Dos mulas y una mujer

El enérgico Don Siegel se apuntó al género y le salió bien la jugada. En primer lugar porque contó con Clint Eastwood - quien trabajaría a sus órdenes también en otros títulos como "Harry el sucio" y "Fuga de Alcatraz" - interpretando a su personaje arquetípico de los spaghetti-western de Sergio Leone. En segundo, porque encontró en Shirley MacLaine su opuesta perfecta, antagónica y al mismo tiempo capaz de generar química. Por eso "Dos mulas y una mujer" funciona. Además, la atracción que siente Clint por su "hermanita" es comprensible después de ver la primera escena. Una magnífica entre otras tantas que tiene la película, aunque yo me quedaría sobre todo con dos de carácter muy distinto (ver spoiler). Y es que estamos ante una muestra del género en ocasiones dura, pero igualmente divertida y con humor.
Mi nota: 8,3

El siglo XIX, fue bastante convulsionado en la historia de México. En 1853, se había implantado una dictadura y uno de los mejores miembros del congreso, llamado Benito Juárez, fue desterrado a La Habana donde tendría que esperar dos años para volver y convertirse, entonces, en presidente de la Corte Suprema de Justicia, cargo desde el cual propuso una profunda reforma agraria que benefició a los campesinos; subordinó al ejército y la iglesia a la autoridad civil; y modificó la constitución en 1857, con lo que, entre otras cosas, nacionalizó los bienes del clero, creó el registro civil, y separó definitivamente a la iglesia del Estado.

En 1860, en una osada decisión, Juárez suspende el pago de la deuda externa a los países colonialistas (Francia, Inglaterra y España) y esta decisión no tardó en encender la furia de las grandes potencias que, pronto, sumieron al país en un penoso frente de guerra. Por medio del convenio de La Soledad, Juárez consiguió frenar el ataque de las dos últimas naciones, pero Francia se enfrascó en la reconquista del país, consiguiendo a punta de asesinatos indiscriminados, ejecuciones, torturas y bárbaros encarcelamientos, imponer al archiduque, Maximiliano de Austria, hecho que despertaría el irrefrenable patriotismo de Benito Juárez, quien asumió de inmediato la ofensiva republicana… hasta conseguir el triunfo definitivo en 1867 y logrando fusilar al títere, Maximiliano, en el Cerro de Campanas.

Es, en este año, que entran en escena -y en la ficción- un mercenario estadounidense que se hace llamar Hogan, dispuesto a servir a cualquiera que le pague, y una monja empeñada en servir a la causa de Juárez y a la expulsión de los franceses, quienes la tienen en la mira. Su encuentro se producirá cuando ella está a punto de ser violada por tres pelafustanes y él es enviado como “ángel de la guarda”… y entonces proseguirá un largo viaje donde, extrañas y curiosas circunstancias, les mantendrán unidos "a la fuerza".

No obstante el escepticismo que pregona el valiente Hogan, el filme preserva un inevitable toque espiritual que ambos manejan con cierto desparpajo, porque “la iglesia da permiso para muchas cosas”. El resto, nos habla de tomar partido por la causa de los oprimidos… defender lo que es justo… y darse el placer de mandar a la… al ejército invasor.

El guion de, Albert Maltz (basado en una historia del también director, Budd Boetticher), está colmado de simpáticos matices y diálogos agridulces, y necesario es decir que, Don Siegel, ha demostrado un buen pulso para mantenernos interesados en una aventura western que tiene más de “prohibida” historia de amor, entre dos seres que lucen muy distintos… pero que, en el fondo, resultan bastante parecidos.

Shirley MacLaine, vuelve a hacer aquí una de las cosas que mejor ha sabido hacer en su brillante carrera, y el resultado es un personaje colmado de gracia, encanto y valentía, al que ni siquiera le sobran esas horrendas pestañas de muñeca que, de no ser tan manso su cercano caballero, serían al paso una buena pista. Clint Eastwood, logra también un personaje bastante simpático, dando clases de sobrevivencia en el desierto mexicano... y al final, el filme pasa gratamente aunque sin demasiadas pretensiones.

Título para Latinoamérica: LOS BUITRES TIENEN HAMBRE

Estupenda comedia enmarcada en un duro westerns con reminiscencias a la "trilogía del dólar" de Sergio Leone y no sólo por la estupenda aportación musical de Ennio Morricone.

Auspiciada en la guerra de México contra la ocupación francesa, con Juárez al frente de la revolución, una monja que la apoya se encuentra con un aventurero al que une sus caminos, él buscando el oro y ella el éxito revolucionario.

Don Siegel, uno de los directores que más influyó a Eastwood en su posterior salto a la dirección, consigue compaginar la violencia con un marcado sentido del humor y una provocadora seducción de una monja a un duro pistolero, sin duda ayudado por una preciosa Shirley MacLaine.

Notable, 7.

El director Don Siegel consigue enmascarar en un western una especie de comedia romántica, en la que el galán queda en más de una ocasión descuadrado ante la chica.

De las películas menos conocidas y reconocidas de Eastwood, pero que merece ser vista, muy por encima de otras con más nombre.

Western en clave de comedia dirigido por Don Siegel ambientado en plena revolución mejicana que no deja de ser un título menor dentro de la filmografía de Clint Eastwood, que junto a Shirley MacLaine llevan todo el peso de una película repleta de todos los tópicos del género, acción, romance, tiroteos y mucho polvo con una chica mala vestida de monja y un pistolero testarudo con buen corazón. Con una estética muy cercana al spaguetti western "Dos mulas y una mujer" parece por desgracia en muchos momentos una parodia de los grandes títulos del género en los que participó el actor aún así es un entretenida película que merece ser vista sobre todo por su pareja protagonista.