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La fuerza del cariño

Drama. Comedia Aurora (Shirley MacLaine) y Emma (Debra Winger) son una madre y una hija muy unidas, pero con puntos de vista muy distintos sobre la vida. Aurora, que está viuda, es una mujer temperamental pero de buen corazón, y Emma es una joven rebelde que está deseando salir de casa e independizarse; lo malo es que para conseguirlo sigue el camino más convencional: casarse. Por su parte, Aurora tiene un romance otoñal con un ex-astronauta (Jack ... [+]
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Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
30 de septiembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El talento naciente de una inolvidable estrella, a quien Hollywood devoró sin remedio, privándonos a tantos admiradores, huérfanos y ayunos de su maravillosa presencia que dominaba la escena. Qué regalo poder recordarla en esta película. si se quiere, tan convencional como tierna.
losada
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25 de noviembre de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienza el espectáculo con aires de comedia ligerita en la que las situaciones resultan algo ficticias, también forzadas y con un punto de extravagancia poco convincente.
Después la trama viene y va como un carrusel interminable de minutos cargados de anotaciones psicológicas cuyo auténtico valor se establece más por la interpretación de los protagonistas que por el interés en sí mismas.
Cuando el melodrama arrecia, el espectador ya está curado de espanto y acepta cada nueva propuesta con estoicismo.
Pero sin un ápice de entusiasmo.
ABSENTA
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6 de mayo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque desde que murió mi madre hace hoy tres años me cuesta mucho volver a ver esta película, hoy quiero intentar escribir sobre ella, una película que sin pretenderlo se fue convirtiendo en especial. En una experiencia llena de contrastes, de sombras y luces, de sonrisas y lágrimas… Una película de amor, vida y muerte.

A partir de una excelente novela de Larry McMurtry, James L. Brooks logró crear todo un humanismo cautivador, unos cuadros emocionales sobre las vidas de una madre y una hija a lo largo de varias décadas.
“La fuerza del cariño” es la historia de Aurora Greenway, una acomodada viuda de la clase media alta de Huston cuya petulante y extravagante forma de ser se halla en las antípodas del talante llano y sin grandes ambiciones de su hija Emma, a la que tuvo que cuidar desde muy pronta edad ante el repentino fallecimiento de su marido.

En base a estas dos personalidades antagónicas “La fuerza del cariño” compone un mosaico de vivencias en que el amor profundo que vertebra las relaciones entre estas dos mujeres emergerá plenamente con toda su fuerza cuando viene una gran tragedia.
Cada una de las escenas, de los fragmentos que componen esta obra maestra de “La fuerza del cariño” nos descubre piezas definitorias de la evolución intima de sus protagonistas que nos llegan al corazón gracias a la fuerza de sus interpretaciones que transmiten tanta realidad y convicción.

Aurora, interpretada magistralmente por Shirley MacLaine es una madre sobreprotectora que convertirá a su hija en objeto de sus propensiones críticas, de su arrogante autosuficiencia, mientras que Emma, interpretado por una vitalidad increíble por Debra Winger, basculará desde pequeña entre el rechazo a toda la superficialidad que desprende su madre y de una dependencia afectiva de tan imponente figura materna .
Aurora siempre le reprocha a su hija Emma la poca atención que pone a su cuidado personal, a su desprecio por la observación de las buenas maneras, incluso se negará a ir a la boda de su propia hija por haberse casado la mediocridad de su novio como individuo y el desastre conyugal que forzosamente ha de derivarse de tamaño error…Incluso llegará a recomendar a Emma que aborte cuando se quede embarazada por tercera vez de su mezquino marido… Y durante todo este periplo se irá alternando entre ellas un lenguaje de amor, un belicoso lenguaje de amor, en el cual cada discusión no es más que otro preámbulo para un nuevo acercamiento materno-filial.

Aurora surcará el arco existencial de su hija aprendiendo de todo cuanto recibe de ella, aún chocando con muchas de sus convicciones, aprenderá el valor fundamental de dejar al desunudo nuestro ser ante hechos y circunstancias que deben nutrir de sentido y modesta trascendencia nuestras vidas. Aprenderá la importancia de su rol de abuela que gracias a Emma tendrá la oportunidad de desarrollar, aprenderá lo absurdo que es darle la espalda a la posibilidad de gozar de un romance otoñal con sexualidad incluida que su hija le animará a obtener de su peculiar vecino el astronauta, interpretado por Jack Nicholson en estado de gracia. Y sobre todo aprenderá la necesidad de despojarse de lo accesorio poniendo coto a su propia vanidad cuando la muerte afila sus colmillos para apresar a quienes más quieres en este mundo…


@Oscarcinefilo
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Oscar
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28 de septiembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hable con ella. La película es eso, las conversaciones eternas, aunque casi no nos las muestren por piedad, entre una madre y su hija, son el centro y el motivo de todo, los demás son simples satélites que giran alrededor suyo, de esa relación tan complicada, amorosa y en pugna, o el arte de la charla como origen de todo, no la banal o superficial o tal vez casual, no, la que se estira indefinidamente y es la suma de todos los días, aquella en la que es imposible distinguir el principio del fin, en la que se construye y destruye el mundo sin compasión y con mucha comprensión, donde hay tanto humor como calor, se da afecto y batalla, se afirma y niega, se cotillea, comenta e informa, donde se habla de todo, también de lo escatológico, ya sea en su aspecto físico o quizás del mismo cielo, nada humano les es ajeno y nada se puede interponer entre sus infinitas palabras, a todas las horas del día posibles, seguras, necesarias, agotadoras, definitivas, esa atadura que les asegura que ninguna está del todo tan sola como a veces temen o parece.
Madre e hija que se quieren tanto y algo, a veces, odian, tan diferentes.
La madre es presentada como un monstruo de egoísmo insufrible y desagradablemente frígido y reprimido, una Rottenmeier que amarga a todos porque ella no se divierte, un desierto de aridez cruel que no te deja ni siquiera dormir para ella estar a gusto. Después se la matiza y comprende más, hasta se la puede llegar a querer.
La hija es su reverso, generosa, apasionada, espontánea y comprensiva, más libre, aunque también más débil, no tan fuerte e independiente. Vemos su recorrido minuciosamente. Siempre superada, no da abasto.
El marido es un buen chico, guapo, mediocre, culto, banal, agradable, faldero, trampero, convencional, escaqueador, el aburrido hombre medio.
El astronauta es el prototípico vivalavirgen encantador y follador, lo contrario de la madre, infantil, libérrimo y atractivo a su manera crápula y barriguda y paródica.
La amiga del alma se convierte en una pija neoyorquina que contrasta tanto con el ambiente de Emma, más modesto y sincero, se puede ver claramente en la escena en la que la invita a comer con alguna de sus conocidas, donde se aprovecha para hacer un claro escarnio de ese tipo de mujeres aparentemente tan liberadas y avanzadas, pero en realidad muy hipócritas y con vidas sórdidas, abortos, hongos, internados y otros horrores mediante que se cuentan en un instante, es muy gracioso también cómo la miran cuando ella dice que es solo una simple ama de casa, ese ridículo desprecio casi de clase.
Y De Vito y algún otro corifeo que venera a la MacLaine, normal, son los monaguillos de su iglesia, como niños con una madre caprichosa, siguen el culto de su sagrada sacerdotisa a la que en verdad solo le dan ternura y alguna compañía, no los tiene mucho en cuenta.
Y el hijo mayor está siempre enfadado porque su casa es un caos y no hay dinero y culpa a la madre que es la que tiene más cerca. El pequeño es más bueno. Y ahora viene la nena, la pequeña reina.
Es una película extraña ahora, de las que ya no se hacen, lamentablemente, de analizar los sentimientos, de matices y palabras, de familias, de los padres y los hijos, la intrahistoria sin grandes acciones o acontecimientos, el intento imposible de atrapar la vida que se escurre, inaprensible, inefable, de desmenuzar las pequeñas cosas sin víctimas ni culpables; en su debe el deseo a muerte de agradar, a cualquier precio, gustar a toda costa, haciendo espectáculo de ese menudeo sentimental tan rico y entretenido, intentando consolar y agradar a todo el mundo.
Es inteligente, tiene sentido del humor, es sensible, delicada, interesante, madura y también un poco tópica, falsa y traicionera, juega a muchas cartas y no se queda con ninguna, obvia muchas veces, subrayadora otras.
Los actores, más grandes presencias que solo personas, son inmejorables, qué decir de la MacLaine o del Nicholson, de Debra Winger o Jeff Daniels, ya clásicos a estas alturas, bastante más los dos primeros.
Vista hoy es un poco marciana, se echa de menos este tipo de cine, con sus aciertos y errores.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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7 de agosto de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shirley MacLaine y Jack Nicholson conquistaron el premio Oscar (el primero para MacLaine y el segundo para Nicholson) por sus memorables roles en esta icónica película de los ’80 donde Debra Winger y John Lithgow también fueron nominados pero no lo consiguieron. Este conmovedor y divertido retrato familiar donde la relación madre e hija es capaz de sacar lágrimas hasta al más duro de corazón, se consolidó en las audiencias ochenteras como una de las películas más exitosas del año 1983, y al mismo tiempo marcó el debut de James L. Brooks en la dirección cinematográfica después de venir forjando una muy exitosa carrera televisiva. Con el paso de los años Brooks como director volvería a brillar en los premios Oscar, con Holly Hunter como protagonista de la inteligente comedia “Detrás de las Noticias” (1987) y más tarde nuevamente junto a Jack Nicholson en la comedia “Mejor Imposible” (1997), donde además el actor lograría el tercer premio Oscar de su aclamada carrera.

La decisión del director James L. Brooks al escribir el guion de la Fuerza del Cariño basándose en la famosa novela de Larry McMurtry no pudo haber sido más acertada, ya que el enorme éxito de la película no sólo dio premios Oscar a sus actores, ambos leyendas de Hollywood, sino que también consiguió premios a mejor película, dirección y precisamente a guion. El famoso escritor Larry McMurtry quien había publicado su novela La Fuerza del Cariño en 1975, ya había sido adaptado al cine con su novela “La Última Película”, en clave de “obra maestra” por el gran director Peter Bogdanovich, y varios años más tarde ya en el 2005, el propio Larry McMurtry subiría al escenario de los Oscar por su trabajo en el guion de “Secreto en la Montaña”, basándose en un popular cuento de su colega escritora Annie Proulx.

En un excelente año 1983 donde brillaron filmes como “Los Elegidos”, “El Año que Vivimos en Peligro”, “El Precio de la Felicidad”, y grandes éxitos de taquilla como “Caracortada” o “Flashdance” entre muchos ejemplos más, “La Fuerza del Cariño” atrapó a las audiencias con la frescura y credibilidad de sus personajes. La historia de Aurora y Emma, madre e hija respectivamente, fue una lograda representación inter-generacional de la mujer norteamericana de clase media en los 80’s, quienes junto a la inconfundible banda sonora de Michael Gore, que las acompaña durante prácticamente toda la película, supieron quedarse en el corazón y en la memoria de varias generaciones.

Texto: Daniel Valcarce
Daniel Valcarce
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