Harto como estaba de tanta comedia romática empalagosa y estúpida, me puse a ver "Sucedió una noche" y me quedé maravillado. Se trata de una road-movie deliciosa, llena de ritmo y con un finísimo sentido del humor, original y divertida. ¿Cómo es posible que esta película, rodada en 1934, se mantenga igual de fresca y otras comedias románticas, rodadas ayer, ya huelan a podrido?

¿Cómo es posible que una película tan mediocre como ésta nunca pase de moda y siga gustando a todo el mundo? Fácil: Es una película sencilla, sin las pretensiones de otras películas parecidas como footloose o dirty dancing, una película que sabe contagiar su alegría, con una pareja de protagonistas en estado de gracia y sobre todo con una admirable, contagiosa y excelente banda sonora. Está claro, Grease es una película tontorrona y hortera, pero definitivamente mágica.

La más profunda, la más malsana, la más inquietante, las más perversa, la más onírica, la más irreal, la más angustiosa, la más extraña, la más hermosa.

Película espléndida aunque con los fallos típicos de una ópera prima: un exceso de preciosismo demasiado rebuscado a veces, diálogos pomposos que imitan los clásicos de serie negra de los 40 pero que aquí suenan un poco falsos y un intento de encandilar más por la forma que por el fondo. Pese a todo, no cabe duda de que nos encontramos ante una película intensa y emocionante, muy bien interpretada y con muchos detalles que hacen adivinar la soberbia obra cinematográfica que finalmente nos han regalado los Cohen.

Una grandísima historia de amor o de cómo uno puede darlo todo por la persona amada. De manera inteligente Beineix nos muestra desnuda a la pareja protagonista durante muchos momentos, no por cargarla de erotismo sino para hacerla vulnerable, frágil y consigue que el espectador la haga suya inmediatamente. Luego los lleva por la senda de la pasión y de la locura, como un Adán y Eva de nuestro tiempo, desde el Edén de la playa hasta otros “paraísos” (el hotel parisino, la tienda de pianos). Maravillosa fotografía, una luz y unos paisajes extraordinarios, la música de Gabriel Yared fantástica, esos sitios y esos personajes secundarios tan franceses y sobre todo Betty, vulnerable, quebradiza, y loca. Y sobre todo Zorg, vulnerable, sencillo y loco… de amor.