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Harakiri

Drama Un samurái pide permiso para practicarse el Seppuku (o Harakiri), ceremonia durante la cual se quitará la vida abriéndose el estómago al tiempo que otro samurái lo decapitará. Solicita también poder contar la historia que le ha llevado a tomar tan trágica decisión. (FILMAFFINITY)
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Críticas 109
Críticas ordenadas por utilidad
31 de agosto de 2010
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lástima que la peculiar historia que nos cuenta Kobayashi llegue casi 400 años tarde, el tono reivindicativo de "Harakiri" queda en poca cosa para nosotros, occidentales del s.XXI. Hay conceptos universales y atemporales como el honor, aunque eso precisamente es lo de menos para mí. Lo que me atrae más es la idea de verdadera venganza, que no acaba de ser explícita hasta el final, por encima incluso de la curiosa forma de plantearse el final de su vida como samurai, rajándose en público. El señor Kobayashi sabe hacer las cosas muy bien, lleva a la pantalla de manera inteligente el objeto de la película y poco a poco va adelantando la trama, sugiere alguna idea, produce un suspense que regatea con la lentitud (dicho sea de paso) y lanza toda su artillería en el final que menos me esperaba (spoiler)

Bien es cierto que en algún momento de los últimos 30 ó 40 minutos me ha sacado un poco de mis casillas el protagonista, cada vez que decía que me hago el harakiri, que no, que te voy a contar algo que te interesa, ¿a qué esperas a hacerte el harakiri?, ¿qué crees que no tengo valor?, que ya verás, que te interesará lo que vas a oír... Parecía que no iba a tener huevos a hacerlo, la verdad, aunque ese regateo con la lentitud y el aburrimiento ha ido acompañado de una expectación que ha ido aumentando cada vez que el famélico samurai y el jefe del clan se tiraban los trastos, parecían colegas al principio y hay que ver cómo acaban. Si es que abusar tanto de términos como "honorable" hace que todo huela un poco mal. Me encanta el drama cuando no es porque sí, para defender causas imposibles, para ensalzar el honor (aunque a mí me parece lo de menos) o para acabar como acaba el protagonista, asombroso realmente.

El señor Kobayashi y su "Harakiri" suponen una excelente excepción del cine de samuráis, katanas y kimonos. Normalmente me superan, me adormecen y me defraudan; es bueno encontrarse cosas así.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luisito
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8 de enero de 2012
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que acomete contra los falsos e hipócritas códigos de honor; una película que defiende el derecho a la dignidad humana, no sólo con la espada, sino con las palabras. Y lo hace en forma de un relato filmado con maestría, componiendo una puesta en escena cuidada al límite, inundada de planos cuya plasticidad es apabullante, siempre al servicio de un discurso rotundamente claro y conciso en el que Tatsuya Nakadai se reafirma como un actor a la altura del mismo Mifune sin dudas, componiendo el personaje de un guerrero decrépito y miserable, pero impregnado por un aura de nobleza que ilumina toda la narración con esa mirada contundente. Repleta de escenas hermosamente fotografiadas, el argumento depara varias sorpresas gracias a una escondida intriga que se desentraña cual rito del harakiri hacia el simbólico final. ¡¡ Quiero más de Kobayashi !!
Obra maestra absoluta. 10/10
Wellesford
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25 de abril de 2008
19 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
92/22(22/04/08) Fedeocaa ha realizado la mejor crítica que yo he leido, es sobre este film, la he leido despues de verlo y el efecto ha sido de ponérseme el vello de punta y saltárseme las lágrimas, apabullante, o que me ha cogido con las defensas bajas, Gracias Fedeocaa.
Pese a resultar pedante, me atrevo a decir que no darle a esta película un diez, es no saber un pimiento de cine, puede haber films que te gusten más, pero no mejores, ésta auna todo y más de lo que se le pide a una Obra Maestra, un argumento soberbio, unos diálogos sublímes, unas actuaciones superiores al sobresaliente, una dirección artística portentosa, fotografía insuperable, vamos lo que viene llamándose OBRA MAESTRA. Un argumento que nos habla del verdadero honor, honor es tener que dar de comer a tus hijos, honor es que no te duela humillarte por tu familia, el falso honor ya lo detectareis viendo esta Obra de Arte. Escenas de luchas maravillosas, encuadres de cámara que dan sentido al drama que estamos visionando. Se me agotan los adjetivos para describir esta epopeya,simplemente sentaos tranquilos a verla y disfrutad de una cinta poco conocida pero que os asombrará toda su belleza. Fuerza y honor!!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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2 de mayo de 2008
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hablamos de cine oriental “clásico”, uno de los primeros nombres que saldrían sería seguramente el de Kurosawa.

Sin embargo, el genial director japonés no fue el único de los cineastas de su país. Bajo su deslumbrante brillo se encuentran otros directores que demostraron saber realizar autenticas obras maestras. Uno de estos directores es Masaki Kobayashi, y una de sus mejores obras es la que nos ocupa. El film se sitúa en un momento clave en la historia de Japón, son los últimos años de la era Tokugawa, los tiempos de los gloriosos samuráis están llegando a su fin.

Lo único que les queda a muchos samuráis es su honor, pero del honor no se puede comer. A las puertas del clan Iyi aparece un viejo ronin (samurai sin señor) el cual, ante la paupérrima situación en que se encuentra, pidiendo ejecutar la ceremonia del “seppuku” (también conocido como “harakiri”. El señor del clan Iyi se escandaliza, ya que hace pocas semanas pasó exactamente lo mismo con otro samurai. Mientras espera que llegue su “maestro de ceremonias” (por llamarlo de algún modo) el viejo samurai explicará una historia sobrecogedora a los presentes. Kobayashi nos ofrece una visión totalmente desmitificadora del samurai, alejado de la gloria y del mito. En su lugar encontramos a honorables hombres hambrientos que ven como para mantener su honor intacto, los suyos tienen que literalmente morirse de hambre.

El film tiene escenas realmente brutales, y no precisamente de acción. En este film apenas hay lucha de espadas, y lo que planea por todo el film es un tono lúgrube y siniestro que prefigura lo que vendrá al final. Además habría que verlo como metáfora de los nuevos tiempos que se avecinaban en el Japón de la era Meiji, donde los nuevos samuráis son sólo fachada y apariencia. No hay tampoco en este film actores conocidos para un espectador europeo, al que normalmente sólo le suena Toshiro Mifune. Sin embargo, en el papel del viejo samurai Hanshiro Tsugumo, el actor Tatsuya Nakadai transmite como pocos la amargura y el desencanto del fin de una época que lamentablemente le ha tocado vivir.
manulynk
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6 de enero de 2011
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy en día los cineastas salvo contadas excepciones anteponen en sus filmes lo comercial a lo artístico, debido a esto los temas tocados en sus películas son casi siempre insípidos, banales, o lo que comúnmente se llama hoy en día cine de palomitas.
El honor, la dignidad y el orgullo, no son temas que vendan muchas entradas al cine, es por eso que no vemos muchos filmes sobre ello hoy en día, pero gracias al maestro Kobayashi esta obra maestra quedará para la posteridad.

"Harakiri (Seppuku)" es una lección de cine inigualable. En ella, Masaki Kobayashi nos deslumbra con una historia crítica y desmitificadora del estricto código ético al que los samuráis se entregaban en cuerpo y alma: el bushido. Este código, basado en virtudes tales como la rectitud y el coraje, y especialmente en el honor y la lealtad, debía ser acatado y respetado con un fervor casi religioso. La pérdida del honor sólo era compensable con la práctica del Harakiri (suicidio ritual por el cual el samurái se rajaba el vientre hasta el desentrañamiento)

El director del film pone en tela de juicio los valores sobre los que se sustenta esta inquebrantable moral. Nos habla de una sociedad feudal que se rige por el respeto ciego a preceptos que rozan, en ocasiones, lo absurdo y lo inhumano, y cuya premisa esencial antepone el honor a la vida. Un honor que no da de comer ni puede curar enfermedades, pero que está arraigado en lo más profundo de la cultura japonesa y que rinde culto al orgullo de todo aquel que lo alimenta.

De este modo, no es de extrañar que sea la adversidad la única circunstancia capaz de despertar el espíritu crítico de un samurái ya envejecido (inspirado y espléndido Tatsuya Nakadai en el papel de Hanshiro Tsugumo), y acaba comprendiendo que en la sociedad de la apariencia la imagen superficial prevalece sobre las emociones humanas.

Sorprendente cómo una película que se nutre en las raíces del diálogo puede tener un ritmo narrativo tan ágil. Por si fuera poco el aspecto visual (desde la austeridad, la elegancia y la sobriedad más absolutas) está cuidado con un esmero encomiable.

Se necesita calidad, para lograr que en nuestros días (léase, violentos, inhumanos, sangrientos) una escena como la de Motome Chijiiwa desentrañándose con una katana de bambú, tenga un efecto tan desgarrador como el que aún logra cuando alguien se digna a ver la película.
Lo dicho al inicio, esta película no vende ni vendería hoy en día, a no ser claro con 3D, de por medio y demás efectos especiales, pero "el honor no vende, por eso nadie lo compra".
herhc
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