El cerco

Reúne esta película algunos notables talentos que hicieron posible la existencia y desarrollo del género negro en España durante las décadas de los 50 y 60, razón más que suficiente para estarles agradecidos. Aparte del realizador, debe señalarse que el autor del guión es Juan Bosch, quien también dirigiría filmes de esta temática, como "A Sangre Fría" o "Regresa un desconocido", y que el ayudante de dirección no es otro que Pérez-Dolz, realizador de "A tiro limpio", uno de los mejores títulos del género, de impecable factura.

En esta concisa y directa película se narra el atraco a una industria barcelonesa por parte de cuatro hombres, y cómo las cosas empiezan a complicarse desde el principio, para ir agravándose constantemente a lo largo del metraje. Seguramente se trata del filme que más explícitamente muestra la violencia y la ruindad de sus protagonistas (con alguna excepción) de los que se habían realizado hasta entonces en el cine español; en efecto, de los cuatro atracadores ninguno se salva, aunque durante un tiempo alberguemos dudas sobre las actitudes de alguno, dudas que pronto se disipan al comprobar que lo que les interesa es, por encima de todo, el interés propio, caiga quien caiga. La importancia que se da a la policía en el argumento es meramente instrumental, siendo las acciones de los atracadores las que acaparan la narración.

Rodada en Barcelona, como tantas otras muestras del género, la película posee un arranque espectacular, pues las secuencias del robo y de la huída de los atracadores son seguramente de las mejores que podemos encontrar en el cine español, dotadas de un prodigioso sentido del ritmo y de la acción; el realizador integra perfectamente a los personajes con hábiles movimientos de cámara y puntos de vista, logrando planos de notable hermosura, al tiempo que efectivos para la narración.

Con una correcta fotografía y un guión escueto, que subraya el perfil negativo de los personajes anunciando su destino, las virtudes del filme se completan con las buenas actuaciones del reparto, en el que destaca José Guardiola, cuyo rostro es poco conocido, pero no así su magnífica voz, que tantas veces ha dado vida a lo largo de los años a actores americanos como Richard Widmark o Humphrey Bogart, por citar tan sólo a dos de los más destacados. Acaba en spoiler.

Los inicios del cine policíaco localizado en Barcelona, generalmente con presupuestos bajos y un cierto afán por emular a los modelos extranjeros del género. "El cerco" es una digna imitación del cine negro americano clásico y esta influencia se palpa desde las primeras escenas tanto en la estética como en el diseño de personajes. Miguel Iglesias aprovecha bien el paisaje urbano de Barcelona y consigue escenas que tienen un valor documental. El ritmo es dinámico es las escenas de acción y algo más lento en las escenas que lo requieren. El film procura mediante su estilo narrativo crear en el espectador una tensión medida con elegancia. Resulta interesante el contraste entre las antitéticas personalidades de cada uno de los atracadores que además están interpretados con bastante solvencia. Resulta meritorio en una película donde hay más voluntad que medios conseguir un producto que no tenga cosas que envidiarle a los modelos de donde toma su inspiración. Es una obra moderadamente efectista pero violenta y casi de corte naturalista que tiene la garra que precisa su género y una personal espontaneidad.

Estupenda muestra del cine policiaco que se hizo en Barcelona durante los años 50. Firma la dirección Miguel Iglesias, y el libreto es de Juan Bosch, otro especialista del género. El cerco constituye una anomalía en la horrenda filmografía de Iglesias (también conocido como M.I. Bonns), perpetrador de engendros como Las hijas del Cid, Kilma, reina de las amazonas o La isla de las vírgenes ardientes. Le salió casi redonda, vamos. Salvo por la advertencia inicial de que "el crimen se paga", en la película se halla ausente la moralina habitual que exigía el Régimen. Hay un atraco que sale mal y acaba en una escabechina. La policía persigue a los culpables y va acabando con ellos uno a uno (porque se revuelven contra ellos, ojo). Los malos quieren la pasta y los polis meterles en la trena, sin más artificios moralistas. Hay una chica de buen ver que todos sabemos a qué se dedica, un médico expulsado de la profesión por lo que todos sospechamos, y un malvado carente de escrúpulos. El tono es casi documental, el ritmo ágil, los diálogos creíbles, y la cámara se mueve con soltura por las calles de Barcelona, apenas reconocibles a estas alturas. Una de esas sorpresas que hacen las delicias de todo cinéfilo, y más si es amante del thriller. Cortesía de BTV, que poco a poco va rescatando pequeñas joyas olvidadas del cine negro barcelonés.

Con un director de tercer orden y un guionista de segundo se logra una historia de primera con un lenguaje de serie B. Impresiona la falta de escrúpulos de los ladrones, pues matan a cualquiera sin necesidad, se traicionan entre ellos, no les importan nada sus amantes ni sus novias y sí el botín de un robo que no puede ser más infortunado.
Que todo salga mal en un atraco es previsible dada la censura internacional de la época, pero ciertos detalles realistas convierten este film en completamente persuasivo. Desde el arranque espectacular del film nos convencen el hierro fundido que llueve sobre el brazo de uno de los delincuentes, el ruin médico que se niega a curar al herido e incluso la bomba que uno de los ladrones trata de lanzar en el interior de un autobús cuando se ve acorralado por la policía.
Correctamente realizada, con ritmo rápido y actores sólidos, aunque secundarios todos, conforma una buena muestra de cine negro español. A Iglesias le faltaba la personalidad de un Rovira Beleta o un Julio Coll, pero consiguió acertar por primera y última vez al dirigir esta película.

Una muestra más, y en este caso de las buenas, del cine negro barcelonés de los 50. La película se basa por lo visto en algunas de las acciones realizadas por los maquis de Quico Sabaté, a las que evidentemente despoja de todo matiz político y de oposición armada al regimen de Franco, convirtiéndolos en un grupo de atracadores comunes.

Es una peli muy clásica, con muchas reminiscencias del negro americano de la época (y del francés), con mucho ritmo y que consigue cierta profundidad en el retrato de los atracadores (que son los protagonistas absolutos, siendo la policia una circunstancia) pese a su corto metraje. Violenta, se arma una ensalada de tiros por cualquier cosa, dura, sin concesiones, y exenta de mensajes moralizantes presentes en otras pelis de la época, lo que es de agradecer (excepto en los créditos iniciales de la peli). Las actuaciones pueden variar, pero son interesantes, encajando muy bien ese José Guardiola que, para más inri, era la voz de Humphrey Bogart en los doblajes españoles, así que como un guante. Incluso el final está bastante logrado, así que estamos ante una peli muy recomendable, pese a que será poco conocida para muchos.