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Dos mulas y una mujer

Western. Comedia. Aventuras En México ha estallado la guerra entre los seguidores de Juárez y las tropas francesas del emperador Maximiliano de Austria. Hogan (Clint Eastwood), un duro mercenario, salva a una monja (Shirley MacLaine) del ataque de unos malhechores. Juntos emprenden un accidentado viaje en el que, a pesar de sus diferencias, quedará de manifiesto que tienen mucho en común. (FILMAFFINITY)
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Críticas 46
Críticas ordenadas por utilidad
11 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Él es uno de los pistoleros más duros, rápidos y caraduras. Ella, una de las monjas más peculiares, tercas y obstinadas.
Dios no los crió, pero ellos se juntarán, formarán pareja y protagonizarán uno de los "westerns" más interesantes y originales del género de la mano del veterano Don Siegel.

El mismo año que Sam Peckinpah nos regalaba la melancólica y muy peculiar "Balada de Cable Hogue", otro conocedor del género (aunque no tanto como el anterior), Don Siegel, se reunía por segunda vez con Clint Eastwood tras "La Jungla Humana" para regresar a los tiempos de los pistoleros, las revoluciones y los caballos. Realmente, la historia fue concebida por el rey del "western" de la serie "B", Budd Boetticher ("El Desertor de El Álamo", "Cimarron Kid", "Wings of the Hawk", "Horizontes del Oeste"...), quien pretendía dirigirla creyendo que sería buena idea contar con Robert Mitchum y Deborah Kerr para los papeles principales (ya habían interpretando a unos personajes similares en "Sólo Dios lo Sabe", de John Huston).
Finalmente el guión acabó llegado a las manos del veterano Albert Maltz (uno de los perseguidos por la Caza de Brujas) quien reescribió la mayor parte de la trama dejando como protagonista al más contemporáneo Clint Eastwood. Cuando éste ya estaba en el proyecto convenció a Elizabeth Taylor para encarnar a la hermana Sara, pero como los caminos del Señor son insondables, Shirley MacLaine terminó acompañándole, lo que no hizo mucha gracia a Eastwood, ni a Siegel, ni a Boetticher (según decían, la srta. MacLaine era de todo menos dulce y fácil de tratar).

Poco después de la Guerra Civil americana, el ejército francés hostiga y masacra continuamente a los revolucionarios mejicanos. En medio de este clima tan turbulento e inseguro, Hogan, un ex-soldado sudista (atentos a la canción que canta borracho) reciclado en mercenario, vive sin acatar leyes de ningún tipo, ni creencias, ni compromisos políticos. Él sólo pelea por su suerte y su dinero; por casualidades de la vida se topa con Sara (no por milagros, como erróneamente ella piensa), una mujer que está siendo acosada por unos bandidos, una mujer guapísima que resulta ser una monja, pero no una cualquiera, sino la más cabezota y pintoresca que existe.
Pues el destino ha querido que se encuentren, ya que mientras la hermana Sara está recolectando dinero para ayudar a las milicias de Juárez, Hogan tiene pensado participar junto a éstas en la toma de un cuartel militar francés, pero no por la causa, sino por el botín que las tropas tienen bien guardado en una caja fuerte. Hogan y Sara vivirán una retahíla de emocionantes aventuras donde estrecharán lazos hasta que llegue el 14 de Julio, día elegido para el gran asalto.

Hay que rendirse ante lo evidente: "Dos Mulas y una Mujer" no es el mejor "western" de la Historia, sin embargo, Don Siegel es un cineasta con mucho talento, intuición y sabe honrarnos con una historia muy interesante a la par que entretenida...y bastante atípica también, porque, ¿quién podría imaginarse a un confederado renegado y a una monja (que poco a poco iremos descubriendo que no es lo que parece) como dúo en un "western"? Así, los muros del viejo cine del Oeste americano son derribados una vez más aunque intente recuperarse, de algún modo, la esencia clásica del género; para esto, Maltz y Siegel se nutren de distintas vertientes.
Encontramos influencias del estilo mediterráneo de Leone, con Eastwood haciendo, para más inri, el mismo tipo de papel que en aquellas correrías por nuestras tierras almerienses (pistolero cínico, oportunista, caradura y sin patria). También se hereda del seco, violento y desencantado toque de Peckinpah (además del gusto de aquél por México, tierra de utópica libertad) y como el cruce de géneros ha sido vital para llevar el cine del Oeste a una etapa de renovación, la aventura y la intriga en la más pura vena de Sturges y Daves también se halla en esta fábula revolucionaria con pedigrí mejicano donde Siegel decide añadir toques de irreverente humor y romance para redondear la cosa.

Uno aprecia la gran desemejanza del film con los clásicos "westerns" reparando en Hogan, a quien no le importa nada excepto él y su oportunidad de ganar dinero y que, además, seduce a una monja. En las antípodas de los aguerridos héroes que poblaban las películas de John Ford. Otra de las razones por las que el "western" tuvo dificultades para adaptarse a los vientos cambiantes de los años '60 fue el papel secundario que tradicionalmente habían ocupado las féminas.
La impagable y atractiva Shirley MacLaine se revela en contra de ello en un papel duro, descarado y con agallas, deseando quedar muchas veces (que no quedando) por encima de Eastwood, quien protagoniza uno de sus mejores cara a cara con una mujer en el cine (alcanzando esta práctica su culminación en "El Seductor"). Siguen a éstos un reparto correcto, mejicano en su gran mayoría, donde destaca el carismático coronel Beltrán, al que da vida Manuel Fábregas.

Todos ellos a las órdenes de un Siegel muy solvente, que nos regala una buena aventura llena de acción, humor, violencia y un asalto final de lo más espectacular, adornada con la genial fotografía de Gabriel Figueroa y la gran banda sonora del mítico Morricone (otro detalle que aparta a la película del "western" americano convencional y la acerca todavía más al "spaghetti western").
Chris Jiménez
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2 de enero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El contrapunto entre la monja Shirley MacLaine y el pistolero Clint Eastwood funciona maravillosamente en un mágico Méjico revolucionario de la época del Emperador Maximiliano de Habsburgo, sostenido por Napoleón III. El argumento es original y funciona gracias al carisma de sus protagonistas, unos diálogos inteligentes y con chispa, y una dirección extraordinaria del legendario Don Siegel.
La monja MacLaine es la protagonista absoluta, la dueña de la película, la más inteligente y pícara. El hilo conductor de la película es el sorprendente respeto que infunde en el rudo pistolero. Clint Eastwood demuestra su capacidad para extender su logrado personaje cinematográfico del Spaghetti Western a territorios cómicos, que llevará a su cima de carcajadas una década y media más tarde con la insuperable "el Sargento de Hierro".
Se perdona la licencia histórica de presentar sutilmente a los franceses como unos explotadores crueles y a los gringos como unos liberadores (aunque sea mediante un pistolero mercenario), pero es bueno ser consciente de que los vecinos del norte no han sido precisamente amables con Méjico ni una influencia excesivamente positiva.
La música de Morricone combina a la perfección con una fotografía maravillosa de principios de los 70 y unas localizaciones que harán las delicias de los enamorados de las mesetas como un servidor. Siegel y Eastwood se llevan a Méjico lo mejor del Spaghetti Western, incluyendo en particular al elemento más importante, que es Morricone.
Una película que se puede disfrutar una y otra vez.
rollandma
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19 de mayo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se encuadra en la segunda intervención francesa en Mexico que fue un conflicto bélico entre 1862 y 1867 a raíz del impago de la deuda a España, Gran Bretaña y Francia. Francia decidió invadir México por ello.
Esta peli tiene grandes alicientes como Clint Eastwood, quien para 1970 ya había rodado la trilogía con Sergio Leone y también otra con el mismo Don Siegel, La jauría humana, dos años antes, y que al año siguiente (1971) repetiría con Don en la mítica Harry el Sucio y más adelante en La fuga de Alcatraz (1979). Además tenemos a una hermosísima y dinámica Shirley MacLaine con 35 años. No es el típico western porque aquí los villanos no son cowboys sino franceses, pero todo amante del género disfrutará de esta peli. Y con música de Enio Morricone.. qué más se le puede pedir a un western?
Maico
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4 de julio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenido wéstern, con mucho humor y dos muy buenos protagonistas. La tensión sexual entre ambos funciona muy bien, los dos personajes están perfectamente perfilados.

Eastwood vuelve a su papel de tipo duro, pasota e interesado solo en lo que pueda sacar, que tan bien conoce, hasta que encuentra a su Sara. Mac Laine camaleónica, primero de inocente monja hasta que se descubre su verdadera personalidad: revolucionaria mejicana hasta la médula y prostituta. Hay momentos en que está hasta mejor que su compañero masculino.

La música de Ennio Morricone acaba de redondear el resultado, junto con la dirección de Don Siegel más cercana al spaguetti que a las películas del oeste clásicas. Todo acaba siendo una autoparodia del género.

Para pasar un rato muy bueno con una divertida película de aventuras y dos protagonistas que funcionan.
Barcino
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21 de octubre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leo por aquí que el guion de esta peli la firma Albert Maltz con argumento de Bud Boetticher pero yo siempre he estado esperando que alguien recalque los indudables paralelismos de su historia con la inigualable " La Reina de Africa" de Huston.
Porque aquí lo que se ha hecho es cambiar los paisajes africanos y un barco que se aventura en el río por los del desierto mexicano y unos cuadrúpedos atravesándolo, junto con la accidental unión entre dos seres antagónicos de distinto sexo ( aunque uno de ellos esté representando un papel) que compartirán un objetivo común aunque por distintas causas: la voladura del fuerte de Chihuahua en manos de los franceses en plena Guerra Civil de México.
Y, como en aquella, los personajes se interpretan a sí mismos de un modo levemente auto paródico que es lo que nos va a gustar, promoviendo nuestra sonrisa mientras superan aventura tras aventura, el desconcierto de Eastwood, los pequeños deslices de MacLaine y la estupenda música de Morricone que rubricará con ella cada capítulo que siempre culmina con un deje de sorna. La estructura es exactamente igual que en " La Reina..."
Indudablemente la pareja protagonista supera con nota este envite. No son Bogart ni Hepburn, pero esos personajes están escritos para ellos por lo que no podían fallar.
Creo que esto es lo que hace que gente no aficionada a los westerns simpatice con éste porque es más bien una road movie de aventuras con mucho de comedia.
Para el recuerdo, la extracción de la flecha sin duda. Aunque tampoco está nada mal la voladura del tren y otro par de escenas más. Y, por supuesto, la toma del fuerte, única escena verdaderamente de acción que recuerde.
Yo no sé si Eastwood no se va a arrepentir de haberse tropezado con la hermana Sara. Una monja puede ser frustrante pero una mujer siempre lo puede ser mucho más.
Izeta
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