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La isla mínima

Cine negro. Thriller España, a comienzos de los años 80. Dos policías, ideológicamente opuestos, son enviados desde Madrid a un remoto pueblo del sur, situado en las marismas del Guadalquivir, para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. En una comunidad anclada en el pasado, tendrán que enfrentarse no sólo a un cruel asesino, sino también a sus propios fantasmas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 428
Críticas ordenadas por utilidad
16 de diciembre de 2015
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco se puede decir de esta película que no esté ya dicho.

Por eso me remito a mi experiencia personal. Para describirla baste decir que me ha hecho congraciarme con el cine español. Incluso sentir algo de respeto hacia los Goya.

Y es así que, después de ver La Isla Mínima, he vuelto a ver pelis nacionales; con la esperanza de encontrar más joyas como esta entre tanto pestiño. En definitiva, abandonar mis prejuicios para con las producciones nacionales a las que, ahora, concedo al menos el beneficio de la duda.
b69082001
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22 de enero de 2016
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine norteamericano siempre ha tenido más potencial para atraer espectadores que una película española, especialmente ahora con los tópicos sobre el cine español (que si bien sigue teniendo sus grandes errores, como el IVA del 21%, la trama corrupta del cine español sobre el inflamiento de las cifras de taquilla para conseguir subvenciones, etc); a decir verdad, el cine español sería más fácil de defender si los Berlanga, Buñuel o Juan Antonio Bardem vivieran ahora y fueran ellos los referentes; sin embargo, ahora tenemos grandes profesionales delante y detrás. Uno de ellos es Alberto Rodríguez, director ya consolidado que, ironías de la vida, ha rodado una película con tintes del cine policíaco yanqui.

Si bien recuerda a una obra del país de las hamburguesas, el rodeo y la Casa Blanca, esta cinta se puede defender sola sin ayuda de nadie. Como ya he dicho, en España hay grandes profesionales delante (las grandes interpretaciones de Javier Gutiérrez como el policía con ideología facha y de Raúl Arévalo, otro consolidado del cine nacional, acompañado de diversos actores que, si bien aparecen más o aparecen menos, cumplen como mínimo con su deber de hacer sentir al público que les está viendo) como detrás de las cámaras (la dirección de Rodríguez sumado a la bella fotografía de las tierras donde sucede el caso, la banda sonora con toques 'johncarpentinianos' y el guión, obra del propio Rodríguez con Rafael Cobos), y cuando esos profesionales coinciden en un mismo trabajo, sale algo como 'La isla mínima'. Un policiaco con un estilo muy lineal, sí; pero narrado de forma acertada para que su tramo final -aunque esperado- sea impactante.

Dicho lo cual, ¿merecía la 'jartá' de premios Goya y reconocimientos que se llevó? En opinión de servidor de ustedes, ya les he dicho razones para que sí se las merezca. ¿Más que ninguna otra película española del mismo año? Servidor de ustedes no tiene ni la más repajolera idea, esa pregunta solo se puede responder viendo las cintas coetáneas de 2014, y para eso pueden pasar días, semanas, meses o años.

Lo que sí puedo, y debo, afirmar con rotundidad es que 'La isla mínima' es un filme que merece muy mucho la pena. Véanlo porque les gusta el cine español, porque quieren reconciliarse con él, porque les gustan los thrillers, porque les gusta el cine europeo, porque les gusta ver cine hasta (parafraseando al grandísimo Barney Gumble) inyectárselo en vena...la razón que ustedes quieran, pero véanlo. Y si no les ha gustado (como decía otro grande, Krusty el payaso) 'mil peldones'.
Michael Myers
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26 de enero de 2016
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy buena fotografía. Los colores acompañan al ritmo de la película.

Dos policías se desplazan a un pueblo de la costa española para resolver una desaparición.

La película consigue transmitir sensación de intriga al ir desvelando paso a paso junto a los protagonistas el desarrollo de la trama.

Muy buena.
ttiiinn
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22 de marzo de 2016
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigida por Alberto Rodríguez ("Grupo 7"), el film nos traslada a principios de los años 80, a un lugar recóndito de la geografía nacional, en el que dos policías investigan la desaparición de dos jóvenes hermanas.

En fondo, la búsqueda de las niñas y de su secuestrador (o secuestradores), aún siendo un relato bien hilvanado y que nunca perdemos de vista (el propio realizador es el firmante del guion junto a Rafael Cobos), acaba quedando relegado en un segundo plano. Y es que se trata de una película en la que hay muy pocas cosas gratuitas. Empezando por la pareja de policías protagonista, Juan (Javier Gutiérrez ) y Pedro (Raúl Arévalo), el primero un policía que en los tiempos de la dictadura estuvo en la famosa brigada político-social, y por tanto, al que se le suponen métodos más expeditivos que al segundo, un policía más joven y con otras ideas. No faltarán tensiones entre ambos debido a estas diferencias, aunque al final del recorrido la línea que los separa se habrá diluido. Por otro lado, Rodríguez dibuja un peculiar universo, un pueblo que parece alejado de la civilización, rodeado de marismas, con lo que se acentúa aún más la sensación de aislamiento, y cuyos habitantes parecen abocados a pasar miserias o bien optar por actuar al margen de la ley para ganarse la vida (con el contrabando u otras actividades ilícitas). Una localidad que sigue dominada por el cacique de turno, cuyo poder empieza a verse erosionado por la presencia de sindicatos que tratan de defender los derechos de los trabajadores pese a las dificultades.

Otro aspecto destacable es la excelente fotografía, de tonos diluidos, colores terrosos tirando al gris, que envuelven un lugar que se antoja como una especie de comunidad cerrada, opaca, en el que los detectives son vistos como extraños y tendrán que emplearse a fondo para conseguir arrancar información a cualquier de sus habitantes para ir desentrañando el hilo que les lleve hasta descubrir la verdad. Además resulta interesante el juego de luces y sombras que utiliza para retratar a sus personajes los cuales son definidos en apenas unas pinceladas pero que consiguen cierto aire de veracidad. A eso ayuda un buen ejercicio de casting en el que figuran como secundarios Antonio de la Torre como el padre de las niñas desaparecidas, Manolo Solo en el papel de morboso periodista del conocido diario "El caso", y en breves papeles Jesús Castro (que ha saltado a la fama en el 2014), Nerea Castro o Jesús Carroza, cuyos rostros se nos quedan grabados ya que pese a que no aparecen muchos minutos en pantalla, todos tienen algo que aportar.

Muchos le han querido buscar paralelismos con la famosa serie televisiva "True Detective", con la que tiene algún aspecto en común, pero que hay que reconocer que serie y película se mueven por caminos bien diferentes. Ambas comparten una ambientación y una atmósfera particular que las hace misteriosas, densas, atrayentes. Sin embargo, la primera busca mantener la atención del espectador a base de diversos giros y varios "clímax" como debe ser todo buen productor televisivo por entregas. La obra de Alberto Rodríguez es mucho más que eso. Sin dejar de ser un film de género, sabe contextualizar de forma ejemplar su trama, de manera que es complicado separar la trama propiamente detectivesca de la social o política (excelente como resuenan los ecos de la reciente dictadura), lo que le acerca al cine negro, y no sólo por la trama, sino por la estética, la puesta en escena, etc.

No sólo estamos ante una de las mejores películas del 2014 sino que personalmente pienso que es una de las mejores películas en lo que llevamos de siglo XXI, y aún me atrevería a ir más atrás. Alberto Rodríguez nos ofrece un film muy completo, en el que lo que muestra es tan importante como lo que no se ve o se intuye, en el que los que se dice es tan importante como los silencios, en definitiva se trata de una película madura que admite varias capas y en la que las cosas más importantes son las que no se dicen.
manulynk
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5 de mayo de 2016
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos los entresijos que han hecho grande al género se encuentran representados, de manera ejemplar, en el fondo y en la forma, gracias a un guión bien trenzado y lleno de incógnitas en el que se hace difícil a menudo dirimir la línea que separa a los buenos de los malos.
El escenario, ese entorno particular de las marismas del Guadalquivir en el que parece haberse detenido el tiempo pero que se agiganta y se hace protagonista en cada escena, ofrece la atmósfera perfecta para un caldo de cultivo concreto: el de una intriga que prevalece hasta el último instante a causa del oscurantismo de sus personajes. La historia, un continuo juego de despiste con el espectador motivado por las dudas razonables, incógnitas y sospechosos varios, fantásmas del pasado que regresan para atormentar y crear más incertidumbre a un lado y otro de la pantalla. Un cóctel de emociones y grandiosas interpretaciones.
Los Goya dictaminaron que era la mejor película del año y creo que, de manera acertada, es una justa vencedora. Desde luego, es muy recomendable.
John Dunbar
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