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El cuervo (Contratado para matar)

Cine negro. Drama. Thriller Un matón llamado Raven es contratado para que cometa un asesinato. Sin embargo, pronto se da cuenta de que su vida está en peligro, ya que alguien pretende tenderle una trampa. (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
15 de mayo de 2010
38 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el largometraje más acreditado del realizador norteamericano Frank Tuttle (1892-1963). El guión, de Albert Maltz y W.R. Burnett (“La jungla de asfalto”, 1950), adapta el relato breve “A Gun for Sale” (1936), del novelista británico Graham Green (1904-91). Se rueda en escenarios reales de L.A. (CA) y en los platós de Paramount Studios (Hollywood, CA), con un presupuesto ajustado, propio de las producciones realizadas en Hollywood durante la IIGM. Producido por Richard Blumenthal para Paramount, se estrena el 13-V-1942 (EEUU).

La acción dramática tiene lugar en San Francisco y L.A. (CA) a lo largo de unos días de marzo/abril de 1942. Philip Raven (Ladd), matón de alquiler, es contratado por Willard “Will” Gates (Cregar), tenebroso empresario de la sala de fiestas “Neptune Club” de L.A., para asesinar a Alfred Baker (Ferguson), chantajista de San Francisco. En el viaje de regreso a L.A. conoce a la joven Ellen Green (Lake). Philip, de nervios templados y sangre fría, no tiene amigos y no se fía de nadie. Presta servicios de matón de alquiler. Tras su hieratismo y su seriedad, oculta antiguos traumas y años de reformatorio. De trato distante y cauteloso, es cariñoso sólo con los gatos. Will es autoritario, egoísta, corrupto y glotón. Colabora con la dirección de la empresa “Nitroquímica” en negocios turbios. Ellen es guapa y atractiva. Trabaja como cantante e ilusionista de cabaret.

El film suma cine negro, crimen, acción, suspense y thriller. Es una obra imprescindible de cine negro americano clásico. Algunos ponen objeciones a su atribución a este género, alegando la inexistencia de una mujer fatal y de algún policía corrupto. Con todo, reúne las características propias del género: el personaje protagonista es un criminal atormentado, oscuro y amoral. Los personajes que mueven la acción son traicioneros, desleales y corruptos. Sus motivaciones son sórdidas. Abundan los ambientes nocturnos, lluviosos y húmedos, así como las localizaciones subterráneas y fantasmagóricas, claustrofóbicas y opresivas. La fotografía se presenta estilizada, con predominio de sombras y escenarios inquietantes. La música ofrece composiciones jazzísticas.

Destaca la singular personalidad del protagonista, un hombre hermético, huraño, de pocas palabras y solitario, que no ríe nunca y a través del rostro no refleja ninguna emoción. En él se inspiran personajes posteriores tan recordados como Jeff Costelo de “El silencio de un hombre (El samurai)” (Melville, 1967), Corey de “Círculo rojo” (Melville, 1970), León de “El profesional” (Besson, 1994), Ghost Dog de “Ghost Dog: el camino del samurai” (Jarmush, 1999) y, en clave cómica, Ralph Milan de “El embrollón” (Molinaro, 1973) y otros. La extraña afición de Philip Raven a los gatos tiene continuidad a través de personajes como el corso Mattei de “Círculo rojo” (Melville) y otros.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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14 de julio de 2010
35 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar, Robert Preston parece más un clown que un policía. Creo que fue un actor bastante regularcillo y, salvo en "Víctor o Victoria" (en la que hizo el papel de su vida, y fue nominado a los Oscars) nunca destacó por sus labores interpretativas. Aquí está acelerado (no hay más que oirle en versión original), no cuela como policía, cualquier actor secundario lo habría hecho mejor.

El director apenas llegó a realizar una decena de títulos, de los cuales, éste es el mejor (las puntuaciones en Filmaffinity así lo atestiguan)

Hay numerosas secuencias muy flojas, sobre todo aquellas en las que no sale Alan Ladd.

Veronica Lake está bien, pero lo más destacable es Alan. Siendo un actor bastante soso (tengo que reconocer que ni en la magnífica "Raíces profundas" me convence, ya escribí en otra crítica que ese papel debería haber sido para un actor de más empaque) aquí me sorprende positivamente. Él es la película. Todo lo demás está para acompañarle en su representación. Todos sobran. Importan bien poco el planteamiento o el desenlace. Es un Alan Ladd jovencito, en edad y en experiencia, pero con una enorme presencia en la pantalla. ¿Por qué no supieron aprovechar otros directores la faceta interpretativa que muestra aquí? Además, oirle en versión original es un verdadero placer por la entonación, o esa sequedad de sus respuestas.

Resumiendo: volveré a verla alguna vez, pero sólo por Alan.
BAKUNIN
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9 de junio de 2008
27 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magistral obra e indiscutible clásico entre los clásicos del buen cine negro americano de los años 40. Diálogos perfectos, escenas muy bien rodadas, la química de la pareja protagonista (un Alan Ladd en uno de sus primeros papeles y una Verónica Lake en la cumbre de su esplendorosa belleza y breve reinado) contribuye mucho a la puesta en escena de esta novela de Grahame Greene titulada (Una pistola en venta) a mi gusto un título mucho más apropiado. Se suele decir que Bogart y Bacall fueron mejores pero Ladd y Lake llegaron antes; en cualquier caso esta pareja tampoco desmerece en nada a la hora de imprimir carácter, intriga e interés en una de las películas de obligada visión para cualquier cinéfilo que se precie de serlo.
Filmadicto
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31 de octubre de 2009
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
7 películas coprotagonizadas hicieron de la pareja Ladd-Lake una de las más afamadas de Hollywood. Sinceramente creo que vale la pena revisarlas especialmente si, como en este caso, el guión de Albert Maltz (uno de los diez escritores en la lista negra maccartiana) se basa en una cuento de Graham Greene, muy bien trabajado por Maltz y con una fotografía excelente "cine negro en estado puro" de John F. Seitz, habitual de Billy Wilder con quien trabajó y fue nominado en Perdición, Días sin huella y en la excelente Sunset Boulevard.

El cuervo es cine negro en subgénero psicológico. Desde la escena inicial se atisba la complejidad de los personajes, especialmente Raven (Alan Ladd) quien demuestra un loable interés por los gatos al tiempo que destila inmutabilidad y sangre fría ante un asesinato, intuyéndose además un conflicto interno muy relacionado con el sexo femenino. No terminan ahí los tintes psicológico-psiquiátricos. Willard Gates (Laird Cregar) no tarda en derrumbar toda su enormidad física ante el miedo a la venganza de Raven, Y algo similar cabe decir del sadismo y falta de escrúpulos de su chofer, asistente y guardaespaldas, Tommy (Marc Lawrence).

La psicología resulta ser una virtud en una película como esta, pero, como suele suceder, las virtudes suelen ir acompañadas de algún que otro pecado, venial eso sí, y así sucede que no todos los actores resultan creíbles en los terrenos freudianos. Perkins en Psicosis nos dio una lección positiva en este aspecto, pero Cregar exagera las notas y Ladd está muchísimo más a gusto en su papel hierático que en los momentos de íntimas confesiones. Claro que, bien mirado, la locura representada de forma coherente sería una birria de locura. Pero, y creo me entienden, hay algunas secuencias donde todo parece ficticio y falto de credibilidad.

Estos pecadillos y encima veniales no enturbian un film de visión obligada que se presta a debates de muchas índoles, incluso a comparaciones con la saga Bond (véase el bolígrafo pistola del industrial químico) y donde Verónica Lake consigue cautivarnos como hermosísima artista de variedades, cantante, ilusionista y mujer fatal pero de las buenas, muy buenas, en el fondo y en las formas. Por su parte Ladd perfecto y en su línea de idénticas seriedades similar a la que nos mostró en La llave de cristal también con Miss Lake.

Se dice que una de las razones para trabajar juntos era su igualdad de pequeñas tallas. Curiosity.
FATHER CAPRIO
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12 de junio de 2014
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cuervo es un ave negra y omnívora que se alimenta principalmente de carroña e insectos, pero también de variadas frutas, es decir, le da lo mismo la mierda que el caviar. En los estudios que se han hecho sobre estos ágiles animales, se ha demostrado que poseen un alto nivel de inteligencia, pues se ha comprobado su gran habilidad para tramitar diversos tipos de dificultades, además de que son ejemplo de lealtad pues permanecen junto a su pareja durante toda la vida.

El asesino profesional de la especial película de Frank Tuttle, solo lleva ese nombre: Cuervo (Raven). Viste de gabán negro como si quisiera desplegar sus alas para huir del mundo y se especializa en matar a extorsionistas y a esa suerte de individuos cuyo principal objetivo es dañar a los demás. Es de sangre fría y asume el asesinato como un trabajo cualquiera donde, sencillamente, el que debe morir, muere… sobre todo si pone en peligro su vida. Y da lo mismo si se trata de un hombre, una mujer o un gato.

Pero hay explicaciones para esto, porque el hombre nace bueno pero la sociedad lo corrompe. El mismo va a dárnoslas en el transcurso de la historia. Pero también Cuervo –como todos los hombres llamados malos-, tiene un alma que a veces brilla… y es capaz de reconocer a quien vale, respeta a quien le respeta, y puede ser muy solidario con quien haya tenido con él un acto de generosidad. En definitiva, es tan solo un hombre con sus dos polos llevados a altas potencias.

El hecho de que Cuervo sea, además, un hombre apuesto y hasta con cierto aire de niño-grande, lleva a sentir por él una empatía muy especial, lo que no era fácil con los demás tipos duros del cine del aquellos años: Bogart, Cagney, Duryea, Raft… que solo daban cumplimiento a una sentencia de los filósofos del siglo XIX que sostenían que, por lo general, el aspecto del criminal es tosco… Por fortuna, también han surgido escritores bien conocedores de la sociedad, como Graham Greene, autor del relato “Gun for sale” (1936) en que se basa “EL CUERVO”, que bien saben que, bajo aspectos amables e impecables, se han ocultado –y se siguen ocultando- algunos de los peores asesinos de la historia.

Evidentemente, es este aire atractivo y el reconocimiento de su profunda afectación emocional y psíquica, más sus carencias afectivas, lo que explica luego la gran empatía que el personaje despierta y el inmediato éxito que obtendría Alan Ladd, quien, no obstante figurar de cuarto en los títulos de crédito, adquirió un rasgo de protagonista incontrovertible. De hecho, en las siguientes películas en las que seguiría reunido con la rubia Verónica Lake, ya ella figuraba de segunda, y en las restantes que hizo con Robert Preston, éste pasó a ser el segundo y el tercero.

Con un guión muy sólido escrito por Albert Maltz y W. R. Burnett, “EL CUERVO” adquiere esa gran virtud de dejarnos sentir que, entre esos hombres perseguidos como animales de caza, también hay valores y sentimientos que deberían llevarnos a hacerlos merecedores de un trato digno, porque, es doloroso saber que asesinan a un ser humano, pero son aún más duras y tormentosas las huellas que quedan en el alma del hombre que asesina.

Título para Latinoamérica: “UN ALMA TORTURADA”
Luis Guillermo Cardona
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