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Costa Rica Costa Rica · Rafa el más Grande
Voto de herhc:
9
Drama Un samurái pide permiso para practicarse el Seppuku (o Harakiri), ceremonia durante la cual se quitará la vida abriéndose el estómago al tiempo que otro samurái lo decapitará. Solicita también poder contar la historia que le ha llevado a tomar tan trágica decisión. (FILMAFFINITY)
6 de enero de 2011
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy en día los cineastas salvo contadas excepciones anteponen en sus filmes lo comercial a lo artístico, debido a esto los temas tocados en sus películas son casi siempre insípidos, banales, o lo que comúnmente se llama hoy en día cine de palomitas.
El honor, la dignidad y el orgullo, no son temas que vendan muchas entradas al cine, es por eso que no vemos muchos filmes sobre ello hoy en día, pero gracias al maestro Kobayashi esta obra maestra quedará para la posteridad.

"Harakiri (Seppuku)" es una lección de cine inigualable. En ella, Masaki Kobayashi nos deslumbra con una historia crítica y desmitificadora del estricto código ético al que los samuráis se entregaban en cuerpo y alma: el bushido. Este código, basado en virtudes tales como la rectitud y el coraje, y especialmente en el honor y la lealtad, debía ser acatado y respetado con un fervor casi religioso. La pérdida del honor sólo era compensable con la práctica del Harakiri (suicidio ritual por el cual el samurái se rajaba el vientre hasta el desentrañamiento)

El director del film pone en tela de juicio los valores sobre los que se sustenta esta inquebrantable moral. Nos habla de una sociedad feudal que se rige por el respeto ciego a preceptos que rozan, en ocasiones, lo absurdo y lo inhumano, y cuya premisa esencial antepone el honor a la vida. Un honor que no da de comer ni puede curar enfermedades, pero que está arraigado en lo más profundo de la cultura japonesa y que rinde culto al orgullo de todo aquel que lo alimenta.

De este modo, no es de extrañar que sea la adversidad la única circunstancia capaz de despertar el espíritu crítico de un samurái ya envejecido (inspirado y espléndido Tatsuya Nakadai en el papel de Hanshiro Tsugumo), y acaba comprendiendo que en la sociedad de la apariencia la imagen superficial prevalece sobre las emociones humanas.

Sorprendente cómo una película que se nutre en las raíces del diálogo puede tener un ritmo narrativo tan ágil. Por si fuera poco el aspecto visual (desde la austeridad, la elegancia y la sobriedad más absolutas) está cuidado con un esmero encomiable.

Se necesita calidad, para lograr que en nuestros días (léase, violentos, inhumanos, sangrientos) una escena como la de Motome Chijiiwa desentrañándose con una katana de bambú, tenga un efecto tan desgarrador como el que aún logra cuando alguien se digna a ver la película.
Lo dicho al inicio, esta película no vende ni vendería hoy en día, a no ser claro con 3D, de por medio y demás efectos especiales, pero "el honor no vende, por eso nadie lo compra".
herhc
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