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El amor en fuga

Comedia. Drama. Romance Tras cinco años de matrimonio y un hijo, Antoine Doinel y Christine se divorcian. Él trabaja como corrector en una imprenta y está enamorado de Sabine, empleada de una tienda de discos. Un día se encuentra allí a Colette Tazzi, la joven de las Juventudes Musicales que conoció en “Antoine y Colette” y que fue su primer amor. Encuentra también a otros conocidos, como Monsieur Lucien, ex-amante de su madre, y a todas las mujeres que han ... [+]
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
14 de abril de 2007
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decimoctavo largometraje de Truffaut, quinta y última entrega sobre Antoine Doinel (Jean-Pierre Léaud), alter ego del realizador. Se rueda en París en 1978. Obtiene un César (música). Producido por Truffaut, se estrena el 24-I-1979 (Francia).

La acción tiene lugar en París en 1978. La obra combina comedia, drama y romance, en una amalgama equilibrada y dotada de un nivel satisfactorio de coherencia. Narrada en un tono aparentemente superficial y ligero, desarrolla una historia que evoca, recrea y construye un universo amplio y rico de sentimientos, emociones y sensaciones, que el protagonista trasmite al espectador. Es sorprendente el magnífico dibujo del deseo que embarga a Sabine tras una noche de amor. La secuencia, relativamente larga, consigue una suma de sensualidad, seducción y naturalidad, tan elegante como cautivadora. Con escasos medios, el autor trasmite los sentimientos agridulces del divorcio, entre recuerdos de los días felices, de las desavenencias y la imagen en plano picado de una muchacha de blaco que sube eufórica a un cohe camino de su boda. Las emociones de los prolegómenos de una amistad juvenil que deriva en amor y boda vibran al ritmo de la "Sinfonía fantástica", de Berlioz.

Antoine, que ya tiene 34 años, lleva 5 de matrimonio, es padre de un chaval de 4, se ha divorciado, pero se comporta todavía con la inmadurez de un adolescente. No sabe gozar del placer del momento, no es capaz de compartir emociones con el sosiego que éstas requieren, vive dominado por las prisas, la precipitación y la superficialidad, desaprovecha oportunidades por el aturdimiento y la ansiedad que rodean su tendencia a abarcar más cosas de las que puede, no pone orden en su vida, regida por la improvisación y cambios constantes de planes. La interacción con otros personajes pone de manifiesto su incómoda excentricidad y la patente necesidad de dejar de comportarse como un chiquillo. La expliación de la historia de la fotografía rota, una de las más sugestivas del film, le sitúa en el umbral de grandes cambios, que quedan fuera del relato.

El autor reitera su fascinación por la mujer, su preferencia por el tema del amor, su visión de que éste comporta gozo y renuncias. Se felicita por la implantación en Francia de la forma civilizada y sensata del divorcio por mutuo acuerdo. Recurre a citas cultas de pintura (Balthus), música clásica (Berlioz, Verdi), música popular antigua (Cole Porter) y contemporánea (Paul Simon).

La música ofrece composiciones emotivas, como los temas "Antoine et Sabine" y "Théme musical". Añade la canción "L'amour en fuite", de Alain Sauchou, y la sinfonía de Berlioz. La fotografía construye una narración fluida, de imágenes de muy buen dibujo, contrastes potentes y colores predominantes de la gama de cremas a marrones. Destaca un "travelling" frontal que muestra a Antoine e hijo avanzando por el andén de la estación. Las interpretaciones son convincentes. Película para cinéfilos y amantes de la obra de Truffaux.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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18 de noviembre de 2007
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realizada en un tono bastante desenfadado, Truffaut nos introduce en una historia mas de su personaje alter ego, Antoine Doinel, que es el culmen del resto de historias sobre el personaje. Sin la entereza, el poderío, ni clímax final de otras aventuras de Antoine, pero con el típico buen ritmo de las películas del genio francés, y cómo no, con su típica genial construcción de los personajes, que son realmente los que conducen la película.
Quizás el filme peca de demasiados flasback que aprovechan el montaje de películas anteriores, y da la sensación de vagueza imaginativa en ocasiones. No debió de rodarse con demasiadas dificultades, puesto que mucho metraje ya estaba disponible.
En general, una buena interpretación de Jean Pierre Lèaud, en una película entretenida, bien construida, con sorprendente y bello desenlace, pero que no llega a la calidad de otros filmes del gran François. Recomendable, por supuesto, pero no básica en su filmografía.
antonio_corleone
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30 de marzo de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
107/31(26/03/10) Esta fue la quinta y última aventura que François Truffaut llevó a la pantalla de las desventuras de Antoine Doinel (Jean Pierre Leaud), las inauguró en su ópera prima ‘Los 400 golpes’, en lo que era casi una obra autobiográfica, siendo Doinel su alter ego las continuo con otras tres obras que exploraban diferentes etapas de la vida, para finiquitarlas en esta, film que realizó forzado por el fracaso de su anterior cinta, ‘La habitación verde’, Truffaut estaba harto de un personaje ya exprimido por lo que pensó en acabar con él drásticamente, una era matándole, la otra era terminar en una escena en que se nos mostrara que todo era un rodaje de una película, parecido a ‘La noche americana’, al final no hizo ninguna de los dos finales. Esto se nota en la historia pues parece hecha con el piloto automático, a partir del primer divorcio amistoso en Francia se nos hace una retrospectiva de la vida de Doinel, se utilizan multitud de flash-backs de las partes anteriores, en las que se hace un repaso por todas las mujeres de su vida, teniendo el hándicap de que es necesario haber visto las anteriores para entender el comportamiento del protagonista, este recurso es propio de series de humor que ante el agotamiento de ideas realizan un refrito de escenas de otros capítulos. Aún así Truffaut con el piloto automático es mucho director pues en la historia hay bastante bueno, sabe aunar de forma deliciosa el romance, la comedia, el drama, en un relato que rezuma vitalidad, gracias a Doinel, maravillosa encarnación de la jovialidad eterna, la impulsividad, la pasión, no dudando en lanzarse a ciegas en busca del amor, pues Doinel es un romántico inconformista, un enamoradizo empedernido, que solo se ha enamorado de una mujer, el problema es que va cambiando de rostro y siempre es diferente. El relato está plagado de pequeñas historias que evocan nostalgia de un tiempo pasado, destacaría la de la foto rota, llena de un lirismo delicioso, así como la de la charla de Doinel con el amante de su madre, destila gran ternura. Recomendable a los que gusten de buen cine. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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8 de septiembre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El amor en fuga se concibió como una despedida. Consecuentemente, la última película de Antoine Doinel es una mirada nostálgica al pasado del protagonista. Al tiempo que su matrimonio con Christine (Claude Jade) termina en divorcio amistoso y hay una nueva mujer en su vida (Dorothée), regresan a escena fantasmas del pasado como Colette (Marie-France Pisier) o el amante de la madre de Antoine. Aprovechando esta circunstancia, Truffaut introduce escenas de otras películas de la saga a modo de flashbacks, repasando toda su trayectoria. Aunque el film sea una verdadera retrospectiva para el disfrute de los seguidores incondicionales del personaje, no esconde un cierto componente elegíaco. El hecho de que algunas de estas escenas recuperadas fueran eliminadas de los montajes finales es muy significativo, del mismo modo que se recompone esa fotografía hecha pedazos.

Evidentemente, vuelven a sonar las composiciones de Georges Delerue -prologadas por una estupenda canción de Alain Sauchou- y la fotografía del film corresponde al insustituible Néstor Almendros. Aunque el final de El amor en fuga parece cerrar definitivamente el ciclo de Antoine Doinel, es una incógnita si se trata de un adiós en toda regla o deja una puerta abierta al futuro. Nunca lo sabremos. Mejor quedarnos con ese desenlace romántico en el que la vida todavía puede deparar sorpresas al corazón. ¿Quién puede conjeturar qué nuevas aventuras nos hubiese deparado la travesía vital de Antoine si Truffaut no hubiese fallecido aquel fatídico 21 de octubre de 1984, a la prematura edad de 52 años? Ambos formaban un ser indivisible, un espejo único de sueños e inquietudes en el que cineasta y personaje se diluían. No podía ser de otro modo: Truffaut se llevó a su creación a la tumba.
Keichi
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29 de julio de 2021
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Última película con el personaje de Antoine Doinel, el niño de “Los 400 golpes”, como se encarga Truffaut de insistir, con escenas de esa película, de “Besos robados” y de “Domicilio conyugal”.
Muy dinámica y relativamente corta, era la manera de acabar con el personaje.
He de reconocer que el tal Doinel nunca me cayó bien y tengo la sensación `de que aquí Truffaut ha hecho una faena de aliño, trufando esta película con decenas de recortes de las anteriores.
Interesante como experimento, pero quien desee enterase de algo tiene que ver el ciclo completo.
Los cambiantes amorÍos del tal Doinel quziá tenga algo del mismo Truffaut, que tenía fama de picaflor.
yoparam
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