No es nuevo: padre que fallece traumáticamente y la madre agobiada, adolescente encerrada en su mundo y en su pandi de frikis, caracteres y prioridades que chocan. Repito, no es nuevo, pero funciona razonablemente bien.

Con actuaciones notables de sus dos principales actrices (una de ellas es Laurie Holden, de The Walking Dead, aunque la joven Nicole Muñoz lo hace genial), se agradece que huya de recursos manidos como sustos o picos de volumen. No alcanza el grado de zozobra suficiente para entrar en la primera división del género, pero consigue algún momento espeluznante y los personajes te importan lo bastante como para seguirles hasta el final. Y el final es abierto. Háganle un hueco.
KlingonCome
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26 de agosto de 2022
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De factura canadiense, “Pyewacket” (2017) es una modesta producción de Adam MacDonald, quién ya se había estrenado tres años antes con “Backcountry” (2014), en la que un feroz oso nos recuerda las fechorías de otros bichos asesinos como el tiburón, el cocodrilo o la anaconda. Más recién, el realizador cuenta con un par de miniseries en su almanaque, con las que hasta la fecha no ha encontrado su sitio como posible renombrado cineasta.

En el terror, nada fácil es conseguir el propio pedestal en el panteón de los dioses. Complicado es consagrarse en este terreno, y más aún en el grado de especialista.

Habido el parto en el Festival Internacional de Cine de Toronto, se trata de una cinta que apenas ha superado los ciento cincuenta mil dólares de recaudación en lo que lleva en curso, a pesar de la cantidad de comentarios y reseñas que sobre ella se han llegado a escribir, en comparación a otras películas por el estilo, y de una bastante controvertida aceptación.

Esto denota que la historia que nos brinda MacDonald posee una base de decencia y un mínimo de buen hacer, a pesar de las múltiples limitaciones que se puedan encontrar, no sólo en un presunto bajo presupuesto del que muchos hablan (no he sido capaz de encontrar las cifras del coste de la “fiestuki” en cuestión), sino en lo técnico y, sobre todo, en lo artístico.

Una simple mirada superficial del asunto, de la que se puede sacar poco más que el convencionalísimo argumento de la archi típica trama teleñeca de sobremesa sobre los tira y afloja entre una recién enviudada burguesa de clase media-alta y su rebelde y estrafalaria hija adolescente, con tintes de terror por cable, es la que a bote pronto puede inspirar este rechazo de primer impulso, motivado además por un carácter o aire que le da la etiqueta “fashion” de turno, llamada “indie”. Así como el típico reniego, comparable al de los gruñones que en la mesa siempre se quejan de que si falta sal, pimienta, esto o lo otro, de que si “es lenta…”, “no tiene sustos…” o “le falta gore…”.

Por otro lado, hay que soportar igualmente el fastidio que genera el que otros iluminados la presenten como el “no va más” de lo que en su día apareció como lo “último” en terror.

Digamos que el realizador, que también se encarga de controlar los fogones del guion, consigue salvar los muebles de su engendro, al que no da el suficiente fuelle; sí, para que nadie (o pocos) se le meen en la jeta, pero no lo bastante como para construir algo sólido en los 90 escasos (si descontamos el “tempo” de los títulos de crédito finales) minutos que los productores y sus mortadelos le dan de cuerda; tarea de maestros si, encima, tiene que ser con un pretendido “slow burn” (otra maldita etiqueta).

No faltan los indicios que nos revelan que el canadiense sabe más o menos por donde está pisando, y hacia donde quiere llevarnos. Pero uno tiene que tomarse más de una molestia para bucear en las tripas de lo que habría podido ser (que es más de lo que es en realidad) una película mucho más potente y con más sustancia: por lo menos, nuestro cocinero es honesto e implícitamente reconoce sus torpezas e incompetencias, y no añade sustitutivos artificiales, potenciadores del sabor (siempre es preferible un plato de acelgas hervidas sosas, que una sopa de miso sabrosa a golpe de glutamato potásico).

Uno de los puntos que denota esa honestidad, es la banda sonora de Lee Malia, que apenas cubre media hora del metraje, y lo hace en la medida y los momentos adecuados con el conjunto instrumental en el que se maneja, añadidos algunos efectos y timbres de sintetizador, a falta de ingenio, conocimientos y experiencia en el uso de la orquesta. Despacha su cometido con un “suficiente”, sin empañar con estúpidos golpes de efecto la poca tensión que contribuye a generar (en su mayoría mérito suyo) a lo largo del metraje.

La fotografía de Christian Bielz se gana varios enteros, principalmente por su capacidad de transmitir agobio y estrés con los tonos que usa: más frescos y auténticos en las escenas de exteriores, y excesivamente cargados y/o saturados en algunas escenas de interior de la casa, principalmente en la desembocadura del final, en el que el acopio de amarillos se hace bastante irritante, por mucho que me aleguen que se pretenda figurar o anticipar “la alta temperatura” a la que terminará todo, o inyectar un plus de estimulación a nuestros conos, para así augmentar un nivel de “arousal” atencional que no se ha proporcionado en la mayor parte de la cinta.

La predominante concisión de los planos, y su sucesión en las escenas da a la vez una sensación de opresión e incapacidad de escapatoria de la situación creada que viven ambas protagonistas (y la convulsa relación que existe entre ellas), así como si también quisiera dar un cariz de naturalidad en la exposición de la historia, un valor añadido de “verismo”, tanto en la narración como en el hacer de los actores.

Sin embargo, un montaje con el que se pretende dar un ritmo “andante” al desarrollo de un guión pobrísimo, muy poco explotado o desplegado, genera unos huecos y elipsis que no hacen más que agrandar una serie de vacíos con los que, lo que nos cuentan, no es otra cosa que la viva imagen de un “gruyère”. Y encima, no consigue el deseado efecto de dar movimiento propio al devenir de unos hechos que indefectiblemente conducirán a una resolución atropellada y chapucera.

El trabajo de ambas principales, la novicia Nicole Muñoz (Leah), y la veterana cincuentona, no demasiado conocida, más que por su aparición en la serie “The Walking Dead” (2010, hasta la fecha), Laurie Holden (Mrs. Reyes), se mantiene en una bastante correcta interpretación, desmesurada en algunas escenas (aunque a veces, la realidad de las disputas entre padres o madres y adolescentes supere la ficción), y cuyo foco central nos revela que cualquier intención terrorífica de esta película acaba siendo la anécdota o, si me apuran,un mero toque ornamental.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jordirozsa
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26 de marzo de 2018
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que el terror es solo una excusa para explotar la relación madre e hija, que si es interesante y compleja, como asumen la ausencia del padre, quien falleciera recientemente por lo que se deja entrever.
Es verdad que es un poco lenta, y el terror es escaso y no aporta demasiado a la historia, podría tratarse de como una adolescente se va enloqueciendo producto del dolor por la muerte de su padre y los conflictos que tiene con su madre, y al no poder manejar esto, termina haciendo lo que hace.
Lo mejor, la relación madre e hija, el mundo de los adolescentes inadaptados y como buscan refugiarse en cualquier cosa que encuentran alejada de sus padres.
Lo peor, el ritmo, todo lo supernatural está tratado con los clichés de siempre, y terror no cusa en ningún momento.
Manuel
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