La edad de la inocencia
1993 

7.0
17,333
Romance. Drama
Nueva York, año 1870. Newland Archer (Daniel Day-Lewis), un caballero de la alta sociedad neoyorquina, está prometido con May Welland (Winona Ryder), una joven de su misma clase social. Pero sus sentimientos cambian cuando conoce a la poco convencional prima de May, la condesa Olenska (Michelle Pfeiffer). Desde el principio, defenderá la difícil posición de la condesa, cuya separación de un marido autoritario la ha convertido en una ... [+]
15 de julio de 2018
15 de julio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mi Scorsese me parece excelente director pero para los estándares de Hollywood y no un director universal como un Kubrick, un Hitchcock, un Welles. Algo que no me gusta de Scorsese es su confianza exacerbada en la narración pero por lo menos funciona en "El Lobo de Wall Street", "Casino", "Taxi Driver" y que mejor que en "Goodfellas" que te explica el inframundo de la mafia de forma interesante. Lo que odié de "La Edad de la Inocencia" fue su narración, me pregunté ¿quién carajos es ella, la narradora? Ni conozco al personaje y ya me está narrando la película cuando YO debería de desmenuzarla poco a poco. La verdad ví a un Scorsese amateur en ese aspecto. Hubo una escena en la que Michelle Pfeiffer hablaba y la iluminación apuntaba a su cabello haciéndolo brillar, eso tampoco me pareció inteligente, más bien se me hizo muy obvio. La película contaba con un gran reparto, gran música de Bernstein, maquillaje, escenografía, diseño de producción (para mí lo más importante) pero la narración me lo arruinó, la trama se volvió cansina a más no poder cuando el argumento era excelente. Lo peor es que dicha narración era MUY FRECUENTE. En vez de un 10, le doy un 7, quizá un 8!!!
30 de marzo de 2021
30 de marzo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos en 1870 en Nueva York. Newland Archer (Daniel Day-Lewis), un caballero de alta sociedad está prometido con May Welland (Winona Ryder), una joven igualmente adinerada y bien posicionada. Pero cuando Newland conoce a la libre y sofisticada prima de May, la condesa Olenska (Michelle Pfeiffer), sus sentimientos cambian y acaba enamorado de la hermosa y sugerente mujer. May es separada de un marido tirano que la ha catalogado poco menos que de prostituta. Lo cual que Newland la defiende siempre. Pero las circunstancias familiares de Newland quieren que no decida romper con su esposa, sino todo lo contrario: le espera la paternidad.
Martín Scorsese hace un bello trabajo de auténtico cine clásico llevando a la pantalla la novela homónima de Edith Wharton, galardonada en 1921 con el Premio Pulitzer, con un guion de su autoría junto a Jay Cocks.
Envolvente y majestuosa música de Elmer Bernstein y una magnífica fotografía de Michael Ballhaus. Gran vestuario y puesta en escena, es decir, más que mejor pues es una película que hace de la puesta en escena su razón de ser.
El reparto es de lujo con interpretaciones brillantes de parte de una brillante y bella Michelle Pfeiffer, Daniel Day-Lewis muy bien y Winona Ryder templada y eficiente, los tres en sintonía, expresivos, guapos y con un magisterio encomiable. Acompañan otros actores y actrices como Richard E. Grant, Alec McCowen, Geraldine Chaplin, Mary Beth, Robert Sean y hasta el mismo Martin Scorsese, entre otros.
Es una obra auténticamente cuidada y suntuosa. Scorsese, llevando al límite su talento y cualidades, forma ya parte del reducido número de directores “en los que el drama vive agazapado en la fractura de los tiempos. Allí donde la palabra moderno adquirió la impertinencia del sentido” (Martínez).
Entre las ruinas de lo viejo y los gérmenes de lo nuevo, un hombre casado ama a una mujer “prohibida”. Cara a cara, Day-Lewis y Pfeiffer demandan su derecho al deseo. Pero como dijo Freud en su celebérrima obra “El malestar en la cultura”, en sociedad siempre hay que pagar peaje, aguantar (“aguantina”, como se dice popularmente), y tirar para adelante con la esposa y la progenie, o sea, el complejo de culpa, la obsesión amorosa y el peso de la tradición muy presentes.
Exquisita, romántica y perturbadora historia de amor.
Martín Scorsese hace un bello trabajo de auténtico cine clásico llevando a la pantalla la novela homónima de Edith Wharton, galardonada en 1921 con el Premio Pulitzer, con un guion de su autoría junto a Jay Cocks.
Envolvente y majestuosa música de Elmer Bernstein y una magnífica fotografía de Michael Ballhaus. Gran vestuario y puesta en escena, es decir, más que mejor pues es una película que hace de la puesta en escena su razón de ser.
El reparto es de lujo con interpretaciones brillantes de parte de una brillante y bella Michelle Pfeiffer, Daniel Day-Lewis muy bien y Winona Ryder templada y eficiente, los tres en sintonía, expresivos, guapos y con un magisterio encomiable. Acompañan otros actores y actrices como Richard E. Grant, Alec McCowen, Geraldine Chaplin, Mary Beth, Robert Sean y hasta el mismo Martin Scorsese, entre otros.
Es una obra auténticamente cuidada y suntuosa. Scorsese, llevando al límite su talento y cualidades, forma ya parte del reducido número de directores “en los que el drama vive agazapado en la fractura de los tiempos. Allí donde la palabra moderno adquirió la impertinencia del sentido” (Martínez).
Entre las ruinas de lo viejo y los gérmenes de lo nuevo, un hombre casado ama a una mujer “prohibida”. Cara a cara, Day-Lewis y Pfeiffer demandan su derecho al deseo. Pero como dijo Freud en su celebérrima obra “El malestar en la cultura”, en sociedad siempre hay que pagar peaje, aguantar (“aguantina”, como se dice popularmente), y tirar para adelante con la esposa y la progenie, o sea, el complejo de culpa, la obsesión amorosa y el peso de la tradición muy presentes.
Exquisita, romántica y perturbadora historia de amor.
29 de abril de 2024
29 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apartado, en cierto sentido, de todo lo que había realizado anteriormente, Scorsese llevó a la gran pantalla la novela de la ganadora del Pulitzer, Edith Wharton. Ambientada en la segunda mitad del siglo XIX, la historia se centra en Newland Archer -Daniel Day Lewis- un joven abogado perteneciente a la alta sociedad neoyorquina prometido con May Welland -Winona Ryder-, una joven de su mismo estrato social. Sin embargo, sus sentimientos cambian cuando conoce a la prima de May, la condesa Olenska -Michelle Pfeiffer- que vuelve a Nueva York tras separarse de su autoritario marido. La personalidad y la belleza de la condesa harán que la vida de Newland sufra un vuelco.
Alejándose de la violencia física, de las armas y la sangre, Scorsese retrata a la perfección la alta sociedad norteamericana de hace ya algo más de siglo y medio. Y quizá ese envoltorio que cubrió su decimoquinto trabajo para la gran pantalla fue uno de sus grandes enemigos. ¿Qué hace este director en un drama de época? Darnos, una vez más, una lección de cine.
No hay plano en la película que sobre, todo está medido al milímetro. En un perfecto trabajo en equipo en el que brillan, tanto la fotografía de Michael Ballhaus, la música de Elmer Berstein, la cuidada y precisa ambientación de Dante Ferreti y el sobresaliente montaje de la eterna Thelma Schoonmaker, La edad de la inocencia atrapa al espectador y le sumerge en los supuestos encantos -discretos, que diría Buñuel- de la burguesía.
Y en ese sumergimiento, o a través de él, mejor dicho, el espectador se da cuenta que el bueno de Marty no se ha distanciado tanto de uno de sus temas favoritos, la mafia. Que las reglas convencionales por las que se regían las clases altas podían ser más opresivas y exhaustivas que las de la Cosa Nostra. Más pulcras, menos violentas, pero igual de tiránicas.
En esa opresión se mueven, o intentan moverse Newland y la Condesa. Para el joven abogado, Olenska representa todo aquello que él anhela. Es una mujer que se ha rebelado ante un matrimonio impuesto, en el que no era feliz. Se trata pues, de una persona que rompe las normas de la alta sociedad, que las desafía y por ende sufre con el aislamiento de los que la rodean. De todos menos de su abuela, la señora Mingott -Miriam Margolyes- y del propio Archer. Este, cae rendido ante la personalidad y belleza de la Condesa.
Ese amor imposible, cercenado desde el inicio porque él está prometido en matrimonio y ella aún no se ha divorciado -y aunque lo hiciese, era una apestada para la alta burguesía neoyorkina- se va a perder en un laberinto. Un laberinto del que ambos personajes no van a poder salir, ya que las paredes que lo forman están construidas con la tradición y el protocolo de una sociedad, de unas familias dominantes. Ambos son presos, están condenados a vivir separados.
Los tres protagonistas de este triángulo amoroso están perfectos. Michelle Pfeiffer nos brinda, quizá, la mejor interpretación de su carrera. Daniel Day Lewis está sobrio, contenido, reflejando a la perfección la frustración de su personaje. Y Winona Ryder, con apariencia de mosquita muerta, de mujer florero que no se entera de lo que ocurre a su alrededor y que encierra una personalidad conspiradora y manipuladora. Un rol al que, con las pinceladas oportunas, le iría al pelo a cualquier mafioso.
Un grupo de secundarios muy notables entre los que destacan Geraldine Chaplin, Richard E. Grant y un breve, pero magnífico y sentimental Jonathan Pryce. La voz en off, como narradora omnisciente, de Joanne Woodward tiene un gran peso en la obra, dotándola más si cabe de ese tono literario que Scorsese no quería abandonar a la hora de adaptar la obra de Edith Wharton.
Algo más de dos horas que transcurren sin altibajos, con un ritmo narrativo perfecto. Y que terminan de forma sobresaliente. Un final a la altura del resto de la obra, pero que debido a su emoción y a la conmovedora figura de un Daniel Day Lewis, ya avejentado, te agarra y te sacude sin saber a ciencia cierta, si te ha dejado en paz con la historia que has visto o te ha vapuleado emocionalmente. Porque días después de haber visto la película, aún recuerdas el desenlace con el que Martin Scorsese firmo uno de sus mejores trabajos. Obra maestra absoluta.
Más datos sobre esta y otras películas en argoderse.com
Y en Facebook en la página argodersecine
Alejándose de la violencia física, de las armas y la sangre, Scorsese retrata a la perfección la alta sociedad norteamericana de hace ya algo más de siglo y medio. Y quizá ese envoltorio que cubrió su decimoquinto trabajo para la gran pantalla fue uno de sus grandes enemigos. ¿Qué hace este director en un drama de época? Darnos, una vez más, una lección de cine.
No hay plano en la película que sobre, todo está medido al milímetro. En un perfecto trabajo en equipo en el que brillan, tanto la fotografía de Michael Ballhaus, la música de Elmer Berstein, la cuidada y precisa ambientación de Dante Ferreti y el sobresaliente montaje de la eterna Thelma Schoonmaker, La edad de la inocencia atrapa al espectador y le sumerge en los supuestos encantos -discretos, que diría Buñuel- de la burguesía.
Y en ese sumergimiento, o a través de él, mejor dicho, el espectador se da cuenta que el bueno de Marty no se ha distanciado tanto de uno de sus temas favoritos, la mafia. Que las reglas convencionales por las que se regían las clases altas podían ser más opresivas y exhaustivas que las de la Cosa Nostra. Más pulcras, menos violentas, pero igual de tiránicas.
En esa opresión se mueven, o intentan moverse Newland y la Condesa. Para el joven abogado, Olenska representa todo aquello que él anhela. Es una mujer que se ha rebelado ante un matrimonio impuesto, en el que no era feliz. Se trata pues, de una persona que rompe las normas de la alta sociedad, que las desafía y por ende sufre con el aislamiento de los que la rodean. De todos menos de su abuela, la señora Mingott -Miriam Margolyes- y del propio Archer. Este, cae rendido ante la personalidad y belleza de la Condesa.
Ese amor imposible, cercenado desde el inicio porque él está prometido en matrimonio y ella aún no se ha divorciado -y aunque lo hiciese, era una apestada para la alta burguesía neoyorkina- se va a perder en un laberinto. Un laberinto del que ambos personajes no van a poder salir, ya que las paredes que lo forman están construidas con la tradición y el protocolo de una sociedad, de unas familias dominantes. Ambos son presos, están condenados a vivir separados.
Los tres protagonistas de este triángulo amoroso están perfectos. Michelle Pfeiffer nos brinda, quizá, la mejor interpretación de su carrera. Daniel Day Lewis está sobrio, contenido, reflejando a la perfección la frustración de su personaje. Y Winona Ryder, con apariencia de mosquita muerta, de mujer florero que no se entera de lo que ocurre a su alrededor y que encierra una personalidad conspiradora y manipuladora. Un rol al que, con las pinceladas oportunas, le iría al pelo a cualquier mafioso.
Un grupo de secundarios muy notables entre los que destacan Geraldine Chaplin, Richard E. Grant y un breve, pero magnífico y sentimental Jonathan Pryce. La voz en off, como narradora omnisciente, de Joanne Woodward tiene un gran peso en la obra, dotándola más si cabe de ese tono literario que Scorsese no quería abandonar a la hora de adaptar la obra de Edith Wharton.
Algo más de dos horas que transcurren sin altibajos, con un ritmo narrativo perfecto. Y que terminan de forma sobresaliente. Un final a la altura del resto de la obra, pero que debido a su emoción y a la conmovedora figura de un Daniel Day Lewis, ya avejentado, te agarra y te sacude sin saber a ciencia cierta, si te ha dejado en paz con la historia que has visto o te ha vapuleado emocionalmente. Porque días después de haber visto la película, aún recuerdas el desenlace con el que Martin Scorsese firmo uno de sus mejores trabajos. Obra maestra absoluta.
Más datos sobre esta y otras películas en argoderse.com
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12 de diciembre de 2007
12 de diciembre de 2007
16 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1993, la mejor película fue con sobrada diferencia "la Lista de Schindler", y así lo reconoció la Academia de los grandes Oscars. El único hueco que había para esta película fue en el apartado de vestuario. Y es que esta película de Scorsese, al que se le da mejor los casinos, los mafiosos, los infiltrados o las malas calles, tiene sólo eso, un buen vestuario que nos sumerge de lleno en la alta sociedad neoyorkina del siglo XIX, pero la película no consigue sumergirte en nada más, es muy lenta y pomposa, pero sobre todo, muy muy lenta.
4 de febrero de 2014
4 de febrero de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Deseo empezar diciendo pues eso, que yo soy fan de las brutales películas de Scorsese desde hace ya más de una decada, sin embargo esta no lo es, ya que no sé yo que vería Scorsese en la nóvela homonima de esta peli (que por cierto llegué a leerla y me pareció de lo más rarita) como para que se decidiesé a rodar un film. No quiero decir con esto que la peli sea mala, ya que cuenta con una ambientación de auténtico lujo, como son el interior de las mansiones, la forma de vestir de los protagonistas, la banda sonora, que como es habitual en los films de este director, es de alta calidad.
Hasta aquí todo bien ¿verdad? pues no, porque resulta que las escenas de esta película, pese a que estan bien rodadas no llegan a entretener lo suficiente, por lo que esta peli no es de mis favoritas de este director italoamericano, que no quiero decir que porque no sea como las de "Toro Salvaje", "Casino", "Uno de los nuestros" o "Malas calles", es decir, de las violentas de su carrera pero indudablemente buenas, como no, desmerezca la pena por lo de su argumento, pero si las escenas de este film fuesen algo más interesantes la peli sería mejor, por lo que si hay fans de Scorsese que no la hayan visto aún, igual no llega a gustarles demasiado como a mí (o a lo mejor nada)
Yo por mí parte prefiero otras de Marty ...
Hasta aquí todo bien ¿verdad? pues no, porque resulta que las escenas de esta película, pese a que estan bien rodadas no llegan a entretener lo suficiente, por lo que esta peli no es de mis favoritas de este director italoamericano, que no quiero decir que porque no sea como las de "Toro Salvaje", "Casino", "Uno de los nuestros" o "Malas calles", es decir, de las violentas de su carrera pero indudablemente buenas, como no, desmerezca la pena por lo de su argumento, pero si las escenas de este film fuesen algo más interesantes la peli sería mejor, por lo que si hay fans de Scorsese que no la hayan visto aún, igual no llega a gustarles demasiado como a mí (o a lo mejor nada)
Yo por mí parte prefiero otras de Marty ...
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