El precio por la libertad

Un western de Audie Murphy que pasó de ser el héroe más condecorado en la Segunda Guerra Mundial a filmar más de 40 películas, siendo actor y productor. En EE.UU. se le consideró "el actor más popular en westerns" en 1955.
El film narra una historia que se aleja de la violencia y chulería que impera en muchos films del oeste, donde se matan por no gustarles una mirada, y se apoya en la relación entre dos polos opuestos, en las complejidades de las personas, en el carisma de algunos que saben hacerse querer a pesar de sus delitos.
La trama se sigue con interés; muy bien Audie Murphy, como siempre, y extraordinario Barry Sullivan, que sabe dotar al villano de un gran atractivo con la gente y de una humanidad y a la vez un acusado sentido de supervivencia que le hacen complejo, imprevisible y muy peligroso.
Los secundarios: El estupendo John McIntire nunca decepciona, el pelirrojo Kenneth Tobey sólido y adorable la preciosa Venetia Stevenson.
La dirección de Harry Keller es correcta y la fotografía, en especial la nocturna, cumple bien.
Una película recomendable.

Entretenido pero menor western, realizado por Harry Keller como en él era habitual, esto es, sin mucha imaginación y escaso sentido del ritmo.
Pero no aburre ni es tediosa, sobre todo por el buen hacer de los intérpretes y porque constantemente suceden cosas, a la manera de un videojuego, donde el protagonista debe sortear sucesivos peligros. O sea, que va cambiando, por así decirlo, de nivel a nivel.
Lo digo porque hay alguna cosita que queda lustroso por la acción, pero que no es muy rigurosa que digamos. Me refiero a la lucha que tienen contra un grupito de apaches que andaban por ahí y la que disputan contra una familia de fascinerosos a los que el criminal tocó los cojones tiempo atrás. Gratuitos ambos dos momentos, pero le da marcha a la cinta y rellena minutaje.
El resto, lo mejor sin duda, tres cosas, el sempiterno buen hacer de ese gran actor que fue John McIntire, la relación en la cabaña entre el protagonita y el criminal, y los bonitos y agrestes paisajes de Red Rock Canyon, Nevada, USA, en las escenas del desierto, y de St. George, Utah (USA) en las demás.
Como sucedió innumerables veces, la música está supervisada por Joseh Gershenson, que siempre estaba atinado.

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Seven ways from sundown Jones (Siete caminos del anochecer Jones), es el singular nombre de un joven ranger al que, no obstante su inexperiencia, le han encargado capturar nada menos que a Jim Flood, un veterano pistolero al que lo mismo se teme que se aprecia en la región, puesto que su destreza para matar y para escapar de cualquier cárcel, es la misma que tiene para seducir y para resultar muy agradable cuando se lo propone.

Pero a Seven Jones (para abreviar), esto no lo intimida, pues con el rifle tiene una gran destreza y además está dispuesto a cumplir su oficio como todo un profesional… quizás, su padre muerto y su hermano asesinado, le dan valor para anhelar justicia, y quién sabe si el destino le haya elegido para que sea él quien finalmente la haga.

La novela homónima de Clair Huffaker (1926-1990) con guión escrito por él mismo, fue el punto de partida para esta encantadora película que comenzó siendo dirigida por George Sherman, pero que debió abandonar al pelearse con el protagonista, Audie Murphy, durante el rodaje de una escena. La dirección pasó entonces a manos de Harry Keller y el resultado es un western que considero entre los mejores que alguna vez rodara el celebrado soldado de la Segunda Guerra Mundial.

Aunque en general la puesta en escena es bastante modesta, la fotografía logra algunas composiciones que son puro arte, y en general, el filme luce visualmente bastante agradable. La historia que se nos cuenta, además de contener matices de alto humanismo, se solidifica con unos diálogos encantadores y bastante acertados logrando que empaticemos muy pronto con todos y cada uno de los personajes. Me atrevo a decir que es un filme colmado de seres humanos plenos y con el mismo respeto que se mira a los rangers, se mira al matón de turno contrastando su personalidad muy gratamente. También las mujeres -incluidas las chicas de bar- son vistas con absoluta altura, y hasta hay distanciamiento y comprensión hacia los indios que, en alguna escena, defenderán su territorio. Argumentalmente, estamos ante un filme maduro que capta la esencia humana con el mismo rasero con el que aplica justicia. De esta manera, y sin perderle el pulso a lo realmente ético, ni un solo instante consigue aflorar en los espectadores sentimiento alguno de odio o de desprecio... y así es como debe ser.

También las actuaciones son un acierto del filme, pues Murphy luce muy preciso para su papel del joven ranger, además de que su talento para disparar supera la ficción; Barry Sullivan tiene un abundante carisma haciendo de Flood y será el perfecto ejemplo del individuo outsider al que no se consigue odiar; y entre otros, Venetia Stevenson (la hija del director inglés Robert Stevenson), desbordará tanto encanto y dulzura, que no es extraño que Murphy terminase enamorado de ella en la escena y en la vida real.

Un par de errores de continuidad que pude captar (durante la escena del incendio y durante el entrenamiento de Jones), no empañan lo suficiente un filme que se merece más reconocimiento del que alguna vez pudo tener.

Título para Latinoamérica: “AMISTAD SANGRIENTA”

Las puertas batientes de la cantina se abren de par en par cuando cae un hombre abatido por los disparos. Sale en silencio el pistolero, Jim Flood (Sullivan), tranquilamente arroja dos quinqués encendidos y arde todo el edificio mientras marcha en su caballo. Fin de la primera escena.
Por la mañana un joven ranger, Seven ways Jones (Murphy), Siete caminos, se presenta con la noticia en su acuartelamiento. El jefe ordena al experimentado sargento Henessey (McIntire) que salga en su persecución con Siete. No hay buena química al principio entre ambos. El veterano se muestra adusto con el novato: "No lo acaricies tanto, es un revólver no una muchacha", "¿Hay un sitio para practicar el tiro? -Ahí detrás hay un montón de hectáreas".
Pero Jim es escurridizo y cuenta con numerosos amigos. En el primer lance muere el buen sargento y Siete captura a Jim. Es entonces cuando empieza de verdad la cinta.
Pronto el joven siente una fuerte atracción hacia Jim como la sienten también muchos vecinos de los pueblos que recorren, "Él es lo que todo hombre quiere ser y no puede". Se produce a estas alturas un claro síndrome de Estocolmo que el preso trata de explotar finalmente sin éxito, "Serías un malo bastante pasable si te dieras la oportunidad de ser un proscrito".
En cualquier caso, Jim muestra su doble cara de hombre sin muchos escrúpulos pero también honesto a su manera. De esas personalidades arrolladoras que se imponen con autoridad al resto del elenco. Magnífico Sullivan, como también McIntire e incluso Murphy. Interesantes personajes bien interpretados.
Excelente guion con brillantes diálogos y buena dirección de actores, aunque el ritmo tiene sus baches donde afloja la tensión. Correcta ambientación y bonitos paisajes.
La consabida extracción de una bala en el hombro de Jim la resuelve con soltura su captor con un cuchillo previamente flameado. Un éxito de intervención, pues el día siguiente no queda ya rastro de la herida.
Western con miga donde las venganzas y los tiroteos quedan muy en segundo plano, para concentrar la atención en las relaciones personales, en los diálogos, en la intriga. A veces parece que estamos viendo "Dos cabalgan juntos", incluso "Seven" por el nombre del protagonista o por la curiosidad ante el desenlace.
Recomendable a los aficionados al género y para quienes disfruten con personajes arrolladores, originales y brillantes como Jim Flood.

Una más del oeste, no especialmente brillante, pero sí interesante... El malo, el ladrón; el bueno, el Marshall, el viaje, el aprecio, la dinámica propia de la vida. El atractivo del mal, la capacidad de sugestión y el atractivo de lo prohibido, el ser un crápula, alguien proscrito, un perseguido, saber que puede ser que mañana sea el último día, o quizá la próxima semana. Saberte vencido en la pelea y sólo luchar por llevar el fin lo más lejos posible.
¿Quién no ha pensado que eso es una forma de vida peculiar y atractiva?.