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El valle de la violencia

Western Guerra de Secesión (1861-1865). Charlie Anderson, viudo y padre de familia numerosa, posee una granja en Virginia. Siendo contrario a la esclavitud, está firmemente decidido a mantenerse al margen de la guerra civil, a pesar de las presiones que soporta, incluso por parte de algunos de sus hijos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
21 de septiembre de 2008
36 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y aquí estamos otra vez. Con el gran James Stewart y después de disfrutar de otra carismática y excepcional interpretación. E historia. Historia bonita, educadora, antibélica, integradora, antiracista y con una enorme cantidad de valores familiares. Conservadora. También, pero ni más ni menos que un reflejo de la época.

Charlie Anderson (James Stewart) es un granjero de Virginia, viudo y con seis hijos y una hija, que no conoce otra vida que la del trabajo de la tierra y el sacar a su familia adelante. Con una enorme melancolía y recuerdo para con su esposa fallecida, se ve reflejado en los primeros compases de la cinta, Charlie ve como la guerra civil llega a las lindes de sus tierras comenzando así una lucha por intentar quedar al margen y que esta contienda a la vez no le perjudique. Pero todo es en vano cuando su benjamín es cogido prisionero por soldados de la Unión. Empezará aquí una búsqueda agonizante por los campos de prisioneros y campamentos militares que llevará a Charlie a contemplar los horrores de cualquier guerra (y más si es civil) y a sufrir sus consecuencias.

Técnicamente la película es buena. Argumento atractivo con un guión bien desarrollado. Interpretativamente destaca, evidentemente, James Stewart al que, y ya avanzada su carrera, le viene como anillo al dedo el papel de patriarca de una familia numerosa a la que defiende por encima de cualquier circustancia. Andrew V. McLagen, experto en westerns de los que a lo largo de su carrera no hizo sino rodar unos cuantos bastantes, realiza una aceptable dirección centrándola principalmente en la figura de la estrella de Pennsylvania y acompañada por una estupenda fotografía.

Estamos ante un western moralista, tremendamente moralista, donde se dan lecciones de respeto a la familia y donde el mensaje antibélico está claramente presente durante toda la cinta. Mensaje antibélico que culmina la cinta y que podéis leer en el spoiler...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alfie
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7 de junio de 2005
33 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
El protagonista de la película es un granjero acaudalado y viudo, cabeza de una familia numerosa, que mantiene el firme propósito de permanecer al margen de la guerra civil que padece su país, porque no le gusta la escavitud y detesta la guerra. La sucesión de acontecimientos que se verá obligado a vivir le afectará más de lo que es capaz de soportar. Se refugiará entonces en el recuerdo de su esposa y de los hijos que ha perdido, ante los que se justificará para, de ese modo, justificarse ante sí mismo. El soberbio monólogo de James Stewart en el camposanto junto a los restos de los suyos constituye posiblemente el punto culminante de la película. La dirección a cargo del experimentado Andrew V. McLaglen consigue aprovechar la fuerza de un guión escrito por James Lee Barrett con acierto. En él se incluyen algunos recursos cómicos (la vaca lechera entre las líneas de fuego de combatientes de los dos bandos, las sucesivas caídas de Robert en el abrevadero durante la pelea a puñetazos, etc.) y algunas concesiones al sentimentalismo, como corresponde a una obra de la época crepuscular del western. La película es entretenida, reclama la atención del espectador y le deleita con un desarrollo de la acción bien conducido, que hace uso de referencias variadas (casi todas las propias del género) y que cuenta con una interpretación de James Stewart seria y muy digna. La descripción sin estridencias de los desastres de la guerra que contiene la segunda parte de la película resulta emocionante y convincente.
Miquel
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29 de abril de 2006
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de que nuestro protagonista lucha con todas sus fuerzas por permanecer al margen de una guerra y dejar al margen a su familia, esta acaba por alcanzarle, lo cual nos deja ver que nada escapa de la presión de una lucha, ni los implicados, ni los inocentes o los hombres de paz. Cuando se está en el centro del torbellino, poco importa tu postura.

Un western muy bien llevado por un experto director en el género, con mucha experiencia. Además, cuenta con un gran actor (James Stewart) que le pone el camino más fácil al desarrollo de la obra. Una película conmovedora por momentos y desgarradora en otros. Una buena obra que merece la pena ver.
Juanma
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17 de junio de 2020
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco que añadir a las reseñas que nos preceden. El valor y la importancia de la familia como núcleo básico de la sociedad, los horrores de la guerra, la esclavitud, la excelente ambientación histórica, la belleza de los exteriores, el análisis de los principales personajes, su interpretación. En suma, todos los ingredientes de una gran película, Es indudable el aroma fordiano que desprende, incluso tiene de "Lo que el viento se llevó", en cualquier caso mucho más que de "El patriota" con el que también se compara y con el que apenas hay puntos en común.
Pero nosotros preferimos centrarnos más en otras cuestiones que aparecen asimismo en primer plano. Por un lado el sentido de la propiedad, de la casa, de la familia, de lo que uno a conseguido por su propio esfuerzo, sentido tan genuinamente americano y tan característico del western. Hay diálogos que lo marcan a fuego. Suenan cañones en las proximidades: "-Padre, cada vez se acercan más. -¿Pisan nuestras tierras? -No. -Entonces no nos concierne". Contestación categórica del patriarca de los Anderson (Stewart) que luego remacha así: "Mi rancho es mío, la guerra no es mía".
Cuando hoy determinadas ideologías buscan menoscabar el papel de la familia en la educación y en la formación de los hijos (conocida es la frase "Los hijos no solo pertenecen a los padres"), ahí está la respuesta de Charly Anderson con la que encabezamos la reseña: "Mis hijos no pertenecen al Estado". Para, a continuación, dejarles decidir libremente. Porque, pensamos, en absoluto está reñido el papel educador de la familia con la verdadera libertad. Otro ejemplo, Anne Anderson (Ross) cuando se dirige al amigo negro de su hermano que acaba de ser declarado libre y le pregunta ingenuamente en qué consiste eso. Respuesta: "Libertad es poder escoger el camino que uno quiere".
Pero también en la cinta apreciamos una evolución muy significativa en la personalidad del viejo Anderson. Al principio representa el hombre que con su esfuerzo ha conseguido formar una familia rica, unida, tradicional. Está legítimamente orgulloso de ello y no lo oculta. Recordemos que es de Virginia. Pero el desarrollo de la guerra fraticida irá rebajando poco a poco su soberbia. Vestido con todos sus entorchados militares parte su yerno a la guerra el mismo día de su boda, más tarde lo encontrará lleno de harapos preso en un vagón de ganado. Al preguntarle ahora porqué se marchó, le responde triste: "Es más fácil ir a la guerra que huir de la guerra".
Magistral nos parece la escena con el general nordista al que reclama a Robert su hijo pequeño (para nosotros la mejor de la película). Mientras el civil (Anderson) se muestra exigente y jactancioso, paradógicamente el soldado es educado, humilde, comprensivo. El uno no conoce todavía los efectos de la guerra, el otro está ya saturado de la misma. ¡Qué diferencia entre el padre de familia que sale brioso con sus hijos a buscar a Robert, del que retorna al rancho cabizbajo y hundido tras fracasar en su empeño!
Impecable también el monólogo final en el pequeño cementerio del rancho. Pero ya hemos recogido muchas citas, invitamos a los posibles lectores a que la escuchen directamente en la cinta. Merece la pena verla.
Lafuente Estefanía
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27 de marzo de 2010
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
McLaglen tomó los derroteros de un hermoso mensaje pacifista a través de una familia que atraviesa por las catástrofes de la Guerra de Secesión. En contra de la esclavitud y del uso de la violencia, los Anderson, oriundos de Virginia, trabajan sus tierras y se mantienen prescindiendo del abuso al que los estados de la Confederación someten a los negros.
No estando a favor de que haya esclavos, ni defendiendo la causa de una guerra para ellos carente de significado, Charlie Anderson, sus seis hijos varones, su hija y su nuera contemplan la ruina de su tranquila vida al encontrarse envueltos en un conflicto que no han pedido y en el que se niegan a participar.
La guerra pasa factura a todos los que caen atrapados en sus redes, también a los que no quieren saber nada de ella.
Un drama con la belleza de aquel cine en Technicolor de los sesenta. Contando con la presencia del inestimable James Stewart. Un film elegante, dulce, tierno, duro, de memorables diálogos y el zarpazo de la tragedia que sobreviene en el sinsentido de tiempos locos, sin que nadie esté a salvo cuando la caprichosa rueda de la fortuna gira sin control.
Vivoleyendo
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