Django

Django (Nero), mercenario y ex-soldado yankee, arrastra un pesado ataúd hasta la entrada de una aldea embarrada con la finalidad de vengarse del cacique del lugar un tal Jackson que anda de negocio con el fuerte mejicano de la frontera. Como bienvenida ha de actuar a balazos contra sicarios del Jackson, a quien ve enseguida en la pensión de la aldea donde mata a cuatro de sus hombres. Le reta para el día siguiente y entonces conocemos lo que llevaba el gringo en el ataúd: un pedazo de ametralladora...de plástico con la que arrasa a cuarenta de los hombres de la banda de Jackso perdonándole la vida al cabecilla porque quiere que le conduzca al fuerte mejicano y poder roba la paga de los soldados. La llegada de una banda de salteadores mejicanos conocidos por Django de los viejos complica la cosa. Djiando y los nuevos se largan al fuerte para robar el oro. El botín terminará en manos de Django y unas de las protitutas de la pensión. Los demás, incluidos los soldados del fuerte, la banda de Jackson y los salteadores mejicanos se van matando mutuamente en una embocado a tiro limpio. Django vuelve a la mísera aldea para recordar en su tumba a su esposa amada que había sido asesinada por los sicarios de Jackson.

Este es un western-espaguetti con mucho tomate, un montón de tiros y un Django que no se inmuta lo más mínimo apoyado en su reflejo y la rapidez de sus pistolas. Película de tres duros y medios, sin argumento que llevarse a la boca, de manera que al espectador medianamente inteligente, cuando ve tanto despropósito, le entra la risa la risa floja.

Un mundo dominado por el dinero y la ley de la violencia, bajo el mandato de las armas, machista, implacable, desértico y polvoriento, en el que los fuertes doblegan y abusan de los débiles, será testigo de la llegada de un hombre que impone su propia ley.
En el horizonte se aprecia una sombra, una figura, que trae consigo un ataúd en busca de dueño, esa figura es la de Django, un hombre al que le arrebataron lo que más quería y que ahora viene a saldar cuentas con la muerte.
Cuenta con una introducción musical pegadiza e intrigante, con una música compuesta por Bacalov, que ya introduce a un personaje de leyenda, ya que la aparición de la figura llevando un ataúd consigo resulta sensacional.
Un personaje seco y contundente como la tierra de México, envuelto en una manta de misterio, que se destapa para desenfundar y disparar su arma en un fugaz pestañeo de ojos.
Tradicional argumento y estética de Spaguetti Western, que pasa a ser una referencia del género, repleto de diálogos secos y contundentes, que cuenta con una ambientación envolvente que se apoya en la intensa y voraz presencia de Franco Nero, en una trama que llega a adquirir tintes épicos.

Sin llegar a ser una gran película, merece un visionado por parte de los amantes del género spaghetti western, que encontrarán un producto breve y entretenido. Una historia de venganza clásica con un gran protagonista.

...y un uniforme andrajoso y lleno de mierda. Así es como se nos presenta Django, uno de los personajes más míticos del spaghetti western, protagonista de decenas de copias, plagios y falsas secuelas de esta.

Esa escena que da inicio a la película, con el "héroe" arrastrando la caja por el barrizal al son de una cancioncilla pegadiza y melancólica, es una de las imágenes icónicas del western europeo. No es la única. Escenas como la de la mano aplastada, la de la oreja cortada, o la del duelo en el cementerio, tienen, más allá de su explícita violencia y su aire nihilista, un encanto especial, difícil de definir: son escenas que quedan en la memoria mucho tiempo después de ver la película. También el hecho de poner como villanos a una especie de secta racista formada por ex soldados confederados (una especie de proto-KuKluxKlan con sus capuchas y sus cruces de palo) tiene su aquel, y se aleja enormemente de los tópicos del western clásico.

Claro está que no es oro todo lo que reluce, ni mucho menos: el guión está lleno de incoherencias, el ritmo es bastante irregular, y la historia de amor (o lo que sea) entre Django y María no tiene pies ni cabeza, y parece que hubiera sido incluida más que nada para rellenar. También hay algunos fallos de atrezzo algo cantosos, como la ametralladora, que dispara a todo trapo sin tragarse las balas ni girar el tambor...

En todo caso, con fallos y todo, una película de culto por derecho propio, un clásico del cine de explotación italiano, y una obra fundamental para el que quiera introducirse en los terrenos del spaghetti western más allá de la obra de Sergio Leone.

Peliculón. Al igual que la paella está película está compuesta por un puñado de ingredientes aleatorios que funcionan a la perfección.

Yo llegue a conocer esta película por el Django de Tarantino, pero no me llamaba demasiado la atención. Una vez vista puedo confirmar que ambas tiene más similitudes de lo que puede parecer en un principio. No solo comparten el potentísimo tema principal, si no también algunas escenas e incluso algunas partes de la trama (aunque en general no tienen nada que ver).

Es el típico western con una trama de venganza y con un protagonista taciturno, inteligente y virtuoso con el revolver, pero con todo un poco más exagerado. No pasa desapercibido.

Como curiosidad, las localizaciones exteriores están rodadas en Madrid, en concreto en Colmenar Viejo y la Pedriza. Esto realmente no es algo nuevo ya que la Pedriza se ha usado para rodar muchas películas, entre otras algunas escenas de 'El bueno, el feo y el malo'.