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La edad de la inocencia

Romance. Drama Nueva York, año 1870. Newland Archer (Daniel Day-Lewis), un caballero de la alta sociedad neoyorquina, está prometido con May Welland (Winona Ryder), una joven de su misma clase social. Pero sus sentimientos cambian cuando conoce a la poco convencional prima de May, la condesa Olenska (Michelle Pfeiffer). Desde el principio, defenderá la difícil posición de la condesa, cuya separación de un marido autoritario la ha convertido en una ... [+]
Críticas 77
Críticas ordenadas por utilidad
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8
7 de diciembre de 2019 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un montón de películas que tienen como fondo la ciudad de Nueva York , pero pocas describen la vida de sus antiguos habitantes como "La edad de la inocencia," en una época que hoy resulta lejana, estando basada en una novela de una escritora que vivió aquella época de primera mano la historia resulta aun más interesante.
En un principio me sorprendió que Martin Scorsese dirigiera una película que trataba un tema tan alejado de su estilo, pero creo que hace un poco de "cronista" de esa ciudad, así que tiene sentido que dedique una película a sus orígenes consiguiendo además un pequeño clásico.
No tengo en cuenta Guns of new york , para mí es un disparate de película.
9
5 de septiembre de 2022 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo como cinéfilo que me considero que soy, soy fan de Martin Scorsese, y siempre intento ver todas sus películas, pero tiene tantas que siempre me falta alguna por ver, y resulta que esta no la conocía demasiado, de hecho no parece que sea tan conocida como sus películas sobre la mafia, o EL LOBO DE WALL STREET por ejemplo.

La comencé a ver y me parecía un poco lenta al principio, pero con una puesta en escena muy interesante, siempre enfocado en los detalles y en el barroquismo, pero de una manera bastante a lo Scorsese, con un montaje agresivo, con muchos planos, muchos movimientos de cámara como planos secuencia. Scorsese nos muestra como entienden la vida en un estatus social del siglo XIX, con unos niveles de vida de la alta sociedad y una vida totalmente impuesta por la imagen y el honor.

Y lo maravilloso de la película es como dentro de ese contexto tan rígido, nace un amor prohibido, muy bonito, pero muy triste a la vez entre dos personajes interpretados de una manera increíble por el gran Daniel Day Lewis y Michelle Pfeiffer, siempre con esas miradas, ese cortejo tan elegante entre los dos, como hablan, como disfrutan y sufren a la vez.

Debo decir que es una de las historias románticas más potentes que he visto en mi vida, se asemeja bastante al clásico de Shakespeare de ROMEO Y JULIETA, pero en términos de películas me viene a la mente la película de Paul Thomas Anderson EL HILO INVISIBLE, que no trata lo mismo, pero si se asemeja en cuanto a lo difícil que puede ser una relación, a dar esa atención por los detalles, y a como incluso a pesar de tener la felicidad en nuestra mano, por nuestro oficio o nuestra sociedad, no nos lo permite a pesar de desearlo, y eso me encanta de la película, porque no te muestra el amor como algo simplemente bonito o triste, no. Porque el amor es algo mucho más complejo, al igual que el ser humano no es solo blanco o negro, también ocurre con nuestras relaciones, y eso ambas películas lo reflejan muy bien.

No puedo poner demasiadas pegas a esta obra maestra, como mucho si me pongo un poco pijo, que al principio es lenta la película y que tarda en arrancar, pero aun así creo que luego merece la pena porque la historia de amor que cuenta es increíble, muy buena película.

Para todos los que os gusta el cine de época, las historias de romances imposibles, tenéis que verla porque es muy buena, y encima la dirige el gran Martin Scorsese, no se puede decir más.

Obra maestra del genio Scorsese, otra más para su colección.
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spoiler:
También quiero que reflexiones sobre lo que pasa en la escena final, que no voy a decir, pero solo os digo que una película de las muchas románticas que siempre parece que tienen que acabar todas igual, pues va Scorsese y te cambia la película totalmente, es un final muy muy bueno.
10
10 de junio de 2023 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No estoy afirmando nada extraordinario ni (creo que) discutible si digo que Martin Scorsese es uno de los más importantes directores de la historia del cine. Uno de los líderes de la explosión de calidad del cine norteamericano de la década de los 70 (la más importante que haya existido para mí) creó un estilo barroco y alambicado propio y, lo que resulta aún más meritorio, en muy diferentes géneros. Scorsese nunca se ha circunscrito a un territorio determinado en el que se sienta cómodo y domine (ni tan siquiera el más querido por él, el mafioso), sino que ha sido capaz de enfrentarse a retos muy distintos, incluso al melodrama de época perfecto que culmina con “La edad de la inocencia”. Para mí, junto con “Barry Lyndon” de Martin Scorsese y “Las amistades peligrosas” de Stephen Frears, la gran película de época de mi vida.

Pero la importancia de Scorsese va más allá de su propia filmografía, dado que ha sido el espejo en el que se han mirado los mejores cineastas posteriores, sobre todo el mejor del mundo, Paul Thomas Anderson, hijo cinematográfico natural de Scorsese. De hecho, esa obra maestra descomunal que es “El hilo invisible” bebe directamente de “La edad de la inocencia”, lo cual es gozosamente constatable, en su aspecto formal y de planteamiento.

Para salir de su zona de confort (que dicen los modernos pedantes), Scorsese adapta de nuevo a la pantalla la novela de Edith Wharton con una fidelidad pasmosa, para contarnos una historia de amores imposibles y apariencias sociales asfixiantes en la alta sociedad de la Nueva York de la década de 1870.

Preciosa y preciosista adaptación de la obra literaria llevada a cabo por el propio Martin Scorsese junto con Jay Cocks, la capacidad del genio neoyorquino para recrear al detalle la fastuosidad de aquellas casas en mitad de ninguna parte pero con toda la idiosincrasia de la más rancia Europa dentro de sus muros resulta apabullante. Todo está pensado y medido al detalle para que la cámara de Scorsese se recree a través de planos secuencia insuperables marca de la casa (escuela para los de Paul Thomas Anderson), travellings lentos y clásicos que cortan la respiración y grúas que hacen elevar la vista del espectador hasta el plano cenital rodeado de un lujo insultante. Estamos ante una orgía visual de época sólo superada por el dios Stanley Kubrick en “Barry Lyndon”.

Pero casi tan importante como lo que se ve, está lo que se escucha: la partitura de Elmer Bernstein es tan descomunal como la selección de piezas clásicas que la completan. Un lujo para los oídos que se embelesan a la par que el ojo del cinéfilo entra en éxtasis con la dirección de fotografía de Michael Ballhaus, ciertamente tan histórica como su diseño de producción y su vestuario (premiado con un Oscar).

Lógicamente, una obra maestra absoluta como ésta tiene que fundamentarse en las interpretaciones de su equipo artístico y el mismo no puede resultar más sublime: Daniel Day-Lewis (¿causalidad que fuera elegido por Paul Thomas Anderson para protagonizar “El hilo invisible” tras su lección magistral interpretativa en “La edad de la inocencia”?), una mágica Michelle Pfeiffer en el mejor momento de su carrera y una angelical Winona Ryder que estaba tocando techo en el mundo del cine (rodaba también en aquel momento ni más ni menos que “Drácula (de Bram Stoker)” de Francis Ford Coppola). Todos están perfectos y ayudan a que “La edad de la inocencia” entre por derecho propio en los anales del cine.

Y, sin duda, la voz en off, mágica e imprescindible para la traslación a imágenes de la novela, que es sostenida por, ni más ni menos, que la gran Joanne Woodward, esa actriz maravillosa que fue la esposa de Paul Newman. No se puede pedir más.
10
25 de enero de 2024 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo rezuma excelencia y exquisitez en esta película: es como una mesa bien puesta en la que no falta nada, como un beso bien dado que se recuerda siempre. Scorsese obvia el perfil testosterónico de sus films habituales y se sumerge con complacencia y sentido en su obra más eminentemente femenina (por su estética y su argumento). La interpretación de sus tres protagonistas (Pheiffer, Lewis y Ryder) es impagable, así como del resto de maravillosos secundarios. Y encima, como colofón, la belleza de su partitura... (grande Bernstein).
8
18 de diciembre de 2023 Sé el primero en valorar esta crítica
Scorsese firma lo que podría parecer un trabajo mercenario o académico, en la línea de Ivory-Merchant y sus dramas de época, con reparto de impresión y mucho lucimiento de vestuario y ambientes lujosos. En realidad el italoamericano da lo mejor de sí, transmutándose en un Ophuls con una medida puesta en escena, más que mera decoración, recreando con cada detalle un ambiente, un mundo similar a una elegante burbuja por donde se mueven unos personajes subordinados a una rígida moral; cuadros, música (ópera y teatro que hablan por sí solas de la pantomima de semejante modo de vida), decoración, alimentos… la cámara, el hábil montaje, recogen todo ésto sin prisas, en lo que parece una pura observación, una sucesión de diálogos que ocultan bastante (el marido de la condesa, aficionado a “coleccionar porcelana”, sin comentarios), antes que una trama definida… pues aunque estamos ante una historia de amor prohibido que no plantea gran novedad, ésta nunca llega a tener lugar y muere en el mismo momento de nacer (pese a la larga duración, parece que “no pasa nada” en la peli), tan grande es la influencia ambiental de la alta sociedad sobre las dos almas “disidentes” (es un decir).

El estricto código que rige un microcosmos social, poco menos que marginal aún en su opulencia (la mansion aislada en medio de la nada), individuos escindidos entre sus sentimientos y lo que deben al grupo, situados ante una encrucijada de difícil resolución… es ésto lo que remite al autor y a su obra, como el aprecio hacia una Nueva York pretérita. O un elemento disruptivo que procede del viejo continente. O la presencia de una matriarca que lo mismo es implacable en sus juicios, o bien una anciana venerable de cuento.

El doble fondo de cada uno de los implicados se extiende a una inocente y sosainas Winona, quien también puede ser el miembro perfecto (y siniestro) de un colectivo que coloca a cada uno en su lugar. Casi una novela decimonónica en imágenes en cuanto al off (yo huiría del relamido doblaje en castellano), cambiamos violencia y bajos fondos por pulcritud, cursilería incluso. Quedaría por mencionar el recital de Daniel Day Lewis, un tipo que sin hacer nada, lo hace todo con cada gesto y compone a un protagonista con múltiples facetas.

Estupendos y muy evocadores títulos de crédito, por cierto (la inocencia que dura poco, como las flores, y que se va rápido a hacer puñetas). Y Geraldine Chaplin, como siempre, forjándose una dilatada carrera consistente en no hacer absolutamente nada.
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spoiler:
En cualquier película sobre amores adúlteros y prohibidos esperamos una secuencia de acontecimientos similar: surge la pasión, tiene lugar el encuentro, después les pillan... se convierten, en definitiva, en nuestros héroes románticos contra el mundo. Aquí, sin embargo, pareciera que nunca acabamos de abandonar el punto de partida. Tal es la represión, la contención, que la acción queda congelada. No son héroes, y ni tienen razón, ni dejan de tenerla, en sus acciones. Quizá una de las apuestas más arriesgadas de la peli.
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