Pacto de silencio

Algunos os describirán ‘Pacto de Silencio’ como un thriller político basado en la novela homónima de Neil Gordon, yo os voy a ser sinceros: me aburrió. Soberanamente.

Me he debatido muchísimo sobre que nota (la tontería de las estrellas que a modo alguno os puede servir para decidir si verla o no) ponerle y me cuesta mucho bajar de ahí a pesar de que el cuerpo me pide que sea incendiario. No lo voy a ser porque Redford no se lo merece. La verdad es que la película está bien dirigida, con muchísimo oficio y mensaje político de por medio (haberlo haylo). Además la película tiene un reparto de quitar el hipo (Nick Nolte, Julie Christie, Richard Jenkins, Chris Cooper, Susan Sarandon, Sam Elliott, Anna Kendrick, Brendan Gleeson, Terrence Howard, Stanley Tucci) y a ratos parece ese reencuentro de amigos que a la cinta le viene bien. Como en todos los sitios, algunos aportan más que otros y otros solo están para recordar que siguen siendo actores.

Pero hay dos fallos garrafales en la película. Y el primero de todos es Shia LaBeouf. En Hollywood han tardado por darse cuenta de que lejos del chico problemático que encarnaba en ‘Disturbia’, Shia vale más bien poquito como actor principal. Quizás suena cruel, pero me vienen a la cabeza nombres y nombres de actores que con sus minutos se habrían comido la pantalla.

Y el segundo fallo, también de casting, es Redford. No Redford el director, Redford el actor. Como ya le pasase en su momento a Al Pacino o Robert DeNiro, Redford tiene que saber que puede y que no puede hacer en pantalla. Ha envejecido, con todas las consecuencias que ello conlleva, por lo que es difícil que me le crea huyendo por los bosques.

Redford está lejos de su mejor nivel como director (y recuerdo con cariño ‘Leones por Corderos’). Una película pasable, difícilmente digestiva (por no repetirme con lo de aburrida) que gustará a los incondicionales del veterano actor.

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Tedioso y soporífero thriller perpetrado y protagonizado por Robert Redford, sobre un tema que a priori resultaba bastante interesante.
La película se sustenta principalmente en su excelente reparto, pero esto no resulta suficiente para soportar las más de dos horas de metraje.
Redford ya nos tiene más que acostumbrados a esta clase de tramas donde la política y las conspiraciones se cruzan, pero en esta ocasión se vuelve aburrido tras entregarnos hace un par de años la excelente “La conspiración”.
El film tiene un aroma a antiguo, pero esto no se convierte necesariamente en sinónimo de calidad, todo huele un poco a rancio. Una película fuera de su época, pero que ni de lejos se acerca a otros thrillers similares de los setenta u ochenta (cuanto echamos de menos a Alan J. Pakula …)
Escucharéis muchas voces en contra de la presencia de Shia LaBeauf, un actor cuya carrera se puede ver truncada por culpa de una legión de incomprensibles detractores, pero aún así, aquí el problema no es él, sino el conjunto. Sin duda una oportunidad perdida para relanzarse.
Y lo que ya resulta increíble, por no decir imposible, es que el personaje de Redford tenga una hija de doce años, más bien podría ser su abuelo ¡!!

El protagonista de "Los tres días del cóndor" es un cineasta veterano muy reputado y querido por el público que sin embargo no siempre acierta con sus películas.
Abanderado del cine independiente y muy crítico con su país, a veces hace films, sobre todo como director, muy alejados de la comercialidad y tremendamente aburridos.
En este "Pacto de silencio" encontramos una historia de periodismo y política que anda en la línea de "Leones por corderos" o "La conspiración". Es decir, una trama que parte de una idea interesante a priori pero cuyo desarrollo es muy pesado y aburrido. Está totalmente llena de escenas de diálogo en las que no pasa nada interesante.
El protagonista, huido de la justicia, se embarca en una búsqueda de la verdad para limpiar su nombre seguido por las fuerzas del Gobierno. Pero (tal vez porque está ya mayor) poco tiene esto que ver con "El fugitivo" o "El caso Bourne". En ningún momento hay situaciones de emoción o acción que nos hagan despertar el interés.
Por otro lado, tenemos al joven periodista que también va haciendo indagaciones sobre el antiguo grupo terrorista sobre el que gira todo, pero es que todo es muy serio y formal. No se consigue que empaticemos con los personajes ni que nos divirtamos mientras vemos este soberano tedio.
Aparecen muchos rostros conocidos como secundarios, pero cuya presencia no aporta gran cosa en una historia en la que lo único que hacen en el fondo es hablar.
Para colmo, la cosa se alarga durante un par de horas cuando perfectamente se nota que podría haberse usado menos tiempo. Un ejemplo claro es la escena del final, en la que no se habla y tardan varios minutos en aparecer los créditos, sin que realmente fuera necesario para nada.
Definitivamente, Robert Redford no siempre es garantía de calidad, o por lo menos en mi caso que me gusta el cine un poquito más movido.

Cuando una se dispone a ver una película dirigida por Robert Redford sabe que, al menos, se va a contemplar algo de calidad, algo hecho seriamente por alguien que sabe de qué va ésto del cine. Redford, el guapísimo y rubio actor que nos regalara trabajos tan notables como "Tal como éramos" o "El hombre que susurraba a los caballos", entre muchos otros, se pone una vez más tras las cámaras para hacer algo que se le da francamente bien como es adaptar una novela a la gran pantalla. Aquí, el ya envejecido actor, decide también adjudicarse el papel protagonista, ya que en parte produce la película y se transforma en un abogado viudo padre de una niña de 11 años cuya vida cambia de la noche a la mañana, convirtiéndose en un fugitivo de la ley. La película está muy bien, la verdad, pero es cierto que tengo la impresión en todo momento de ver a un Redford totalmente agotado, cansado. Estoy totalmente de acuerdo con los que opinan que quizás hubiera sido mejor que el rubio director se hubiera encargado sólo de dirigir la película y le hubiera dado el papel a otro actor más acorde con el personaje. De todas formas, "Pacto de silencio" es una más que correcta película con un elenco de actores de lujo. Me he quedado con más ganas de la guapa Julie Christie ( increíble su belleza serena y madura), con más ganas de un siempre interesante Richard Jenkins, de un más que atractivo Sam Elliott (Qué guapo está este actor), de un cada vez más secundario Nick Nolte, de unos siempre atractivos Brendan Gleeson y Chris Cooper que llenan la pantalla aunque sólo salgan minutos, de una cada vez más frecuente de ver en el cine Anna Kendrick, aprovechando el lanzamiento que para ella supuso la saga "Crepúsculo", de una maravillosa Susan Sarandon, especial como siempre. De todos ellos hubiera querido disfrutar más en esta película pero el protagonismo se lo llevan el propio Redford y el joven Shia LaBeouf, quién si se deja ya de escándalos por conducir borracho y se centra en su carrera como actor puede llegar muy lejos porque no lo hace nada mal. Recomendable.

Robert Redford, icono del progresismo estadounidense, elabora un thriller cercano a Sidney Pollack o Alan J. Pakula, una historia bienintencionada de la izquierda de su país (y ya sabemos que la izquierda USA no tiene nada que ver con la europea, suponiendo que ésta todavía exista) que se pierde en una serie de subtramas mal hilvanadas. ¿De dónde saca tanta información el nauseabundo plumilla encarnado por Shia LaBeouf? Quedan demasiados cabos sueltos, si bien la película se deja ver con placidez, sobre todo teniendo en cuenta el fastuoso reparto, desde Chris Cooper a Richard Jenkins, un acabado Nick Nolte, una todavía seductora Susan Sarandon, Brendan Gleeson tan hosco como siempre, y una de nuestras chicas favoritas de la actualidad, Brit Marling, con la que nos gustaría salir a tomar unas copas... Mención especial para la divina Julie Christie, aun en posesión de una belleza sobrecogedora (eso me recuerda que he de revisar pronto Doctor Zhivago), que apechuga con el personaje clave de la trama. Lástima que ese final sea inverosímil y forzado, en mi humilde opinión. No obstante, Pacto de silencio es una película honesta, realizada con talento, tal vez el penúltimo testamento de nuestro héroe progre Robert Redford (al que no le pega nada tener una hija de 12 años; debería ser su nieta, triste es decirlo).