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Gerry

Aventuras. Drama Dos amigos que viajan juntos deciden abandonar la autopista y lanzarse a la aventura; pero, cuando se pierden en medio del desierto, empieza para ellos una auténtica odisea en la que sus principales enemigos serán el calor y la deshidratación. (FILMAFFINITY)
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Críticas 77
Críticas ordenadas por utilidad
12 de marzo de 2009
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es habitual encontrar una obra tan elemental y simultáneamente tan críptica como Gerry; a decir verdad su parquedad narrativa, su miseria compositiva, su estremecedora sencillez conceptual obtienen como resultado exasperar al espectador más hambriento de cine experimental, más ufano de encontrar una piedra filosofal que abra su mente más allá de las políticamente correctas y enternecedoras siete almas de Will Smith o del cine para escolapios del Hollywood más bienintencionado. En Elephant, obra que pudiera parecer análoga a esta y producida un año después, sin embargo se puede observar como Van Sant ha limado su infinita devoción por la imagen y nos ofrece un relato, si bien alejado de la normalidad cinematográfica, si dotado de una estructura, de un devenir, moteado de sucesos que, precisamente por su contraste con los aburridos seres en movimiento atravesando los pasillos de un edificio, causan un impacto brutal en la retina del espectador; va a suceder una matanza, nosotros lo sabemos y la esperamos, intrigados, deseosos, ávidos. En Gerry nos encontramos desvalidos, ignorantes, no sabemos de donde vienen los personajes ni hacia donde se dirigen, dudamos de la tangibilidad del relato, de su credibilidad, ¿se puede vivir dos, tres días sin beber, sin comer? ¿se puede ascender a una roca de cuatro metros de altura corriendo?, ¿por qué ambos personajes se llaman Gerry entre ellos? La única posibilidad que nuestra mente acierta a enderezar es que nos encontramos ante una metáfora, ante una parábola tal vez, pero ¿de que? y ¿hasta cuanto?, abandonar toda esperanza, parece querernos decirnos el director al modo del infierno de Dante; jamás lo sabremos, al menos no con una interpretación única y consensuada, cada uno ha de buscar probablemente la suya, si es que la desea, si es que posee la fuerza de voluntad…¿estamos presenciando un relato acerca de la homosexualidad? ¿es la recreación de la historia bíblica de Caín y Abel?... o quizá tal vez toda la parafernalia de las nubes en formación y los paseos abúlicos por paisajes lunares no sea un transito, un simbolismo; sino la propia esencia de la película, su mensaje, un minimalismo extremo que debemos acatar u odiar pero no juzgarlo, no escurrirlo en busca de un desenlace. Quien sabe si no tendremos la paciencia para reflexionar sobre ello.
McKnight
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8 de mayo de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Van Sant puede ser soporífero, bien se sabe; que tiene demasiadas manías que actuan en su contra, también se sabe. La duda entonces es: ¿Qué es lo que sabe Van Sant? Pues que no es un director masivo, que su arte es de culto y que puede ser indigerible para varios. Parece que esto no le importa, por eso da a luz a Gerry.

Gerry no se diferencia de otras pelis de este director, y ya no se puede decir que estamos ante un cine experimental, puesto que las estrategias narrativas como el plano secuencia, la cámara fija, los diálogos salpicados, el estar y no estar de su obra, le excesiva ultra hiper mega distancia que provoca en el espectador ya se han visto antes mediante otras historias y otras máscaras. Lo cierto es que algo se empieza a consolidar como una manía en Gus y le puede jugar tan a favor como en contra, siempre dependiendo del paladar del espectador. Los personajes se estan yendo desde que empieza la peli hasta que termina, ya se huele en el aire, en las nubes, en el paisaje desolado que representa. Lo curioso es que de tan desolado que se nos figura más la cámara fija durante minutos y minutos, la peli se refrita en sí misma, ya sabemos donde va, de donde viene, lo que sucede esta arraigado y estancado desde el vamos.

Como no decir que es una obra maestra y luego escupir al suelo, como si dicha opinión no rozara lo profano, lo indigno. En vigilia o en eterna modorra, Gerry tiene paradójicamente una doble cara: una de vanguardia y una de momia de museo.
Juan Rúas
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5 de enero de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película relax por antonomasia.

• Te llaman por teléfono: todos sabemos lo incómodo que es estar viendo en soledad una película y que a alguien se le ocurra llamarnos por teléfono. No es motivo de preocupación, después de la charla protocolaria de diez minutos es muy probable que estén en el mismo plano caminando, no nos habremos perdido nada.

• Llaman a la puerta: para esos momentos que aparece tu madre por sorpresa sin llaves y tienes que abrir. El máximo riesgo es perderse dos líneas de diálogo de las diez que debe de haber en todo el guión.

• Tienes que encargarte de la pizza que estás preparando: sacarla del horno, cortarla, lo habitual. Seguramente se vea a un hombre encima de una piedra en clara analogía espiritual del querer y no poder acercarse a la cúpula celeste. No hay razones para preocuparse, seguirá allí a la vuelta.

• Entran ganas de miccionar en el cine: otra situación harto desagradable. A nadie le gusta levantarse de la butaca e ir a los aseos perdiéndose parte del metraje. No pasa nada, lo más grave sería no formar parte de la discusión sobre la reproducción y búsqueda de agua de los animales del desierto.

Entre otras...

Lo curioso es que al final acabas satisfecho.
Mostro
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12 de febrero de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasta hace relativamente poco el mundo occidental se ha caracterizado por su horror al vacío (“horror vacui”). Ha sido solo en el tormentoso siglo XX que la soledad y el vacío han devenido objeto no solo de las indagaciones de filósofos y escritores, sino también fuente de inspiración para pintores como Rothko o Edward Hopper y también de cineastas como Antonioni o Tarkovsky. Siguiendo la estela de todos ellos, Van Sant nos propone una alegoría radical sobre la soledad y el vacío existencial. Y tal vez no solo la que aqueja al desorientado hombre contemporáneo, sino la del Hombre en un sentido intemporal.

Porque esta película no es tanto una historia de lucha por la supervivencia, como una destilación minimalista sobre el absurdo de nuestas vidas: los protagonistas parecen más desorientados que angustiados por su penosa situación, no sabemos nada de ellos ni existe apenas intento por otorgarles una caracterización psicológica o desarrollar un mínimo conflicto entre ellos o con su entorno que pueda elevar el tono de la narración. Salvo un par de conversaciones cuyos temas son un concurso de televisión y una “alucinada” sobre los griegos antiguos, los dos amigos permanecen siempre callados mientras caminan, ajenos a cualquier tentación de intimidad o de queja (increíblemente ninguno de ellos condesciende en el desgarrado y muy humano ¡Tengo sed!). Su reconcentrado e infatigable caminar es captado en planos interminables aunque extrañamente hipnóticos (y que me recuerdan esa sensación como de estar en trance que se apoderaba de mí tras varías horas andando como un autómata mientras hacía el Camino de Santiago).

Esta soledad en compañía y la casi absurda desorientación que padecen (¿por qué las montañas y el sol son incapaces de proporcionarles una mínima orientación respecto a la situación de la carretera?) nos remite al desabrido camino en que a veces puede convertirse nuestra vida. Pero, al igual que los desorientados protagonistas, tal vez nuestra única esperanza, nuestra única opción, sea seguir avanzando sin descanso, huérfanos de asideros o señales indicadoras, hasta el límite de nuestras fuerzas.
alex
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11 de septiembre de 2006
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
No esperaba que el director de “Descubriendo a Forrester”, “Mi Idaho Privado” o “El indomable Will Hunting” se desmelenase con un road movie abstracto, casi conceptual, como “Gerry”. La forma del cine de Gus Van Sant adoptó una forma diferente a partir de este filme, que a buen seguro, no le va a devolver a los hits independientes. Su siguiente película, Elephant, volvió a tratar ese género “de adolescentes con problemas” que le ha hecho tan popular. Pero había algo en Elephant, algo radical, formalmente innovador, arriesgado, que no conseguía identificar porque no había visto esta película, cuyos ecos se reflejaban en aquella. La música de Arvo Part y algunos planos secuencias eran herencia de el ejercicio de estilo que, a modo de punto de inflexión, supone Gerry en la obra del director americano.

Parece que Gus Van Sant estaba impresionado con el cine de Bela Tarr y por su obra más popular, Satantango. La admiración por la obra del director húngaro, cuyo cine carece de una estructura temporal clásica, era compartida por Susan Sontag, que dijo al salir de la proyección de Satantango: “Es devastador y cautivador, cada minuto de sus siete horas. Me gustaría verla una vez por año (cómo mínimo) el resto de mi vida”. El director americano reverencia al húngaro. Y cabe suponer que a buena parte del cine del este y, en concreto, el que viene de Tarkovski, porque Gerry tiene el estrépito de recordar a Stalker y su famosa Zona, ese ejercicio de ciencia ficción indeterminada del realizador soviético.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
jmpg
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