Django

"Joya" del spaghetti western, de la serie Z o de la tercera división regional del celuloide que, dicen, cosechó un éxito arrollador en Alemania (en fin, cosas peores se han visto en Alemania y no sólo en la gran pantalla). Sólo recomendable para arqueólogos del cine, cinéfagos sin criterio o para quien tenga algún pariente lejano trabajando en el film. Al resto, quisiera dirigirles esta advertencia.
La peli es mala, mala. Y el elenco de actores, peor, peor. Eso sí, yo le he encontrado ciertos paliativos, que tal vez impriman leve interés al visionado. Primero, la trama me sorprendió cuando ya estaba viendo venir lo que parecía un plagio descarado de "Por un puñado de dólares". Ello no significa que remonte mucho el vuelo, pero al menos consiguió que mi dedo no ejecutara la orden de stop.
Segundo paliativo, la canción introductoria es pegadiza, aunque la subsiguiente banda sonora linda un poco con lo ridículo.
Y tercero, la estética feísta propia del género es de diploma olímpico, aunque no estoy muy seguro de que esto fuese buscado aposta.
Subrayo, a continuación y en la sección spoiler, los momentos estelares.

A un pueblo fantasma de la frontera mexicana, comido por el fango y el barro y asediado por dos bandas rivales, llega un personaje apocalíptico arrastrando un ajado ataúd en cuyo interior esconde una potente metralleta. A "grosso modo" los spaguetti western sólo poseen interés en la figura de Sergio Leone y en algún film muy concreto de Sergio Corbucci, entre ellos este y "El gran silencio". La puesta en escena de los spaguetti western representando a conciencia un cine sucio -en el sentido más amplio del concepto-, polvoriento y tan alejado tanto en estética como en ética del puro western clásico -aquí también en sus múltiples vértices-, llámese John Ford o Raoul Walsh (entre otros muchos), expone un sentido tan escasamente ético e inmoral que no existe un héroe o unos valores políticamente correctos ni por un bando ni por el otro, encontrando un difuminado punto común en una vaga continuidad y en contados tramos de las películas de Sam Peckinpah o Clint Eastwood aunque nunca llegando a las cotas inmorales que presentan los spaguetti western. En definitiva esta película es uno de los trabajos más dignos y reseñables de este subgénero del western.

"Spaghetti Western" dirigido con solvencia por Sergio Corbucci en el que la venganza y la redención se funden en medio del desierto mexicano, combinados a través de una historia de supervivencia en donde se aplicaba la ley del más fuerte y en el que la vida y la muerte eran la moneda de cambio disponible que cobrabas. O pagabas.

Prohibida en Inglaterra por su extrema violencia, es una de las mejores representantes el género junto a gran parte de su filmografia que ha sido infravalorada injustamente, pues están casi al mismo nivel de los trabajos de su compatriota Sergio Leone, e incluso mas prolífica en cuanto a cantidad se refiere.

Aunque no hay grandes interpretaciones, es imposible no rendirse ante la presencia de un imperial Franco Nero como el implacable protagonista en búsqueda de conseguir un objetivo que parece imposible en medio de un paraje que a ratos parece una película de terror. Se dejan ver por ahí también Loredana Nusciak, José Bódalo, Ángel Álvarez, Gino Pernice, Simón Arriaga, Giovanni Ivan Scratuglia, Remo De Angelis, Rafael Albaicín y José Canalejas.

Cruda pero efectiva, y las notas de Luis Bacalov impagables..

No salgo de mi asombro como este bodrio de proporciones incalculables puede gustar tanto, no sé que efecto podría causar en su tiempo. A día de hoy es una auténtica horterada de lo más ridícula, aburrida, anticuada e irrisoria, que hasta la película fallida del gran Sergio Leone "Agáchate Maldito" parece una auténtica obra maestra, comparada con este cañamón. Y quien mejor que el propio gran Leone para decirnos lo que opinaba de todos estos esperpentos, a día de hoy insoportables de ver, que solo producen vergüenza ajena.

El éxito de mis westerns tuvo consecuencias desastrosas. La marea de engendros que provocó en Italia fue horrible. Vi todo estos subproductos, o casi. Y al principio me hacían cierta gracia. El hecho de que el público manifestara interés por ellos al menos reveló que el Oeste seguía cargando de magia y que el hombre de la frontera era un héroe todavía vivo en el corazón de los espectadores.

Pero lo cierto es que eran bodrios a cual más absurdo. No habían entendido nada de mis películas. Incluso los más respetados me parecen horribles, como los de Sergio Corbucci y Sergio Sollima. Conozco muy bien a Corbucci, trabajamos juntos en varias ocasiones. Es un hombre que domina la técnica, pero hacer westerns no es cuestión de técnica. Hace falta espesor, verdad y profundidad, y nada de esto se encuentra en los westerns de Corbucci. Menos en ese tan prestigioso para los franceses de Il grande silenzio (1968). Es tan falso como pretencioso, con esa idea gratuita de que transcurra en la nieve. Y Sollima es un falso intelectual. Antes de dirigir ejercía la crítica de cine y escribía anónimamente diálogos, corregía sinopsis, en films de todo tipo. “El halcón y la presa”, tenía una historia maravillosa, que le escribió Sergio Donati, mi guionista. La rivalidad entre un cazador de recompensas y un fuera de la ley injustamente reclamado, que acaba convirtiéndose en amistad. Pero Sollima la desaprovechó del todo.

Del western europeo salvaría “Yo soy la revolución” (1968) de Damiano Damiani, protagonizado por dos de mis estrellas en “La muerte tenía un precio” Gian María Volonté y Klaus Kinski. Y no sé yo si algo más.

Por eso me disgusta que todo el mundo me señale como el padre del Spaghetti –western. Porque soy el padre, si, pero de un montón de hijos de puta.

La original película, tantas veces copiada como alabada, es considerada una obra maestra del género, del Spaghetti Western. Mítica para Tarantino que hace apología de ella. Además hace aparecer a Franco Nero en una de sus cintas, claramente inspiradas en este tipo de cine.
El planteamiento estético es impecable. Nos presenta un Oeste sucio, decrépito, nada idealizado, cruel y egoísta. Probablemente era, en realidad, más cercano a esta visión que a la tópica de tantas película americanas.
Entretenimiento en estado puro. No es, con todo, la cinta del género que más me ha gustado. Fuera de las de Leone, que son mejores, me gustó más El Gran Silencio. Tanto por la temática como por la profundidad de su planteamiento estético y moral.
En ella están planteados, no obstante, los temas más característicos del género (la venganza, el resentimiento, el dinero, la codicia, la violencia, la crueldad) así como los recurso estético característicos (la ropa, los figurantes, los diálogos -secos, duros y nada poéticos ni contemplativos, y esa estética general desaliñada y zafia).
Inconmensurable está Franco Nero, en el que, probablemente, es el papel de su vida. Una chica guapísima, Loredana Nusciak, es la protagonista femenina. El gran José Bódalo haciendo de mexicano no parece la mejor opción, aunque es un actor muy dotado. Me ha gustado mucho Ángel Álvarez, al que no conocía, que hace un papel muy propio.
Me ha gustado mucho.