Cómo ser John Malkovich

Spike Jonze nos lleva a un viaje descabellado a la psique del gran John Malkovich. El guión puede parecer una genialidad para unos y una estupidez para otros (yo opino lo primero), pero lo que no hay ninguna duda es que te dejará desconcertado y te dará de que pensar mientras la ves. Una película con ideas tan originales como ese piso 7 y medio y esa puerta que te lleva a ver el mundo con los ojos de otro. En esta cinta no sólo la asociación Charlie Kaufman y Spike Jonze funciona, también lo hacen sus cuatro actores principales, Catherine Keener sobresale sobre el resto en los dos primeros tercios de la película, John Malkovich hace un gran y difícil papel consiguiendo reírse hasta de sí mismo y Cameron Díaz en uno de sus mejores papeles al igual que John Cusack, estos actores se convierten en durante unas horas en "marionetas" del director y nos ofrecen un espectáculo un tanto inusual. Muy recomendable para amantes de ese cine "raro".

La película en sí no deja de ser curiosa, original y MUY pero que MUY rara, lo que me llevó a pensar dos cosas, la primera es que debe ser una gran metáfora rebuscada (la cual no he sido capaz de encontrar) o una solemne tontería... Si alguien es capaz de encontrarle sentido que me avise y me lo notifique lo antes posible! Gracias!!

Excepcional y extrañísima película surgida de la mente de Charlie Kaufman, uno de los mejores guionistas en la actualidad, que trás "Being John Malkovich" , "Olvídate de mi" y "El ladrón de Orquideas" da muestras de un talento y una genialidad insuperables.

Partiendo de la excentricidad de convertirte en John Malkovich al entrar por un oscuro tunel en la planta 7 y 1/2, Jonze y Kaufman proponen temas como la conciencia del yo, el deseo de no ser uno mismo y chorradas delirantes tan extravagantes como entretenidas por igual.

La música a cargo de Carter Burwell es inmejorable, todas las interpretaciones son fantásticas ( ojo a los cameos de Charli Sheen, Sean Penn y Brad Pitt) y tanto argumento como diálogos son magistrales.

Quizás su único defecto sea su razón de ser, que de un tema trivial o excentrico se quiera sacar algo profundo, pero pienso que lo importante no es "que cuenta" sino "como lo cuenta"...

Imprescindible y única.

"Cómo ser John Malkovich" es un ejemplo perfecto de cómo cargarse una idea original llenándola de pseudofilosofía y de profundidades psicológicas innecesarias. La primera hora es excelente, divertida, sorprendente, pero luego la película deriva en una chorrada con ínfulas de película "trascendente" y se arroja por los suelos la frescura, la originalidad y la mala uva de la primera parte.

Marcianada genial.
Muy brillante y muy inteligente. Un popurrí posmoderno; alusiones en aluvión, juego abismal, pastiche oceánico y mesmérico.
"Cocoon", "El proceso" de Kafka, Freud a bocajarro, la escolástica, las marionetas y la identidad fracturada y moderna y absurda. La humana desesperación y la reducción de gastos. Abelardo y Eloísa.
¿Quién soy yo? ¿Y el otro es yo? ¿Y todos los demás? ¿Y las multitudes que contengo? ¿No sos vos, soy yo? ¿Ya lo explicó mucho mejor Verhoeven en "Desafío total"? ¿La realidad es una mera proyección de nuestro cerebro limitado? ¿No hay tal realidad? ¿No hay yo? ¿Es todo una gran mentira? ¿Alguien, de una vez por todas, se va a arremangar y nos va a pedir perdón? Vete tú a saber.
La vida como una inmensa broma retorcida, confusa, caótica, pesadillesca, sin principio ni final.
Se tratan los asuntos filosóficos más peliagudos (Dios y sus criaturas, el marionetista y sus juguetes, el actor y sus personajes, los viejos y el recipiente, las puertas de la percepción, la fuente de la edad y la inmortalidad, ¿quién está al mando?, qué sé yo) con el tono aventurero y comercial más o menos habitual norteamericano.
Pasma el ingenio, asombra la valentía, encanta la profundidad, se agradece el humor, ahora bien, ya estamos con las jodidas pegas y las putas conjunciones adversativas, como película, es fallida, irregular, atropellada, desequilibrada y a ratos también pesada y tonta. Pasan demasiadas cosas sorprendentes y originales (es una película que pierde mucho fuelle la segunda vez que la ves, se esfuma el hallazgo inesperado y, con ello, parte importante de la gracia) al mogollón, sin pausa, desarrollo mínimo ni detenimiento. Y los asuntos son demasiado elevados como para que resistan tanta frivolidad desaliñada y leve en pie, o al revés, la fantasía amorosa, el misterio sobrenatural y otras cuestiones de género y pasatiempo, no acaban de llevar bien tanta ínfula intelectual, mensaje con trasfondo y guiño autorreferencial. Vamos, resumiendo, que el maridaje no casa, que la mezcla no funciona, que la forma es fea (¿le echamos la culpa a Jonze de sus carencias o repartimos responsabilidades en lo malo y en lo bueno?) y que la historia no consigue finalmente el objetivo. Eso sí, como descubrimiento inaudito vale, como rareza preñada de preguntas radicales, también.
¿Qué es el amor? ¿Por qué? ¿Y la condición sexual? ¿Y los roles? ¿Y los tópicos? ¿Y las clasificaciones? Nada. Esta historia cuestiona todas las convenciones, las desmonta a través de un cachondeo ilustrado, oscuro y libre, ligeramente corrosivo, quizás agridulce.
No se puede definir, no se puede atrapar, es, más o menos, tal vez, el experimento loco de una esponja (¿se dice llamar Charlie Kaufman?) creadora, perturbada y tan clínica y precisa como desviada y feliz.
Posiblemente.